Saikyou Mahoushi (NL)

Volumen 13

Capítulo 74: Un Peón Libre

Parte 1

 

 

Alus se dirigía hacia el palacio, llevando a Lilisha.

Una vez que pasaran el distrito medio, que abarcaba la zona más grande, podrían pasar desapercibidos. El problema era que la siguiente región era donde vivía la clase alta adinerada.

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Situado cerca del lago que rodeaba la Torre de Babel, el palacio estaba rodeado de vallas a lo largo de varios kilómetros, con puestos de control establecidos en puntos clave. En cada uno de ellos era necesario un código de licencia, y cualquiera que no tuviera cita sería rechazado y marcado para su vigilancia.

Un Magicmaster de primera categoría estaba a cargo de la seguridad del palacio, y una parte de la fuerza de seguridad estaba formada por veteranos reempleados, por lo que estaba tan estrictamente vigilado como el cuartel militar.

La cuestión era cómo atravesar todo eso.

―¿Así que no has pensado en nada? ―preguntó Lilisha, con sorna―. Te pusiste en contacto previamente, ¿no es así?

Alus no quería más que ignorarla, pero la conversación no iría a ninguna parte si lo hacía.


―No puedo molestarme en ir tan lejos. Además, probablemente ya se dio cuenta de que estamos aquí. Si tratamos de seguir las reglas, nos expulsarán ―explicó Alus, manteniendo el rostro hacia adelante. Pero al final, se limitó a decir que no―. En realidad, ¿la seguridad suele ser tan estricta? Uno pensaría que hay una amenaza terrorista o algo así.

―¡Es imposible que el palacio de la gobernante esté sin vigilancia! Como Dígito Único, ¿no lo has vigilado tú mismo? ¿Adónde fue a parar todo ese ímpetu del principio? ―preguntó Lilisha.

―Aparte de algunas veces en las que estuvo fuera de la nación, como para la conferencia de gobernantes, Lettie se encargó de eso. De todos modos, va a ser una molestia abrirse paso por la fuerza.

Desde un lugar oculto, Alus y Lilisha estaban mirando las formaciones defensivas cuando Loki se interpuso a la fuerza entre ellos.

―¡¿Whoa?! ―exclamó Lilisha.

―Lilisha, puedes confirmar la situación sin aferrarte así a Sir Alus. Y para empezar, nos gustaría evitar la pelea.

―¿No será eso difícil? El mero hecho de abrirse paso ya es un delito ―murmuró Lilisha mientras cedía su posición a Loki.

De hecho, a los miembros del público en general y a los que no tenían asuntos que tratar no se les permitía ni siquiera acercarse al palacio. Incluso utilizando un puerto Círculo, era imposible llegar sin un código especial.

―Bueno, intentemos subir a pie como de costumbre ―sugirió Alus―. Si nos rechazan, entonces tendré que abrirme paso.

―Vaya, eso me hace sentir increíblemente incómoda… Incluso con la ayuda de Loki, ¿qué vas a hacer si pasa algo? ―Lilisha mostraba una sonrisa irónica y no parecía demasiado disgustada por la idea.

Pero había gotas de sudor en su frente. Alus, consciente de que la estaba presionando demasiado, sintió la necesidad de volver a comprobar su quemadura.

―Voy a revisar.

―¡¿Eh?!

Alus se movió por detrás de Lilisha y le levantó la camiseta. Fue una falta de tacto, pero incluso Loki sintió la necesidad de mirar. Así que Lilisha se acurrucó y cerró los ojos avergonzada, esperando a que terminaran de mirar su espalda expuesta.

―Hay un débil rastro de maná ―dijo Alus.

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―Está un poco caliente, pero no es tan malo como para no poder moverme ―dijo Lilisha.


―Así que todavía no conocemos los principios o mecanismos, ¿eh? ―respondió Alus―. En cualquier caso, deberíamos darnos prisa en quitarla.

De repente, Loki se dio cuenta de algo.

―Ah, así que no llevas sujetador.

―¡¿Qué?! Bueno, estoy envuelta en vendas… Ya lo sabes. ¡En realidad! ¡Los dos carecen de cualquier tacto! ―dijo Lilisha.

