Saikyou Mahoushi (NL)

Volumen 15

Capítulo 85: Llega El Mal Presagio

Parte 3

 

 

Pero mientras lo hacía, un sonido extraño y continuo resonó en los alrededores.

En el borde de su visión, pudieron ver pilares que salían disparados del suelo.

Parecía ser algún tipo de mecanismo enterrado bajo la Academia.

Tesfia miró a Senniat.

El mecanismo ya había aparecido una vez, cuando Sisty repelió un hechizo tabú que asaltaba la Academia. Eran torres mágicas que habían apoyado a la antigua Magicmaster Única, lo que significaba que estaba haciendo de las suyas.

―¡Viene la directora! ¡Sólo tenemos que ganar tiempo hasta entonces! ―Tesfia le dijo a Senniat como si fuera una verdad absoluta. Los atacantes parecían sorprendidos por la aparición de las torres. Así que si se movían ahora…

―¡Sí! Si lo único que tenemos que hacer es rescatar a ese profesor y retirarnos, ¡podemos hacerlo! ―Alice estuvo de acuerdo con Tesfia y miró a Senniat.

―Senniat, mantenlos a raya y haz los preparativos para escapar. ¿Te parece bien, Fia? ―preguntó Alice.

―¡Sí! ―dijo Tesfia.

A pesar de lo nerviosa que estaba, la cara de Alice brillaba con el orgullo de hacer lo correcto. Con eso, su plan estaba en marcha.

Pero al momento siguiente, una rama grande y afilada atravesó la pared y atacó el cuerpo ligeramente expuesto de Tesfia. La rama se movió como si tuviera voluntad propia, surgiendo de uno de los pies del atacante.

―¡Nos descubrieron! ―Tesfia esquivó rápidamente la rama y echó a correr.

Alice corrió tras ella.

La rama que esquivaron destruyó una pared y luego se detuvo en lugar de ir tras Senniat. Parecía que no se había dado cuenta de la presencia de Senniat con Tesfia y Alice. Eso significaba que podía lanzar una emboscada… Con eso, las chicas comenzaron su plan para salvar al profesor varón.

¡La directora vendrá pronto! Y si todo el mundo se levanta para resistir con esto, ¡podríamos incluso capturar a los atacantes! pensó Tesfia.

Por supuesto, también significaba matar al oponente. Mientras ese pensamiento recorría la mente de Tesfia, empuñó con más fuerza su katana.

Mientras tanto, el atacante no mostraba mucha preocupación por Tesfia y Alice, limitándose a mirarlas. Estaba empapado en la sangre que le había salpicado, pero la forma en que lucía completamente imperturbable era anormal.

El hombre que les lanzó una rama gigante se interpuso ahora en el camino de Tesfia y Alice. Se trataba de un hombre de mediana edad, calvo y cansado, con una ramita en la boca. Chasqueó la lengua molesto por el hecho de que hubieran evitado su ataque, frunciendo el ceño por la molestia.

Tenían que acabar con los dos atacantes que se interponían en su camino. Tesfia se dispuso a ello. Necesitaban neutralizarlos rápidamente y sin fallar.

―Tsk… ¡eres bastante rápida para ser una rata! ―dijo inquietantemente el calvo mientras lanzaba la ramita con ligereza. Cuando lo hizo, empezó a crecer explosivamente rápido y se estiró hacia las dos.

Tesfia y Alice se separaron en el último momento y esquivaron el ataque a duras penas. Oyeron el sonido del suelo empedrado siendo aplastado tras ellas por las afiladas ramas.

―¡Fia! ―gritó Alice.

Tesfia asintió a Alice, y ésta dejó un hueco entre ella y Tesfia para centrar su ataque en el hombre de las ramas. Tiró de sus brazos hacia atrás, agarrando su lanza dorada, y una pálida luz mágica envolvió instantáneamente la hoja.

―¡‹‹Sirislate››!

Mientras Alice empujaba la lanza, la luz salió disparada hacia el hombre. Este respondió creando un escudo de madera con anillos de árbol retorcidos y un brillo de maná como un espejo. Pero el golpe de luz atravesó fácilmente el escudo y le rozó el abdomen, quemándole la ropa. Su piel expuesta empezó a supurar sangre.

