Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

“Escuché de la señorita Tiona que tu hijo Cyril es un niño bastante inteligente. Ella me dice que sobresale en sus estudios”.

Tan pronto como escuchó a Mia mencionar el nombre de Cyril, el conde de Rudolvon comprendió su intención.

De eso se trata. Su oferta es…

Probablemente deseaba ver a Cyril asistir a la escuela y estaba dispuesta a hablarle bien. Como compensación por tomar parte de su tierra, parecía un poco inadecuado…

Pero espera. ¿Qué pasa si no es una escuela cualquiera? Que si…

Después de un momento de contemplación, preguntó: “Su Alteza, perdóneme si he malinterpretado sus intenciones, pero ¿estoy en lo cierto al suponer que su oferta es una recomendación personal para que Cyril asista a la Academia Saint-Noel?”

Una llave a las puertas del instituto de aprendizaje más estimado del continente fue, de hecho, un favor extraordinario. Sería una reparación más que suficiente para el incidente.

He oído que es amiga de la hija del duque, Rafina. Si Tiona hubiera mencionado algo al respecto, entonces ciertamente es posible… Pero.

Las arrugas en su frente se profundizaron, y apretó los labios. Si esa era su propuesta, entonces él tendría que rechazarla. No tenía intención de enviar a su hijo y heredero del Imperio. Mia, sin embargo, sacudió la cabeza.

“Permíteme perdonarte entonces, porque de hecho has malinterpretado mis intenciones. No soy tan tonta como para enviar talentos valiosos a reinos extranjeros”.

Desde que recibió la carta había estado pensando en esta idea. Si Cyril fuera a asistir a Saint-Noel, ¿a quién se le atribuiría sus logros? Obviamente, sería la academia. O, lo que es peor, la gente podría atribuirlos a la previsión de la “Lady Santa” del principado, Rafina. Incluso podrían mirar a la hermana del niño, Tiona. Quienquiera que celebraran, no iba a ser el que simplemente hablara con Rafina para que lo atravesara.

Eso no fue lo suficientemente bueno. Lo que le importaba era recibir crédito. Necesitaba que la gente pensara que los logros de Cyril Rudolvon fueron todos gracias a ella. Para hacer eso, ella necesitaría colocarlo bajo su patrocinio directo. El problema era que ella no podía simplemente inscribirlo en una escuela local, porque Tearmoon simplemente no tenía instalaciones de aprendizaje a la par de Saint-Noel. Si ella lo enviara a una escuela mediocre, él nunca podría desarrollar la nueva variedad de trigo, lo que sería desastroso.

¿Cómo, entonces, podría resolver este dilema? Después de rascarse la cabeza, encontró una solución.

“¡Si el tipo de escuela que necesito no existe, puedo construir una yo misma!”

Tan pronto como se le ocurrió la idea, cayó en su lugar con un clic satisfactorio como una pieza de rompecabezas muy necesaria, y de repente, vio todo bajo una luz completamente nueva.

“Hablando de eso, iban a construir una ciudad para mí, ¿no? En ese caso…”

“¿Has oído hablar de Ciudad Princesa, que se construirá en el vizconde de Berman?”

Su repentino cambio de tema sorprendió al Conde Foráneo con la guardia baja, y le tomó unos segundos procesar lo que había escuchado.

“Uh, yo… Oh, sí, por supuesto”.

“Estoy pensando en construir una escuela allí”.

“¿Una escuela, dices?”

“Así es. ¿No sería terriblemente emocionante si existiera una escuela del calibre de Saint-Noel dentro del Imperio? ¿Junto con una ciudad circundante para apoyarlo?” preguntó Mia, desechando la idea como si fuera la cosa más simple del mundo. Entonces ella le mostró una sonrisa dentuda. “¿Y no sería aún más emocionante si Cyril fuera el primer alumno en asistir a esta escuela mía?”

Rudolvon inhaló bruscamente. Su corazón se aceleró.

Al poner el bosque bajo su jurisdicción directa, evitó que estallara cualquier conflicto. Al permitir que el vizconde Berman construyera una ciudad en su nombre, ella aplacó su vanidad.

¿Y en medio de todo eso, incluso pensó en incluir nuestros intereses en sus planes? ¿Nosotros los Rudolvons?

Al estar en un vizcondado vecino, la escuela estaría cerca de casa. Además, en el bosque cercano vivían los Lulus, con quienes tenían relaciones cercanas. Diablos, era más conveniente que incluso la ciudad capital. En cuanto a la ubicación, fue perfecto. El costo de tal proyecto sería enorme, pero solo su nombre — Ciudad Princesa — debería ser suficiente para atraer la atención de muchos otros nobles. Berman seguramente recibiría una gran cantidad de donaciones a cambio de un pedazo de la gloria. Y mientras Mia estuviera involucrada, se aseguraría de que el proyecto fuera exitoso…

En este punto, el Conde Foráneo había desarrollado una apreciación por la princesa que cimentó su confianza en ella. Respetuosamente bajó la cabeza.

