Ryuu to Sairei (NL)

Volumen 1

Capítulo 1: Una Varita En La Mano

Parte 1

 

 

Para cuando el sol empezó a ponerse, ambos podían ver los muros de Leirest. Incluso a pesar de que la ciudad no estaba cerca en absoluto de los límites del reino, sus barreras estaban fuertemente fortificadas porque era el principal eje de viajes. Ya que actualmente estaban a una mayor elevación, Ix y Yuui podían vislumbrar la ciudad. Estaba cubierta con techos, sin un solo espacio dejado entre estos.

“Aah, estoy tan hambrienta…”.

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Ix volteó a ver a Yuui, quien lo seguía con pasos inseguros. Habían llegado más tarde de lo que él esperaba, porque tenía que equiparar su ritmo al de ella. De acuerdo con lo que le contó en el camino, ella había llegado a Leirest la noche anterior, lo que significaba que había caminado básicamente todo el día. Ella no había comido desde haber cenado en su camino a la aldea de Ix; no era sorpresa que se estuviese quedando sin energía. Además de eso, probablemente estuvo al límite todo este tiempo porque estuvo en el camino de la montaña en la noche. Eso debía haberle añadido fuerza a su fatiga.

Ix esperó a que Yuui le alcanzara y luego le dijo “este camino está protegido de las bestias mágicas, pero aún estamos en las montañas, ¿Sabes? Aquí hay muchas criaturas de tipo planta que te verán como nada más que una comida”.

“Había luna anoche, así que decidi que no era peligroso. Además, planeaba comprar comida en la aldea, pero me hiciste apurarme porque fuiste desconsiderado”.

“No recuerdo haber dicho nada fuera de lugar”.

“Tú… De verdad no tienes modales, ¿No?”.


“Mi maestro nunca me enseñó cómo interactuar con los clientes”.

“¿Puedes ser un artesano sin eso?”.

“De hecho soy uno de sus aprendices más agradables”.

“¿Eh?”.

Una vez que ambos habían llegado al pie de la montaña, el sendero se fusionó con Kusa Zuf. El camino a sus pies era ahora de guijarro.

Campos de cultivo encerrados por una simple valla de madera se extendían un poco desde el borde de la carretera.

“Eso es sorprendente”, murmuró Ix.

“¿Qué cosa?”, preguntó Yuui.

“Los campos se han hecho más grandes desde la última vez que vine”.

“¿Ah, sí? Yo solo llegué hace poco, así que no lo habría notado”. Yuui asintió. “Es bueno ver que son tan diligentes”.

“Me pregunto si…”.

“¿Hay algo que te preocupa?”.

Había una sorprendente distancia que cubrir desde el punto en el que vislumbraron por primera vez las murallas de su destino; cuando llegaron a las puertas de Leirest, el sol ya se había ocultado tras el horizonte de la ciudad.

Las enormes puertas aún estaban abiertas. Los guardias estaban de pie a cada lado, mirando amenazadoramente a la gente que iba y venía. De vez en cuando, exigían a los comerciantes y viajeros que se detuvieran un momento antes de revisar sus montones de mercancías.

Ix sacó su pase de viaje de su camisa y lo colgó de su cuello para que fuera visible. Yuui hizo lo mismo, pero volvió a ponerse la capucha.

“¡Ustedes dos, esperen un momento!”, gritó un barbudo guardia justo cuando iban a pasar la puerta. Ix inmediatamente se detuvo y lo miró. Los otros viajeros se detuvieron también, viéndose similarmente ansiosos.

El hombre se acercó rápidamente y pasó a Ix, para pararse frente a Yuui.

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Este era de la altura de Ix, así que realmente se imponía sobre ella.

“Muestra tu rostro”, demandó.

“¿Te refieres a mí?”, replicó Yuui.

“Así es. Apresúrate”.

“Yo…”.

