Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Mia no era, en general, una persona madrugadora. Si podía salirse con la suya, dormía con gusto hasta el mediodía y luego pasaba unas cuantas horas más holgazaneando en la cama. En su mundo, la decadencia desaliñada era la más alta de las virtudes. Sin embargo, últimamente su estilo de vida había sufrido una metamorfosis gradual. Toda la práctica de la equitación que había estado haciendo con tanta diligencia había estado drenando toda su energía, dejándola absolutamente agotada para cuando volvía a su habitación. Al haber tocado fondo, durmió como una roca, lo que, curiosamente, la llevó a pasar noches muy tranquilas. Su sueño era profundo y constante, y a la mañana siguiente se despertaba temprano y con ganas. Noches tempranas y mañanas tempranas con una buena dosis de ejercicio. Mia, contra todo pronóstico, se había convertido en un ejemplo de estilo de vida saludable.

Normalmente, después de despertarse, se quedaba un rato en la cama o (re)leía una de las novelas que le había enviado Elise. Ahora, se levantaba a la misma hora que Anne. Lo cual era bueno, porque…

“Hm, ya que he conseguido levantarme tan temprano hoy, supongo que debería ir a hacerles una visita… Dije que iría cuando pudiera. Quiero decir, puede que no sea perfectamente coherente, pero al menos debería aparecer la primera mañana después de prometerlo. Si no, me sentiría un poco mal…”

Como de costumbre, su proceso de pensamiento apestaba a aves de corral. Sin embargo, en una loable muestra de disciplina, se levantó de la cama, se vistió rápidamente y se dirigió al establo.

“Vaya, sí que llega temprano, señorita”, dijo Malong, sin poder ocultar su asombro. “No esperaba verla a esta hora…”

“Tomaré esas palabras y te las devolveré”. El tono de Mia era igualmente sorprendido. “Yo tampoco pensaba que estarías atendiendo a los caballos a estas horas. No me digas que te levantas tan temprano todas las mañanas.”

“Bueno, es que ésta está a punto de parir, así que me gusta controlarla más a menudo. Además, me da tiempo a dar un repaso rápido al lugar. Me gusta mantener el establo lo más limpio posible.”

“En ese caso, ¿puedo hacer algo para ayudar?”

“Déjame ver… ¿Quieres que limpiemos el lugar juntos?”

“De acuerdo.”

Malong le entregó a Mia una larga horquilla utilizada para los establos. Ella la cogió y se arremangó.

Está bien, si estoy haciendo esto, entonces voy a hacer un buen trabajo. Malong y Anne están observando, así que no puedo permitirme aflojar. ¡Además, es mi oportunidad de congraciarme con Kayou!

Después de terminar todas las tareas asignadas, Mia salió de los establos.

“Uf, estoy agotada… y me duelen los brazos. Ugh…”

De repente, sintió una brisa fresca en la nuca. La sensación era refrescante y agradable en su piel empapada de sudor. Se estiró, permitiendo que sus cansados músculos se relajaran… antes de que se tensaran todos a la vez mientras saltaba sorprendida.

“¡Eeek! Q-Qué fue es — Oh, eres tú…”

Kuolan, de alguna manera, se había acercado a ella sin que se diera cuenta y ahora estaba de pie, lánguidamente, detrás de ella. La brisa que acababa de sentir había sido en realidad un soplo. Con este contexto añadido, la experiencia se sintió de repente mucho menos refrescante. Acercó el hocico a su pelo, moviendo las fosas nasales como siempre hacía cuando su cabeza estaba a distancia de estornudo. Sin embargo, Mia no corrió. En su lugar, se enfrentó a él con los brazos en alto.

“Hah, qué pena por ti. ¡No importa que me ensucie más, porque estoy a punto de darme un baño matutino! ¡Vamos, adelante! ¡Haz lo peor que puedas!”

Así es. Al hacer un poco de ejercicio matutino, Mia había activado efectivamente el Modo Dios. Ahora era invencible a la suciedad y la mugre. Toda la limpieza que había hecho en el establo la había dejado empapada de sudor, así que se dirigía a la casa de baños. Tal y como ella lo veía, podían echarle una bañera de barro encima y no importaba, porque se lo iba a quitar todo de todas formas.

Era más o menos lo mismo que untar el pan con miel. Supongamos que está desayunando y hay una barra de pan con un tarro de miel. Mia, que era una epicúrea en ciernes, tenía una forma preferida de comer pan con miel que siempre seguía. Concretamente, partía la barra en dos, dejando al descubierto sus esponjosas entrañas. A continuación, extendía la miel sobre las superficies expuestas. Cubría completamente el interior antes de dar un bocado, por lo que podía divertirse con la miel de antemano. Como dibujar algo de arte con miel. O al menos algunos garabatos de miel. Por ejemplo, y esto es totalmente hipotético, podría garabatear “Mia♥Abel” y reírse para sí misma durante un rato antes de cubrir el resto de la superficie con miel para ocultar sus huellas. De nuevo, esto es totalmente hipotético. Si bien es cierto que al hacer esto a menudo se le echa más miel al pan, lo que ciertamente suena como el tipo de cosas que haría todo el tiempo, sería calumnioso afirmar que realmente se dedicó a tales actos, y cualquier relato al respecto debe ser tratado como evidencia de la interminable difusión de noticias falsas.

En cualquier caso, aplicando los principios del “me taparé con más miel”, o tal vez de la “no puedes probar que lo hice si me como las pruebas”, Mia decidió que, puesto que iba a limpiarse en el baño de todos modos, no le importaba lo sucia que estuviera. Dios, Mia no tenía nada que temer.

“¿Qué pasa? Vamos… ¡Estornuda sobre mí todo lo que quieras! ¡Vuélvete loco! No me molestará ni un poco”, dijo, casi cacareando mientras se burlaba de Kuolan. La pura petulancia que mostraba era, francamente, muy molesta.

Kuolan, por su parte, se limitó a girar la cara y a marcharse.

“Oho — ¿Ho? ¿Eh? ¿No vas a estornudar?”

Se quedó mirando la grupa que se retiraba, sintiendo una especie de incómoda frustración, como si un chiste se hubiera quedado sin decir. Una pizca de decepción nubló su frente.

“Hnnnngh, por fin estoy en condiciones de pegarle a ese estúpido caballo encogiéndome de hombros ante sus estornudos, ¿y él simplemente me ignora? ¿Acaso lo sabe? ¿Lo hizo a propósito todas esas otras veces? O … tal vez ha decidido finalmente arrodillarse ante mi superioridad.”

Y con una sincronización tan perfecta que no podría atribuirse a casi nada, excepto a la comprensión lingüística, Kuolan se detuvo exactamente cuando ella terminó su última frase. La miró, levantó las comisuras de los labios…

Neigh -jee-jee.

… Y se rió. O al menos a Mia le pareció que se reía.

“¿Q-Qué— dem — Te acabas de reír de mí? ¡Grr, estúpido caballo! ¡Definitivamente estás haciendo esto a propósito!”

Kuolan no le dedicó más miradas. En su lugar, se limitó a sacudir su gran y tupida cola hacia ella.

“¡Augh! ¡Deja de hacer eso! ¿Acaso soy una broma para ti?”

La cola del caballo hizo un swoosh, swoosh, un movimiento tan perezoso como burlón.