Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Uf, qué bien se ha comido”, dijo Mia. “Estoy muy llena. Aunque comer tanto probablemente no sea bueno para mi salud. Será mejor que empiece a controlarlo… después de este viaje a Sunkland.” En otras palabras, mientras estuviera en Sunkland, iba a seguir atiborrándose. “Hmm… Estar tan llena me está dando sueño…”

Sus párpados empezaron a caer, y reprimió un bostezo mientras salía del castillo real. En la puerta la esperaba Anne, a la que saludó con un gesto de la mano.

“Ah, ahí estás. Siento haberte hecho esperar… ¿Oh?” Hizo una pausa, al darse cuenta de que Anne no estaba sola. “Vaya, ¿Ludwig y Bel? ¿Qué pasa?”

Ella los miró con desconcierto.

“Uh, puedo explicarlo más tarde, pero primero, apresurémonos y volvamos a la residencia del Conde Lampron”, dijo Ana.

“Mm. De acuerdo entonces.”

Dada la somnolencia que sentía, estaba dispuesta a meterse en la cama, pero era demasiado pronto para retirarse a dormir. El baile se acercaba y todavía tenía que consolidar toda la nueva información que había obtenido. No había tiempo que perder. Con eso en mente, convenció a sus párpados para que permanecieran abiertos un poco más.

Al regresar a la residencia de los Lampron, visitó inmediatamente a Esmeralda en su habitación.

“¡Caramba! ¡Señorita Mia! Qué agradable es su visita. Toma, haré que nos preparen un té.”

Una taza de humeante té negro se colocó pronto ante Mia, en la que añadió un poco de leche y un montón de azúcar. Le siguió un sorbo y un suspiro de placer. Luego, dijo: “Entonces, Esmeralda, escuchemos. ¿Qué te parece el príncipe Echard?”

“Hm, buena pregunta…” Esmeralda se cruzó de brazos. “Todavía le queda un largo camino por recorrer, pero veo que al final lo conseguirá. Su cara es definitivamente un diez sobre diez. Todavía es joven, sobre todo en la zona de los ojos y el puente de la nariz, así que la impresión general todavía es más bonita que atractiva. Dale un poco de tiempo, y estoy segura de que se convertirá en un hombre tan guapo como el Príncipe Sion o su padre. Además, hablamos un poco y también parecía tener una buena personalidad. Un poco tímido, quizás, pero eso puede cambiar cuando crezca.”

Así concluyó Esmeralda, tasadora profesional de niños.

“¡Un verdadero diamante en bruto, ese chico!”, añadió. “¡Habrá que trabajar un poco, pero seguro que merece la pena!”

Parecía que el príncipe había cumplido con el estándar de atractivo de Esmeralda.

“Lo único que me preocupa, supongo” continuó Esmeralda en tono reflexivo, “es la existencia de su excepcional hermano… Cuando mencioné al príncipe Sion, su expresión se ensombreció por un segundo. Me pregunto si la relación con su hermano ha dejado algún tipo de cicatriz en su corazón…”

Mia se encontró profundamente impresionada por este análisis. Coincidía perfectamente con lo que le había dicho Keithwood. Vaya, ¿había averiguado todo eso en una cena? Hay que darle crédito a quien lo merece. Realmente tiene buen ojo para este tipo de cosas. Además, a Esmeralda le debe haber caído bastante bien el príncipe, a juzgar por la cantidad de pensamientos que estaba poniendo. Si realmente le gusta, entonces esta propuesta de matrimonio ya no es algo que pueda sabotear. Por supuesto, dejar que siga adelante probablemente beneficiaría a su oposición, poniendo más obstáculos en su camino para convertirse en emperatriz.

“Ojalá hubiera alguna forma de ayudar a curar esa herida suya…” murmuró Esmeralda.

Mia, demasiado ocupada con sus propios pensamientos, no prestó mucha atención.

Pero, de nuevo, en casa, Esmeralda se comporta como una reina. Sus hermanitos no tienen nada que ver con ella. Y esos hermanitos son los que tendrán que desafiarme como aspirantes al trono, así que…

Tal vez ni siquiera fue tan malo.

“Eso no es algo que pueda hacer”, murmuró Mia, asintiendo para sí misma antes de mirar a Esmeralda a los ojos. “Tendré que dejarte esa faceta a ti, Esmeralda.”

Esmeralda se quedó mirando con la boca abierta. “¿Eh? ¿Me lo dejas a mí?”

Mia le agarró el hombro y le dio una rápida sacudida. “Vamos, chica, ¿a qué viene esa mirada tonta? Contrólate. Puedes hacerlo.”

Lo que quería transmitir era: “Siempre consigues lo que quieres, ¿verdad? Sigue haciéndolo.” Mientras Esmeralda mandara en la familia Greenmoon, las cosas irían bien.

En cuanto a si Esmeralda interpretó correctamente este significado…

“Señorita Mia… Nunca supe que confiaras tanto en mí… ¡Muy bien, déjalo en mis manos, entonces!”

Bueno, ella le devolvió el saludo con la cabeza, de todos modos.