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“Hey, no te preocupes”, la tranquilizó el guardia, con su tono suavizándose de pronto. “Es solo una precaución. Tienes un pase, nadie te detendrá por tu rostro”.

“…Está bien”. Yuui levantó su capucha y bajó la mirada, su piel bronceada y su cabello negro azulado eran visibles ahora.

“¿Huh…?”. El guardia frunció el ceño. “¿Un delegado anticipado?”.

“No”, replicó Yuui.

“Por supuesto que no, no una niña como tú… Oye, déjame ver tu pase de nuevo”, exigió, tirando del pase que Yuui todavía tenía colgando. La acción la puso de puntillas, e hizo una mueca cuando los músculos de su cuello se estiraron. Una risa se elevó del círculo de viajeros que los rodeaba. Era imposible saber de quién venía.

Después de examinar el pase por un rato, el guardia la soltó de repente.

Yuui se tambaleó, pero logró recuperar el equilibrio sin caerse.


“Eh, cómo sea. Puedes pasar”, dijo el guardia.

“Gracias”.

“Solo no te metas en problemas, porque si algo le pasa a alguien como tú, no nos vamos a involucrar”.

“… Claro”.

“¡Hey, el resto de ustedes! ¡No se paren ahí bloqueando la entrada!”.

Los viajeros se pusieron en marcha de nuevo como si de repente hubieran recordado cómo moverse, pero ahora las cosas eran diferentes. Esta vez, hubo susurros sobre Yuui mezclados con la charla de la multitud.

Cubriéndose la cara con la capucha de nuevo, Yuui avanzó y mantuvo los ojos en el suelo. Ix la miró.

Realmente no sabía cómo se trataba a la gente del este en el reino. Personas de todos los ámbitos de la vida solían visitar la tienda, pero nadie le había dicho abiertamente cómo era para ellos. Además, esta era en realidad la primera vez que conocía a alguien del este. Pero según la forma en la que el guardia la había acosado y las reacciones de la multitud, Ix no tenía la impresión de que fueran muy bien recibidos.

Mientras pasaban la puerta, Yuui murmuró “vamos, Ix”.

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“Sí”, dijo encogiendo sus hombros.

Leirest era agitada incluso en la noche.

Originalmente se había expandido como una ciudad comercial, pero desde la construcción de Kusa Zuf, se convirtió en un punto de reunión para las personas y los bienes que entraban y salían del reino y se volvió aún más próspera. De hecho, su actividad económica y su población habían aumentado de manera tan constante que ahora había suficientes personas atestadas entre sus paredes para hacerte sentir como si te estuvieras asfixiando.

Comerciante tras comerciante llamaron a Ix y Yuui mientras caminaban por la calle. Todo estaba en oferta, desde comida hasta gemas y telas esparcidas por el camino. Yuui se detuvo momentáneamente frente a un comerciante que había sacado algunas herramientas con patrones extraños en ellas.

“¡Oye, tú, con la cara que no puedo ver! Aquí tenemos artículos exhumados de los vertederos de religiones indígenas, de dioses muertos hace mucho tiempo en este reino, y…”. Sin perder el ritmo, el comerciante lanzó una palabrería sospechosa. Yuui rápidamente se bajó más la capucha y se alejó. Ix permaneció completamente inexpresivo al pasar junto al comerciante.

Cansados de la multitud, el par entró en un callejón, solo para ser golpeados por un hedor horrible a mitad de camino. La basura y los despojos estaban esparcidos por todas partes.

“… ¿Vamos por este camino?”, preguntó Yuui, luciendo infeliz.

“Personalmente, prefiero la basura real a la basura humana. Sin embargo, si no te gusta, puedes tomar una ruta diferente”.

“Y-yo me quedaré contigo”, dijo ella, siguiéndolo tan de cerca que casi se aferraba a su espalda. Ix se preguntó por qué se estaba esforzando si le molestaba tanto.

