Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Esa noche, Mia llegó al banquete nocturno organizado por el Rey de Perujin. Al entrar en una gran sala de gala en el castillo con forma de pastel, fue recibida por largas mesas de comida apetitosa. Tragó saliva.

En el centro del despliegue comestible estaban las verduras frescas, que declaraban audazmente su presencia por su llamativo color verde. Las superficies de las hojas estaban cuidadosamente talladas con maravillosos dibujos florales — testimonio de la destreza manual de los cocineros. Alrededor de ellas había más verduras. Algunas eran mucho más grandes y se utilizaban como recipientes sustitutivos de las salsas, mientras que otras se asaban y se disponían alrededor del recipiente vegetal. Es de suponer que estas últimas estaban destinadas a ser sumergidas en las primeras. Un aroma a achicharrado hizo que su estómago gorgoteara.

Incluso había esos tahkoes que comió el otro día, pero esta vez los panes planos estaban cubiertos de hongos.

Vaya, así que esos son hongos Perujin. Oh, no puedo esperar a probarlos. Me pregunto cómo sabrán…

Se tragó su anticipación junto con una bocanada de saliva. Luego, saludó con gracia al rey. “Su Majestad es muy amable por haber organizado un banquete tan maravilloso para mí. Por favor, acepte mi gratitud.”

“Me halagas, princesa Mia. No es más que una muestra de nuestro agradecimiento. Esperamos que lo encuentre satisfactorio.”

“Oho ho, eres demasiado modesto. ¿Satisfactorio? Apenas puedo evitar que mi corazón revolotee al ver este magnífico surtido de lujosos manjares.”

Técnicamente, lo que se agitaba era probablemente su estómago. Al habérsele negado la oportunidad de saciarse en una fiesta de compras y aperitivos, ahora no hacía más que gruñir en busca de recompensa. Con sus gafas teñidas de hambre, todo lo que había en las mesas parecía absolutamente delicioso.

Al lado del rey estaba la reina consorte, y junto a ellos, Rania y su hermano pequeño. Los chicos parecían aún más jóvenes que Bel y Tatiana, lo que los situaba en no más de diez años de edad. La forma en que sus ojos estaban pegados a la comida que tenían delante, con los pequeños labios retorciéndose como si lucharan por evitar que se derramara una oleada de babas, era bastante entrañable.

Hmm, así que esa es la madre y el hermano de Rania… Definitivamente se parecen un poco a ella.

Mia no tenía hermanos y su madre ya había fallecido. Su única familia era su padre, el emperador. Nunca se había sentido sola por eso, pero al ver a Rania rodeada de tanta familia, no pudo evitar pronunciar un “debe ser agradable” en privado.

Más agradable, sin embargo, era la comida, así que se dirigió rápidamente a su asiento, que también estaba al lado del rey, frente a su esposa. Al lado de Mia estaba el asiento de Bel, y al lado también el de Tatiana. Además, contaba con el apoyo de Anne y Ludwig, que se encontraban detrás de ella. Era, en su opinión, una formación casi perfecta — la apertura definitiva en el juego que estaba a punto de producirse.

Pues bien. Estamos preparados y listos para salir. ¿Dónde puede estar Shalloak? ¿Aún no ha llegado?

A juzgar por el ordenamiento actual, Shalloak probablemente se sentaría junto al hermano de Rania. Fijó su mirada en el asiento desocupado y esperó hasta que…

“Ofrezco la más profunda de las disculpas por mi llegada tardía.”

…Shalloak apareciera. Lo saludó con una pequeña inclinación de cabeza.

“Es un placer verte, Shalloak. Ha pasado mucho tiempo, ¿verdad? Francamente, no pensé que nos volveríamos a encontrar.”

“En efecto, así es. Es un absoluto honor ser invitado a tal evento. Por favor, acepte mi más profunda gratitud, princesa Mia.”

Shalloak Cornrogue hacía honor a su reputación de comerciante experimentado. Su sonrisa comercial no mostraba ni el más mínimo indicio de rencor por su anterior enfrentamiento.