“Tu cuidado y consideración me humillan. Mi familia y yo estamos honrados de ser bendecidos por su buena voluntad, y aunque tenemos poco poder, estamos más que dispuestos a hacer todo lo posible para ayudar”.

“Hmm, en ese caso…”

Mia inclinó la cabeza un poco y miró hacia arriba, fingiendo que estaba considerando sus elecciones. Incluso mientras murmuraba en voz alta frases como “Veamos ahora…” y “¿Qué necesito…?” Para ganar tiempo para pensar, estaba muy consciente de una sensación de euforia familiar pero largamente olvidada que se alzaba en su interior.

Ya viene, lo sé. ¡Puedo sentirlo en mis entrañas!

Se avecinaba una gran ola, y al igual que la última vez, iba a montar su oleaje hasta donde la llevara.

“Me siento cautivado por el suministro de trigo que su familia mantiene almacenado”.

“¿Huh? ¿Trigo, dices…?”

“Sí, y me gustaría que lo sigas almacenando. De hecho, en lugar de venderlo a bajo precio, conserve todo lo que pueda. Luego, cuando se desata una hambruna…”

“Oh, bueno, si deseas nuestro trigo en una situación así, ciertamente no dudaríamos en suministrarlo a la familia imperial. Tienes mi palabra—”

“No, eso no es lo que quiero decir”.

Mia lo interrumpió. Sus instintos le dijeron que lo que él sugería era una muy mala idea. Ese tipo de arreglo llevaría a que la familia imperial y la nobleza central almacenen trigo solo para ellos, dejando que la gente común muera de hambre. Al final, las masas enojadas se levantarían en la revolución, y su historia volvería a tener un final rápido y vertiginoso.

“Quiero que distribuyas el trigo directamente a las masas. Y quiero que menciones mi nombre mientras lo haces…”

Frente a su pedido descaradamente vanidoso, el Conde Foráneo la miró con los ojos llenos de… ¿No desdeño sino profunda admiración?

“…Espera, déjame asegurarme de que te entiendo correctamente. ¿Me está preguntando — en el caso de que necesite distribuir mi trigo a la población en general — para declarar que lo hago siguiendo las instrucciones de Su Alteza? ¿Nos está permitiendo usar la pancarta de su nombre?” Rudolvon preguntó incrédulo. Su voz temblaba de emoción. Había pasado mucho tiempo desde que había sido emocionado a este grado.

“Así es. Grítalo en la parte superior de tus pulmones si así lo deseas. Agregue mi nombre a cada bolsa que entregue”.

“…Estoy sin palabras, Su Alteza. Me dejas asombrado”.

La chica delante de él tenía la misma edad que su hija, y, sin embargo, mantenida en su pequeña forma, tenía una sabiduría tan tremenda que le dejó sin aliento. Las tierras de los Rudolvons eran vastas, y la mayoría de su gente eran granjeros. Este era un hecho bien conocido, y por eso, cada vez que las malas cosechas provocaban escasez de alimentos, los nobles prominentes venían a robarles su trigo. Lo harían con el pretexto de reunir provisiones para la familia imperial, pero en realidad, se quedarían con la comida. Para ellos, el hambre de las masas era irrelevante. ¿Por qué en el mundo darían comida a los plebeyos cuando corrían el riesgo de morirse de hambre? Entre gran parte de la alta nobleza, esa lógica era simplemente sentido común.

Lo que confundió el cálculo moral de sus acciones fue el hecho de que la mayoría de ellos no estaban tratando de mantener un estilo de vida excesivo. Si bien la vida de cualquier noble le parecería lujosa a un plebeyo, no atesoraban su deseo de lujo. ¿Por qué, entonces, estaban tan decididos a obtener más trigo? Simple. La razón fue el miedo. Nadie sabía cuánto duraría una hambruna. Ante el riesgo de morir de hambre, cada noble trataría de abastecerse de la mayor cantidad de comida posible. Cuanto más tenían, mayor era su amortiguador. Cuanto mayor sea su amortiguador, menos se preocuparán. Buscaron alivio de la ansiedad y, en el proceso, agobiaron a su gente con un sufrimiento de una naturaleza mucho más tangible.

Aún así, el sufrimiento era sufrimiento, ya sea mental o físico. Pensar solo en ti mismo podría ser inmoral, pero temer el hambre era solo humano. Mientras enmarquen sus acciones como protegiéndose de la hambruna, poco se puede hacer para reprenderlos.

Ahora imagine que, bajo tales circunstancias, en lugar de ofrecer sus provisiones a los nobles que tocan a su puerta, los Rudolvons en cambio dieron su comida a las masas de forma gratuita. ¿Qué pensarían sus compañeros? Estarían furiosos. Teniendo en cuenta la pretensión de coleccionar para la familia imperial que tan a menudo empleaban, tal acto podría incluso llegar a ser traición.