“Por cierto, ¿Hacia dónde nos dirigimos?”, preguntó Yuui. “Una tienda de varitas”.

“¿M-me estás delegando a ellos? Pero prometiste arreglarla…”.

“Acepto la responsabilidad, como prometí. La arreglaré. Pero necesito herramientas y materiales para hacerlo. Y antes de eso, tengo que examinar la varita en detalle. No puedo hacer eso solo. No sin equipo especializado”.

“Asumo que conoces a alguien, ¿No?”.

“Está esta chica—Ella era otra de las aprendices de mi maestro. Dado que dejó este trabajo, no rehusará ayudarnos”.

“Esta chica… ¿Es tan espantosa como tú?”.

“Ella es bastante capaz”.

“Capaz, ¿Huh…?”, murmuró Yuui, colocando una mano en su mejilla mientras pensaba. Pero ¿En realidad hay una tienda de varitas aquí? Ciertamente busqué minuciosamente para localizar a alguien que arreglara la mía”.

“Es la primera vez que oigo hablar de eso. ¿No pudiste encontrar a nadie?”.

“B-bueno, me dijeron que solo examinar la varita costaría bastante dinero… Y aunque no estaba claro si tu maestro estaba vivo, yo tenía el contrato, así que opté por ir allí primero…”, explicó Yuui, mirando hacia abajo avergonzada.

Una varita de tan alta calidad necesitaba ser manejada con delicadeza, por lo que el artesano probablemente había solicitado una tarifa adicional para cubrir la dificultad del trabajo. Comprar una buena herramienta requiere mucho dinero en efectivo, y usarla durante mucho tiempo requiere aún más. Incluso podría argumentarse que una herramienta era tan buena como el dinero que se invirtió en ella.

Siguiendo su recuerdo de la zona, Ix dobló una esquina. Cuando estaban a punto de salir del callejón, algo se movió a sus pies.

“¡Eeeek!”, Yuui dejó escapar un breve grito y se escondió detrás de Ix.

Vieron unos trapos retorciéndose al borde del camino. Ix inicialmente sospechó de una rata grande o un gato callejero, pero no era eso. Por debajo de los harapos brotaban un par de brazos y piernas de piel opaca.

Era un humano.

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Un vagabundo delgado y hambriento estaba sentado al borde de la carretera. Miraron el espacio con ojos sin vida.

Ix y Yuui se fueron rápidamente a otro lado, pero pronto se encontraron con otras personas en situaciones similares. Uno estaba hecho en posición fetal, mientras que otro le suplicaba a los transeúntes con una mano arrugada y extendida. El área estaba repleta de masas hambrientas, sin importar la edad o el género.

“La gente de este callejón está demasiado débil para ir a mendigar a la calle principal”, murmuró Ix. “Si hay tantos aquí, ¿Cuántos hay en toda la ciudad…?”.

“La capital no era así de mala ni por asomo…”.

“Tampoco era tan desesperado cuando vine hace unos años. He escuchado historias de que la capital no tiene muchas personas sin hogar, ¿Es eso cierto?”.

“Hay algunos, por supuesto, pero la mayoría son llevados a una casa de beneficencia o les dan trabajo. El resto sobrevive mendigando”.

“El rey actual aparentemente es magnánimo en iniciativas antipobreza; debe estar trabajando en eso cerca de casa primero”.

Sin embargo, en lugares fuera del alcance del rey, las personas sin hogar simplemente fueron ignoradas. Incluso si la gente quisiera ayudarlas, los fondos no estaban allí. Dada la reputación de Leirest como centro comercial, parecía obvio que aumentar los impuestos para ayudar a los pobres sería una idea controversial. Otras ciudades estarían en la misma situación. Sin embargo, los lugares donde el Marayismo era fuerte podrían ser otra historia…

Yuui suspiró con tristeza mientras caminaba junto a Ix. “Había oído que el reino era próspero”, dijo ella.

