Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 18: El Mundo Me Odia

Capítulo 5: Obstinación De Papel

Haruhiro y el grupo decidieron regresar a Alterna. Cuando él dijo: “Deberíamos volver.” Merry asintió. Les siguió por detrás, manteniendo la distancia. Eso, al menos, es bueno, fue algo que Haruhiro no se atrevió a pensar. No hay nada bueno en esto. Ni una sola cosa.

Entraron en Alterna por la puerta norte. Los soldados los miraron con bastante sospecha, pero dejaron pasar al grupo.

Neal los esperaba frente a la Torre Tenboro.

“¿Qué estaban haciendo fuera?”

Haruhiro le dijo que estaban visitando tumbas.

“¿Visitando tumbas, con este tiempo?” Dijo Neal, incrédulo.

“Precisamente porque el tiempo es así.”

Haruhiro sabía que estaba mintiendo. Estaba casi frenético. Obviamente, no debía permitirse perder la calma. Pero aunque lo sabía, era difícil mantener el control, dadas las circunstancias.

“El comandante te llama.” Dijo Neal.

“¿A quién?” Preguntó Haruhiro con un tono despreocupado.

“A ti.”

“¿Sólo a mí?”

“Sí.”

“¿Te gusta ser su chico de los recados?”

“¿Eh?” La cara de Neal se puso roja de ira. Haruhiro le dio una palmada en el hombro.

“¿Dónde tengo que ir?”

“El gran salón.” Respondió Neal, sacudiendo la mano de Haruhiro. “Será mejor que no me mires con desprecio…”

Haruhiro entró en la Torre Tenboro sin molestarse en responder. Eso no fue muy maduro de mi parte, pensó. No es que actuar con madurez vaya a arreglar ninguno de sus problemas. ¿Qué los arreglaría? Honestamente, ni siquiera podía imaginarlo.

Haruhiro envió a Ranta y al resto a la habitación antes de dirigirse al gran salón del segundo piso. Jin Mogis estaba sentado pomposamente en una silla sobre una plataforma. Además de Mogis, había cinco capas negras en el gran salón. Uno de ellos era el general Thomas Margo, que había sido un capa negra normal antes de su ascenso. No estaba especialmente gordo, pero tenía las mejillas regordetas y su cabello formaba una M que parecía haberse peinado de ese modo. Además, su voz era extrañamente aguda. No era del todo incompetente, aunque el jurado aún no sabía si era muy hábil. Lo único seguro era su lealtad a Mogis.

“Los enanos de la Montaña Kurogane piden que enviemos refuerzos.” Dijo Mogis, sin levantar la voz. “Su enviado es un humano que dice haber sido residente de Alterna. Parece que conoces bien a ese tal Itsukushima.”

“Por favor, déjenlo salir de la prisión.” Haruhiro estuvo a punto de añadir ‘ahora mismo’, pero consiguió contenerse. Tal vez su autocontrol estaba empezando a volver.

Mogis ignoró el comentario de Haruhiro. “¿Crees que los enanos son dignos de confianza?”

Haruhiro ladeó la cabeza. “No conozco a ninguno de ellos, así que no podría decirlo.”

“Hablaste con Itsukushima.”

“Sí, pero sólo un poco.”

“Dice que los enanos de la Montaña Kurogane han sacado una nueva arma. Lo has oído, ¿verdad?”

“Vagamente.”

“Me gustaría saber exactamente qué es.”

Mogis golpeó el reposabrazos de su silla dos o tres veces con su dedo índice izquierdo. Ese dedo estaba adornado con un anillo. El accesorio no era pequeño, pero tampoco era tan grande. Su cabeza era de oro y sostenía una piedra azul—un azul blanquecino brillante, con unas formas justo debajo de su superficie: dos pétalos, que flotaban en la brillante gema azul claro.

Dos.

Haruhiro  fingió  indiferencia  mientras  miraba  hacia  otro  lado.

Exhaló lentamente por la nariz.

Estaba seguro de ello. Sólo había dos pétalos. Dos pétalos brillantes en la piedra. Extraño.

Antes había tres.

Al menos, eso creo. ¿Podría estar recordando mal?

La última vez que había echado un vistazo al anillo, que creían que era una reliquia, Haruhiro seguía con sus recuerdos perdidos. Ya no. Habían vuelto a él hace poco tiempo. Todo, probablemente. Tenía que ser por eso. Su línea de tiempo mental era un desastre. Tenía que pensar mucho para distinguir la realidad de las cosas que había imaginado.

