Majo no Tabitabi (NL)

Volumen 6

Capítulo 8: Los Siete Días de Ariadne

Parte 3

 

 

“Dejé  a  Ariadne  en  la  enfermería  para  que  descanse.

Seguramente volverá en sí”.


Poco después, Vivian regresó, se veía algo cansada.

…Iré luego por ella.

“¿Ariadne siempre se comporta así?” Vivian frunció el ceño.

“…Algo así”.

Fue hace sólo seis días que la conocí, así que realmente no la conozco muy bien.

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“¿En serio…? Se ve que lleva una vida lamentable… Bueno, mientras exista gente no-maga, habrá muchos más casos como ella…”

“……”

Bueno, no sé si lamentable sea el caso. Es sólo una simple idiota…

Yo no le diría eso.

“Pero que Ariadne haya colapsado seguro significa que la poción que hicimos fue un fracaso. Es una pena”. Vivian no se había dado cuenta de que Ariadne y yo alteramos la fórmula. “Hagamos de este fracaso, un éxito al siguiente intento. No perdamos tiempo ya que no lo tenemos…”

Vivian comenzó a murmurar y a revisar entre sus libros y demás pociones, como si algo la perseguía.

Yo no sabía qué era lo que la impacientaba. Era como si todos los seres humanos tuvieran una obsesión por convertirse en magos.

“… ¿Por qué tan decidida a crear una poción que pueda convertir a la gente en mago?” pregunté.

Vivian respondió: “Aún no te lo he dicho, ¿verdad?”. Sus ojos se entrecerraron mientras miraba distraídamente por la ventana los rayos del sol poniente. Había tristeza en su mirada.

Como si tuviera nostalgia del pasado, como si se arrepintiera de haber dejado pasar algo.

“La primera vez que decidí intentar hacer esta poción fue cuando estudié en esta misma universidad”.

Y entonces, me contó una historia de hace mucho tiempo.

Fue hace dieciséis años.

Vivian fue reconocida como una estudiante prodigio. Sólo tenía catorce años, pero tomaba las clases que los mismos estudiantes de dieciocho años. Además, tenía verdadero talento para la magia. Era natural que ganara muchos elogios.

Pero Vivian no fue la más prodigiosa de la escuela. Había otra alumna a la que también llamaban de la misma forma.

Se llamaba Elizabeth y era una estudiante normal, ella era una no-maga. Es verdad que no podía usar magia, pero sus notas eran incluso mejores que las de Vivian. La gente decía que nadie podía rivalizar con ella académicamente. Además, Elizabeth era muy cariñosa y todos los que la rodeaban confiaban en ella. Vivian recuerda con cariño a Elizabeth como una persona cariñosa, de confianza, agradable y maravillosa.

Vivian y Elizabeth que, por ser llamadas genios, eran objeto de celos por ser más jóvenes que las demás alumnas, y se encontraban en situaciones completamente opuestas.

Habría sido normal que estas dos genios fueran vistas como rivales, o incluso enemigas. Sin embargo, este no fue el caso.

Eran las mejores amigas. Hacían todo lo posible por asistir a las mismas clases, almorzaban juntas en el patio y se reunían en la pastelería después de clases. Las dos genios pasaban los días juntas como estudiantes normales.

“Elizabeth, tengo un sueño”.

Un día, cuando charlaban entre clases, la joven Vivian dijo de repente: “Quiero ser profesora en esta escuela. Quiero enseñar magia a todo el mundo”.

Elizabeth asintió con la cabeza ante las palabras de su amiga: “¡Eso sería genial! Me gustaría también hacer lo mismo”, respondió.

Al igual que Vivian, Elizabeth también quería ser profesora después de graduarse. Ambas amigas compartían el mismo objetivo, y eso las había unido aún más.

Sin embargo, su relación amistosa no tardó en romperse.

Un día, antes de la graduación. Todas las estudiantes que se graduaban estaban pensando en su futuro, pero sólo dos habían tomado cierta decisión.

Eran Vivian y Elizabeth.

Si quieres ser profesor, tienes que esperar a que te acepten para trabajar o seguir estudiando, lo que significa que, si no te conviertes en profesor, es casi seguro que acabarás en la calle. Fue una medida adoptada por la escuela que no permitía a nadie seguir la carrera de profesor a menos que estuvieran la dedicación.

Había dos puestos de profesor disponibles. Las dos genios, con la esperanza de pasar el examen juntas, habían dejado pasar todas las oportunidades de empleo o de seguir estudiando para convertirse en profesoras.

Finalmente, se presentaron al examen.

Pero…

“Cuando miré los resultados, vi que yo fui la única en aprobar el examen. Por desgracia, Elizabeth no fue aceptada. Nunca llegó a ser profesora”.