Sin embargo, el verdadero objetivo de Alice no era él, sino el hombre del cuchillo. Con el fin de crear una abertura para salvar al profesor, se movió para alinear al hombre calvo y al hombre del cuchillo.

Antes de que Alice pudiera hablar, el hombre del cuchillo dio un solo paso para esquivar el hechizo de Alice. A pesar de no mostrar preocupación, estaba sorprendentemente alerta. Pero todavía había una ligera distancia entre el atacante y el profesor.

Habiendo perdido ligeramente el equilibrio, el hombre del cuchillo miró a Alice. Su fina sonrisa desapareció y la miró fijamente, con los ojos afilados como los de un depredador. Entonces un golpe horizontal le asaltó, pero lo bloqueó con su cuchillo, y se oyó un sonido metálico mientras retrocedía un poco para protegerse del poder.

―¡¿Estás bien?! ¡Que alguien lo ayude! ―gritó Tesfia, pero ninguno de los alumnos se movió. O más bien, algunos se armaron de valor e intentaron levantarse, pero una poderosa oleada de maná los obligó a retroceder.

Procedía del líder de los atacantes, que permanecía inmóvil con los brazos cruzados: lo llamaban Dante.

No era la cantidad de maná, sino su presencia lo que desprendía tanta presión. Se vieron obligados a reconocer que estaba en una dimensión aparte. Probablemente fue la intuición de Tesfia como Magicmaster la que le hizo darse cuenta de ello, y lo reconoció como el origen del escalofrío que había sentido en los campos de entrenamiento.

Tesfia ni siquiera podía mirar directamente al hombre inmóvil. Era la primera vez que sentía tanto miedo por la intimidación a través del maná. Era como si le estrujaran el corazón, y el sudor le caía por la frente.

―Dante, no te importa si la mato, ¿verdad?

Con un chasquido de su muñeca, el hombre del cuchillo empezó a caminar hacia ella con una sonrisa. Tesfia volvió a blandir su katana hacia un lado, usando también Ice Blade para cubrir la hoja de hielo. Pero el hombre se limitó a blandir el cuchillo dos, luego tres veces, y el hielo se desprendió.

Dante ni siquiera miró la escaramuza mientras respondía al hombre.

―Sí, si se resiste, mátala.

Sólo eso bastó para eliminar por completo cualquier espíritu de combate de los demás estudiantes.

Sus ojos, su voz y su maná eran suficientes para aplastar cualquier voluntad de resistencia. Tesfia no era una excepción a su influencia, y si perdía su fuerza de voluntad aunque sólo fuera una vez, le costaría mantenerse en pie. Así que controló su maná lo mejor que pudo y respiró hondo.

Su objetivo no era el líder de los atacantes, Dante. Ahora sólo tenía que ocuparse del hombre que tenía delante.

―¡Así que ya está! Tienes mayores problemas entre manos que un profesor moribundo ―dijo el hombre del cuchillo mientras se agachaba y apoyaba bruscamente el peso en una de sus piernas. Al momento siguiente, pareció desaparecer, para situarse justo delante de Tesfia.

La inminente sensación de muerte hizo que dejara de respirar. Sólo su entrenamiento le permitía mover el cuerpo. Ella blandió su katana hacia abajo, pero él blandió más rápido su cuchillo hacia su garganta.

Por la mente de Tesfia pasaron imágenes de su muerte. Rápidamente, torció el cuello y giró la parte superior del cuerpo para escapar de la hoja mortal. El frío cuchillo le rozó el cuello, y el miedo a que brotara sangre la hizo acobardarse.

Se llevó la mano al cuello, como para asegurarse de que la cabeza seguía unida al cuerpo. Cuando vio una línea roja de sangre en su mano, tragó saliva por reflejo.

Eso fue más que suficiente para que se diera cuenta de la diferencia en su experiencia luchando, o más bien matando.

Al ver a Tesfia así, el hombre se burló de ella.

―Mírate los pies: el suelo está rojo con la sangre de tu maestro. En cuanto a este tipo… ah, ya empieza a enfriarse ―dijo el hombre, con un rostro que era la definición misma de lo repulsivo, contorsionado por la diversión que le producía la sangre que se acumulaba.