―Yo sólo decía. Era simple curiosidad ―respondió Loki, seria, provocando que la mejilla de Lilisha se crispase. Loki no le hizo caso y dejó escapar un suspiro―. Aun así, ¿por qué tiene que haber tantas mujeres reunidas en torno a Sir Alus que deben exponerse tan fácilmente?

―¡¿Tú, pequeña…?! No me metas en el mismo saco que esas inocentes niñitas. No voy a empezar a gritar por ser vista.

―Eso es un problema, ¿no? En otras palabras… eres facilona ―dijo Loki.

―¡¿A quién llamas puta?! Soy igual que las demás… en ese sentido ―dijo Lilisha.

―Sé que intentas ser sutil ―respondió Loki―, pero no necesitaba un informe sobre tu situación. Lo único que digo es que tienes que aprender a ser tímida.

―¡¿Qué demonios?!

Alus habló fríamente para sofocar la discusión de las chicas, que se calentaba rápidamente pero no tenía sentido.


―Démonos prisa. Es bueno que estés llena de energía, pero no sabemos qué efectos tendrá la marca si está interfiriendo con tus Palabras Fundamentales. Es mejor no alargar esto. ¿Entendido, Loki?

Con eso, los tres salieron de su escondite y se acercaron al puesto de control despreocupadamente.

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Varios guardias se encontraban a cada lado de la enorme puerta. Se corrió la voz entre los guardias cuando vieron a Alus y a los demás en la distancia. A medida que el grupo de Alus se acercaba, empezaron a reunirse más y más.

Finalmente, el guardia que estaba al frente los llamó. “Lo siento, pero deténganse ahí. Ustedes son del ejército, ¿no es así?”

―Así es ―dijo Alus.

―Las cosas son bastante peligrosas hoy en día, así que nos gustaría empezar por revisarlos.

Tres guardias se acercaron y comenzaron a revisarlos.

―¿Qué es esto? ―preguntó uno.

―¿Hmm? Es una AWR normal. Soy un Magicmaster, así que no hay problema ―dijo Alus.

―Esto no funciona así. No se permiten armas en el palacio. ¿Por orden de quién estás aquí, y cuál es tu asunto?

El cacheo se hizo lejos de la puerta para ser precavidos. Incluso si Alus y los otros hicieran un movimiento, no podrían pasar rápidamente por el control. Y aunque los guardias se mostraban despreocupados, llevaban pistolas en la cintura.

―Tengo asuntos con Lady Cicelnia ―dijo Alus―. No hay órdenes ni citas.

Por un momento, los guardias detuvieron su cacheo. El guardia que revisaba a Alus se volteó hacia los demás y negó discretamente con la cabeza. Los demás le devolvieron el gesto.

―¿De dónde vienes? ―preguntó el guardia.

Fue entonces cuando Alus se dio cuenta de su pequeño descuido. El guardia se refería probablemente a un puerto Círculo, la única ruta oficial hacia el palacio. Dado que Alus la había eludido, era natural que sospecharan.

Los guardias de la puerta estaban comprobando rápidamente el sistema de seguridad por si había algún fallo. El hombre que estaba frente a Alus se llevó una mano a la cintura y extendió la otra para sacar la licencia del Magicmaster.

―Loki, ¿trajiste la tuya?

―Ah, me olvidé ―respondió Loki, monótono.

Era una actriz tan torpe que las mejillas de Lilisha se crisparon. Estaba claro que Alus y Loki no tenían ninguna intención de hacer las cosas pacíficamente.

Al darse cuenta de esto, Lilisha chocó con el hombre que la revisaba y dejó escapar un “¡Ahhh!” mientras caía dramáticamente.

―Oye, ¿qué crees que estás haciendo? ―le preguntó.

―¡Esa es mi línea! ¿Dónde crees que estás tocando? ―dijo Lilisha―. ¿Qué pasa con eso? ¡Estás usando esta revisión como excusa para meterme mano!

