Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Volumen 1

Capitulo 7: Princesa Mia… Pone Una Sonrisa Petulante

La primera vez que lo conoció, las cosas no podrían haber empeorado. Ese día, Mia lo estaba llamando a él, un joven funcionario del ministerio, para que reconociera formalmente su servicio. Su primera impresión del joven no fue mala. De hecho, a ella le gustaba bastante. Tenía el pelo liso que era lo suficientemente largo como para cubrirse las orejas, y llevaba un par de anteojos de fabricación extranjera. Detrás de sus pequeñas lentes había ojos que brillaban con intelecto. Aunque había un aire de distancia hacia él, sus rasgos hermosos eran más que suficientes para llamar la atención de Mia. Por esta razón, Mia esbozó una sonrisa, que rara vez mostraba a los plebeyos, y lo saludó con una voz inusualmente amable.

Su respuesta, sin embargo, fue fría y aguda.

—¿Tienes alguna idea de cuánto cuesta alimentar a la realeza?

—P-por qué, qué grosero de tu parte.

La repentina afrenta dejó a Mia desconcertada. El hombre con gafas delante de ella aparentemente estaba enojado, pero no tenía la menor idea de por qué. Era extremadamente raro que Mia viera a alguien enojada con ella, sin importar que la reprendiera alguien que acababa de conocer por primera vez. Nada de eso tenía sentido.

—¡Te haré saber que estoy aquí para reconocer tus esfuerzos! ¿Por qué, entonces, debo ser sometida a tal ofensa? — dijo indignada. Después de todo, acababa de otorgarle al joven algunas palabras de agradecimiento.

La implosión financiera y una furiosa epidemia, agravada por la revuelta de una tribu menor, habían llevado al imperio al borde del colapso. Los oficiales, funcionarios e incluso los primeros ministros, todos habían estado a punto de huir de sus puestos. Fue entonces cuando Mia escuchó que había un funcionario que se negó a abandonar sus deberes y que seguía trabajando incansablemente solo.

—Qué terriblemente admirable. Creo que personalmente debería hacerle una visita.

Así lo había hecho, y allí estaba.

¡Ella había venido hasta aquí! ¡Solo por el! Entonces, cómo es que ella fue la que tuvo que ver a este joven funcionario supuestamente leal darle la mirada de condescendencia de los dedos a los anteojos y todo su discurso de “¿Tienes alguna idea de cuánto?” Y no solo eso, ¡Siguió adelante!

—Agradecería que dejaras de pararte allí como un bulto en un tronco. Al menos sal del camino. Además, hay muchas cosas que solo usted puede hacer, así que, si tiene tanto tiempo libre, hágase útil, su alteza.

«¡Qué insolencia! ¡Qué terrible insolencia! ¡La actitud de este hombre es absolutamente imperdonable!»

Mia había estado tan molesta por el encuentro que perdió toda una noche de sueño por eso. Incluso después de meterse en la cama, ella seguía apretando los dientes con ira mientras se sacudía y daba vueltas una y otra vez. Para cuando dejó de dar vueltas, ya estaba brillante afuera.

En resumen, su primer encuentro fue horrible.

Sin embargo, también era cierto que incluso después de que Mia fue arrojada al calabozo, él permaneció firme en su trabajo, corriendo incansablemente de un lugar a otro en su solitario intento de restaurar el imperio. Había escuchado que él había pedido su liberación, y entre sus innumerables sujetos, él y Anne eran los únicos que la visitaban el día que fue ejecutada. En consecuencia, la confianza de Mia en el hombre era profunda.

«Si solo fuera más amable con sus palabras, no tendría quejas sobre él.»

—… Hmph. Muy bien. Si es tan apasionado, el Oficial Tributario Junior Ludwig, entonces le permitiré trabajar a su gusto. Estás oficialmente designado para el Ministerio de Scarletmoon.

La situación rápidamente cambió, la paciencia del funcionario mayor se había agotado.

— ¡Ah-hah! ¡Ludwig! Ese era su… E-Espera. ¿Ministerio de Scarletmoon?

—¿Me estás enviando al campo?

—Correcto. ¿Por qué no coges más impuestos de la gente del campo? Eso resolverá esta crisis tuya en todo el imperio, ¿no?

—Pero…

«¡Eso no sirve para nada! ¡Ese estúpido cuatro ojos ya fue echado de su trabajo!»

Mia entró en pánico. La última vez que fue enviado al campo, no regresó hasta que fue demasiado tarde. Para entonces, el Imperio Tearmoon ya no podía repararse. En otras palabras, si él va…

«¡M-Me voy directo a la guillotina!»

Mia saltó de las sombras y corrió hacia los dos hombres.

—¡Espera un momento!

—Ugh, ¿Quién es ahora… Qué— ¡Su Alteza!

—Creo que he escuchado lo suficiente como para entender lo que está pasando aquí.

El funcionario de mayor rango se limpió el grueso brillo del sudor que repentinamente cubrió su frente.

—Ah, bueno, me disculpo por someter a su alteza a una discusión tan tediosa…

—Eso no importa. Más importante aún, debo decir que me parece terriblemente imprudente arrojar a los funcionarios jóvenes al camino con tanta impunidad. Prefiero que digan lo que piensan y defiendan sus argumentos para que podamos actuar según sus ideas en beneficio del imperio.

—Ah, entiendo, pero…

Antes de que el hombre mayor pudiera terminar su pensamiento, Mia le lanzó una mirada fulminante.

—¿Mi Dios? ¿Es esa resistencia la que escucho?

—¡Qué… ¡No! ¡P-P-Por supuesto que no!

—Encantador, me alegra escuchar eso. Por cierto, tú, el joven de allí. Creo que te llamas, hrm, Ludwig, ¿verdad?

—¿Huh? Uh, sí… — respondió Ludwig, algo desconcertado por la repentina mención de su nombre.

—Me gustaría tener una o dos palabras contigo. Espero que esté bien contigo— dijo Mia, mientras agarraba la mano de Ludwig y lo llevaba a otra habitación.

—Hey… Uh, quiero decir, perdóname, su alteza, pero ¿Puedo saber cuál es su preocupación? Hay muchos otros asuntos que necesitan mi atención…

Al principio, Ludwig estaba bastante desconcertado por este brusco giro de los acontecimientos, pero, después de recuperar la compostura, ahora estaba poniendo los ojos en blanco ante el comportamiento aparentemente sin sentido de la joven princesa.

—Deseo hablar contigo un rato.

—Uh, estoy bastante seguro de que acabo de decir que estoy ocupado…

—Hay algo sobre lo que me gustaría preguntarte.

—…Te entra por un oído y por el otro sale, eh. La princesa egoísta de hecho. Veo que tu infamia es más que merecida— dijo Ludwig, con un encogimiento de hombros resignado antes de dejar escapar un largo suspiro. —¿Bien? Vamos a escucharlo, entonces.

—Muy bien. Supongo que la forma más sencilla de decir esto sería… ¿Cómo podría uno restaurar el estado de las finanzas del imperio?

Tan pronto como escuchó esta pregunta, los ojos de Ludwig se entrecerraron.

—Hmph. En ese caso, déjame hacerte una pregunta, alteza. ¿Tienes idea de cuánto cuesta alimentarte? — dijo él, mirándola con condescendencia.

A cambio, Mia respondió: —Bueno, creo que una sola comida cuesta el equivalente al salario de un mes para ti, lo que equivale a aproximadamente un oro creciente. ¿Estoy en lo correcto?

Luego se cruzó de brazos y lo miró con la sonrisa más engreída que jamás había usado.