Tras salir de la habitación de Esmeralda, Mia se cruzó de brazos pensativa.

Ahora bien… Creo que tengo la parte política bajo control. El problema ahora es todo el asunto del asesinato. Tengo que hacer algo con el complejo de inferioridad de Echard, o probablemente seguirá persiguiendo a Sion, reflexionó mientras se dirigía a su propia habitación de invitados. Es más fácil decirlo que hacerlo. Esmeralda debería ocuparse de esto, ya que es ella la que se va a casar, pero a pesar de lo mucho que habla de chicos guapos, en realidad tiene muy poca experiencia romántica con ellos…

Fue entonces cuando se dio cuenta de algo crucial.

“Un momento… ¿Soy yo la más experimentada aquí? Después de todo, he dado largos paseos con varios caballeros, y también he bailado con Abel un par de veces. Incluso he bailado con Sion antes… Hm, ¿sabes qué? Tengo más experiencia con los hombres. Si alguien puede curar la cicatriz psicológica del príncipe Echard, probablemente sea yo”, murmuró pensativa mientras entraba en su habitación.

Dentro la esperaban Ana, Bel y Ludwig.

“Lamento haberlos hecho esperar a todos. ¿Ocurre algo?” Levantó una ceja. Bel levantó las dos a su vez.

“De hecho”, dijo la joven con entusiasmo, “hemos hablado con la señorita Rafina.”

“¿La señorita Rafina?”

“Sí. Fuimos a verla para solicitar su ayuda”, explicó Ludwig. “Pensé que podríamos usar el esquema de nuestro enemigo en su contra.”

Huh… ¿Qué esquema? ¿Y vamos a usar algo contra ellos? ¿Qué? Su cabeza empezó a adquirir la estereotipada inclinación de confusión. Inmediatamente la agarró con ambas manos y la volvió a enderezar. Uf, por los pelos… ¡Casi he delatado el hecho de que no tengo ni idea de lo que está hablando! Lo cual debe ser porque tengo sueño y mi cabeza no funciona tan bien como debería.

“Comprendo que Su Alteza no desee cargar a Lady Rafina con nuestros problemas, pero hemos tomado la decisión arbitraria de consultarla”, dijo Ludwig.

“Lo siento, milady. Fui yo quien se los llevó a Lady Rafina. Si eso fue en contra de sus deseos, entonces yo… me disculpo”, dijo Anne, la preocupación en su expresión crecía inversamente al volumen de su voz.

Mia le sonrió para tranquilizarla. “No pasa nada. No te preocupes.” No tenía ni idea de qué era lo que podía tener que preocuparse, pero daba igual.

Me pregunto de qué carga estará hablando… ¿Y qué le habrán pedido a la señorita Rafina?

Miró a Ludwig, esperando encontrar alguna respuesta. Sólo recibió un firme asentimiento como respuesta. Parecía implicar algo así como un “Confía en nosotros. Tenemos esto bajo control.”

Hmm… Parece que Ludwig tiene un plan. Bueno, lo que sea. Estamos desesperadamente necesitados de más aliados en este momento de todos modos. No puede hacer daño tener a la señorita Rafina de nuestro lado, pensó antes de que se le ocurriera otra cosa. ¿Pero no dijo la Srta. Rafina que estaba lidiando con algunos problemas por su parte? Me pregunto si esto significa que tendré que ayudarla con eso a cambio…

Al fin y al cabo, este tipo de acuerdos suelen ser de toma y daca. Si Rafina le rascaba la espalda, ella también tendría que rascarle la espalda a Rafina.

¿Qué ha dicho? Algo sobre el Reino Ecuestre, creo.

Justo entonces, Bel intervino con el ceño fruncido. “Por cierto, señorita Mia, ¿sabe usted algo de Rina? Se fue hace un rato y todavía no ha vuelto.”

“Vaya, ¿Rina? ¿Salió sola por la noche?” dijo Mia, sorprendida.

Como única hija del duque Lorenz Etoile Yellowmoon, era la niña de sus ojos — su orgullo absoluto. El duque Lorenz Etoile Yellowmoon también era un maestro de los venenos. Por lo tanto, no hace falta decir que si le ocurriera algo a Citrina, Mia podría acabar comiendo algo terriblemente venenoso en un futuro próximo.

Se puso en pie de un salto, presa del pánico. O mejor dicho, lo habría hecho si Ludwig no hubiera dicho: “Hablando de eso, tampoco he visto a Sir Dion por aquí. Sospecho que podría haberla seguido fuera.”

“Ah, entiendo. Dion está con ella, ¿verdad? En ese caso…”

Mia respiró aliviada. Las matemáticas funcionaban a su favor. Podían lanzar un ejército contra Citrina, y ella seguiría saliendo bien parada. Después de todo, con Dion a su lado, estaría con un ejército más uno. En la mente de Mia, su condición de ejército de un solo hombre se estaba convirtiendo en una descripción matemáticamente exacta de su destreza. La única causa potencial de preocupación ahora era que Dion se contagiara de Citrina. Tenía la sensación de que al Duque Yellowmoon no le gustaría que su hija adquiriera el gusto por métodos de asesinato más agresivos. Su descontento podría llevarlo a vengarse de la misma manera, y Mia ciertamente no quería que ningún puñal volara hacia ella desde las sombras.

