Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

La Gran Biblioteca en el Palacio de la Luna Blanca alberga el conocimiento recopilado de todo el imperio. Sentada en uno de los escritorios de madera adentro estaba Mia. Tenía la barbilla en la palma de la mano y dejó escapar un suspiro abatido.

—Hmm… Esto ha sido muy infructuoso…

Había pasado la mayor parte de los últimos dos días encerrada en la biblioteca. Después de que el recuerdo de Anne volviera a ella, había pasado la siguiente semana revisando su diario y revisando todo lo que recordaba. Al final, llegó a la conclusión de que lo que vio no era un sueño. Era algo que realmente había sucedido, o más bien, iba a suceder en el futuro. Tan pronto como se dio cuenta de esto, ella gritó:

—¡N-N-Nunca! ¡ No voy a pasar por eso otra vez!”

Absolutamente no podía soportar la idea de ser puesta en la guillotina por segunda vez. No importa qué, tenía que encontrar una manera de evitar ese futuro. Impulsada por un deseo singular de escapar de este horrible destino, se escondió en la biblioteca y comenzó a leer sobre el estado actual del Imperio Tearmoon. Según sus recuerdos, dentro de unos años, las finanzas del imperio comenzarían a deteriorarse. Para empeorar las cosas, una hambruna atacaría poco después, seguida del estallido de una plaga. Entonces, habría una revuelta popular que se convirtió en una revolución en toda regla. Finalmente, el imperio estaría sujeto a una intervención extranjera directa cuando los reinos vecinos decidieran ayudar al ejército revolucionario.

Esa era, ella creía, la esencia de cómo habían salido las cosas. Después de leer todo tipo de libros en la biblioteca y hacer referencias cruzadas con sus propias historias, resumió todo lo que había aprendido en una simple oración:

—Cuán terriblemente complicado es todo esto.

Como era de esperar, su infancia mimada la había dejado irremediablemente preparada para tal empresa. No había forma de que pudiera hojear algunos libros y de repente entender la política o la economía. El problema era que ella sabía lo que iba a pasar. Ella simplemente no sabía qué hacer al respecto. Frustrada, ella sostuvo su cabeza en sus manos y gimió. Incluso los atracones de azúcar no ayudaron; no importa cuántos dulces comió, no podía tener buenas ideas. Sin embargo, para su crédito, ella comenzó a entender por qué podría ser un problema para una de sus comidas costar el salario mensual completo de un plebeyo.

«Parece que no tengo más remedio que encontrar a ese hombre…»

Cuando recordó los acontecimientos con Anne, también recordó a otro de sus leales sujetos. Era un joven funcionario del ministerio, excepcionalmente competente y ferozmente dedicado. Frente a un imperio derrumbado, trabajó sus dedos hasta el hueso tratando de salvarlo y, en el proceso, la familia real. Incluso después de que Mia había perdido todo, él nunca la abandonó, intentando todo lo que pudo para ayudar hasta el final.

Hubo, sin embargo, un problema.

«No veo su nombre escrito en ningún lado. Todo lo que recuerdo es que fue terriblemente grosero…»

Las referencias al hombre incluyeron: “cuatro ojos”, “cuatro ojos estúpidos” y “malditos cuatro ojos”. Ella recordaba haberlo llamado todo tipo de cosas, pero su nombre era la única cosa que nunca podría haberlo llamado.

—Bueno, no puedo hacer mucho si no sé su nombre. Me pregunto si encontraré alguna pista aquí…

Volvió al principio de su diario y lo leyó de nuevo. En la página que detallaba su primera reunión, encontró una pequeña línea de texto que lo describía como “el tonto que fue expulsado de Central y fue enviado al campo”.

—¡Ah-hah! Recuerdo que ocupó un cargo en la capital durante algún tiempo… Tal vez debería ir a buscarlo.

Era posible que todavía estuviera en la capital imperial. Suponiendo que era mejor apresurarse, Mia se puso de pie y le pidió a Anne que hiciera los arreglos para una excursión.

Lunatear, la capital imperial del Imperio Tearmoon, albergaba cinco ministerios que ayudaban al emperador en el gobierno.

El Ministerio de Azuremoon era la agencia administrativa de la ciudad capital. El Ministerio de Goldmoon manejó los impuestos. El Ministerio de Scarletmoon era la agencia administrativa para las regiones rurales circundantes. El Ministerio de Jademoon manejó los asuntos exteriores. Finalmente, el Ministerio de Ebonymoon ordenó a los siete ejércitos del imperio.

Mia se dirigía al ministerio más cercano al Palacio de Blanca Luna, el Ministerio de Goldmoon. Ella no tenía ninguna razón particular para hacerlo. Ni el hecho de que él había trabajado mucho para restaurar las finanzas del imperio, ni el hecho de que había sido extremadamente quisquilloso con el uso del dinero le pasó por la mente. Fue, con toda honestidad, solo una corazonada.

—Um, princesa Mia, ¿Qué estamos haciendo exactamente aquí? — dijo Anne, con el ceño perplejo.

—Hay alguien a quien deseo conocer.

La respuesta de Mia fue corta y simple.

—Alguien… ¿Quieres conocer? Te refieres…

Las manos de Anne se dispararon hacia su boca y ella jadeó. Entonces, ella asintió en aparente comprensión.

—Si ese es el caso, puede estar seguro de que haré todo lo que esté a mi alcance para ayudar.

—… ¿Hm? ¿Es eso así? Bueno si insistes. Ciertamente lo aprecio.

Mia no estaba segura de por qué Anne parecía tan entusiasta de repente, pero no pensaba en ello.

—Espero que esté aquí… Oh, Dios mío.

Escucharon un par de voces. Parecía que estaban discutiendo.

—¿Por qué se permite que un gasto tan derrochador continúe sin control? ¡Sabes tan bien como yo que, a este ritmo no pasará mucho tiempo hasta que las finanzas del imperio exploten!

—Bah, suficiente de esta charla.

—Pero…

—¡Dije lo suficiente! ¿De qué sirve preocuparse por detalles tan triviales?

—No son detalles triviales. Si esto sigue así, el imperio…

Ella sonrió. Ahora aquí había una voz que ella reconoció.

—Mi, mi Dios— dijo, sintiendo una leve sensación de nostalgia, —parece que hemos encontrado oro. ¡Todo el tiempo que pasó en la Gran Biblioteca valió la pena!

A pesar de la irrelevancia total de su limitado aprendizaje en la biblioteca, Mia sí tuvo un golpe de muy buena fortuna.