Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Mientras Mia estaba ocupada sacando información crítica de Keithwood, se había desarrollado una conversación amistosa entre los miembros restantes en el comedor.

“Ah, sí, me recuerda que ella conoce a Keithwood. En ese caso…” murmuró el rey Abram.

Tiona Rudolvon observó sus silenciosas cavilaciones con ocioso interés. Al principio, sabiendo que asistía a una cena con la realeza, había llegado tensa y aprensiva. Temerosa de ofender accidentalmente, puso especial cuidado en comportarse con la máxima cortesía. Sin embargo, a medida que avanzaba la cena, su ansiedad inicial se vio aliviada por el ambiente cordial. El pensamiento consciente se desvaneció y la disciplina arraigada se impuso.

Como reacción a la actitud condescendiente de la nobleza central, Tiona se había entrenado desde joven para cumplir, si no superar, todas las normas de la sociedad educada. Desde los modales de la corte hasta los conocimientos académicos, había adquirido una gran cantidad de habilidades, llegando incluso a instruirse en el manejo de la espada, todo ello para que los nobles engreídos dejaran de mirarla con desprecio.

Hoy, ese incansable perfeccionamiento dio un fruto impresionante. Liberada de los nervios, su carácter natural brillaba, irradiando un aura singular, diferente a la de cualquier otro en la sala. A diferencia de Esmeralda, que era la potencial novia, y de Mia, para quien el matrimonio podría tener importantes consecuencias, Tiona era una especie de espectadora. No tenía nada que ver con el juego y, por lo tanto, podía observar la escena desde su propia perspectiva.

Cambió su mirada del rey a Sion. El príncipe Sion se preocupa mucho por el príncipe Echard, ¿verdad?

Se sintió profundamente identificada con la posición de Sion. Esmeralda no era la única hermana mayor presente. Tiona también tenía un hermano pequeño. Además, Cyril, que había sido durante mucho tiempo un joven tímido y falto de confianza, tenía un gran parecido con Echard. Sabía muy bien cómo se sentía él, viendo a su hermano nervioso luchar con un aluvión de preguntas de Esmeralda mientras discretamente — siempre tan discretamente — lanzaba algunas palabras cuidadosas de vez en cuando para quitarle un poco de calor al pobre chico sin mellar su delicado orgullo. La línea que separaba la protección asfixiante de la negligencia perjudicial era delgada, y la tensión de recorrerla era, a ojos de Tiona, dolorosamente evidente en el rostro de Sion. En cierto modo, era entrañable verlo.

Los chicos pueden ser tan difíciles de manejar, pensó, dándose cuenta, con un ligero sentimiento de culpa, de que el cariño que sentía no era sólo por el príncipe más joven. Ver a Sion, siempre tan perfecto e irreprochable, luchando tanto era, francamente, adorable. Sin embargo, lo que más le impresionó fue cuando el rey había estado hablando antes con Mia, y Echard se había esforzado por seguir la conversación. Sion había echado una mirada furtiva a su hermano, y Tiona no había dejado de captar el puro orgullo en los ojos de Sion. Era un orgullo que le llegaba muy cerca.

Conozco el sentimiento. Probablemente espera que Su Alteza se contagie un poco a su hermano.

Estaba claro que se mantendrían conversaciones importantes entre Mia y el rey. Al hacer que Echard escuchara, Sion esperaba sin duda que su hermano aprendiera un par de cosas del intercambio.

Lo mismo sentía hacia Cyril…

Desde que conoció a Mia aquel día, Cyril había cambiado. Antes de darse cuenta, el hermano tímido y poco asertivo que siempre había conocido se había transformado en un miembro vital del equipo de Mia, que trabajaba junto a la princesa de una nación vecina por el bien de todos. Tras haberle animado desde que tenía uso de razón, Tiona se sentía inmensamente orgullosa de su hermano. Al mismo tiempo, no podía evitar sentir un poco de envidia hacia Mia. Lo que ella no había conseguido en toda su vida, Mia lo había logrado con un solo encuentro. Aunque se alegraba de los resultados, seguía siendo una píldora difícil de tragar…

Consolarle… Cuidando su corazón roto… Al final, eso sigue recayendo en mí, ¿no es así?

