Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 18: El Mundo Me Odia

Capítulo 15: Odio Al Mundo

Parte 1

 

 

Yume, Merry, Setora, Kuzaku e incluso Itsukushima y Neal los estaban esperando frente a la residencia Bratsod.

“¡Haruhiro!” Gritó Kuzaku, abrazándolo.

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“Uhh…” Fue un poco molesto, pero Haruhiro no se habría sentido bien alejándolo. “Sí…” Le dio unas palmaditas a la espalda demasiado ancha de Kuzaku, y soportó el abrazo por un rato.

Con toda honestidad, si iba a compartir un abrazo con alguien para celebrar su supervivencia, realmente hubiera preferido a Merry. Obviamente, no podía hacer eso delante de todos. ¿Pero ella se sentía de la misma manera? Basado en la mirada que le estaba dando a Haruhiro, probablemente era el caso.

“Pensé que estarías bien, pero aun así, gracias a Dios.” Yume puso una mano sobre su pecho y suspiró.

Ranta se frotó la nariz con el pulgar, tratando de actuar con frialdad. “Je. ¡Y tiene que agradecérmelo!”

“Miau. ¿Tú crees?”

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Por mucho que lo irritara admitirlo, era la verdad. Haruhiro iba a tener que aceptarlo. “Bueno sí…”

“¡Pah! ¡Merezco más que un ‘bueno, sí’, Mierda-piro! Debería ser, ‘Muchas gracias, te juro que estaré agradecido hasta el día de mi muerte, oh gran y poderoso Ranta’, ¡y lo sabes!”

“Es porque actúas así…”

“¡¿Porque actúo así, qué?!”

Axbeld, el ministro de barba roja de la izquierda, había logrado persuadir con gran dificultad a Rowen, el capitán de barba negra de la guardia real, para que le permitiera llevar a los Barbas Rojas desde el Palacio de Hierro hasta la Gran Puerta Ironfist.

El ministro de la izquierda planeó absorber a cualquier unidad de enanos supervivientes y habitantes del pueblo que encontraran en el camino, y luego defender la puerta hasta la muerte. La esperanza era que incluso pudieran atacar desde la Gran Puerta Ironfist, romper el cerco enemigo y escapar.

Haruhiro solo podía rezar para que la puerta no hubiera caído. Era por eso que había atraído a Arnold y su unidad a esa persecución. Si Axbeld y sus enanos pudieron llegar a la Gran Puerta Ironfist, tal vez Haruhiro podría convencerse de que todo lo que había corrido por su vida había valido la pena.

El grupo se dirigió al almacén donde el Rey de Hierro y su séquito, el Capitán de la Guardia Real Rowen, el viejo Utefan el guía, los miembros de la Casa Bratsod , el Anciano Harumerial de los elfos y Eltalihi de la Casa Mercurian ya se habían reunido.

“¡Llegas tarde!” Rowen le rugió a Haruhiro en el momento en que vio al ladrón. El enano estaba realmente agitado. O podría haber sido que no estaba satisfecho con ser quien defendió al Rey de Hierro durante su huida mientras el ministro de la izquierda permanecía en el Reino Ironblood.

“Rowen.” El Rey de Hierro estaba vestido con una armadura, un casco y una capa, ocultando su rostro. Sin embargo, la voz que increpó al capitán de la guardia real fue sin duda la del rey. La forma en que su cabello plateado brillaba mientras se derramaba fuera de su casco era irreal. “Ahora, sigamos nuestro camino.”

Una vez que el Rey de Hierro dijo eso, los miembros de la Casa Bratsod comenzaron a abrir la puerta de hierro. Ellos y el viejo Utefan abrieron el camino, con Rowen, el Rey de Hierro y su séquito, Harumerial el elfo anciano, Eltalihi Mercurian y el grupo de Haruhiro siguiéndolos en ese orden mientras avanzaban por el pasillo hacia la Puerta de Walter.

“¿Qué pasa con Gottheld-san?” Preguntó Haruhiro, pero Itsukushima negó con la cabeza.

“Se fue con el ministro de la izquierda.”

“Oh… Bueno, es impresionante que hayas logrado al menos persuadir al rey. Tenía la sensación de que sería bastante reacia a hacer esto.”

“Ella debe haber decidido que no quiere morir.” Dijo Neal con una sonrisa cínica. Kuzaku le frunció el ceño.

“No sé si deberías agruparla con alguien como tú…”

“Nosotros somos iguales, ¿no? ¿Qué es tan diferente?”

“Un montón de cosas. Obviamente.”

