Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Una vez concluido el torneo de equitación, el otoño estaba en pleno apogeo, trayendo a la mente ese adagio poético de la temporada, una época de cielos altos y princesas corpulentas. Espera, ponis. Definitivamente eran ponis. La cuestión es que era la estación en la que había muchas cosas sabrosas para comer. Normalmente, esta sería la época favorita de Mia.

“Oh, pobre de mí…”

En vez de eso, ella estaba dejando salir un suspiro desesperado. Podrías suponer que la razón era otro episodio de F.A.T. que le impedía devorar platos llenos de dulces, y si lo hicieras, estarías… ¡equivocado! La fuente de su miseria no era otra que Las Crónicas de la Santa Princesa Mia. Aunque su cerebro tenía la habitual y conveniente tendencia a sufrir ataques de amnesia cuando se trataba de recordar hechos desagradables, no iba a olvidar que la llegada del invierno traería consigo su predicha perdición. Mientras tanto, las Crónicas de la Princesa se negaban obstinadamente a recuperar su ritmo original a pesar de presentar un pasaje actualizado sobre su victoria en el torneo de equitación. Incluso incluía una descripción de su vuelta de la victoria, durante la cual supuestamente “volaba por las gradas de los espectadores como un hada”. Ese adorno había hecho que el libro frunciera el ceño.

¿Qué clase de tonterías le estaba contando Anne a Elise?

“Hmm…”, murmuró, frunciendo las cejas. “Creo que voy a tener que pedir ayuda a todos…”

Su experiencia en el torneo de equitación le había enseñado la importancia de pedir ayuda a los demás.

“No puedo hablarles de las Crónicas de la Princesa, por supuesto, pero… ¿Tal vez si puedo decir que me enteré de un complot para asesinarme?”

Podría pedir ayuda a algunos de los chicos. La cara de Abel pasó por su mente, seguida de la de Sion y la de Keithwood. Todos eran luchadores capaces. Si les hacía turnarse para vigilarla las 24 horas del día, ¿no sería capaz de rechazar cualquier intento de asesinato? Aunque el plan parecía sólido, pronto resultaría inútil. A la mañana siguiente, decidió discutir su plan con ellos, pero antes de salir consultó las Crónicas de la Princesa y descubrió que se habían actualizado para reflejar tanto la discusión que iba a tener como la forma en que moriría después. Según el libro, aunque Abel la seguiría de cerca como guardaespaldas, ella eludió su vigilancia y se escabulló de Saint-Noel.

“¡Gah! ¿E-En qué lunas estaba pensando esta futura yo?”

Se agarró la cabeza y chilló de frustración. Al mismo tiempo, no pudo evitar una sensación de malestar.

“Por la forma en que se desarrollan las cosas en el libro… es casi como si estuviera siendo manipulada por alguien y siguiera dirigiéndose hacia mi propia muerte.”

Intentó imaginarse a sí misma saliendo irreflexivamente de la academia, atraída por las Serpientes. Lo consiguió. Con demasiada facilidad. La mirada vacía y despistada de su rostro imaginado la hizo estremecerse.

“Además, ahora que lo pienso, incluso si sobrevivo a la noche del Festival de la Víspera Sagrada, sería inútil si llevan a cabo el complot contra mí poco después… Lo que plantea otra pregunta. ¿Realmente me van a asesinar?”

En teoría, era posible rodearse de guardias para ahuyentar a los asesinos, pero eso no era factible a largo plazo ni resolvía el problema fundamental. Mientras la identidad de los asesinos siguiera siendo un misterio, ella sólo podría tratar el síntoma y no la enfermedad. Especialmente frustrante era el hecho de que ni siquiera sabía qué pasaría exactamente. El único testigo — ella misma — había sido asesinada, por lo que los detalles eran muy escasos. La búsqueda en las Crónicas de la Princesa no le había dicho nada más que el simple hecho de que, de alguna manera, acabaría muerta.

“Bueno, supongo que aprendí una cosa. Ahora sé que me escabullo de mis propios guardias sólo para que me maten. En ese caso, hm… Tal vez para ese día, debería atarme a una columna en algún lugar… O encerrarme en una mazmorra. Pero eso sigue pareciendo que es retrasar lo inevitable. Hmm…”, murmuró al pasar por la biblioteca.

“¡Ah, la princesa Mia!”, dijo Cloe, que casualmente estaba en su entrada.

“Vaya, Cloe. Buscando más libros, supongo.”

“Sí. Dicen que el otoño es la mejor estación para leer.”

Sonriendo, le mostró a Mia los libros que tenía en sus manos.

“Mmm, ciertamente es una época cómoda. Ni demasiado frío ni demasiado calor. Ideal para perderse en un libro, ¿no?” Mia estuvo de acuerdo, aunque un pensamiento lúgubre impidió que su entusiasmo igualara al de Chloe.

Si acabo muriendo en invierno, no podré terminar de leer la novela de Elise. Me pregunto qué pasará con el príncipe y el dragón…

Ese cuento estaba aún por terminar. Habiéndolo escuchado por primera vez en la mazmorra subterránea, había esperado leer el resto de la historia.

Claro que, teniendo en cuenta que lo había escuchado en un momento que técnicamente es dentro de tres años, y que aún no estará terminado entonces… supongo que no tengo suerte.

Para los amantes de los libros, había pocas cosas peores que no poder leer una buena historia hasta su final. Siguió ocupada con este molesto pensamiento hasta que…

“¿Oh?”

…Chloe le tendió un libro. Se titulaba “Gastronomía Exótica 2”.

Ohoho, ahora veo lo que está pasando. Así que ese es el tipo de lectura que has estado haciendo. ¡Veo que eres una compañera de antojos!

El otoño era una época de cosecha. Inevitablemente, también era una época de apetitos vigorizados.

“¿No es un libro de aspecto delicioso?”, dijo Mia.

“Realmente lo es. Gastronomía exótica contenía descripciones de comidas deliciosas de todo el mundo, y ahora ha salido el segundo volumen. Este se centra en platos de temporada y… ¡Mira! Aquí dice que el estofado de hongos es especialmente sabroso en este momento.”

“No me digas…” Los ojos de Mia brillaron. “Estofado de hongos… Qué terriblemente tentador. ¡Muy bien, le daré a este libro una lectura completa!”

Las pesadillas de Keithwood en la cocina estaban a punto de comenzar de nuevo.