Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“¿Q-Quién eres?”

“Jajaja, apenas tengo la audacia de manchar los oídos de la Gran Sabia del Imperio con el nombre de alguien tan humilde como yo”, dijo con una burlona y exagerada reverencia, con los dientes visibles detrás de su malvada sonrisa.

“¡Mia! ¡¿Estás bien?!”

Los dos príncipes se precipitaron por las escaleras, Anne y Dion justo en sus talones.

“¿Eres Jem?”

La mirada de puñalada de Sion no sacudió al hombre, que le amartilló una curiosa ceja.

“A juzgar por el hecho de que sabe mi nombre, supongo que ya conoce el plan de los Cuervos Blancos.”

“Así es. Tu plan ha quedado al descubierto”, dijo Sion, desenvainando su espada. “Tus amigos se han rendido. Te sugiero que sigas su ejemplo.”

“Amigos, eh…” Jem se burló de la palabra y sacudió la cabeza. “Hablando de eso, eso me recuerda a Graham. Casi me da lástima, el miserable bastardo. Un hombre cuya lealtad a su reino resultó ser demasiado picante para el delicado paladar de su joven y fastidioso príncipe.”

De repente, escucharon una nueva voz desde más abajo en el pasaje subterráneo.

“Ríndete, hombre. Se acabó. Dasayev Donovan está a salvo. Eres el único que queda.”

Keithwood apareció desde las sombras del más allá con una indiferencia característica. Jem, ahora atrapado en el medio, tsked.

“Aw, vamos. ¿Incluso encontraste la ruta de escape subterránea secreta? El Príncipe Sion es una cosa, pero parece que incluso la reputación de su ayudante está bien ganada.”

Sion estaba bloqueando las escaleras. Esperando más abajo en el pasillo estaba Keithwood. De pie entre ellos estaba Jem. Y en medio de todo esto, tratando de pasar desapercibida, estaba Mia.

Esta es mi oportunidad. Necesito salir de aquí…

Con movimientos lentos y discretos, se dio la vuelta y empezó a arrastrarse, sólo para sentir algo frío y metálico en su cuello.

“¡Eek!”

Ella jadeó y se enderezó, el movimiento casi la levanta del suelo. La sensación de una espada desenvainada en su piel convocó un aluvión de recuerdos que terminaron con el pesado y despiadado peso de una hoja que caía.

“No te hagas la lista conmigo ahora. No se necesita mucho para cortar ese pequeño y delgado cuello tuyo.”

Mia asintió con un celo adulador, balbuceando una cadena de balbuceos para transmitir obediencia antes de que un amenazante gruñido de Jem la hiciera callar para siempre. Se quedó completamente quieta, atreviéndose a parpadear cada pocos segundos.

“No hagas nada estúpido”, advirtió Sion. “Sunkland no apoyará a los Cuervos de Viento, ni blancos ni negros. Su plan ya ha fracasado. Se ha acabado.”

“Vaya, vaya, tan duro, Su Alteza. Todas esas palabras hirientes de usted podrían hacer que mi mano resbale. No querrás que ninguna cabeza de princesa ruede ahora, ¿verdad?” Jem golpeó su espada en el hombro de Mia para ilustrar su punto. “Tengo mucho estrés acumulado por haber arruinado mis planes por esta niña, después de todo. Puede que no quieras presionarme.”

Mia gimoteó e intentó alejarse de la hoja, pero se pasó un poco y casi perdió el equilibrio. Cuando sacó un pie para estabilizarse, aterrizó con una salpicadura evidente, seguida del inconfundible sonido de un líquido que goteaba constantemente en un charco. Jem la miró fijamente por un segundo. Luego sus labios se enroscaron en una profunda sonrisa burlona.

“Eh. Al final del día, la Gran Sabia del Imperio sigue siendo sólo una niña. Patética.”

Hasta el último par de ojos estaba ahora enfocado en Mia — específicamente en su falda, que estaba mojada. No había duda en ninguna de sus mentes de que, trágicamente, se había ensuciado en su terror.