Mientras Tesfia rechinaba los dientes, el hombre seguía hablando sin parar.

―Por fin apareció algún idiota imprudente. Me estaba cansando de la falta de resistencia. Así que haz todo lo posible por presentar batalla; también será más divertido para mí.

Tesfia le lanzó una mirada fulminante, pero no le dijo nada al hombre, que estaba muy contento de que por fin hubiera aparecido el tipo de persona que había esperado. Los atacantes estaban completamente en inferioridad numérica, pero totalmente serenos.

Viendo que los guardias y profesores fueron abatidos sin ninguna oportunidad, no cabe duda de que cada uno de los atacantes era hábil. Aun así, eran muy pocos para controlar la totalidad del vasto campus, y la Academia contaba con un número adecuado de guardias de seguridad y profesores para todo el recinto.

¿Qué buscaban? ¿Qué esperaban conseguir tomando a los estudiantes como rehenes? Por lo que parecía, sólo eran unos locos que disfrutaban matando.

Los estudiantes que quisieron responder a la llamada de Tesfia acabarían uniéndose al ejército como Magicmasters. Puede que siguieran siendo novatos, pero no dejaban de ser una fuerza a tener en cuenta. Y puede que los atacantes fueran plenamente conscientes de ello… y estuvieran esperando algo por aquí.

Como prueba de ello, el líder, Dante, dijo que mataran a los estudiantes si se resistían. En otras palabras, no los matarían mientras no se resistieran.

Al parecer, tenían algún objetivo en mente. Y las palabras de Dante resultaron muy efectivas. Fuera a propósito o no, su declaración privó a los rehenes de su voluntad de resistirse.

El estado de ánimo era especialmente frágil ante una situación extraordinaria. No había garantías de que los atacantes mantuvieran su palabra, pero cuando se daba una opción de bajo riesgo que evitaba el peor escenario posible, la gente tendía a aferrarse a ella.

En ese momento, los atacantes tenían el poder absoluto sobre si los rehenes vivían o morían. En ese sentido, la situación era mucho más grave de lo que Tesfia había esperado, pero ésa era una razón más para no aceptarla. Nunca aceptaría la forma en que jugaban tan despreocupadamente con las vidas y derramaban sangre sin motivo.

―¿Será divertido? ¿Es que no sienten nada?

Tesfia prácticamente estalló, ardiendo de ira. Habiendo nacido y crecido como noble de una gran casa, tal vez le fuera imposible llegar a entender cómo pensaban los criminales. No obstante, era consciente de que en el mundo había algo más que belleza.

Por debilidad, a veces por pobreza, a veces por ira, la gente a veces alteraba el orden, perdía la razón y mataba a inocentes como bestias salvajes. Eso podía ser algo cotidiano en partes del mundo que ella nunca había visto.

Sin embargo, la gente que Tesfia tenía delante en ese momento era muy inteligente. De hecho, disfrutaban con el daño que causaban, como si la vida de la gente no fuera más que un juguete para ellos. Era un acto que superaba lo que una persona normal sería capaz de hacer, como si fueran demonios vestidos con piel humana.

―¿Eh? Esto sí que es gracioso. ¿Son tan estúpidos los estudiantes de hoy en día?

Tesfia se abalanzó furiosa sobre el hombre que se reía de los lamentos de su corazón. Una ardiente indignación brotó de lo más profundo de su alma. Se sentía ridícula por hablar con semejante animal. Era el mal en forma de persona; las palabras no funcionarían con él.

Liberó su maná y lo controló inconscientemente. Convergió en su cuerpo y congeló la hoja de su katana, Kikuri. No subestimaba a su oponente, que sólo tenía un cuchillo, pero no iba a esperar a ver qué hacía.

Detrás de Tesfia, se formó una espada de hielo.

―‹‹Zepel››

Invocó el hechizo en su cabeza mientras se acercaba al hombre, y una enorme espada de hielo congeló el aire. Pero al momento siguiente, sus ojos se abrieron de par en par. Ella no había sido capaz de procesar el movimiento del hombre. Él no esquivó ni bloqueó, sino que se acercó a ella.