“……”

“Siempre había sido mejor estudiante que yo, pero a la administración no le importaba. Me eligieron por encima de las notas, todo porque yo sí podía usar magia”.

El comité había determinado que, si las buenas notas eran importantes, ser mago lo decidía todo, esa fue la base que impusieron. Se decidió que Elizabeth no calificaba para el puesto.

“¿Qué pasó con Elizabeth después de eso?”.

Vivian negó lentamente con la cabeza. “…No sé”. Después de eso, las cosas nunca volvieron a ser lo mismo entre nosotras. Nunca la volví a ver. Conociéndola, seguro fue a hacer su propia vida, pero…”

Pero, estaba claro que Vivian sigue atormentada por los acontecimientos de ese día. De haber sido Elizabeth una maga, probablemente ahora tendría un importante puesto de profesora, al igual que su amiga, y probablemente las dos seguirían juntas. Era la única diferencia que había entre las dos.

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Así que…

“¿Así que por eso deseas un mundo de magos?”.

“Sí…” Ella asintió con la cabeza lentamente. “Cuando esta poción esté terminada, no habrá más estudiantes llorando sólo porque no pueden usar magia. Ese es mi deseo…”

Volvió a mirar por la ventana.

Pude ver una determinación inquebrantable en sus ojos mientras reflejaban los rayos del sol poniente.

Momento después, el periodo de clases había terminado.

Sara y yo nos fuimos primero y Vivian se quedó, diciendo que aún tenía trabajo que hacer por su cuenta, o algo así. Parecía completamente obsesionada con su investigación.

Me llevé a casa a Ariadne, cargándola en mi espalda ya que seguía quejándose, Sara caminaba a mi lado, mirando a Ariadne con ojos fríos. De camino a casa, todo estaba completamente oscuro, ya era de noche.

“La profesora quiere reparar una relación que se rompió hace mucho tiempo”, dijo Sara de repente. “Por eso la estoy ayudando. Y si alguien intenta interponerse en su camino… no se lo permitiré”.

¿Ya sospechosa de nosotras?

“Tienes que hacer lo que crees que es correcto”, respondí, desviando la mirada. “Pero sigo sin entender por qué estás dispuesta a arriesgar tu vida para ayudarla. ¿Es tanta la obligación?”.

“¿Arriesgar mi vida? No sé de qué estás hablando”.

“¿No es eso lo que haces? Hoy Ariadne se bebió por casualidad esa poción que salió mal, pero tú te expones bebiendo pociones casi siempre, ¿no? Muchos de los ingredientes son dañinos para el cuerpo. No creo que te encuentres bien”.

“Estoy bien”, respondió ella con indiferencia. “Si su sueño puede realizarse con un pequeño sacrificio de mi parte, soportaré cualquier cosa. Si nadie lo hace, nunca lo terminará, por mucho que trabaje”.

Tanto Sara como Vivian parecían estar obsesionadas con la misma idea—con la creencia de que la gente no podía ser feliz sin magia.

“Mañana por la tarde, vengan a la sala de conferencias. Hay algo de lo que quiero hablar con ustedes”. Dijo por fin Sara. “Sólo tú y Ariadne”.

[Día Cinco          Por la noche]

“Así que eso es lo que está pasando. Creo que es obvio que ya sabe de nuestro plan”.

Me dirigí a la panadería después de separarme de Sara, estaba sentada con Ariadne, que por fin se había despertado, y le conté todos los detalles de la situación actual.

“¿De qué hablas?” respondió ella. “No creo que se hayan dado cuenta”.


“¿Hablas en serio?”.

La actitud arrogante de Ariadne definitivamente iba a hacer que nos atraparan. Aunque cuando acepté este plan ya sabía que nos atraparían.

Ariadne le dio un sorbo a su café. “Pero si nos descubren, puede que sea bueno para conseguir una oportunidad. Y así lograr que se desenmascare sola”.

“Bueno, supongo que debo agradecer que ella haya escogido el día de mañana”, respondí. “Como sea, esperaba resolver todo esto antes de eso”.

No quería que esto fuera una guerra larga e interminable.

Para empezar, Ariadne y yo no debíamos estar en esa escuela.

“Elaina”, Ariadne levantó su taza de café hacia mí mientras hablaba. “Mañana la rescataremos”.

“Yo me encargo”. La imité y levanté mi taza también.

“Muéstrales tu fuerza”.

Chocamos suavemente nuestras tazas.

Un silencioso tintineo llenó el aire entre nosotras.

Unas ondas de vapor salieron de las tazas y desaparecieron.

[Día Seis              Por la tarde]

“¡La magia lo es todo!”.

Un rugido fuerte reverberó en el auditorio.

Entonces, Vivian nos atacó directamente.