Y ahí estaba el genio de Mia. Ella le había ordenado que mantuviera en alto su estandarte — para calmar a las masas hambrientas bajo su propio nombre. Todo se llevaría a cabo como una orden directa de la princesa.

“Me avergüenza decir esto, su alteza, pero soy un hombre tímido, y debo preguntarle si estaría dispuesto a poner estas instrucciones suyas por escrito”.

“¿Escrito? Bueno, ciertamente no me importa. De hecho, eso calmará muchas preocupaciones”, dijo Mia mientras un signo de interrogación figurativo flotaba sobre su cabeza.

La reacción del Conde Foráneo la desconcertó. Después de todo, lo que estaba proponiendo era esencialmente que los Rudolvons hicieran todo el trabajo y que ella se llevara todo el crédito. La oferta fue tan unilateral que incluso ella estaba un poco preocupada de haber ido demasiado lejos. Si bien había puesto un frente tranquilo, en realidad estuvo bastante nerviosa durante toda esta conversación, preguntándose si un boleto a Saint-Noel realmente sería suficiente para convencer a los Rudolvons de seguir su plan.

Sinceramente, es un poco inquietante lo ansioso que está por hacer esto. Me pregunto si tiene algo más bajo la manga… pensó, cada vez más sospechosa ante la extraña disposición del hombre de aceptar un trato tan malo. Ella lo estudió cuidadosamente. ¿Está tratando de ganar mi favor? Tal vez está tratando de demostrar cuán leal es, así que lo trataré mejor en el futuro.

Ansiaba el conocimiento de Cyril Rudolvon, pero eso no significaba que quisiera ser amiga del niño. Seguía siendo un Rudolvon, y ella todavía tenía carne con ellos. Después de todo, uno no simplemente corta la cabeza de una chica y espera que lo olvide.

Tratando de untarme, ¿eh? Veo tu juego, Rudolvon, y no va a funcionar. ¡Es hora de que baje el pie!

Se sopló una bocanada de aire arrogante por la nariz y levantó la barbilla hacia el Conde Foráneo.

“Solo para que quede claro, esta escuela no va a ser el tipo de lugar al que los nobles prominentes usualmente asisten. Cyril es ciertamente bienvenido, pero es mejor que no espere nada de la extravagancia habitual. Ciertamente me ocuparé de que su calidad académica esté a la par de Saint-Noel, pero de lo contrario será un establecimiento modesto. Planeo invitar a todo tipo de estudiantes, incluidos los plebeyos y los de la tribu vecina Lulu”.

La implicación — en su mente, por supuesto — era que ella no estaba tan impresionada con su hijo, y ciertamente no lo estaba enviando a alguna prestigiosa institución académica. Para ella, él y su familia no eran diferentes de las masas, y ella los trataría como tal. Todo el rollo tenía la intención de transmitir una especie de ambiente de “conoce tu lugar, humilde campesino”.

Después de escuchar el pequeño discurso de Mia, Rudolvon se calló. Su mano tembló un poco.

“Entiendo… Las palabras no pueden expresar la profundidad de mi gratitud, Su Alteza”, dijo, tan conmovido que las lágrimas brotaron de sus ojos.

Hasta qué punto está dispuesta a llegar para asegurarse de que Cyril pueda aprender en un entorno libre de las presiones de tratar con la nobleza central prominente… E incluso va a invitar a los vecinos Lulus para que puedan generar confianza desde una edad temprana…

Con toda honestidad, a Rudolvon nunca le había gustado mucho la familia imperial. Ahora, sin embargo…

Tal vez… solo tal vez… finalmente encontré a la persona a quien debería jurar mi lealtad.

Oleadas de emoción le subieron por el pecho y le salieron por los ojos, bajando por sus mejillas en corrientes cristalinas de pura y sincera alegría.

Mia lo miraba con una especie de fascinación espeluznante, del tipo que a menudo se siente cuando uno sabe que debe mirar hacia otro lado, pero la perversión en exhibición es tan fascinante que simplemente no pueden.

Dulces lunas… ¿Es él… una de esas personas? Del tipo que… cuando eres malo con ellos o los lastimas, ¿se sienten realmente bien?

¿Estaba él… disfrutando de su desdén? Ella miró al hombre, completamente asustada por la expresión de placer en su rostro.

B-Bueno, de nuevo, él es el padre de Tiona. Supongo que no debería sorprenderme…

En cualquier caso, ella había logrado lo que había venido aquí. Cyril Rudolvon era un trato hecho, y todo el trigo de Rudolvon era efectivamente suyo para tomar.

Estoy tan contenta de haberles hecho una visita directa. ¡Esa fue una de las mejores decisiones que he tomado! pensó con una sonrisa satisfecha mientras se recostaba en su asiento y disfrutaba del suave balanceo del carruaje mientras la llevaba de regreso a la capital.

Y así, la pieza final se puso en su lugar, preparando el escenario para que la corriente del destino fluya abruptamente en una nueva dirección…