Con la espada de hielo de Tesfia, ella tenía ventaja en alcance, pero él se había acercado tan rápido que ella no tuvo más remedio que bloquear su ataque con Kikuri. Por si fuera poco, su cuchillo estaba recubierto de maná, volviéndose rojo por el calor extremo.

Se deslizó por el filo de la hoja de Kikuri y se clavó en el hombro izquierdo de Tesfia, cortando su carne. Un asqueroso olor a sangre o carne quemada le llegó a la nariz. Tesfia no podía comprender lo que había ocurrido. Mientras la sangre salpicaba, Zepel se desplomó con un crujido.

Tesfia contuvo la respiración para soportar el dolor y dejó caer la mano izquierda. Ejecutó el golpe de su katana sólo con la mano derecha. El hombre soltó el cuchillo en ese momento. Hizo un gesto de pellizcar con el pulgar y el índice y lo retorció hasta la clavícula de Tesfia.

―¡¡¡Ack!!!

El sonido de su clavícula rompiéndose reverberó por todo el cuerpo de Tesfia. De algún modo, consiguió mantener el agarre de su katana, pero el entumecimiento de su mano derecha redujo enormemente su fuerza de agarre.

Su forma de luchar era demasiado distinta. Ella confiaba plenamente en la magia, y las tácticas de este hombre eran fundamentalmente distintas.

El dolor convirtió su cabeza en un caos y sus pensamientos fueron incoherentes. A continuación, el miedo y la irritación se apoderaron de ella. Había pensado que su sentido de la justicia, su espada y su poder funcionarían contra la cruel realidad del mundo.

Cuando una vez se enfrentó a un Demonio, no sucumbió al miedo. Protegió a su mejor amiga, Alice, ante la amenaza de sus colmillos venenosos. Pero los cimientos de orgullo y confianza que había ganado con ello empezaban a desmoronarse.

El miedo a la mAlice inimaginable y la amenaza de muerte de estos asesinos refinados era peor que lo que ella había superado una vez. Sentía el alma atada y las piernas paralizadas.

¡Pero aún así…! pensó. Recuperando su voluntad, construyó instantáneamente una Icicle Sword sobre ella. Por supuesto, no era más que un tosco trozo de hielo, pero aun así era la mejor opción en esta situación.

Quería romper la tenue sonrisa del enemigo que estaba ante ella convencido de su victoria. Aunque no voló como ella pretendía, Icicle Sword se estrelló justo delante de su nariz y logró separarlos.

Tesfia creyó que había logrado detener la mortal continuación, pero vio que algo se movía en las profundidades del azul profundo de la espada de hielo. Al momento siguiente, sintió un impacto lateral.

Salpicaduras de sangre cayeron sobre la superficie de Icicle Sword y gotearon hacia abajo. Se dio cuenta de que le salía sangre de la boca.

―¡¡¡Ugh, aaaahhhh!!!

Un dolor distinto a todo lo que había sentido antes asaltó su flanco izquierdo. Cuando miró hacia abajo, vio la mano derecha del hombre agarrando firmemente su carne. El movimiento que había visto a través de la espada fue su mano.

La mano del hombre desprendía un calor intenso, y parte de la ropa de Tesfia ardía. Tesfia empujó al hombre con la mano, pero éste ni se inmutó. En lugar de eso, puso más fuerza en su mano como si quisiera desgarrar la carne en pedazos.

La visión de Tesfia se nubló y vio la oscura sonrisa del hombre mientras veía cómo se quemaba su carne. Un hilo de sangre corría por su frente debido a un golpe de refilón de Icicle Sword, pero el hombre no le prestó atención.

Tesfia soltó un gemido bajo. El sabor de la sangre le llenaba la boca y le costaba incluso respirar. A pesar del dolor, se obligó a seguir adelante y trató de cortarle la muñeca blandiendo la katana hacia atrás. Aquel hombre no tuvo más remedio que retroceder al ver el tajo. Cuando lo hizo, Tesfia cayó de rodillas en el acto.

Del agujero abierto en su costado brotaba sangre oscura y un hedor abrasador.

La visión fue casi suficiente para paralizar su mente de dolor y conmoción mental.

Demostró lo impotente que era en realidad.

Una vez más, no había tenido suficiente poder…

Tesfia se quedó mirando al suelo mientras un hilo de sangre corría por su boca.

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