Ese anillo es una reliquia. De eso estoy seguro.

Jin Mogis había utilizado el poder de esa reliquia para frenar al enfrentamiento. No lo tenía cuando lo conocieron. Era sólo una suposición, pero probablemente lo obtuvo del amo de la Torre Prohibida.

Había tres pétalos en la joya… creo.

Ahora hay dos.

Ha bajado a dos.

Hay uno menos.

¿Qué ocurre aquí? ¿Qué significa esto?

“Itsukushima no quiere hablar de la nueva arma de los enanos.” Por

eso fue encarcelado, explicó Mogis. “¿Serían capaces de sacarle algo? Me gustaría resolver esto de la forma más pacífica posible y reducir los sacrificios al mínimo. Lo digo sinceramente.”

Si Itsukushima no hablara, lo herirían, lo torturarían o posiblemente lo matarían. Así que debían hacer que confesase. Eso era probablemente lo que Mogis estaba tratando de insinuar.

“Intentaré hablar con él…” Fue la única respuesta que Haruhiro pudo dar.

Sonriendo débilmente, Mogis le dijo a Haruhiro: “Puedes irte.”

Si Haruhiro dijera que ser despedido de esa manera no le molesta, estaría mintiendo. ¿Se cree un rey o algo así?

No había otra opción. Haruhiro explicó la situación a sus compañeros y se dirigió al calabozo con Yume. Un guardia de capa negra y Neal el explorador les esperaban junto a la celda. Allí para vigilarlos, sin duda.

Cuando Haruhiro explicó por qué estaban allí, Itsukushima pareció sentirse un poco incómodo al respecto.

“Por supuesto que se trata de eso, ¿eh? No debería haber dicho nada de que los enanos tienen una nueva arma. Cuando me dejé llevar y se me escapó eso, pude ver cómo cambiaba la luz de los ojos de Jin Mogis. Supe que había metido la pata.”

“Debe haber tenido todo tipo de preguntas para ti. Y tú no le diste nada.”

“Llámame contradictorio, pero la idea de tener que decírselo me revuelve el estómago.”

“¿Nuhh?” Yume ladeó la cabeza. “Profesor, sabes, tu estómago es muy peludo, pero siempre ha estado recto hacia arriba y hacia abajo. ¿Qué aspecto tiene cuando se revuelve?”

“N-No, eso no es lo que significa ese dicho. Y no hace falta que menciones mi pelo…”

Itsukushima parecía avergonzado. A Haruhiro no podría importarle menos.

“Tampoco nos has dado ningún detalle sobre esta nueva arma, ¿verdad?” Dijo Haruhiro con una mirada a Neal, que sonreía a poca distancia. “¿Crees que podrías, por favor?”

Itsukushima acercó su cara a los barrotes. Haruhiro hizo lo mismo.

Yume tenía la suya pegada a ellos.

“Sabes lo que ese pedazo de mierda está tratando de hacer, ¿verdad?” Itsukushima dijo en voz baja. “Debe estar planeando negociar con el Rey Ironsoul. ‘Si quieres nuestra ayuda, dame tu tesoro’. Ese tipo de cosas.”

Haruhiro asintió. No sabía qué era la nueva arma, pero si era capaz de contener a la Expedición del Sur, Jin Mogis iba a quererla.

“¿Estarán dispuestos a llegar a un acuerdo?”

“¿Quién sabe? Yo no.”

Por lo que parecía, era posible que entregaran la nueva arma, lo que significaba que no era algo de lo que sólo tenían una, y tampoco era inamovible.

“Esto es sólo una posibilidad, pero…” Haruhiro le hizo saber a Itsukushima algo que acababa de pasar por su mente. “Mogis puede tratar de cambiar el objetivo de la negociación a uno diferente.”

“Hmm.” Dijo Itsukushima, pensando. “Si no puede llegar a un acuerdo con el Rey Ironsoul, ¿hablará con el enemigo, eso es lo que quieres decir? No veo cómo podría hacerlo. No con los orcos y los no muertos…”

“También hay humanos.” Intervino Yume. “Porque tienen a Forgan con ellos.”

Itsukushima frunció el ceño.

“Ya veo… Vaya, vaya. Así que soy un cebo, ¿eh?”

“¿De qué estás hablando?” Preguntó Yume, frunciendo los labios. Itsukushima se volvió hacia Yume. Su mirada era infinitamente amable cuando la miraba.

