Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

—… ¿Quién demonios era ese, me pregunto?

Después de su comida, Mia fue al salón en el Jardín Aerial. El Jardín Aerial, a pesar de su nombre, en realidad no flotaba en el aire. Se sentó sobre el Palacio de la Luna Blanca y se construyó sobre una parte del techo que sobresalía hacia afuera. El jardín en sí, lleno de hermosas flores recogidas de todo el imperio, era lo suficientemente impresionante como para entretener a los invitados reales extranjeros.

Mia pasó un tiempo deambulando por el jardín, disfrutando de las abundantes vistas y fragancias. Desafortunadamente, su caminata no pudo aclarar su mente, y continuó luchando con la molesta sensación de que estaba olvidando algo importante. Sin embargo, su identidad parecía estar envuelta por un velo de niebla, y sus intentos de captarla resultaron infructuosos.

—… ¡Ah-hah! Ya sé el problema, parece que necesito más dulces. ¡Doncellas! Tráeme algunos dulces, ¿quieren?

Sintiendo la necesidad de compensar los dulces que le habían negado cruelmente antes, aplaudió. Poco después de sentarse en una mesa en la esquina del jardín, una joven sirvienta se le acercó a toda prisa con una bandeja. Cuando Mia vio el artículo que llevaba, sus ojos se abrieron de emoción.

—¿P-podría ser? E-Eso es…

Fue un pastel. Una capa de crema cubría su cuerpo, que estaba coronada por una generosa pila de fresas frescas. Era, en resumen, una tarta. No había nada especial al respecto. Y todavía…

—¡¿P-Pastel?! ¡Oh, cuánto tiempo ha pasado desde que comí pastel!

Sus días en el calabozo fueron obvios, pero incluso antes de su captura, los problemas financieros del imperio la habían privado de la posibilidad de comer pastel. Naturalmente, la visión de una de ellas la envió a un ataque de emoción, y ella podría haberse levantado y haber hecho un giro si la doncella no hubiera dicho:

—¡¿A-Aquí tienes, su Altezaaa?!

Los pies de la joven doncella dejaron el suelo y su cuerpo, liderado por el pastel, se elevó al aire libre. La mandíbula de Mia cayó al ver el pastel volar más allá de su cara. Entonces, también lo hizo la doncella. Sin nada que los detuviera, tanto la doncella como el pastel siguieron la misma trayectoria: hacia el suelo. Aterrizaron junto con un espantoso golpe, y el pastel ya no estaba, reducido a una gran mancha blanca en el uniforme de la doncella. Este hecho desastroso dejó a Mia sin palabras.

—¡Por el amor de… señorita Anne! ¡¿Qué demonios estás haciendo?!

Una doncella mayor que había sido testigo de la secuencia de los acontecimientos se apresuró.

—Mis más sinceras disculpas, su alteza. ¿Estás bien?

Le tomó unos segundos, pero Mia rápidamente salió de su desconcierto y sonrió.

—Bastante. Estoy bien, muchas gracias.

Normalmente, ella habría gritado su disgusto a la doncella de inmediato. De hecho, si esta hubiera sido la Mia del pasado, sin duda ya estaría en el proceso de hacerlo. Afortunadamente, sus experiencias en el calabozo la habían cambiado, impartiendo una amabilidad tan profunda como la más profunda de las bandejas de pasteles y tan amplia como la más amplia de las tazas de té.

En otras palabras, ella había aprendido algo de tolerancia. No es suficiente para ser visto como una persona razonable de ninguna manera, pero tal vez lo suficiente como para liberarla de su título “egoísta”. Este era un signo innegable de madurez. De hecho, madurar es ser humano. No importa el ritmo (ya sea más lento que una tortuga o, diablos, como un caracol) ¡Mia dio un paso adelante en el camino hacia la madurez! Por lo tanto, incluso después del calamitoso caso del pastel comprimido, ¡Mia todavía tenía una sonrisa! ¡Estaba tensa, pero todavía era una sonrisa!

—No importa. Si simplemente me traes otro pastel, todo estará bien—, dijo para calmar el estado de ánimo antes de ir más allá y preguntar: —Más importante aún, ¿Está bien la pobre chica?

¡Incluso podría tener algo de consideración por sus doncellas! Además, pensó que no tenía sentido hacer un escándalo cuando podían simplemente traerle otro

—Lo siento mucho, alteza, pero ese fue el único pastel que comimos hoy…

—¡Tú! ¡De rodillas, ahora!

Y así como así, ella espetó. Frente al hecho de que su único pastel había sido arruinado, la tolerancia recién descubierta de Mia duró poco más que una brasa bajo la lluvia. ¡No se equivoquen, el pastel era un asunto serio! Especialmente cuando habían pasado años desde que ella había tenido alguna. Entre el buen sentido y el pastel, el pastel ganó cada vez.

—M-Mi pastel… ¡Cómo te atreves a hacerle esto a… Tú! ¡Mírame!

—¡Yeeek!

La joven doncella tembló de miedo cuando Mia pisoteó furiosamente su pie. Con movimientos nerviosos y bruscos, se puso de rodillas y miró hacia arriba, revelando la cara de una chica unos años mayor que Mia. Estaba en la mitad de su adolescencia y su cabello rojo estaba cubierto de crema fresca. Unas pocas pecas débiles salpicaban su nariz, y sus redondos ojos azules brillaban con lágrimas. No era hermosamente guapa, pero había un encanto juvenil en sus rasgos. En cualquier caso, carecía del aura digna de la nobleza; la suya era una especie de belleza común a las chicas del pueblo.

—Porque eres…

Al ver la cara de la chica, una escena resurgió en la mente de Mia. Era un recuerdo del peor día de su vida el día de su ejecución. En ese momento, estaba sola en su calabozo, esperando la inevitable llegada de ese fatídico y fatal momento.