“Lo es. El aumento de personas sin hogar solo significa que la población está aumentando en consecuencia”.

“Pero, eso no importa si hay más ciudadanos en pobreza. ¿Por qué hay tal crecimiento descontrolado?”.

“Qué sé yo. Puede ser un efecto rebote”.

“¿Rebote de qué?”.

“¿Has oído de la plaga sonim?”.

“Sí, estoy al tanto de ella”.

La epidemia de sonim, una enfermedad a veces llamada la enfermedad de la mente rota, había barrido el reino hace unos veinte años y aniquilado casi un tercio de su población. La peste los llevó al borde del colapso. Y tampoco estaba confinado al reino; la enfermedad también se propagó a países vecinos y los devastó de manera similar.

Aunque Ix había crecido en una pequeña aldea de montaña, sabía mucho sobre el tema, habiendo aprendido de los clientes de su maestro que iban a visitarlo.

Empezó a explicar, dándole los antecedentes a Yuui de que todo lo que sabía sobre la plaga lo había escuchado de segunda mano.

“Dado que sonim mató a tanta gente sin importar su estatus, plebeyos y aristócratas por igual, debilitó el control de la nobleza. Los siervos ganaron dinero y libertad. Algunos campesinos incluso lograron amasar pequeñas fortunas. Como resultado, esas personas comenzaron a tener muchos, muchos hijos. La población del reino explotó, y sigue subiendo hasta el día de hoy. Supuestamente, es por eso por lo que el reino se recuperó un poco más rápido que las naciones circundantes. Con una población más grande, tienes más gente para trabajar”.

“Pero ¿Cómo resultaría eso en que también haya más personas en la pobreza?”.

“Es simple. Escasez de alimentos”, explicó Ix, sacudiendo la cabeza. “La cantidad de personas en un área aumenta, pero no la cantidad de alimentos para todos. Es por eso por lo que el costo de los comestibles está en aumento. Algunas personas tienen tan poco para comer que se rebajan a mendigar. Cuando su familia se esparce, no tienen adónde ir, por lo que su única opción es dormir al costado de la calle. Parece que están luchando para aumentar la cantidad de tierra cultivable en este momento, pero… No creo que puedan ponerse al día, especialmente cuando consideras la facilidad con la que pueden crecer las poblaciones”.

Yuui asintió comprensiva, aunque todo lo que Ix podia ver era su capucha moviéndose levemente.

“Entonces, ¿Por qué no emplean a los pobres para asistir en la expansión de las tierras de cultivo?”, preguntó ella.

“Hay un límite de tierra para trabajar”, respondió Ix de inmediato. “¿Lo entiendes? Ahora tienen que ir a áreas que antes no eran aptas para la agricultura”.

“¿Debido a la pobreza del suelo?”.

“Está eso, pero el mayor obstáculo son las bestias mágicas”.

“…Ah, ya veo”. Yuui suspiró. “Entonces, lo que estás diciendo es que cualquier superficie que no se haya convertido en tierra de cultivo está infestada de bestias mágicas. Intentan expandir la agricultura, pero no pueden. Hay pocas bestias mágicas en mi país, pero he escuchado historias similares”.

“Debido a eso, tienes a todos haciendo un gran escándalo por este grupo de personas llamadas aventureros”.

“Aventureros—”.

“Originalmente ellos trabajaban en una especie de grupos autónomos, pero ahora se han organizado sistemáticamente, por lo que están cazando más y más bestias mágicas. Supongo que los agricultores o el gobierno los recompensa por eliminar criaturas que se acercan demasiado a los cultivos. Los aventureros son un grupo peligroso que camina con armas al aire libre. La escala del Gremio de Aventureros ha crecido hasta el punto de que han coartado algunos de los derechos de las personas para cazar y cosechar cultivos en su propia tierra. Parece que incluso el gobierno del reino no puede controlarlo del todo… ¿Yuui?”.