Ariadne me agarró la chaqueta y yo la empujé por la espalda mientras esquivábamos la ráfaga que venía. Pudimos esquivarlo y dio contra la pared del auditorio, abriendo una profunda grieta.

La invisible magia de viento.

Era un hecho que recibir un golpe directo de ese hechizo, nos habría aplastado.

Así de peligrosa era esta magia de viento.

Sin embargo…

“Recuerde que les enseñó a sus estudiantes cómo contrarrestar magia de viento”.

Agité mi varita. Inmediatamente, una tenue niebla salió de la punta, extendiéndose rápidamente hasta llenar el auditorio. Todo estaba blanco y nublado.

“Así podremos ver el movimiento del viento, ¿verdad?”.

Lo más problemático de alguien que usa hechizos de viento es que es naturalmente invisible. Pero si puedes encontrar una manera de detectarlos, no habrá muchos problemas. La niebla mostraría la trayectoria del viento, así que bien podríamos defendernos fácilmente de cualquier tipo de ataque de viento.

“¡Vamos, ataca desde donde sea! ¡Anularé cualquier ataque!”.

Pude ver vagamente la silueta de Vivian en la niebla.

“Ara, Ara… estuviste poniendo atención a la clase, ¿verdad? Qué buena estudiante. Eres muy inteligente”. Una voz se escuchó. “Pero estás en problemas si crees que eso será suficiente”.

La niebla comenzó a moverse.

Pude ver todo tipo de luces parpadeando en este paisaje blanco.

No pude saber con exactitud qué eran hasta que las vi acercarse, pero al menos pude comprobar que se trataba de un enjambre de poder mágico con una buena cantidad de poder mortífero.

Pilares de hielo volaron a través de la niebla con una fuerza desgarradora. Pilares de hielo. Bolas de fuego. Todo tipo de armas moldeadas de luz.

“Si tu oponente no puede ver, entonces tú tampoco, ¿verdad?” Dijo Vivian. “Y bien, ¿ahora qué me dices? ¿Podrás hacerme frente con todo esto?”.

“……”

“¿Te quedaste callada?”, se burló ella. “¿Sólo quieres jugar a la defensiva? Entonces, ¿no puedes contraata—”

“¡Mejor no gastes energía con puro bla bla!”.

Lancé una ráfaga de viento en dirección de la voz de Vivian. La niebla se abrió y, por un segundo, pude ver claramente el otro lado del auditorio.

No había nadie.

¿Escapó?

“No olvides que yo sigo aquí”.

“¡…!”

Alguien estaba detrás de mí… y no era Ariadne. Esta voz era una mucho más fría.

Estuve tan concentrada buscándola en la niebla que cuando me di la vuelta ya era demasiado tarde.

“¡No puedes hacer nada sin esto!” Sara salió de repente de la niebla y me quitó la varita. Estaba protegiendo a su profesora, aún sin saber usar magia, y pensó que al quitarme la varita me dejaría sin poderes.

Pero…

“Así es, no me he olvidado de ti”.

Saqué una segunda varita del bolsillo de mi pecho y le lancé a Sara una ráfaga de viento.

“¡…Ah…ugh…!”

Sara salió volando aún con mi varita en su mano. Cayó con un fuerte golpe entre los bancos del auditorio.

Y antes de que se levantara, usé los mismos bancos para contenerla. No podía arriesgarme a otro ataque.

“¿Crees que los magos sólo llevan una varita?”.

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Sara no respondió.

“Ella lo sabe bien”, escuché una voz cerca de mí. “Pero se las arregló para ganar el tiempo suficiente y poder acercarme a ti”.

A esta distancia, pude saber de quién de era.

Vivian tenía su varita apuntando a mi garganta.

Al parecer, se las arregló para acercárseme sin que me diera cuenta.

“……” Preparé lentamente mi varita.


“Si veo otro movimiento raro, te arranco la cara”.

Me pinchó fuerte con su varita.

“……”

Me preparaba para rendirme. Todavía con la varita en la mano, levanté ambas manos por encima de mi cabeza. “¡No lo creo! Mi cara es demasiado bella”.





“Ara. Todavía tienes tiempo para hacer bromas, ¿eh? O tal vez no te das cuenta del problema en el que te has metido”.

“No, no”. Sacudí la cabeza. “Tampoco”.

“Entonces, ¿qué?”

Bueno, ya que preguntaste…

“Estoy segura que voy a ganar”.

Moví mis ojos para ver más allá de Vivian. Ella siguió mi mirada, se dio la vuelta y le quité la varita de la mano.

“¡No son las únicas que pueden atacar por la espalda!”.

Ariadne, que había estado escondida detrás de mí, ahora estaba detrás de Vivian.

Vivian se vio sorprendida por un momento, pero luego… “¡Qué ingenua!”.