“Porque soy un enviado del Rey Ironsoul. Si me entrega al enemigo, eso al menos lo llevará a la mesa de negociaciones.”

“Sin embargo, Yume no le va a dejar hacer eso, ¿vale?”

Yume metió los dedos por los huecos de los barrotes. Itsukushima los tocó, pareciendo un poco vacilante.

“No te preocupes por mí.”

“No preocuparse no es una opción. Porque eres el profesor de Yume, ¿vale?”

“Sí…”

¿Había aceptado Itsukushima que lo que le ocurriera iba a ocurrir, y que no había nada que pudiera hacer al respecto, así que ya se encargaría de ello cuando llegara el momento? Fuera o no el caso, estaba claro que no podía soportar la idea de ceder ante un hombre como Mogis. ¿Era eso lo que le hacía actuar con terquedad?

“Deberías haberte callado lo de la nueva arma, ¿eh?”

Cuando Haruhiro dijo eso, Itsukushima frunció el ceño.

“Lo reconozco. Fue un error. Esto siempre iba a ser una tarea demasiado compleja para alguien como yo que apenas se relaciona con otras personas.”

“Antes estabas alabando al Rey Ironsoul, ¿verdad?”

“¿A dónde quieres llegar?”

A Itsukushima se le había encomendado este importante trabajo porque contaba con la confianza del Rey Ironsoul. Y sin embargo, había dejado escapar por descuido la noticia de la nueva arma, y estaba a punto de fracasar en su tarea. Le había hecho un gran daño al rey. ¿Estaba pensando que no podría enfrentarse a él después de esto? Por eso no podía obedecer a Jin Mogis. Quería resistirse, fuera como fuera.

“Tal y como van las cosas, parece que la única forma de rescatarte es matar o mutilar a esos tipos de allí y luego escapar de Alterna. Va a ser bastante difícil conseguir que el Cuerpo de Soldados Voluntarios nos acepte después de hacer eso. A fin de cuentas tienen sus propias razones para cooperar con el Ejército Fronterizo. Es lo mismo para nosotros. Uno de nuestros compañeros ha sido tomado como rehén, así que no nos quedamos aquí precisamente porque queramos. Simplemente aun no tenemos un plan para salvarla.”

Itsukushima rompió el contacto visual.

“Olvídate de mí.”

Yume no perdió el tiempo y envolvió sus dedos con fuerza alrededor de los de él.

“Eso no va a pasar.”

“Yume…” Itsukushima empezó a decir algo. Pero las palabras no salieron.

“No importa lo que pase, Yume no va a abandonarte.” Dijo Haruhiro tan claramente como pudo. Era bastante embarazoso, afirmar lo obvio de esta manera. “Lo que decida Yume se aplica a todos nosotros. Si sigues actuando con terquedad, creo que este escenario se va a desarrollar como te acabo de decir.”

“¿Dices que estoy siendo testarudo?”

“No me equivoco, ¿verdad?”

Yume asintió con la cabeza. “El profesor puede ser muy testarudo, ¿sabes?”

“¿De verdad…?” Parecía que Itsukushima no podía replicar a Yume. “Vale, puede que tengas razón. No hay nada de bueno en ser terco. Metí la pata hasta el fondo. Quería jugar con ello de alguna manera, anular mi fracaso de esa forma.”

“Vaya, profesor. No es fácil, revolver tus factores de ese modo, ¿sabes?”

“Querrás decir reconocer mis errores…” Incluso mientras corregía sus errores, Itsukushima miraba a Yume con una expresión que decía: Aww, es tan linda, no puede evitarlo. Pero siguió adelante, posiblemente porque Haruhiro estaba allí.

“De todos modos, lo entiendo.” Dijo Itsukushima, aclarándose la garganta y poniendo una expresión seria. “Te hablaré de la nueva arma. Pero no es que haya llegado a usar una, y sólo sé aproximadamente cuántas tienen los enanos.”

“Como referencia, ¿cuál es la nueva arma?”

“Pistolas.” Reveló Itsukushima.

“Pistolas.” Le respondió Haruhiro.

Yume parpadeó. “¿Batolas?”

“Armas de fuego…” Murmuró Haruhiro.

Momohina, de la Compañía Pirata K&K, con sede en la Ciudad Libre de Vele, había llevado una. Y la compañía supuestamente tenía algunas más además de esa.

“No soy un fanático de ellas, pero…” Itsukushima arrugó la frente. “Los enanos del Reino Ironblood saben hacer pistolas. Deben tener cientos.”