En cualquier caso, la seguridad de Citrina estaba, por ahora, garantizada.

“Creo que no tenemos nada de qué preocuparnos”, dijo Mia.

Bel asintió. “Estoy de acuerdo. Si el general Dion está con ella, entonces está a salvo.”

Entonces sonó un golpe en la puerta.

“Disculpe, Su Alteza. He vuelto.”

“¡Ah! ¡Rina!”

Bel se apresuró cuando la puerta se abrió, revelando a su mejor amiga.

“¿Hm? Bel, ¿qué haces despierta a estas horas?” preguntó una sorprendida Citrina antes de escudriñar la habitación. “Oh, no… No me digas que te han obligado a recuperar todos los deberes que te has saltado durante el día, y lo has estado haciendo hasta ahora…” Miró fijamente a Ludwig.

Bel, sin embargo, hinchó las mejillas con indignación. “¡Eh! ¡No es muy amable por tu parte asumir que me he saltado los deberes sólo porque no estabas aquí, Rina! ¡Eso hace que parezca que no puedo hacer los deberes por mí misma!”

Lo cual, ya sabes, era cierto, pero…

“Oh, no quise decir eso, Bel”, dijo Citrina, sacudiendo apresuradamente sus manos. “Sé que puedes hacer las cosas si te lo propones.”

Miró nerviosa a Bel, que siguió haciendo el gesto del pez globo con la cara durante unos segundos más antes de soltar una carcajada.

“¡Ehe hee, te tengo! Sólo estaba bromeando, Rina”, dijo Bel, sacando la lengua con picardía.

“¡Ah! ¡Qué mala broma! ¡No me gusta que seas mala, Bel!” Citrina sacó los labios en un puchero hosco. Sin embargo, las dos chicas no tardaron en volver a reírse, con sonrisas inocentes en sus rostros.

Cabe señalar que la descripción que Citrina hizo de Bel también podría interpretarse como “totalmente incapaz de conseguir nada si no se lo propone”. Sin embargo, nadie en la sala fue lo suficientemente mezquino como para señalarlo. Simplemente observaron con miradas tiernas cómo las dos chicas disfrutaban de un momento de amistad pura y desenfrenada. Finalmente, después de haberse reído a fondo, Citrina se acercó a Mia. La chica lucía ahora su habitual sonrisa dulce y florida.

La manera en que puede cambiar su expresión de esa manera es sinceramente sorprendente. Es como si accionara un interruptor…

Citrina procedió a informar sobre sus hallazgos. “He pasado esta tarde investigando el mercado abierto. Sir Dion Alaia amablemente ofreció su ayuda, así que lo traje conmigo también.”

Huh. ¿El mercado abierto?

Mia tensó los músculos del cuello, resistiendo el impulso de inclinar la cabeza. Tenía que parecer pensativa, no despistada. Para un camuflaje extra, se cruzó de brazos. “Hm… Así que fuiste al mercado abierto con Dion… ¿Descubriste algo allí?”

“Sí. Para resumir la historia, alguien de allí tenía previamente algún tipo de contacto con el príncipe Echard.”

“Con el príncipe Echard, dices…” Mia tarareó pensativa para ocultar que realmente estaba empezando a sudar. No tenía ni idea de qué estaba hablando Citrina. Ni siquiera sabía lo que era un mercado abierto. Admitirlo estaba fuera de lugar, pero la cuestión también parecía demasiado arriesgada como para ignorarla. Mientras intentaba pensar en una forma de sonsacar sutilmente algunas respuestas, Citrina se inclinó y la miró fijamente a la cara.

“¿Alteza?”

Mia casi saltó, pensando que su tapadera de comprensión había sido descubierta, pero…

“¿Está bien que se enteren de esto?”, preguntó Citrina, haciendo un gesto con los ojos hacia Ludwig y Anne.

“Ah, eh… Por supuesto. Son…”, dijo Mia antes de interrumpir. Se le ocurrió una idea brillante. Una que podría cambiar por completo el rumbo de esta batalla perdida que estaba librando contra su propia despistada. “Son mis súbditos más leales. No les oculto nada, ni es necesario hacerlo. Por favor, explícales las implicaciones de tus actuales descubrimientos. Sospecho que toda esta charla repentina sobre el… ¿mercado abierto? Podría ser un poco confuso para ellos.”

Miró a Ludwig, que asintió profundamente. “Gracias, Su Alteza. También agradeceríamos la oportunidad de comprender plenamente la situación actual.”

Citrina también asintió. “Entendido. En ese caso, Alteza, ¿le parece bien que llamemos a Dion Alaia? Me gustaría que él también hablara de lo ocurrido esta noche.”

“Por supuesto. Adelante.” Mia asintió por última vez, lo que le permitió ocultar convenientemente un bostezo de ruptura.

La medianoche estaba sobre ellos. Un nuevo día estaba a punto de llegar.