Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Tratando de ignorar el enjambre de abejas en su estómago, Mia entró al aula durante el almuerzo.

—Um, señorita Rafina, ¿Puedo tener un momento? — Preguntó con una sonrisa nerviosa. Su voz se quebró un poco.

—¿Hm? Oh, Mia— Rafina levantó la vista de su escritorio y, al ver que era Mia, se levantó para saludarla. —¿Qué pasa?

Llevaba su habitual sonrisa educada, pero eso era un consuelo frío para Mia. Después de todo, no la llamaron santa por nada; su rostro se convirtió por defecto en una sonrisa. Ella podría estar sentenciando a Mia a la guillotina y seguir luciendo igual. Uno nunca podría ser demasiado cuidadoso con ella.

—Hay algo que me gustaría discutir contigo… — preguntó Mia mientras miraba tímidamente a Rafina.

—¿Esta ahí? En ese caso, ¿Por qué no vienes conmigo a mi habitación? Estaba a punto de almorzar— respondió Rafina, su voz suave y tranquila como siempre.

Una vez que entraron a su habitación, de repente aplaudió y se volvió hacia Mia.

—¡Dios, acabo de recordar! Muchas gracias por tus regalos. El personal los amaba mucho— dijo felizmente.

Mia le devolvió la sonrisa, tanto aliviada de que Rafina estuviera de buen humor, como para ocultar el hecho de que no tenía ni idea de a qué regalos se refería. Eran, por supuesto, de Anne, que aún no le había informado a Mia sobre ellos.

«Gracias a las lunas. A este ritmo, podría sobrevivir a este encuentro…»

Una vez que tomaron asiento y pusieron sus almuerzos sobre la mesa, Mia se volvió lentamente hacia Rafina y, sin dudarlo, inclinó humildemente la cabeza.

—Lamento muchísimo lo que sucedió

Este fue un momento potencial de guillotina; su ego podía esperar.

—Por favor, Princesa Mia, no necesitas disculparte. No fue cosa tuya, ¿verdad?

—No, pero como Princesa de Tearmoon, soy responsable de las acciones de sus nobles— dijo Mia, tratando de sonar lo más sincera posible. Le tomó un poco de esfuerzo, porque en el fondo de su mente, ella estaba pensando « ¡Por supuesto que no! ¡No tiene nada que ver conmigo! ¡Ni siquiera sabía que sucedió!»

—Entiendo. Entonces, en cuanto a la acción disciplinaria… ¿Qué tenía en mente?

—Ya ordené que enviaran a los culpables asistentes a Tearmoon. En cuanto a sus estudiantes de maestría, debido a la falta de evidencia clara que indique su participación directa, les he pedido que se involucren en la autorreflexión y se mantengan vigilantes contra tal comportamiento en el futuro.

Los ojos de Rafina se entrecerraron de inmediato.

—Eso parece bastante indulgente de tu parte.

«¡Eeeek!»

La penetrante mirada de la presidente del consejo estudiantil provocó un escalofrío terrible en la columna vertebral de Mia, e instantáneamente lamentó haber dejado que los estudiantes dominaran tan fácilmente. Por desgracia, ya era demasiado tarde para revertir su decisión. En este punto, no tenía más remedio que discutir el mérito de su oración laxa.

“Parece, princesa Mia, que eres una persona muy misericordiosa”.

«M-Merci… ¡Lunas misericordiosas! ¡¿Qué debo hacer?! ¡Estoy en muchos problemas!»

Mia se sintió como un gatito que se había metido en un león pesado y había sido preparado con una mirada hambrienta. Con el cuello en la línea, buscó desesperadamente una salida a esta situación. Desafortunadamente, después de haber alcanzado el rendimiento mental máximo anteriormente, su cerebro ahora se estaba sobrecalentando y se negó a dar ideas. Justo entonces, notó el plato de sopa sobre la mesa. Un trozo de algo amarillo sobresalía de su superficie. Era su viejo amigo, el tomate Ambermoon.

La cara del jefe de cocina del Imperio apareció en su mente. Recordó cómo había odiado los tomates ambermoon, cómo él tercamente se los seguía sirviendo, y cómo había trabajado para convertirlos en algo que le gustaría…

—Ah, tomates ambermoon… — murmuró para sí misma. —Qué irónico que su picante a menudo conduzca a su desperdicio… sin embargo, el remordimiento por este pecado solo viene después de que no queda nada para comer…

Recordó la primera vez que los probó después de reencarnarse. La idea de que previamente había tirado esa comida tan meticulosamente preparada (y todo el cuidado y la dedicación que se dedicaba a ella) la hicieron hacer una mueca. Fue un claro recordatorio de lo terrible que había sido una persona.

«…¡Espera! ¡Este no es el momento de ponerse nostálgica! ¡Necesito enfrentar la realidad!»

—Entonces… ¿Quieres decir que las personas hacen cosas malas porque no saben que están equivocadas?

—… ¿Eh?

—Y en este caso, se hizo poco daño real, lo que hizo que la reparación de la víctima fuera mucho más simple. Por supuesto, ahora veo… Así que por eso enviaste a tu ayudante más confiable, Anne…

La actitud de Rafina cambió visiblemente. Ella sonrió de nuevo, pero esta vez, fue mucho más suave que antes.

El castigo tiene dos propósitos. El primero es proporcionar consuelo emocional a la víctima. El segundo es fomentar la reflexión en el delincuente. En este caso, los esfuerzos de Anne habían reducido al mínimo el daño causado.

—Permitirnos centrarnos en promover la reflexión en los delincuentes, después de lo cual, con suerte, aprenderán y madurarán… De hecho, ese podría ser el curso de acción que más se adapte a un instituto de aprendizaje.

—¡A… Absolutamente!

Mia saltó sobre el comentario. Ella no sabía qué era, pero saltó de todos modos… lo que sea que la sacara de esta situación.

—Mia— dijo Rafina, mientras tomaba las manos de Mia entre las suyas, —tienes mi sincera admiración y respeto. Hay una profunda misericordia en ti. Te empuja a buscar la redención incluso de los malvados, y es algo que no tengo. Ahora veo por qué se refieren a ti como la Gran Sabia del Imperio.

—Me siento honrada de escuchar eso— dijo Mia, con una sonrisa nerviosa. Ser excesivamente alabado tampoco era cómodo.

—Y, bueno… Y-Ya ves, sobre eso…

Rafina de repente comenzó a tartamudear.

«¡¿H-Hay más?! ¡¿Ahora qué?!»

Resistiendo el impulso de salir corriendo de la habitación en ese mismo momento, Mia siguió escuchando. Las siguientes palabras de Rafina, sin embargo, la tomaron completamente por sorpresa.

—Um… ¿Te gustaría… ser mi amiga?

—¿Yo … qué?

Desde ese día, Mia había ganado una amiga: la hija del Duque de Belluga, Rafina.

Después de despedirse de Rafina y regresar a su habitación, Mia se tomó el tiempo de alabar a Anne. Luego, antes de que la pobre doncella se recuperara de ser golpeada por un repentino torrente de gratitud, ya la habían arrastrado a la ciudad en nombre de recompensarla por sus esfuerzos. Así se produjo la búsqueda de Mia y Anne de probar todos los dulces de la ciudad, pero esa es una historia para otro momento.