¡Eres lo peor! Uhm, ah sí, como secretaria principal del Gobernador General, me aseguraré de informar a las autoridades correspondientes. ¡Ahora abran paso!

―¡Espera! ¿Qué estás…?

Lilisha se mostró indignada y comenzó a caminar hacia el puesto de control. Loki se dio cuenta y también levantó la voz.

―¡Qué desvergüenza! Esto es un abuso de autoridad y no me voy a quedar callada ―Le dio una fuerte patada al guardia del puesto de control y lo dejó inconsciente.

Alus golpeó la nuca de su guardia y siguió a Loki y Lilisha. El guardia restante sacó su AWR y la levantó en alto, intentando lanzar una bengala para señalar una emergencia, pero fue detenido fácilmente.

Loki se dio la vuelta y sostuvo la palma de su mano hacia él. Al momento siguiente, la electricidad recorrió su cuerpo. No era muy fuerte, pero quedaría paralizado por un tiempo.

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Al ver todo eso, los guardias del puesto de control se apresuraron. Un grupo de guardias salió de la caseta de vigilancia.

―Entonces, ¿qué hacemos ahora? ―Preguntó Lilisha Alus respondió con calma:

―Tendremos que abrirnos paso por la fuerza. Me contendré lo suficiente como para dejarlos fuera de combate.

―Ja. Bueno, supongo que es mejor que exagerar. Espera un segundo ―Lilisha impidió que Alus hiciera su movimiento y habló al grupo que se acercaba.

―¡Todo esto es un malentendido! Utilizaron el registro como excusa para meternos mano ―dijo―. ¡No tuvimos más remedio que resistirnos! Nos gustaría presentar una queja oficial en el palacio, ¡así que, por favor, abran paso!

―¿Quién crees que se tragará eso? ―preguntó el guardia.

Lilisha se encogió de hombros.

―Bueno, te di nuestra excusa, es decir, las objeciones. Bien, Alus, puedes encargarte tú. Pero todo se irá al garete si haces daño serio a alguien.

Alus reconoció sus palabras y se adelantó para tomar la delantera. En realidad, no pensaba atacarlos directamente. Sólo necesitaba evitar que se interpusieran en su camino.

Los pasos de Alus no vacilaron mientras se abría paso entre el grupo que blandía todo tipo de AWRs. Liberó suficiente maná para controlar toda la zona y congelar a la mayoría de los guardias. Eran una presa ante un depredador.

Sin embargo, estos guardias también eran Magicmasters de alto rango que no iban a acobardarse ante ningún atacante, y unos pocos fueron capaces de soportar la presión de Alus y oponer algo de resistencia.

―No aguanten mucho tiempo. Me estoy agotando de tanto contenerme ―Dijo Alus, lanzando a los pocos que podían moverse una aguda mirada, que les hizo palidecer y congelarse también.

A pesar de todo eso, había un último hombre, probablemente el capitán, que estaba ante Alus y se negaba a ceder. Estaba claro que era la persona más fuerte en este puesto de control.

Llevaba una espada y una armadura típica. Como alguien que enía bastante experiencia en el Mundo Exterior, podía percibir claramente el poder abrumador de Alus.

―No importa cuál sea tu asunto, no pasarás sin permiso ―logró decir el capitán con desafío.

Desde detrás de un indiferente Alus, Lilisha aplaudió asombrada por sus agallas.

―Estoy siendo muy transigente con la gobernante. No tienes por qué saberlo, pero ella empezó esto. No vine aquí para atacar, pero dependiendo de su actitud, puede que acabe teniendo que usar la magia.

Eso significaba que un Dígito Único se pondría serio.

Pero a pesar de que estaba sudando frío, el capitán negó con la cabeza.

―¡Va en contra de mi deber! Independientemente de quién seas… ¡Incluso si estás al nivel de un Magicmaster Único!

Alus entrecerró los ojos, impresionado. A pesar de la abrumadora presión, el guardia se negó a ceder. Era realmente ejemplar.

Sin embargo, siendo la situación lo que era, los ojos de Alus se volvieron gélidos mientras ponía la mano en su AWR. Justo en ese momento, la clara voz de una mujer habló, rompiendo la tensión.