“Si se me permite el atrevimiento, sin embargo… Qué te ha llevado a invitar a alguien como yo, un humilde comerciante, a una ocasión como esta—”

Mia levantó la mano, cortando su pregunta.

“Preferiría cenar primero. Empecemos con este banquete, ¿de acuerdo?”

Era una cuestión de prioridades. Primero, rellenar la cara; después, tropezar con Shalloak. Lo segundo podía hacerse en cualquier momento, pero lo primero era una cuestión de tiempo. Además, los cocineros habían trabajado duro para preparar toda esta magnífica comida, y sería una falta de respeto y un desperdicio dejar que se enfriara. Y lo más importante, su estómago había llegado al límite de su paciencia. Ahora exigía satisfacción.

“El joven príncipe parece estar bastante hambriento, después de todo”, dijo, cambiando la atención hacia el hermano pequeño de Rania.

Sí, ella sólo quería empezar a comer cuanto antes, pero no iba a admitirlo; tenía que mantener las apariencias. El pobre chico, sin saber que era un peón sacrificado en el intento de Mia de salvar la cara, bajó la mirada y se sonrojó. Un gorjeo le siguió rápidamente, disipando la tensión que había comenzado a formarse entre la princesa y el comerciante.

“Una sugerencia justa”, dijo Yuhal. “Que comience el festín.”

Con voz majestuosa, el rey indicó el comienzo del banquete.

Yuhal apenas había terminado su frase cuando Mia empezó a coger la comida. Comenzó con los tahkoes. El pan plano amarillento había sido cortado en trozos del tamaño de un bocado, cada uno de ellos recubierto de hongos y asado. Cogió uno y se lo metió en la boca. Al morderlo, sintió un crujido satisfactorio cuando el pan crujiente cedió. El sabroso hongo tocó su lengua, seguido de una espesa salsa. Su lengua bailó con deleite ante el triplete de sabores.

A continuación, cogió una brocheta de hongos que utilizaba unas negras más grandes que las del tahkoe. Al inclinarse para olerlas, su nariz se sintió atraída por un aroma indescriptiblemente rico. Al morder una tapa con los dientes delanteros, descubrió una agradable elasticidad; había un poco de rebote antes de que la carne se separara. El condimento parecía limitarse a la sal, lo que permitía que brillara el tenue pero complejo sabor del hongo.

No se detuvo ahí. Avanzando en su cruzada contra la comida sin sabor, pasó a un asado que consistía en setas intercaladas con carne. Al masticar, los jugos recién asados se derramaron, acentuando la textura firme pero ligeramente crujiente de los hongos. No era sólo cocina — era una experiencia. Sólo era vagamente consciente de su propia voz mientras masticaba con deleite.

“Qué sabor tan impecable… Por favor, déle mis mayores saludos al cocinero.”

Su tono era tan pretencioso que uno casi esperaría que hiciera un gesto de “mwah” con la mano.

Para cuando se lo tragó todo y volvió a sus cabales, se dio cuenta de que en el lapso de tres tragos había devorado tres tipos de cocina: hongo, hongo y hongo, cumpliendo el antiguo adagio de la cultura de la bebida — para empezar la fiesta, tómate tres. Tres hongos en este caso, pero da igual. Al hacerlo, había activado la primera de sus técnicas secretas: el bucle de retroalimentación positiva. Cuanto más se llenaba el estómago de hongos, más hambre tenía, al margen de la lógica y la fisiología.

“Aah… Es tan bueno. ¡Están todos tan buenos…! ¡No puedo tener suficiente!”

“Madre mía, princesa Mia, parece que estás disfrutando mucho”, dijo la reina consorte con una sonrisa bonachona.

“Desde luego que sí, porque la comida es magnífica. Las verduras son increíblemente frescas también, y los hongos son simplemente exquisitos. Un país de tan ricos productos como Perujin es uno con el que espero mantener una larga y duradera amistad…”, dijo Mia, mirando con atención a Shalloak.

El comerciante no le hizo caso, y prefirió centrar su atención en devorar los platos de comida que tenía delante. Comida que sólo consistía en carne. Comida que… Tatiana miró con un ceño profundamente desaprobador.