Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Uf… Creo que este es el último de ellos.”

Mia dio un último golpe a la floja pila de heno con su gigantesca horca. Rebotó un poco, pero siguió siendo un montón pasablemente presentable.

Habían pasado casi siete días enteros desde que empezó a levantarse temprano y dirigirse directamente a Kayou por la mañana. Al principio, sólo había planeado aparecer el primer día y luego volver a dormir bien, pero un extraño fenómeno la hacía volver. Por alguna razón, después de ocuparse de Kayou la primera vez, Kuolan era mucho más fácil de montar. Como experimento, repitió el proceso al día siguiente, atendiendo a Kayou antes de dirigirse a Kuolan. Una vez más, su corcel se había comportado de forma obediente — al menos en términos relativos — y ella había vuelto a terminar la sesión sin que se le formaran mocos.

“¿Qué demonios está pasando?”

Así que se puso su sombrero de detective. Luego, engulló algunos dulces. Masticó y pensó, y pensó y masticó, y masticó y masticó… Finalmente, ¡llegó a una conclusión!

“Hah, ahora veo lo que está pasando. Básicamente…” Giró hacia un público invisible, abriendo los ojos con dramatismo. “¡Kayou es el caballo líder!”

Esta conclusión se vio reforzada por su observación de que Kayou mostraba una elegancia majestuosa que Kuolan no poseía. Ni, de hecho, ninguno de los otros caballos. Kayou parecía una auténtica reina entre los de su especie. ¡Orgullosa y exudando un aura de realeza, era realmente un caballo entre los caballos!

“Lo que debe significar… ¡que Kuolan tiene miedo! ¡Se está comportando porque se ha dado cuenta de que su líder está cerca! Ojojo, con toda su actitud, está claro que sólo es un lacayo de baja categoría en la jerarquía de Moonhare.”

La lógica se alineaba también con sus propias experiencias. Los verdaderos jefes rara vez adoptaban actitudes excesivamente mandonas; a menudo, eran los pequeños los que iban por ahí haciéndose los importantes. En la línea de tiempo anterior, había visto a muchos nobles aparentemente altos y poderosos cuya fanfarronería se evaporaba inmediatamente en su presencia, para ser sustituida por una complacencia servil. La situación con los caballos era exactamente la misma dinámica.

“Apuesto a que el olor de Kayou se me pegó cuando la cuidaba. Luego, cuando fui a ver a Kuolan, olió el olor de su jefe y se asustó.”

Todo tenía mucho sentido para ella. De hecho, incluso empatizó con Kuolan, pues se sentía exactamente igual ante Rafina o Sion. Existían ciertos seres en este mundo que bajo ninguna circunstancia debían ser desafiados. Esta era una verdad cósmica, y una que parecía aplicarse tanto a los humanos como a los caballos. En cuyo caso…

“¡Sería una completa tonta si no aprovechara esto!”

Al darse cuenta de ello, Mia resolvió aprovechar la autoridad de un ser mayor. Iba a ser una oveja con piel de lobo… ¡Nop, de caballo! A partir de ese día, cumplió religiosamente su horario, yendo a Kayou a primera hora de la mañana. Para impregnarse del aroma de Kayou en la medida de lo posible, trabajó vigorosamente, lavando el cuerpo del caballo, secándolo, y — con la guía de Malong — incluso comenzó a peinarlo.

“Hmm… Algo en este pelo… me resulta familiar. Es muy bonito. Me pregunto…”, murmuró para sí misma cuando lo examinó de cerca por primera vez.

Al octavo día, Mia llegó al establo como de costumbre.

“Buenas tardes Kayou, ¿cómo estás?”

Kayou le devolvió el saludo levantando tranquilamente la cabeza. El movimiento fue lento. Casi demasiado lento. Frunció el ceño.

“¿Oh? No tienes buen aspecto… Hm, probablemente debería pedirle a Malong que te eche un vistazo más tarde”, dijo mientras comenzaba su rutina de limpieza del establo.

A estas alturas, ya se presentaba con el equipo de trabajo adecuado. Se había envuelto un paño en la cabeza y se había puesto ropa que no le importaba ensuciar. Con su camisa de manga larga y sus robustos pantalones, trabajaba con una eficacia practicada, con el aspecto y la sensación de ser una limpiadora de establos experimentada. No, más bien una especialista en caballos experimentada. Así es como se sentía, de todos modos.

“Mmhmhm, no sé qué tiene este tipo de trabajo, pero es agradable. Se siente bien hacerlo.”

Comió mucho y montó mucho. Luego comió mucho y trabajó mucho. Luego comió mucho y durmió mucho. Se podría decir que había alcanzado el cenit de los estilos de vida saludables. Por supuesto, también se podría decir que estaba viviendo en el filo de la navaja, ya que cualquier cenit era también un precipicio, en el que la más mínima disminución del ejercicio la haría caer en el abismo de la F.A.T. En cualquier caso, terminó de limpiar la caseta, dio un paso atrás para examinar su trabajo y sintió una extraña sensación de logro. Una sonrisa se dibujó en la comisura de los labios.

“Bueno, dicen que en Perujin, la realeza se dirige a los campos con su gente para dirigir personalmente la cosecha, y parece que los Rudolvon hacen lo mismo. Creo que finalmente entiendo por qué. Hay algo satisfactorio en un buen día de sudor para un buen día de trabajo”, dijo antes de pasar al siguiente puesto, con gotas brillantes de esfuerzo honesto adornando su frente.

“Hola, señorita Mia.”

“Espero que no estemos molestando, Su Alteza.”

Un par de voces jóvenes y adorables sonaron en la puerta.

“Mi dios, Bel. Y, Rina. ¿Qué están haciendo aquí? Oh, ¿estás aquí para una visita?” preguntó Mia, recordando el intercambio en el baño común del otro día. “Recuerdo que dijisteis que les interesaban los caballos.”

“Sí, esperábamos que nos mostraran el lugar”, dijo Citrina con una dulce sonrisa.

Las dos chicas llevaban sus uniformes escolares que, en este caso, gritaban “turista”. Definitivamente no eran adecuados para llevarlos en el establo. Al ver esto, Mia dejó escapar un, hmph arrogante y sonrió.

Bueno, como la especialista residente, supongo que será mejor que les muestre a estas novatas lo que son los caballos.

“Wo, Ab — Señorita Mia, este caballo es tan bonito”, dijo Bel mientras se acercaba a Kayou.

“Por supuesto. La academia tiene bastantes caballos, pero ese es probablemente el más hermoso de todos.”

¡A diferencia de cierta persona! añadió Mia para sus adentros. Estúpido Kuolan…

“Cuando termine de limpiar, pueden venir a verme montar también”, dijo Mia.

“¿De verdad? ¡Gracias! Heehee. ¿Ves, Rina? Te lo dije. La señorita Mia es una persona increíble. Ha dominado el arte de cab— ¿Eh?” Bel hizo una pausa antes de continuar con un tono de preocupación. “Señorita Mia, creo que a este caballo le pasa algo. Parece que… le duele algo…”

“…¿Eh?”

Y así, a Mia se le presentó un dilema sin precedentes.