Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Volumen 5: Un Nuevo Juramento Entre La Luna y Las Estrellas I

Extra 10: Juego Otome IV Lado Femenino – [C-1] Charla En La Joyería

“La persona que está delante de esa joyería es…”

De pie en la entrada de una conocida joyería de la calle principal había una chica a la que Mia conocía muy bien.

“Esmeralda, ¿qué haces aquí?”

“¡Señorita Mia! ¡Qué agradable sorpresa es encontrarte aquí!” Su vieja amiga Esmeralda Etoile Greenmoon sonrió en su dirección. “Ya que está aquí, ¿le gustaría mirar joyas conmigo?”

“¿Joyas, dices?”

“Tu cumpleaños es en invierno, ¿verdad? Esto me ayudará a pensar qué regalarte.”

“Todavía es otoño. ¿No es un poco pronto para pensar en eso?”

“Desde luego que no. El valor de un regalo no sólo reside en su calidad intrínseca, sino también en el tiempo y el esfuerzo que se han dedicado a elegirlo. Y como este es tu regalo, no escatimaré en gastos. Porque somos los mejores amigos.”

Una declaración como ésa le daría a cualquiera un ataque de nervios. Mia difícilmente podría marcharse después de una muestra de amistad tan sincera. Además, podría ser un buen repaso mental. Así que entró en la tienda.

“Este es muy bonito”, dijo Esmeralda cuando empezaron a mirar. “Pero es un poco caro.”

Levantó un collar con una gema del tamaño de un huevo. Mia miró el precio.

¡¿U-Un poco?! Esto es ridículamente caro. Durante la hambruna se podía comprar un tercio de un saco de trigo con ese dinero.

El precio era tan chocante que casi soltó estos pensamientos en voz alta. La antigua Mia no se habría molestado ni en mirar los precios de los accesorios. La Mia actual, después de vivir la caída del imperio, era mucho más prudente con sus gastos, comprando poco más que lo esencial para el día a día. Después de todo, se avecinaba una maldita hambruna. Malgastar el dinero estaba fuera de lugar.

Preferiblemente, conseguiría que Esmeralda dejara de despilfarrar su riqueza también, pero no es precisamente de las que escuchan esos consejos. Si hubiera una forma inteligente de persuadirla…

Una pequeña caja saltó a la vista mientras miraba. Se detuvo para mirarla de cerca.

“Cielos… Estos son mucho más baratos.”

Dentro de la caja había un revoltijo de pequeñas gemas. La presentación descuidada ciertamente destacaba, pero aún más llamativo era su precio, que era muy inferior al de sus vecinas exquisitamente dispuestas.

“Ah, eso es un surtido de pequeñas gemas diversas que vendemos a bajo precio”, explicó el dueño de la tienda. “He oído que hay estudiantes en Saint-Noel que las utilizan para fabricar accesorios a mano.”

“Entiendo. Eso explica muchas cosas. Interesante…”

Mia se volvió hacia su amiga.

“Mira, Esmeralda, este es el tipo de cosas que me gustan.”

“…¿Esto? ¿A qué te refieres exactamente?”

Mia sonrió a la perpleja Esmeralda.

“Bueno, querías saber qué me gustaría como regalo, ¿no? Pues es esto. Algo que has elaborado con cuidado y cariño a partir de una caja de pequeñas gemas.”

“¿Eh? ¿Quieres decir que… quieres que lo haga yo misma?”

Esmeralda parpadeó desconcertada.

“Por supuesto. Un regalo hecho a mano. Único en su género. Es decir, si lo que importa es el tiempo y el esfuerzo, hacer un regalo valdría mucho más que elegir uno, ¿no? Y un regalo hecho para mí por mi mejor amiga sería algo que llevaría con orgullo.”

“Mejor amiga…”

La expresión de Esmeralda se iluminó en el instante en que escuchó esas dos palabras.

“¡Considérelo hecho, señorita Mia! ¡Le entregaré una obra maestra que avergüenza incluso al trabajo de los artesanos profesionales!”

Complacida por la ansiosa respuesta de su amiga, Mia asintió con satisfacción.

Una vez que regresó a su habitación, Mia tomó rápidamente su pluma.

“¿Por qué no escribo una historia sobre un noble arrogante que está obsesionado con las gemas?”, murmuró, reflexionando sobre su encuentro de mediodía. “La noble sigue comprando joyas cada vez más elegantes, pero por muy caras que sean, nunca se siente satisfecha. Un día, recibe un accesorio hecho a mano por una amiga, y le llega al corazón… ¡Dios mío! Me gusta hacia dónde va esto.”

Entonces, después de soportar el inevitable esfuerzo de sujetar la cabeza, masticar el pelo y golpear la almohada que acompaña a toda producción creativa, consiguió producir un borrador factible. Afortunadamente, su calidad fue suficiente para obtener la aprobación de Rafina, lo que permitió a Mia respirar aliviada.

Misión cumplida.

“Sabes”, se dijo a sí misma con una sonrisa pensativa después de que su borrador fuera aceptado, “la inspiración que me diste para mi guión, Esmeralda, podría ser en realidad el mejor regalo de todos”.

Como dato adicional, el regalo que Esmeralda acabó entregando resultó ser un collar. Mia no lo llevaba siempre, pero de vez en cuando se lo ponía y lo admiraba un rato antes de salir. De hecho, era uno de sus favoritos.

“La Melancolía de la Dama Amante de las Gemas” de Mia

Fin