Cyril estaba enamorado de Mia. Eso era casi seguro. Igualmente, cierto era que no era correspondido. Era un amor imposible, y a ella le correspondía consolar a su hermano cuando se enfrentara a la inevitable realidad de sus sentimientos. Esto era, de hecho, algo que ocupaba sus pensamientos con cierta frecuencia.

En cualquier caso, la cuestión era que Tiona sabía lo que era tener problemas de hermano pequeño. Probablemente, Sion esperaba que, como él mismo — como todos aquellos en cuya vida había entrado Mia, quizás — Echard cambiara para mejor gracias a su encuentro con ella.

Ahora que lo pienso, realmente es lo mismo para todos, ¿no es así? Su Alteza es realmente algo más…

La gente que se cruzaba con Mia experimentaba, sin excepción, un cambio positivo. Crecimiento personal. Como lo hizo la propia Tiona. Al pensar en el almuerzo con Rafina, recordó la vez que se enfrentó a los autores de su incidente de confinamiento… y los perdonó. Hubo una vez una Tiona que no habría — no podría — perdonarlos. Era una Tiona preocupada sólo por vengarse de la nobleza central que tanto despreciaba.

Todos conocimos a Su Alteza, y todos cambiamos…

Era como si el mundo mismo se transformara al tocarlo Mia. Como un faro de cambio, una nueva realidad — una más brillante, más cálida — se expandía lentamente desde ella para reemplazar la antigua. Sin embargo, este pensamiento suscitó una pregunta.

¿Y si no hubiera conocido a Mia? ¿Qué habría pasado con ella? Desesperada por la venganza, ¿hasta qué punto habría llegado para igualar el marcador con la nobleza central? Con un odio amargo nacido de la ira y la frustración, seguramente habría jurado no perdonarlos nunca. ¿Qué futuro le esperaba a esa versión de sí misma?

De repente, una extraña escena pasó ante sus ojos. Vio una gran plaza empapada por la luz carmesí del sol poniente. La victoria reverberaba en el aire, vacío y hueco. Ante ella, sumido en un rojo irremediable, estaba lo que tanto había luchado por perder. Ahora estaba perdido. Y ella también. Lo único que quedaba era una apatía cansada.

Era una escena imposible, demasiado fantasiosa para ser real, pero demasiado real para ser una simple fantasía. Una pesadilla reaparecida, tal vez, de una noche agitada…

En ese momento, la puerta del comedor se abrió y Mia regresó sonriendo como si se hubiera quitado un gran peso de encima… o de sus entrañas.

Su Alteza parecía tan preocupada cuando se fue, pero parece estar de mucho mejor humor ahora. Me pregunto si habrá encontrado la manera de solucionar el problema de la señorita Esmeralda…

Tiene que ser eso.

Ella siempre es tan sorprendente. Tal vez también resuelva el problema del Príncipe Sion en el proceso…

Para ella, la ruptura entre Sion y Echard era clara como el día y la había estado molestando toda la comida. Peor aún era saber que estaba siendo explotada por otros nobles para obtener beneficios políticos, lo que dificultaba aún más la ya incómoda posición de Sion. Era un asunto complicado para el que Tiona no podía imaginar una solución. Pero si Mia lo abordaba… Seguramente, como todos los problemas anteriores, lo resolvería con facilidad.

¿Y eso… está bien?

Escuchó una pequeña voz en su cabeza. Tal vez Mia podría, en efecto, hacer que todo fuera mejor. ¿Eso hacía que estuviera bien que Tiona se quedara de brazos cruzados?

¿Te parece bien? ¿Sin remordimientos?

Si el problema se resolvió, pero no por ella…

Si hablas ahora, él todavía escuchará… Todavía está al alcance de la mano…

La voz, que aún no era suya, se desvaneció hasta convertirse en un eco lejano, y luego desapareció, dejando tras de sí una frustrante incertidumbre en su corazón. Dio un mordisco al postre. El sabor se le escapó.

Sin embargo, para aquellos que estaban prestando atención, las palabras de Keithwood resultaron ser ciertas, y el postre era realmente una maravilla.

“E-Esto es… Lunas, esto no puede ser…”

Tanto es así que dejó a Mia sin palabras cuando lo vio por primera vez. Un hecho irrelevante, pero un hecho de todos modos.