Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Mientras el cerebro de Mia estaba ocupado con asuntos relacionados con los hongos venenosos, Ludwig y Dion estaban de viaje. Su encuentro con Gilbert había permitido a Ludwig apreciar plenamente el peligro que representaba la Casa de Yellowmoon. Con esta comprensión, decidió que la inteligencia por sí sola no era suficiente; presionaría al enemigo con un enfoque de “divide y vencerás” mientras seguía reuniendo información. Este era un truco común contra las grandes organizaciones. Cuanto mayor fuera su número, más fragmentada estaría su lealtad. Ninguna facción de gran tamaño podía ser un monolito. Siempre había miembros que podían ser presionados, tentados o persuadidos de alguna manera para que se separaran del grupo.

Si la Casa de Yellowmoon estaba destinada a funcionar como un señuelo para aquellos que albergaban sentimientos hostiles hacia el imperio, entonces sería una tontería por su parte asumir que todos los que estaban bajo su bandera eran sus enemigos. El primer no enemigo potencial en el que se fijó fue en los nobles de las tierras lejanas, que eran rechazados por la nobleza central. Si habían buscado a los Yellowmoon porque carecían de aliados, entonces él debería ser capaz de alejarlos ofreciéndoles una segunda opción. Con ese pensamiento en mente, Ludwig había decidido hacer una visita al conde Rudolvon con la esperanza de que ayudara a persuadir a los otros nobles del exterior.

“El sol ya se ha puesto…”

Suspirando, observó el cielo que se oscurecía desde la ventana de su carruaje. Aunque el camino hacia su destino no era precisamente peligroso, viajar a la luz de la luna conllevaba, sin embargo, cierto grado de peligro. Normalmente sería el momento de acampar para pasar la noche.

“Baja la velocidad un poco, pero sigue adelante. El tiempo es esencial ahora”, dijo, indicando al conductor que continuara.

Dion asintió con un movimiento de cabeza.

“Sí… Lo mejor es seguir adelante. De hecho”, dijo, entrecerrando los ojos, “mejor mantener la velocidad también.”

“¿Qué quieres decir?”

Apenas unos segundos después de que Ludwig frunciera el ceño, el aullido feroz de un animal salvaje resonó en la distancia.

“¿Qué demonios ha sido eso?”

Su respuesta llegó en forma de un guardia que se acercaba a la ventana.

“Señor.”

“¿Situación?” Dion preguntó.

“Lobos, señor. Parece que vienen tras nosotros.”

La respuesta del soldado a caballo fue igualmente escueta. Concisa pero clara, sin dejar lugar a interpretaciones erróneas. Aun así, Ludwig no pudo evitar dudar de sus oídos.

“¿Lobos? ¿Aquí fuera?”

El soldado asintió antes de soltar una flecha de fuego en la oscuridad detrás de ellos. Trazó un arco brillante en el aire. En el momento en que tocó el suelo, explotó con una luz que repelió lo suficiente la oscuridad circundante como para revelar las formas de los lobos negros. Eran enormes, y había tres de ellos.

“Imposible… Nunca he oído hablar de manadas de lobos que ataquen a la gente dentro de las fronteras del imperio…” insistió un desconcertado Ludwig.

“…Estos no son lobos normales”. Dion abrió la puerta del carruaje y se asomó, entrecerrando los ojos en la oscuridad detrás de ellos. “Apenas puedo distinguir el sonido de cascos.”

Con un movimiento fluido, preparó su arco y tensó la cuerda, cuya tensión chirriante se hizo eco de la atmósfera de tensión del carruaje. Pasó un momento sin aliento. Entonces… sus dedos se agitaron y su brazo se convirtió en un borrón. Tres agudos tañidos enviaron tres flechas que atravesaron la noche. Se encontraron con una tenue media luna que destellaba entre los lobos. Era, Ludwig se dio cuenta un instante después, el brillo lunar de una espada.

El guardia disparó otra flecha de fuego a sus enemigos, sólo para que otro movimiento de la espada partiera su asta en dos en pleno vuelo.

Dion silbó.

“Oye, no está mal.”

“¿Es ese… un hombre en un caballo negro?” murmuró Ludwig, mirando hacia atrás desde el interior del carruaje.

“Un hombre en un caballo negro que puede lanzar flechas al aire en la oscuridad”. Dion sonrió. “Creo que me gusta el tipo.”