―Alus, te estábamos esperando.

Alus miró y encontró a Felinella caminando elegantemente detrás de los guardias.

Antes de que pudiera preguntar por qué estaba allí, vio a la ayudante de la gobernante, Rinne Kimmel, con ella. La situación lo confundió.

Rinne miró a algunos de los guardias que se habían desplomado. Se puso la mano en la frente, exasperada, y dijo:

―Es usted tan imprudente como siempre, Sir Alus. Capitán, puede dejarlo pasar. No queremos que haga más daño. Eso sólo daría lugar a rumores de que la guardia de palacio no tiene personal.

―¡Entendido! ―dijo el capitán al tiempo que saludaba, con una expresión de alivio evidente en su rostro durante sólo un momento.

―Gracias por su servicio ―Alus mostró despreocupadamente su licencia al pasar junto al capitán.

―Sabía que la llevabas encima. Realmente eres de lo peor ―exclamó Lilisha, pero Alus la ignoró. Junto a ellos, Loki también mostró su licencia al pasar por el control.

―Es más eficiente hacerlo así. Cuando entiendes el funcionamiento de los militares, sabes que simplemente llamarán a sus superiores y acabarás atascado durante una hora si no.

Lilisha sonrió, pero no admiró las acciones de Alus. Era una astucia que sólo aprendían los que habían vivido en un mundo duro. Pero aunque Lilisha no quería salirle al paso, era una lección que valía la pena aprender.

Al ver la expresión de Lilisha, Felinella le habló.

―Oh, Lilisha. ¿Ya te sientes mejor?

Como su superior, Felinella le preguntó preocupada, y Lilisha decidió saludarla de igual manera con una sonrisa falsa.

―Es un placer conocerla, señorita Socalent. Sí, ya estoy mejor. Gracias.

Felinella se dio cuenta, pero como la amable superior que era, mantuvo la calma en lugar de alterarse.

―Me alegro de oírlo. Estaba realmente preocupada, ya sabes. También soy la supervisora del dormitorio, así que te hice una visita una vez cuando estabas descansando.

―Ya veo ―Lilisha dio una respuesta estándar, pero se quedó perpleja por los sentimientos negativos que brotaban en su interior hacia su amable superior.

Pero no tuvo que pensar demasiado en ello. Felinella Socalent. Es una dama noble ejemplar hasta la médula, pero algo se siente extraño, pensó.

Lilisha tenía el presentimiento de que estaba equivocada, pero seguía manteniendo su corazón cerrado. Sin embargo, a pesar de su desconfianza, extendió la mano para darle a Felinella un apretón, lo que le resultó aún más extraño. Una cosa era responder al apretón de manos de una persona, pero nunca extendía su propia mano. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, Lilisha empezó a retirar la mano con amargura.

Oh, eso estuvo cerca, pensó. Esta persona da miedo de otra manera

Felinella tenía una cualidad maternal que naturalmente había suavizado la disposición obstinada de Lilisha. Como noble, sería experta en maniobrar las interacciones personales, buenas y malas. Y ahora su buena voluntad se dirigía hacia Lilisha.

Lilisha, que era experta en observar los rostros de la gente, pudo percibir que Felinella no estaba actuando simplemente como una dama noble modelo; también tenía una mente abierta.

―Encantada de conocerte, Lilisha ―Felinella rodeó con sus manos la mano de Lilisha antes de que ésta pudiera retirarla.

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Al final, se estrecharon las manos a pesar de la reticencia de Lilisha, pero ésta volteó la cara, como si quisiera escapar de las suaves manos y el calor de Felinella.

―Yo también… ―dijo Lilisha, incómoda, como quien intenta ocultar su vergüenza.

Al ver la interacción, Alus preguntó desde un lado:

―¿Qué estás haciendo?

Lilisha se puso roja al instante hasta las orejas y soltó a Felinella a pesar de que, por alguna razón, sentía que quería sostener sus manos para siempre.

―Más importante, Feli, ¿por qué estás aquí? ―continuó Alus, mirando a Rinne.