“Ya sea la reina enana o yo, una vez que mordemos el polvo, ese es el final. No hay diferencia entre nosotros. Sí, sé que a ustedes no les importaría una mierda si muriera. Pero esta es la única vida que tengo.”

“Bueno, supongo que en ese caso deberías cuidarla bien, ¿eh?”

“Eso es lo que estoy haciendo. No necesito que me lo digas.”

“Sí, lo imaginaba.”

“Recuerda lo que te digo. Voy a sobrevivir, incluso si cada uno de ustedes muere.”

“Ese es el tipo de línea que dice un tipo que va a morir, ¿sabes?” Ranta sonrió.

Neal se rió. “Aquí va un consejo, y esta es mi experiencia hablando. No importa lo que diga. Es lo que hago lo que decidirá si sobrevivo o no.”

Setora asintió sin expresión particular en su rostro. “Una opinión que vale la pena escuchar.”

“¿Verdad que sí?” Neal sonrió. Luego, bajando los ojos, dejó escapar un suspiro. “¿Sin embargo, q hago? Eso es lo único en lo que tengo que pensar. Si no hubiera seguido esforzándome demasiado en mi trabajo con Mogis, nunca hubiera terminado en este lío. Debería haber aflojado un poco. Pero era todo lo que podía hacer en ese momento. No pienso cometer un error a estas alturas. Me ha ido bien Sí. Por eso no he terminado como Bikki. A la mierda el morirme. Al menos hasta que pueda decir que estoy feliz de haber vivido…”

Estaba murmurando algo para sí mismo. Parecía que Neal se sentía arrinconado.

La misión original de la delegación había sido entregar la carta de Jin Mogis al Rey de Hierro, negociar con ella y luego regresar con los resultados. Siempre iba a ser un largo camino, incluso si todo lo que hacían era ir y volver. Siempre existía la posibilidad de que las negociaciones se rompieran y también todo fuera en vano. Haruhiro había sido preparado para ese tipo de dificultad. ¿Pero tal vez su lectura de la situación había sido demasiado ingenua? Nunca había imaginado que el viaje sería tan duro.

El grupo caminó por el corredor de piedra reforzado con hierro. Había linternas en nichos tallados en las paredes, por lo que no tenían necesidad de llevar luces propias.

“Mungh…” Yume gimió.

“¿Qué pasa?” Ranta le preguntó.

“¿Mmm? ¿Qué pasa? Algo es…”

Yume siguió girando la cabeza en diferentes direcciones. ¿Algo la molestaba?

Había puertas de hierro aquí y allá a lo largo del pasillo. El grupo abriría una, la atravesaría y luego la volvería a cerrar antes de seguir adelante.

¿Se estaban perdiendo de algo? Haruhiro carecía de la percepción de Yume, pero también estaba teniendo una sensación extraña. Dado lo mal que se habían puesto las cosas, probablemente habían cometido muchos errores. ¿Era alguna de esas fallas o faltas en las que debería estar pensando ahora, mientras tenía la oportunidad?

Merry caminaba junto a Haruhiro. Miró su rostro de perfil y notó que sus ojos estaban muy abiertos y enfocados delante de ellos.

Haruhiro trató de llamarla. Pero por alguna razón, no pudo hacerlo.

El viejo Utefan abrió la última puerta de hierro. El viejo enano de barba blanca parecía anciano y caminaba con un bastón, aunque por alguna razón, su bastón parecía inusualmente pesado. Estaba hecho de metal y su cabeza sobresalía como un martillo. Ahora estaba golpeando con fuerza la puerta de metal con el extremo, haciendo un ruido increíble.

La puerta de hierro comenzó a abrirse. Presumiblemente, eso fue obra de los guardias enanos del otro lado.

Mientras pasaban, el Capitán Rowen le preguntó al guardia: “¿Algo anda mal?”

“Nada.”

“Ya veo. Sigan con el buen trabajo.” Rowen palmeó al enano guardián en el hombro, haciendo que el hombre tropezara un poco.

El grupo pasó por una cueva de piedra caliza y salió por la Puerta de Walter. Haruhiro miró hacia arriba para ver qué estaba pasando en las estaciones de vigilancia, identificando a los enanos que asomaban la cabeza fuera de las cabañas de roca. Uno de ellos bajó de su puesto. Era Willich, el enano del semblante malvado.

“Su Majestad…”

Willich estaba a punto de arrodillarse ante el Rey de Hierro, pero el rey lo detuvo.

“Eso no será necesario.”