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Y de la misma forma que yo, metió su mano en el bolsillo del pecho.

“¡Hyah!”

La golpeé con otra ráfaga de viento. La varita de repuesto que quiso sacar de su túnica, se fue volando de su mano.

“Sabía que querías que yo creara la niebla, y entonces planearías tus ataques”, le expliqué. Puse mi varita en su cuello, de la misma forma en como lo hizo conmigo. Era como si hubiéramos intercambiado lugares. “Lástima que seas tan fácil de leer”.

Imaginé que, si invocaba la niebla, Vivian intentaría atacarme por la espalda. También supuse que intentaría utilizar a Sara.

Todo lo que tenía que hacer era esperar a que Sara apareciera, mientras me mantenía en su mira.

Probablemente pensaron que me tendieron una trampa.

Pero quienes cayeron en la trampa fueron ellas.

“Perdieron”, dije, acumulando energía en la varita que tenía contra el cuello de Vivian. “Por favor, ríndete y no des problemas. Detendrás esa investigación sospechosa en la que has estado trabajando. Y liberarás a Sara”.

Vivian me fulminó con la mirada. “¿Es lo que querían? ¿Rescatar a Sara?”.

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Asentí. “Has hecho de ella un conejillo de indias para tu investigación, y está teniendo efectos extraños en su cuerpo, ¿o no es así?”.

“……” Vivian dudó, y luego dijo claramente: “Es verdad.

Pero fue su elección. Sólo queremos que nuestro sueño—el de ella y el mío—se haga realidad”.

“¿Dices que Sara quería esto, aunque tuviera efectos negativos en su cuerpo?”.

“Sin sacrificio no hay ideal. Estoy preparada para hacer ese sacrificio, y ella también lo está”.

Vivian no estaba del todo visible por la niebla, pero su voz era clara como un cristal. “Tanto Sara como yo, deseamos un mundo en el que todos puedan usar magia. Cuando lo hagamos realidad, estoy segura de que pondremos fin al sufrimiento del mundo…”

“……”

“Ya hablé de esto ayer, ¿no recuerdas? Este mundo no trata bien a las personas no-magas. Discriminación, opresión… No tienen esperanza. Estoy cansada de vivir en un mundo así. Por eso… Para que nunca haya otra Elizabeth, yo…”

“Realmente eres una tonta”.

Ariadne interrumpió la palabrería de Vivian.

Encogiéndose de hombros, ya disgustada, dijo algunas palabras.

“¿La gente es infeliz porque no puede usar magia? ¿Cómo llegaste a esa conclusión? ¿Sabes lo que le pasó a Elizabeth después de la graduación?”.

“… ¿Y cómo sabes eso?” murmuró Vivian.

“Un pajarito me dijo”, continuó Ariadne. “He oído que después de que Elizabeth se graduara, se hizo cargo de la panadería de su familia. Luego se casó, dio a luz y tuvo una vida normal y feliz. No consiguió el trabajo con el que soñaba, pero no creo que la vida que llevó Elizabeth luego de haberse destruido sus sueños, haya sido de infelicidad. Lleva una vida normal y corriente, apreciando cada momento”.

“……”

Los ojos de Vivian se abrieron ampliamente.

“¿Cómo es que sabes de ella?”.

Hasta donde Vivian sabía, la historia de Elizabeth era un secreto que sólo se lo contaba a personas cercanas a ella.

No era difícil imaginar su sorpresa.

“¿Te preguntarás, cómo lo sé…?” Ariadne se rio a carcajadas. “Conozco la historia de Elizabeth… porque soy Elizabeth”.

Y entonces, la niebla se disipó.

[Día Uno              Por la tarde]

Lo primero que visité llegando a Latoria, fue una panadería que estaba en la esquina de cierta calle. El pan de allí era famoso entre los aficionados.

Está requete delicioso.

Está muy sabroso. Está tan bueno que se te caerán las mejillas.

Está tan bueno que morirás al primer bocado.

Es básicamente veneno.

Estaba segura de que eso último fue una mala crítica.

Y claro, yo como amante autoproclamada del pan, mis pies se movieron por su cuenta.

Pero…

“…………………………………………… Eh. No está tan bueno”.

Y pues, siendo honesta, no sólo está feo. Sabe horrible.





No sabía qué era peor, el sabor o la textura. ¿O hay un problema más fundamental? Este pan no era sabroso. Me sentí profundamente decepcionada.

“¡Disculpe!” Hice sonar mis palmas y llamé a la empleada.

“¿Podría llamar al panadero que hizo esto?”.

Ella dijo: “Ah, ajá…” y, con una expresión molesta como diciendo “Gah, qué clienta más molesta”, desapareció al fondo de la tienda.

Por cierto, la tienda era una rara panadería con un espacio para comer dentro y con café disponible.

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