―Mientras investigaba a Aferka, me encontré con un problema y esperaba informarte ―dijo Felinella.

Antes de que Alus pudiera señalar que para eso podían utilizar la función de llamada de la licencia, Felinella continuó:

―Consideré que lo mejor sería reunirme directamente contigo. Así que arreglé con la Sra. Rinne que te esperara aquí.

Sonrió de una manera que Alus no pudo entender mientras presentaba a Rinne. Por supuesto, no era la primera vez que Alus se encontraba con Rinne. Ella lo había llamado para reunirse con Cicelnia en el pasado, y habían trabajado juntos en el Mundo Exterior.

Consciente o no de ello, Felinella instó suavemente a Rinne a pesar de que parecía no querer involucrarse.

―No tiene que decir nada, Sir Alus ―dijo Rinne de mala gana, evitando encontrarse con los ojos de Alus. A diferencia del Ojo del Alfa que había visto antes, Alus encontró esta versión de Rinne bastante torpe e inesperadamente linda.

―Parece que soy bastante odiado ―bromeó Alus―. No tengo intención de culparte de nada, pero si me rechazan más, siento que perderé la oportunidad de echar un vistazo a esos ojos tuyos.

―Entonces haga lo que quiera ―dijo Rinne―. No importa lo que pida, de todos modos sólo soy un peón.

―Oh, un peón, ¿verdad? Así que al menos eres consciente de que estás en el tablero de juego de esa mujer ―dijo Alus.

―Eso fue un lapsus ―dijo Rinne después de un momento, con los hombros caídos mientras cerraba la boca.

Felinella se apiadó de ella e intervino.

―Alus, entiendo cómo te sientes, pero por favor, no intimides a la señorita Rinne.

Alus quiso decir algo, pero Rinne se le adelantó.

―Para que lo sepan, yo soy la mayor aquí.

Alus ignoró por completo su afirmación y continuó:

―Entonces, ¿de qué conoces a Rinne, Feli?

―A través de alguna correspondencia ―respondió Felinella―. No es que seamos viejas conocidas, pero nos hicimos amigas hace poco. Tiene muchas dificultades, así que puedo simpatizar con ella.

―Así que una señora mayor que trabaja en el palacio se queja con una estudiante más joven. ¿Qué fue eso de ser la mayor?

―Sir Alus, un hombre no debería encontrar defectos en una discusión entre mujeres. Además, sólo hablé un poco con la pequeña Felinella cuando veníamos hacia aquí ―respondió Rinne.

―Por favor, te dije que dejaras de añadir “pequeña” a mi nombre.

Felinella y Rinne parecían haber formado un vínculo casi instantáneo, y sus voces rebotaban en armonía como si fueran dos colegialas.

Alus nunca había visto a nadie hablarle así a Felinella. Era casi tan refrescante como inesperado. Al notar su mirada, ella pareció un poco tímida.

Fue Loki, sintiéndose excluida, la que decidió disipar el apacible ambiente sacando a relucir un tema más importante.

―Señora Rinne, ¿podremos reunirnos con la gobernante después de esto? Eso fue suficiente para que todos volvieran a la realidad.

Normalmente, como compañera observadora, Loki mostraría más respeto por la observadora número 2 del ranking.

Rinne saludó a Loki y esperó a que ella le devolviera el saludo antes de hablar.

―Efectivamente. Lady Cicelnia ya dio la orden de dejar pasar a Sir Alus al palacio.

―Seguro ―respondió rápidamente Alus.

Alus ya sabía que era cierto, y la razón por la que Rinne estaba allí. Alus sabía que era imposible esconderse de su Ojo de la Providencia, y se dio cuenta de que no habían encontrado a nadie más después de salir del puesto de control.

El palacio era el centro de la política en Alpha, y nunca dormía. Era irreal que la vigilancia en torno al palacio fuera tan laxa.

―Pero, Rinne, lo entiendes, ¿no? ―preguntó Alus―. He sido bastante indulgente con sus payasadas, pero esta vez se ha pasado de la raya. Lo que suceda a continuación depende de la respuesta de Cicelnia…

―Por supuesto. Pero creo que hablar directamente con Lady Cicelnia le ayudará a entenderlo ―Rinne bajó la mirada y transmitió solemnemente unas palabras de esperanza.