“Sí, señora.” Respondió Willich, sin arrodillarse, pero sí bajando la cabeza. “Sellaremos la Puerta de Walter de inmediato. Por favor, aléjese de aquí.”

“Debes seguirnos una vez que termines de sellar la puerta. Necesitamos tantas personas con nosotros como sea posible.”

“Sí, señora.”

Willich saludó a los demás y los enanos comenzaron a salir de las cabañas de roca uno tras otro. Se dirigieron a la Puerta de Walter y, presumiblemente, se asegurarían de que nunca se volviera a abrir.

“Querremos comprar toda la ventaja posible al atardecer.” Murmuró Setora. Estar bajo tierra durante tanto tiempo había alterado un poco su sentido del tiempo, pero probablemente aún quedaban un par de horas antes de la puesta del sol.

Se suponía que la antigua ciudad minera en el Monte Lanza estaba a unos cien kilómetros al este de la Montaña Kurogane. Sin embargo, eso fue estrictamente a vuelo de cuervo. Además, la Puerta de Walter estaba en el lado oeste de la Montaña Kurogane. Eso iba a agregar varias docenas de kilómetros a la distancia real que estarían viajando. Los bosques en las estribaciones de la Montaña Kurogane eran territorio de la Expedición del Sur, por lo que su ruta probablemente también tendría que llevarlos a través de las montañas.

“Esto va a ser duro…” Se quejó Neal con un suspiro.

Honestamente, Haruhiro sintió lo mismo, pero por una de cal, otra de arena. Una vez que hubiesen escoltado al Rey de Hierro a la antigua ciudad minera en el Monte Lanza, podían regresar a Alterna o visitar la Ciudad Libre de Vele. Si recordaba correctamente, el Monte Lanza estaba tal vez a setenta u ochenta kilómetros de Vele. La ciudad libre era supuestamente neutral, pero tenían vínculos con la Compañía Pirata K&K. El grupo podría descansar allí un rato. Dependiendo de cómo fueran las cosas, sería más seguro no regresar a Alterna y quedarse en Vele. No, esa no era una opción. Necesitaban hacer algo con Shihoru, y Haruhiro todavía estaba preocupado por el Cuerpo de Soldados Voluntarios.

De todos modos, por ahora, tenemos que llegar al Monte Lanza.

El grupo marchaba en fila india a través de los huecos en las enormes rocas. Haruhiro y el grupo los acompañaron.

Mientras descendían a lo largo de un arroyo de montaña, Haruhiro notó que Itsukushima miraba mucho a su alrededor. Yume también fruncía el ceño, o más bien hinchaba sus mejillas una a la vez mientras miraba de un lado a otro.

“¿Poochie?” Merry frunció el ceño mientras decía el nombre del perro-lobo.

“Sí.” Asintió Yume. “Se supone que Poochie debe estar por aquí, esperando a Yume y al Profesor. Sin embargo, debería fijarse en nosotros y venir en cualquier momento.”

“Bueno, estoy seguro de que nos encontrará a tiempo.” Dijo Itsukushima, pero sonaba más como si estuviera tratando de tranquilizarse a sí mismo. No era su actitud habitual.

Haruhiro se giró para mirar hacia atrás. Las rocas rotas que, en cierto modo, habían servido como punto de referencia para la Puerta de Walter ya no eran visibles desde aquí.

Aunque estos eran humedales, había áreas rocosas a lo largo del río, y dos personas podían cruzarlas caminando una al lado de la otra. Mientras no se dispersaran, podrían evitar tener que pisar el agua corriente, lo cual era preferible incluso si era poco profunda.

El área del lado izquierdo del arroyo de montaña era relativamente plana, mientras que a la derecha había un acantilado escarpado.

“¿Haruhiro?” Kuzaku lo llamó por su nombre.

“Sí.” Respondió Haruhiro vagamente.

El grupo seguía descendiendo por el arroyo de montaña. Haruhiro era el único que no se movía.

“¿Algo te está molestando?” Preguntó Setora, también deteniéndose y mirando hacia el acantilado a la derecha. Merry, Kuzaku, Ranta, Yume, Itsukushima e incluso Neal también se detuvieron.

“¡Hey, esperen!” Ranta le gritó al resto del grupo. El Rey de Hierro se volvió y el resto también se detuvo.

“¡¿Qué es?!” Exigió el Capitán Rowen.

Haruhiro rápidamente intercambió miradas con cada uno de sus camaradas. Lo entendieron más o menos sin tener que hablarlo. “Voy a subir para echar un vistazo, solo para estar seguro.” Le dijo a Rowen, señalando el acantilado a la derecha.