“¿Está solo?”

“Probablemente. Bueno, depende de si cuentas a los compañeros peludos que tiene protegiendo su flanco, supongo.”

“¿Un maestro lobo, entonces? No es algo que se vea todos los días… Aun así, supongo que esto significa que nos hemos convertido en una molestia suficiente para que empiecen a enviar asesinos. De acuerdo, parece un poco extraño enviar sólo a una persona, pero…”

El desconcierto de Ludwig no fue compartido por Dion, que se limitó a encogerse de hombros.

“La verdad es que no. Sólo tenemos una docena de tipos con nosotros en este momento. Si fuera yo, sin duda los reduciría a todos y me iría con su cabeza. No me sorprendería que nuestro enemigo enviara a alguien de igual capacidad.”

A continuación, hizo una señal a los tres guardias que iban más cerca del carruaje. Todos eran soldados excepcionales que habían servido bajo su mando desde sus días en el ejército imperial. Aun así…

“Ustedes tres quédense con el carruaje. Diríjanse a los dominios del conde Rudolvon y soliciten su protección. Ludwig es su única prioridad. Asegúrense de que llegue sin un rasguño.”

“¿Y usted, capitán?”

“¿Yo? Jaja, me lo pasaré en grande manteniendo ocupado a nuestro fino asesino. Oh, dame uno de tus caballos.”

“¿Solo, señor? ¿Está seguro? Podemos —”

Dion silenció al preocupado soldado con un movimiento de cabeza.

“El enemigo es un experto. Francamente, nadie más tiene posibilidades.”

Tras apropiarse de un corcel de uno de los guardias, soltó una carcajada.

“Bueno, entonces. Es la despedida por ahora, buen Ludwig.”

“Conociéndote, estoy seguro de que estarás bien, pero…”

“Por supuesto que sí. Mira, entre nosotros, la verdad es que los paseos en carruaje no son lo mío y me apetece hacer algo de ejercicio. Este tipo parece que va a encajar en el proyecto”, dijo Dion antes de mostrar una sonrisa de satisfacción. “Deberías preocuparte más por tu propia cabeza. Asegúrate de que no se te caiga de los hombros mientras estoy fuera, ¿vale? Si no, será difícil trabajar contigo.”

Con eso, desenfundó su espada e hizo retroceder a su caballo con el entusiasmo de un niño que ha encontrado un juguete nuevo. Unos momentos después, los tres lobos cargaron por el camino y se abalanzaron sobre él.

“Lo siento, perritos, pero he luchado con demasiadas bestias salvajes como para encontrar interesantes a los de su clase. Apártense.”

Se deslizó con facilidad entre sus mandíbulas chasqueantes y salió disparado hacia la figura oscura que, tras azuzar a sus lobos contra Dion, estaba dando vueltas para alcanzar el carruaje. Tanto el corcel como el asesino iban vestidos de pies a cabeza de negro, el primero de pieles y el segundo de máscara y túnica. Dion apuntó a su enemigo enmascarado y dio un golpe. Su espada partió el aire con un golpe mortal, amenazando con desgarrar todo lo que se interpusiera en su camino, ya fuera metal o hueso. El asesino inclinó bruscamente su cuerpo, consiguiendo colgarse en un ángulo tan precario que parecía que debería haberse caído, y esquivó el golpe por un pelo… Era como si el caballo y el jinete fueran realmente uno. Dion lanzó un grito de alegría ante esta muestra de destreza ecuestre.

“¡Maldito buen espectáculo! Además, fuiste muy inteligente al esquivar mi espada. Estaríamos acabados si intentaras enfrentarte a ella.”

Riendo, hizo girar de nuevo a su caballo. El asesino hizo lo mismo, y hombre y montura hicieron una pirueta perfecta. Chocaron, una, dos, tres, cuatro veces. Las chispas iluminaron el aire en medio de una serie de fuertes golpes, y Dion se dio cuenta inmediatamente de que no tenía la ventaja.

Huh. Que me den de lado. Es mejor a caballo. Le gano en fuerza, pero él gana en velocidad. Y cabalga como un maldito acróbata…

La punta de la espada del asesino destelló en una feroz estocada. Un suspiro después, se deslizó directamente a través de Dion, con la mitad de su longitud sobresaliendo a su espalda. El movimiento fue fluido, casi hermoso. Y, como reveló la sonrisa socarrona de Dion, ineficaz.