―Yo no estaría tan seguro. Como dije antes, prefiero no tener una discusión contigo.

―Eso va en ambos sentidos, Sir Alus. Es raro que alguien tenga un interés erudito en mis ojos mágicos. Por no hablar de todas las contribuciones que ha hecho como investigador. Así que me gustaría pedirle que sea amable ―dijo Rinne y se inclinó profundamente ante Alus.

Tras una larga pausa, levantó la cabeza, con la perfecta expresión neutra de la ayudante de un gobernante. A Alus le costó leer algo de la complicada sonrisa.

―De todos modos, sólo tengo un asunto que tratar. Estoy seguro de que tú también lo entenderás, Rinne ―Alus dirigió su mirada a Lilisha, que se limitó a dirigir a Rinne una suave mirada y asintió.

―Entonces, por favor, adelante ―dijo Rinne, abriendo un gran conjunto de puertas al que acababan de llegar.

La sala del trono estaba delante, majestuosa y lujosa pero también revestida de seriedad. Era la sala que se utilizaba para otorgar los títulos de nobleza y los premios. Unas gruesas columnas bordeaban la sala y una alfombra carmesí daba color al suelo. La decoración era anticuada, pero la sala era la culminación práctica de la dignidad.

―Bienvenido, Alus ―Sentada en el trono estaba Cicelnia, tan hermosa como siempre, dándole la bienvenida con una dudosa sonrisa.

La gente la llamaba diosa viviente y mensajera de los cielos porque era tan bella como puede serlo. Su cabello negro y liso caía por encima de los hombros con un brillo lustroso, como el de un espejo.

Frente a esa belleza, Lilisha bajó la cabeza y se arrodilló. Felinella hizo lo mismo.

Mantener la cabeza baja cuando se miraba al gobernante era un vestigio del pasado, cuando nadie podía mirar el rostro imperial sin permiso. Hoy, era más bien un ritual formal.

―¿Qué? ¿Quieren que les diga que levanten la cabeza? ―Cicelnia, conocida por ser una gobernante amable, estaba harta de esa vieja tradición. Suspiró y miró a Rinne.

Al ver que la ayudante asentía, se resignó.

―Sí, sí. Por favor, levanten la cabeza ―dijo―. Esta es una etiqueta realmente anticuada. Ahora bien… Felinella Socalent, una visita de la familia Socalent es tan rara como inesperada.

―Es un honor que se me conceda una audiencia con Su Alteza ―La voz clara y digna de Felinella resonó en la sala. Ella dio una respuesta noble perfecta, completamente calmada y cortés sin traicionar ninguna emoción.

―Oh, eres lo suficientemente bonita como para ponerme un poco celosa. Si mal no recuerdo, eres una estudiante de la Segunda Academia Mágica, al igual que Alus.

Intuyendo por las ligeras frases de confrontación de Cicelnia que habían comenzado algunos tratos políticos de calentamiento, Felinella bajó la mirada.

―Sí, es un privilegio estar cerca de Alus. A veces compartimos la misma mesa para comer.

Las comisuras de los ojos de Cicelnia se crisparon ante el tema.

―Sin embargo, ¿no es un poco imprudente para una hija de la nobleza, especialmente la hija del renombrado Lord Socalent? ―preguntó Cicelnia, utilizando su forma preferida de dirigirse al padre de Felinella.

Cicelnia continuó:

―Su familia constituye uno de los pilares de esta nación. Que la hija de esa familia se acerque más de lo necesario al más grande Magicmaster de la nación dará lugar a especulaciones no deseadas por parte de los demás.

Cicelnia le estaba diciendo implícitamente a Felinella que no agitara a la sociedad noble sin motivo. Pero el mismo consejo podría darse a Tesfia, que formaba parte de la familia Fable, otra de las tres grandes familias nobles

Las palabras de Cicelnia parecían estar basadas en sentimientos personales más que en consejos bienintencionados. Alus escuchó la disputa verbal e intuyó que se estaba formando una pelea por algo trivial, pero no pudo determinar de qué se trataba exactamente.