Ix la miró inquisitivamente. Ella se estaba abrazando a sí misma y murmuraba algo en voz baja. Él puso una mano sobre su hombro, y ella saltó en respuesta.

“¿Qué sucede contigo? ¿Te atreves a tocarme a mí, Yuui Laika—?”.

“Eso es lo que debería estar preguntando. ¿Tanta hambre tienes?”, preguntó.

“Oh, sí…”, respondió ella, aparentemente de vuelta a sus sentidos. “Lo siento, parece que estaba un poco fuera de mí”.

“Uh-huh. Muy bien, ¿En qué posada deberíamos quedarnos?”.

“¡¿P-p-posada?! ¡¿En qué momento dije que pagaría con mi cuerpo?!”.

“¿Huh?”. Ix enarcó una ceja.

“…Um, ¿Pensé que íbamos a la tienda de varitas?”

“No tiene sentido. El sol ya se está poniendo. La dueña de la tienda solo está presente durante el día. Ella cierra al anochecer”.

Yuui parpadeó un par de veces y luego asintió con más fuerza de lo que nunca la había visto antes. Se agarró la capucha con fuerza y habló a toda prisa. “D-deberías haberlo dicho antes”.

“Lo hice. Durante el camino a Leirest. ¿Estabas tan cansada que no me oíste?”.

“Uh…”.

“¿Está bien ese hostal para ti? Me sirve alojarnos también donde estuviste antes”.

“Realmente no me importa dónde nos quedemos. Oh, pero me gustaría una habitación privada, en vez de una compartida”.

“Una habitación privada… No creo que un hostal tenga algo así, pero veré lo que puedo hacer”.

“U-una habitación privada para uno, ¿Sí? No una para dos”.

“Obviamente. Una habitación para dos significaría que te quedarías con alguien ahí”.

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“Ah, sí…”

Ella bajó su capucha aún más.

***

 

 

Yuui Laika se frotó sus cansados ojos.

Se quitó el abrigo y lo tiró sobre la cama. La temperatura estaba subiendo en esta área. Aunque había estado incómodamente acalorada todo el tiempo, no era lo suficientemente valiente como para caminar afuera con la cara y la piel expuestas.

Yuui colapsó en una posición sentada, incapaz de moverse más, como si su cuerpo se hubiera arraigado allí. Sus piernas se habían agarrotado por el cansancio de caminar sin parar desde la noche anterior.

“Agh, aaah…”.

Ella se frotó la pantorrilla con el pulgar, mezclándose perfectamente el dolor y la comodidad, hasta que salió de su boca un suspiro. Además de eso, su estómago vacío finalmente se había calmado con su primera comida en un día completo. Ella bostezó.

Yuui se preguntó si podía confiar en ese hombre, Ix.

Conocía el nombre de Munzil. Era un fabricante de varitas tan famoso que era conocido incluso en el este, siendo sujeto de todo tipo de leyendas que se contaban como si fueran la verdad. Historias de cómo su varita le había permitido a un niño derrotar a un soldado, o cómo arregló una varita rota con un solo dedo, o cómo construyó un bastón con una rama muerta cuando estaba en peligro en el bosque.

Obviamente, esas historias eran bastante exageradas, pero ella era muy consciente de lo asombrosos que eran los productos de su artesanía. Centrado únicamente en la alta precisión, Munzil cortaba todo lo innecesario en una varita hasta el punto de la obsesión. La varita de él que tenía era tan natural, se ajustaba a su mano tan perfectamente, que al principio no había entendido su brillo. Cuando usó una que él no había hecho, la confundió como si estuviera rota debido a la gran diferencia de rendimiento entre ambas. Fue entonces cuando ella lo entendió completamente.

Pero ¿Cuánto podía confiar en ese aprendiz suyo, tanto en términos de su habilidad como de su personalidad? Era un personaje sospechoso. Su expresión inmutable y sin emociones y su cabello descolorido le parecían completamente extraños.