“Date prisa.” Dijo el enano. Luego, volviéndose hacia sus hombres, les instruyó: “¡Todos, manténganse alerta!”

Rowen era un hombre impaciente, pero no era tonto. Itsukushima se unió a Haruhiro mientras se dirigía hacia el acantilado.

“También iré.” Se ofreció.

“Eso ayudaría.”

Probablemente Itsukushima también sintió algo y temió lo peor. Los dos no tendrían que volver río arriba. Podrían trepar directamente por el lado del acantilado. Itsukushima llegó primero a la pared rocosa.

Haruhiro respiró hondo y luego miró hacia arriba. Fue entonces cuando sucedió.

“¡Osh!” “¡Osh!” “¡Osh!” “¡Osh!” “¡Osh!”

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“¡¿Orcos?!”

Haruhiro vio a alguien saltar del acantilado.

“¡Ooooooooshhhhhhhhhhh!”

Cabello blanco ondeando detrás de él, y una espada en cada mano. Él conocía a ese orco. Había una unidad que ocupaba Mount Grief con una fuerza mixta de orcos, no-muertos y kobolds. Él era su comandante—Zan Dogran.

“¡Mierda!”

Cuando escuchó a Kuzaku maldecir, Haruhiro sintió escalofríos. Incluso Renji había tenido que esforzarse en su lucha contra Zan Dogran, a pesar de tener la reliquia Aragarfald. Ahora estaban en problemas, ¿no?

“Kuza—”

“¡Ngohh!”

Kuzaku instintivamente sacó su gran katana y fue a interceptar a Zan Dogran. ¿Estaba tratando de cortar al orco mientras caía?

“¡¿Zweagh?!”

Entonces, por alguna razón, aunque Haruhiro no podía estar seguro de qué porque sus ojos no habían podido captarlo, el orco mandó a Kuzaku a volar. Se derrumbó en el río.

“¡Habilidad Personal!”

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Sin perder el ritmo, Ranta le dio un golpe a Zan Dogran, o hizo que pareciera que iba a hacerlo antes de detenerse repentinamente justo en frente del orco y rápidamente bajar su postura. Más bajo que estando agachado. Debe haber hecho que pareciera que Ranta se movió y desapareció. Esto fue particularmente efectivo contra un orco grande como Zan Dogran. O debería haberlo sido, pero la fortuna no le sonrió. No iba a funcionar, ¿eh?

Zan Dogran balanceó la espada de un solo filo en su mano izquierda. Estaba claramente apuntando a Ranta.

“¡Tsk!”

Ranta dio un salto como una rana hacia un lado para salir del camino, pero la espada de la mano derecha de Zan Dogran se balanceaba hacia donde el caballero del terror estaba tratando de escapar.

“¡Whoa!”

Él lo consiguió.

Fue como si Ranta hubiese sido cortado por la mitad, y luego, de forma apresurada, fuese pegado de nuevo. No, obviamente eso no es lo que pasó. Solo parecía que el caballero del terror había sido cortado. Ranta en realidad se las había arreglado para evitarlo de alguna manera.

“¡Osh!” “¡Osh!”

“¡Osh!” “¡Osh!” “¡Osh!”

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“¡Osh!” “¡Osh!” “¡Osh!” “¡Osh!”

“¡Osh!” “¡Osh!” “¡Osh!” “¡Osh!” “¡Osh!”

Los orcos, con el cabello teñido de blanco y empuñando espadas de una mano con un solo borde dentado, descendieron corriendo por el acantilado uno tras otro. Algunos de ellos se deslizaban hacia abajo. Y no eran solo orcos. Los no-muertos que probablemente habían seguido a Zan Dogran hasta aquí desde Mount Grief también estaban con ellos.

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“¡Profesor!” Yume gritó.

Itsukushima se retiró rápidamente, y Haruhiro también retrocedió. Si no se daban prisa, serían tragados por la ola de orcos y no-muertos que se aproximaba.

“¡Enanos!” El Capitán Rowen desenvainó su espadón y atacó a Zan Dogran blandiéndolo. “¡Los detendremos! ¡Por favor escape, Su Majestad!”

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De los miembros de la Casa Bratsod, tal vez la mitad estaban armados con pistolas, hachas y armas de asta. Una decena de enanos apuntaron con sus armas a lo alto del acantilado, mientras que los diez restantes se apiñaban alrededor del viejo Utefan, el Rey de Hierro y los elfos mientras intentaban continuar río abajo por la montaña.