Mientras tanto, Felinella respondió sin titubear.

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―Con el debido respeto, somos una familia establecida en la generación de mi padre, un humilde advenedizo si se quiere. Por ello, mi padre me dijo en repetidas ocasiones que, si mis palabras se consideraban indignas de la sociedad noble o si mi posición creaba conflictos o restricciones innecesarias, renunciaría humildemente a su puesto.

Vizaist estaba dispuesto a dejar de ser noble si eso interfería en el futuro de su hija, y no era un farol. Alus había escuchado algo similar de Vizaist directamente. Sólo mantenía su posición porque Felinella se uniría algún día al ejército como Magicmaster.

Era un padre cariñoso como pocos.

―Ja, ja, tu valor para decir eso ante la gobernante es encomiable ―dijo Cicelnia―. Normalmente no es algo que deba alabarse, pero no hay nadie aquí que lo llame insolente. Sin embargo, Lord Socalent es vital para el ejército y debe tener al menos un título nobiliario. Entiendo su decisión, pero sería mejor que considerara si es realmente prudente seguir simplemente sus propios deseos.

El ambiente cambió cuando Cicelnia terminó de hablar. Miró fijamente a Felinella con un brillo agudo en sus ojos.

Felinella levantó la cabeza, impertérrita.

―No veo ninguna razón para siquiera pensar en ello. El mero hecho de estar en este lugar con Alus es la mayor declaración de mi determinación.

Era como si Felinella y toda la familia Socalent declararan que estarían al lado de Alus durante toda esta serie de acontecimientos.

A pesar de la atrevida declaración de Felinella, el rostro de Cicelnia estaba inexpresivo.

Entonces Cicelnia entrecerró los ojos, miró a Felinella y dijo con frialdad:

―Conoce tu lugar. Te pasas de la raya.

Descansó el codo en el reposabrazos del trono y apoyó la mejilla en la mano, mirando fijamente a Felinella. Tras un momento, exhaló con fuerza e hizo ademán de cambiar de posición para apoyarse en su trono.

―Dices cosas escandalosas a pesar de tu linda cara. Cielos, cierta persona insociable sí que es pecadora ―dijo Cicelnia, ocultando su rostro detrás de un abanico plegable.

En su pequeña guerra de palabras, una cosa había quedado clara para Cicelnia. Por desgracia, Felinella Socalent no sólo tenía nervios de acero, sino que también era una “doncella”, que sin duda estaba al lado de Alus. Ella era un peón innecesario en los planes de Cicelnia. Y sus sentimientos personales por Alus tenían el potencial de ser un problema.

A través de los huecos de su abanico plegable, Cicelnia miró también detrás de Alus. Allí estaba la chica de pelo plateado, Loki Leevahl.

Cicelnia tenía información sobre Loki, así que no la veía como un gran problema, pero basándose en su comportamiento durante la breve guerra de palabras, era otra “doncella”.

Dios mío… Esto va más allá de un simple pecado. Yo digo que es un pecado mortal. pensó Cicelnia, volviendo a mirar a Alus.

Mostró una reacción diferente.

Parece ajeno como siempre, pensó Cicelnia. No se trata de una historia desenfadada sobre un popular donjuán.

Aun así, la terquedad de Felinella pesaba en su mente. Para Cicelnia, que también estaba obsesionada con Alus, o más bien con su poder, ésta era la única variable que no pudo tener en cuenta.

Cicelnia se fijó en una chica más que había llegado y se recompuso. Cuando miró a Lilisha, los bordes de sus labios se curvaron un poco. No todo habían sido errores de cálculo.

Hay mucho que tener en cuenta, pero cuanto mayor sea la apuesta, mayor será la diversión, pensó Cicelnia. Y dejarlos para el final será lo mejor. Bueno, primero será Felinella Socalent. Supongo que debería darle una buena palmadita a esta linda estudiante.

El Torneo Mágico de la Amistad de las Siete Naciones demostró que Felinella era una de las alumnas más fuertes de la Academia. Y aunque era la hija de la familia Socalent, no sería muy divertido que la gobernante llevara la delantera en una guerra de palabras por cuestiones políticas.