Cualquiera de sus mentes… ¡Excepto la de Anne! La primera y más fiel súbdita de Mia inmediatamente se dio cuenta de lo que había pasado.

¡No! Este olor, es…

Una fragancia floral le hacía cosquillas en la nariz — una que era sorprendentemente familiar, ya que a menudo se desprendía del cabello de su querida señora.

“La que recibí de Abel se sentía un poco más hidratante”, recordó Mia diciendo.

Ese champú en particular, que contenía lo que debe ser una mezcla más oleaginosa de ingredientes, tenía una textura más aceitosa que la mayoría de los otros. El corolario lógico de este hecho era, por supuesto…

“¡Milady! ¡Corre!”

El repentino llanto de Anne atravesó el silencio como un trueno. Todos se congelaron. Todos excepto Mia, cuya confianza inquebrantable en su confidente hizo que sus músculos se movieran por reflejo. El tiempo se ralentizó mientras Mia, el único actor humano en un escenario de maniquíes de madera, se apoyaba en una pierna mientras se preparaba para correr. Entonces la pausa terminó, y todo se aceleró de nuevo.

“¡Pequeña mocosa!”

Jem reaccionó primero. Viendo que Mia intentaba escapar, levantó su espada y, con su rabia y odio hacia la Gran Sabia del Imperio en sus ojos, puso toda su malicia en un vicioso balanceo horizontal en su cuello. Si la hoja encontrara su marca, seguramente rasgaría su delicada piel, cortaría su delgado músculo y le atravesaría la columna vertebral, sólo…

¡Shhhhhlick!

Mientras Mia empujaba hacia abajo con su pierna en un intento de huir, su pie se estrelló contra el suelo y… siguió adelante. Había encontrado una resistencia sorprendentemente pequeña, y el exceso de impulso causó que toda la pierna fuera lanzada detrás de ella.

“¡Eeek!”

El movimiento repentino producido por sus zapatos empapados de champú estaba más allá de la capacidad de predicción incluso de un luchador entrenado. Sus piernas salieron volando de debajo de ella mientras su cuerpo se tambaleaba hacia adelante. Algo se movió bruscamente, a pocos centímetros de su cabeza.

“¡Gyah!”

Cayó de manera poco halagadora con un fuerte grito, pero nadie la culpó por ello.

“Pequeña— ¡Muere!”

Jem se zambulló hacia ella, con la espada preparada para clavar, pero él también pisó el charco de champú y sufrió su ira. Lanzó su pierna hacia adelante, causando que el resto de él se cayera hacia atrás. Su espada cayó al suelo fuera de su alcance.

“¡Milady! ¡Por aquí! ¡Deprisa!”

“¡Eeeek! ¡Eeeeeeek!”

Una masa salvaje de gritos y miembros agitados, Mia luchó desesperadamente para volver a ponerse de pie y llegar a Anne, sólo para resbalar una vez más. Su pierna trasera voló hacia arriba en un arco. Detrás de ella estaba Jem, de pie y corriendo hacia ella con el brazo extendido.

“Maldita niña, espera a que ponga mis manos en Yo — ¡¿Urk?!”

Fue las más desafortunadas de las coincidencias, causadas por dos personas en el lugar equivocado en el momento equivocado. El talón de Mia, que estaba en una trayectoria ascendente, estaba a la altura exacta para hacer contacto con las bo — No, por el bien de la propiedad, el lugar exacto no se mencionará. Baste decir, sin embargo, que ella lo pateó, en un lugar donde él realmente lo sintió.

“¡Hnnnnnnnnngh!”

Con un largo y agónico gemido, Jem cayó de rodillas, con ambas manos agarradas espasmódicamente en el lugar del impacto. Dion se acercó, con la espada desenvainada pero finalmente no la necesitó.

“Eh… Sabes, lo último que hubiera esperado es que la princesa acabara contigo ella misma”, dijo con una ceja levantada.

Así cayó uno de los principales conspiradores del incidente, Jem, ante el brillante juego de piernas de la Gran Sabia del Imperio, Mia Luna Tearmoon, quien hizo añicos su elaborado plan — y tal vez más — con una patada brutalmente bien colocada.