“¡Hurrarrgh!”  Rowen  balanceó  su  gran  espada  hacia  abajo  en diagonal. Zan Dogran retrocedió, tropezando. La espada del capitán de la guardia real se clavó en el suelo, enviando piedras y agua volando en un amplio radio. Zan Dogran hizo caso omiso de eso y trató de acercarse al enano, pero, increíblemente, Rowen fue y le dio un cabezazo al orco.

“¡¿Nugh?!”

Zan se tambaleó hacia atrás después de recibir el cabezazo de Rowen en el pecho. Rowen hizo un giro casi vertical con su cuerpo mientras seguía con un movimiento de su gran espada. Incapaz de soportarlo, Zan Dogran saltó y rodó, logrando escapar de alguna manera del horrendo corte.

No, no había escapatoria. Rowen persiguió a Zan Dogran , golpeando una y otra vez.

Habría sido una hipérbole decir que la gran espada del Capitán Rowen era tan larga como él era alto, pero si incluías la empuñadura en tu medida, estaba bastante cerca. Incluso Kuzaku, y posiblemente incluso algunos de los orcos, que eran más grandes que los humanos, podrían haber tenido problemas para empuñar tal espada. Rowen balanceaba esa espada monstruosa con ambas manos y, a veces, solo con la mano derecha, como si fuera ligera. A pesar de estar completamente vestido con una brillante armadura negra, el enano se mantuvo ágil e incluso flexible. Su espada se extendió como si estuviera viva, presionando su incesante ataque contra Zan Dogran.

“¡Uff! ¡Orgh!

Zan Dogran se había visto forzado por completo a la defensa.

Rowen lo estaba abrumando.

Los orcos y los no-muertos no lo habían visto venir, ¿verdad? Las hazañas de destreza marcial de Zan Dogran se habían destacado durante la batalla del antiguo castillo en Mount Grief. Seguramente sus hombres lo adoraban como una especie de dios de la batalla. Ahora estaba siendo empujado hacia atrás por un enano. Eso claramente había desconcertado a sus soldados.

“¡Fuego!”

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En ese momento, los artilleros enanos de la Casa Bratsod dispararon una andanada. El sonido de solo diez armas no era nada para tomar a la ligera. Además, esta unidad enemiga, habiendo venido aquí desde Mount Grief, aún no estaba acostumbrada al sonido de los disparos. Solo tres o cuatro de ellos, posiblemente incluso solo uno o dos, habían sido alcanzados y, sin embargo, estaba claro que estaban listos para huir.

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“¡Haruhirooo!”

“¡Sí!”

Haruhiro no necesitaba que Ranta le hiciera señas. El grupo siguió al Rey de Hierro que huía. Setora ya había ayudado a Kuzaku a levantarse, así que estaba bien. Neal no estaba a la vista, pero Itsukushima y Yume estaban junto a ellos. Merry estaba frente a Yume. O más bien, Yume probablemente había dejado que Merry se le adelantara.

“¡Muuuuuuueeeeereeeeeerr!”

Algo cambió en Zan Dogran. Su cabello se puso de punta, y todo su cuerpo crujió con algo parecido a la electricidad estática. También había sido así cuando intercambiaba golpes con Renji. Sus espadas gemelas eran bastante fuertes, pero las balanceaba como palos cuando estaba en este estado.

“¡Gah! ¡¿Urgh?!”

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En poco tiempo, fue Rowen quien se puso a la defensiva. Aunque, por mucho que se defendiera, ¿había alguna forma de defenderse de las espadas gemelas de Zan Dogran cuando se abalanzaron sobre él tan rápido y llenas de furia, demasiado rápidas para que el ojo las siguiera? Sin embargo, no había tiempo para preocuparse por el capitán de la guardia. Una vez que Zan Dogran cambió las tornas, el enemigo recuperó rápidamente su vigor. Ranta saltó y cortó a uno de los orcos de cabello blanco que había estado ignorando a los artilleros de la Casa Bratsod para perseguirlos.

“¡Oh, sí!”

Venía otro. Un orco de cabello blanco diferente. Haruhiro inmediatamente plantó una patada en su rodilla, golpeó su barbilla con la palma de su mano izquierda y casi simultáneamente clavó la daga de su mano derecha, que sostenía de revés, en el corazón del orco. Una vez que empujó al orco y liberó su arma, un no-muerto saltó sobre él.

Esquivando, se colocó detrás de él y luego usó Spider. Agarró al no-muerto, cortándole la garganta con un giro de su daga.

“¡Ranta!”