Los sentimientos de una doncella estaban en juego.

Pero Felinella era directa y abierta en cuanto a sus sentimientos. Tampoco se avergonzaba de ponerlos en palabras, esgrimiéndolos como un arma contra Cicelnia.

Felinella sólo quería estar al lado de Alus para poder ser útil algún día… Independientemente de lo que hubiera detrás de ese deseo, Cicelnia no pretendía entrar en el mismo terreno de juego.

Bueno, en primer lugar no es que tenga las cualidades de una “doncella”. Aun así, es emocionante experimentar algo nuevo, pensó la gobernante. No sé qué piensa esta chica de mis sentimientos, pero ha tomado la iniciativa de ponerme en jaque.

Cicelnia sabía que ver todo como un juego era una mala costumbre suya, pero no pudo evitar que la inesperada reacción le resultara divertida. Sacudiendo la cabeza, luchó contra el deseo de jugar con los sentimientos genuinos de la chica para su propio ocio.

Eso sería despreciable, y Cicelnia se encontró tomándole cariño a la chica que tenía delante.

―Bueno, no importa. Pero volvamos al tema de la cena con Alus a la vista de todos ―dijo Cicelnia y dejó una significativa pausa.

Felinella aprovechó la oportunidad.

―Oh, no hay nada extraño en ello. Al fin y al cabo, le guste o no a Alus, suele destacar bastante. Simplemente me preocupa como alguien que entiende su situación y como superior en la Academia. ¿O acaso necesito el permiso de la gobernante incluso para eso…?

Cicelnia no pasó por alto la aguda frase de Felinella.

―Sí, es cierto. Es necesario.

Por un momento, Felinella no dijo nada. No podía creer que la gobernante hubiera dicho eso con la cara seria, y con Alus presente. Era notorio que odiaba ser controlado o restringido.

Cicelnia dijo lo que dijo a pesar de eso. Aunque esperaba que él se resistiera a necesitar su permiso, ella tenía cosas en las que no iba a transigir.

Sin embargo, Cicelnia sólo sonrió, disfrutando de la reacción de Felinella.

―Oh, no lo pienses demasiado ―dijo―. Sólo era una broma. Alus es un individuo antes de ser el Magicmaster Único de la nación. Yo no sería tan poco razonable. Y siempre hace un trabajo tan bueno, a pesar de que lo presiono para que haga lo imposible… Temo que me odie en secreto ―Con una sonrisa apenada, Cicelnia continuó suavemente―. Ah, todo esto es una charla conmigo misma, así que no me hagas caso, por favor.

En este punto, Felinella comenzó a considerar la posibilidad de renunciar. Ella no disfrutaba del caos, pero como noble y estudiante de honor, no podía ignorar completamente la voluntad de Cicelnia.

Cicelnia dijo que se necesitaba su permiso incluso para cenar con Alus. Pronto dijo que era una broma, pero le dio a Felinella un vistazo a la mente de la gobernante.


Y ese vistazo mostraba signos de que la inmensamente bella gobernante se preocupaba por Alus. Aunque Felinella no tenía intención de doblegarse cuando se trataba de sus sentimientos, como noble a las órdenes de la gobernante, sabía que actuar con terquedad e inflexibilidad no eran opciones.

Felinella aceptó finalmente una especie de alto el fuego con una nueva comprensión de cómo el engaño impulsaba al ejército y al gobierno central de la nación. No pudo evitar sentir una falta de poder.

―Entiendo lo que dice ―dijo Felinella después de un momento―. Por favor, no se preocupe. Alus no es tan malo.

Sus frases eran pura palabrería, pero se esforzó por sonar lo más respetuosa posible. Siempre se esforzaba por actuar como una dama correcta delante de Alus.

La situación estaba resuelta por el momento, pero la única que había conseguido entender la conversación aparentemente casual entre las dos fue Rinne. Alus y Loki sólo captaron la mitad de los matices, y Lilisha empezó a sudar frío desde el principio.

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