Tocaron la puerta.

Ella se levantó disparada y contestó “¿Quién es?”.

“Soy Ix. Voy a entrar”.

“¿Qué?”.

Antes de que pudiera decir algo más, Ix abrió la puerta y miró dentro de la habitación. Ella había olvidado ponerle seguro a la puerta.

“Aaaaaaah, ¿Q-q-qué estás—?”.

Yuui rápidamente agarró su abrigo. No tuvo tiempo de ponérselo correctamente, así que simplemente lo envolvió alrededor de su cuerpo. Sin embargo, después de hacer eso, recordó que Ix ya sabía quién era ella. No había ninguna razón para que ella se escondiera de él. Ahora que lo pensaba, se dio cuenta de que él no había reaccionado en absoluto cuando supo que ella era del este.

Ix le lanzó una mirada y luego entró en la habitación. Llevaba una caja rectangular. Era larga, delgada y de madera, con un asa de metal en la parte superior. El contenedor era lo suficientemente grande como para que apenas hubiera cabido en su bolso. Yuui se preguntó si eso era lo único en su equipaje.

Se sentó en el suelo en medio de la habitación. Algo resonó dentro de la

caja.

Yuui estaba confundida. Esto no parecía una cita nocturna normal en absoluto. Su abuela le había enseñado lo que significaba para un hombre ir al dormitorio de una mujer por la noche, pero tal vez las cosas fueran diferentes en el reino.

Sacando solo la cara de su abrigo, regañó “¿En qué estabas pensando al poner un pie en el dormitorio de una doncella a esta hora?”.

“Estaba pensando que podría mirar la varita”.

“Peor aún, entrar sin esperar una respuesta es des— ¿La varita?”.

“Tengo que repararla, ¿No? Le haré una examinación más detallada mañana, pero quiero darle un vistazo rápido ahora. Así las cosas irán más rápido”.

“¿Q-qué?”.

“Si estás cansada, puedo retirarme”.

“N-no estoy tan cansada”.

“Está bien”.

Ix asintió y abrió su caja, luego sacó algunas herramientas extrañas y las esparció por el suelo. Completados los breves preparativos, envolvió algo alrededor de su cabeza. Cuando levantó la vista, Yuui vio que tenía un dispositivo sobre su ojo izquierdo, como lo opuesto a un telescopio. Finalmente, se puso un par de guantes blancos.

La serie de movimientos había sido suave y elegante, como la danza de la espada de un hábil guerrero.

“Mmm”. Ix sin decir palabra extendió su mano.

“¿…?”.


“La varita” .

“Oh, c-cierto”.

El rostro de Yuui se sonrojó al darse cuenta de lo fascinada que había estado. Había sentido como si él la estuviera invitando a bailar.

Antes de quitarle la varita a ella, él levantó los brazos en alto y luego abrió las manos para mostrarle el frente y el dorso. Después de eso, aceptó delicadamente la varita como si fuera preciada.

Entre las herramientas de Ix había un instrumento que parecía una aguja delgada montada sobre una base de madera. Con movimientos cuidadosos, colocó la varita en la aguja. Se tambaleó por un momento y luego finalmente se detuvo perfectamente paralela al suelo. Cuando empujó la punta de la varita con el dedo, comenzó a girar. Ix examinó el elemento giratorio con una expresión de absoluta seriedad.

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Yuui observó desde la cama, pero eventualmente, tímidamente hizo una pregunta. De lo contrario, era probable que se rindiera al sueño.

“¿Qué fue eso de antes, ese ritual?”.

“¿Ritual?”, respondió Ix, ajustando el dispositivo sobre su ojo izquierdo.

“Levantaste los brazos e hiciste algo”.

Ryuu to Sairei Volumen 1 Capitulo 1 Parte 1 Novela Ligera

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