“No hay razón para seguir luchando en tu territorio, ¿verdad?”

En realidad, la cuchilla sólo le rozó el costado, pasando de largo con poco daño. Pero ahora Dion tenía el brazo del asesino clavado en su codo.

“¿Quieres hacer algo de ejercicio? A un tipo grande como tú no le importará una pequeña caída del caballo, ¿verdad?”

Saltó del caballo, lanzándose hacia atrás con el brazo de su enemigo firmemente agarrado. Hubo una breve sensación de ingravidez…

Sus formas cayeron de sus corceles enredadas, pero no permanecieron así al aterrizar. La pareja se separó en el aire, cada uno de ellos giró para caer de pie y golpear con un giro, chocando una vez más antes de retroceder.

“Muy bien. Basta de travesuras a cuatro patas. Luchemos como auténticos hombres de dos piernas con los pies en el suelo. Ahora ve con calma. Tenemos toda la noche para desangrarnos mutuamente, y quiero saborear cada segundo”, dijo Dion, sonriendo mientras sacaba su segunda espada. “Antes de lanzarnos, ¿quieres decirme tu nombre?”

El asesino enmascarado respondió con una repentina estocada. Dion apartó de un manotazo el golpe directo y silbó.

“Ha sido una estocada bastante aburrida. Demasiado obvio. Lo cual, por supuesto, es el punto, ya que estás tratando de desviar mi atención de los lobos que dan vueltas detrás de mí. Bien por ti. Puntos por tener un plan real.”

Una ráfaga de pasos sonó detrás de él, creciendo rápidamente. Se rió, escuchando su respiración feroz mientras se acercaban.

“Maldita sea. Coordinación, ¿eh? Honestamente, me encantaría saber cómo estás comandando a las bolas de pelo.”

Sin previo aviso, dio una patada a su oponente y aprovechó el impacto para lanzarse hacia atrás. Girando en el aire, dio un golpe horizontal con su espada. La hoja brilló amenazante a la luz de la luna. Por muy bestias que fueran, los lobos no pudieron evitar estremecerse ante su aura mortal. Aterrizó en cuclillas ante ellos y les lanzó una mirada despectiva antes de encogerse de hombros.

“Bueno, bueno, parece que las bestias serán bestias, para bien o para mal. Es inteligente que se mantengan fuera de mi alcance. Dicho esto, si hubieran cargado contra mí, uno de ustedes podría haber recibido un mordisco. Oportunidad perdida. El instinto puede decirte cuándo esquivar una espada en la cara, pero no puede enseñarte cuándo recibirla. Y eso, supongo, es por lo que sólo son bestias”. Con la espada de la mano derecha apoyada en el hombro, dio una vuelta a la de la izquierda. “Por supuesto, incluso si hubieran venido hacia mí, podría haberos cortado a todos en su lugar.”

Miró a los lobos, haciéndolos retroceder. En ese momento, el alfa se había establecido, y era él. Para las bestias, esa jerarquía era absoluta. Desafiar a un enemigo definitivamente superior por pura voluntad era el tipo de locura que sólo cometen los humanos.

“Ahora bien, una vez sacado esto de la manga, reanudemos nuestra conversación”, dijo, volviéndose hacia su enemigo bípedo.

El asesino retrocedió bruscamente.

“¿Hmm?”

Dion enarcó una ceja, pero se dio cuenta de que un caballo negro había pasado por delante de ellos y el asesino se había volcado sobre su lomo.

“Ah, me olvidé del maldito caballo… Debería haberlo visto venir. Si puede conseguir que los perros hagan su voluntad, es obvio que también sabe un par de trucos con los caballos.”

Un rápido vistazo alrededor reveló que los lobos habían desaparecido.

“Una retirada limpia. Bastante impresionante. Sin embargo, probablemente he ganado suficiente tiempo para todos. Ludwig debería estar a salvo ahora. Tengo que decir, sin embargo, que ese tipo no era muy hablador. Esperaba escuchar su voz al menos, pero literalmente no dijo ni una palabra. Además…”

Movió el cuello de un lado a otro y se encogió de hombros.

“¿Ahora a dónde diablos fue mi caballo?”