Meikyuu No Ou (NL)

Volumen 3

Interludio 8: Los Límites Eran Distantes

El minotauro había sido transportado a una nueva sala con forma de semiesfera.

Los límites eran distantes. El techo era azulado y parecía retroceder y acercarse rítmicamente. El aire se sentía inusualmente húmedo, y una niebla enfermiza se cernía sobre la habitación.

Respirar el aire quemaba la garganta del minotauro. Este aire probablemente mataría a cualquiera sin una fuerte resistencia.

El suelo volvía a estar arrugado, pero se inclinaba hacia arriba y hacia abajo en suaves ondas, a diferencia de las irregularidades de la última habitación. Del suelo surgían hojas de hierba largas, estrechas y planas por toda la habitación. Todas tenían sutiles tonos de verde o azul. Algunas parecían ser también ligeramente marrones.

Cada brizna de hierba se estrechaba en una punta fina en la parte superior e inferior. Sus raíces eran extremadamente finas, lo que hacía que parecieran flotar.

Las más altas alcanzaban la altura del minotauro, y las más pequeñas tenían la mitad de ese tamaño.

El minotauro miró hacia abajo y vio que estaba de pie sobre unas piedras planas y circulares que brillaban con luz roja. A su lado había piedras grises opacas de la misma forma.

El minotauro guardó su martillo de barril en su [Bolsa], sacó dos cimitarras y bajó al suelo. La espada que tenía en la mano derecha se llamaba Cimitarra de Sangre, y la que tenía en la izquierda, Cimitarra del Hombre Lagarto. Ambas eran armas que había ganado al derrotar hombres lagarto, pero la Cimitarra de Sangre era una recompensa rara y tenía una bendición que aumentaba significativamente su filo.

Las briznas de hierba empezaron a temblar, susurrando ruidosamente, como si las arrastrara un viento que no existía. Dependiendo del ángulo desde el que se vieran, las innumerables briznas parecían anchas o desaparecían del todo mientras se retorcían.

Era como si la habitación se hubiera despertado al notar la presencia de la criatura lo suficientemente tonta como para deambular por su interior.

El minotauro giró rápidamente su cuerpo y utilizó la cimitarra de su mano izquierda para desviar un ataque que le llegó por detrás. Un instante después llegó un segundo ataque, y el minotauro se apartó y lo desvió también.

Otras dos briznas de hierba se dirigieron a sus pies, y utilizó ambas cimitarras para cortarlas simultáneamente. El minotauro miró hacia abajo y vio que ambas hojas de hierba se habían marchitado.

Una única hoja de hierba de aspecto suave que se había balanceado frente al minotauro se desprendió del suelo y extendió su cuerpo hacia arriba. Parecía la hoja de una espada. Luego apuntó hacia el minotauro y cargó hacia adelante.

El minotauro se apartó del camino.

La brizna de hierba pasó volando por la espalda del minotauro, redujo su ritmo, se dio la vuelta y volvió a atacar al minotauro. Esta vez, el minotauro la cortó con una de sus espadas.

El minotauro sintió dolor en su costado izquierdo. Había sido apuñalado por una brizna de hierba que voló hacia él desde atrás. La arrancó y la arrojó al suelo.

El minotauro sintió algo raro. Estas cosas parecidas a la hierba parecían suaves, pero cuando el minotauro era cortado por ellas o las desviaba, las sentía tan duras como una espada. Además, lo que acababa de arrancar de su cuerpo se sentía como metal.

Estas cosas parecidas a la hierba no eran lo que parecían.

Ahora que el minotauro lo pensaba, la forma en la que se sentían los tentáculos en la última habitación tampoco coincidía con su apariencia. En este lugar, el minotauro ni siquiera podía confiar en lo que veía con sus propios ojos.

Todas las briznas de hierba de la sala se desprendieron simultáneamente del suelo y se balancearon suavemente hacia arriba y hacia abajo. Un número incalculable de ellas quedaron suspendidas en el aire, llenando toda la sala. Cada una de ellas apuntaba hacia el minotauro.

El minotauro estaba muy disgustado con estos enemigos. La razón no era porque lo hubieran tomado desprevenido o porque su verdadera forma no coincidiera con su apariencia. Era porque no tenían emoción.

Los humanos y los monstruos siempre tenían voluntad propia. Dirigían su odio o su miedo hacia el minotauro y lo atacaban, totalmente decididos a matar.

Además, los seres vivos proyectaban constantemente señales de su existencia. El minotauro sentía la actividad de la mente de su oponente como viento y la presencia de su vida como calor. Pero no sentía ni el viento ni el calor de estas cosas parecidas a la hierba.

Estas cosas parecidas a la hierba no están luchando. Simplemente se mueven.

Estas armas frías y sin sentido me apuntan con sus cuchillas.

¿Estas armas que no conocen el éxtasis del combate ni la alegría de la victoria se atreven a intentar quitarme la vida?

Una rabia ardiente brotó de lo más profundo del estómago del minotauro. Entonces, con una expresión aterradora, aspiró sus pulmones llenos del aire nocivo y lanzó un rugido explosivo.

¡¡¡ROOOOOAAAAAAARRRR!!!

El minotauro usó [Grito de Guerra]. El brutal rugido resonó en toda la sala.

El grito de guerra era un ataque de área de efecto que tenía el mismo valor en todas las direcciones. El minotauro lo utilizó en el centro de la sala para que el efecto fuera igual en todo el espacio.

Las innumerables cosas parecidas a la hierba se detuvieron en el aire y comenzaron a agitarse. Cuando el minotauro vio que no atacaban, comprendió que probablemente el [Grito] había funcionado. Si eso era cierto, entonces su resistencia se había reducido a la mitad, su resistencia había bajado y no podían moverse.

El minotauro aspiró otra vez.

¡¡¡KUUUUUAAAAAAARRRR!!!

Se trataba de una habilidad llamada [Aliento Aplastante]. Las numerosas entidades parecidas a la hierba que flotaban frente al minotauro comenzaron a temblar violentamente.

Al final, unas finas grietas empezaron a recorrer sus cuerpos de color azulado.

El minotauro siguió utilizando [Aliento Aplastante]. Las ondas de choque aplastaron las cosas parecidas a la hierba en pedazos, como sugería el nombre de la habilidad.

El minotauro cambió gradualmente la dirección hacia la que miraba y utilizó el [Aliento Aplastante] una y otra vez. Cuando todas las briznas de hierba quedaron reducidas a un montón de mantillo, el minotauro dejó de rugir y el silencio volvió a la sala.

El minotauro subió de nivel y la herida de su costado izquierdo se curó. Las piedras grises opacas junto a las piedras rojas brillantes empezaron a brillar en azul.

El minotauro levantó la mano y se tocó el cuerno derecho. La mitad de él todavía estaba cortada.

Había sido cortada por ese hombre.

Cada vez que tocaba su cuerno deforme, se consumía de rabia. Su cuerno no podía volver a estar completo hasta que venciera a ese hombre.

El minotauro aspiró profundamente. El pecho le ardía, pero no por la inmundicia del aire. Pisó las piedras azules en busca de su próximo oponente.