Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 17: A Alguien Debemos Despedir En Estos Días Devastados Por La Guerra

Capítulo 6: Lo Que Los Guerreros Dejaron Atrás

Parte 1

 

 

Al llegar al final del comedor, lamentablemente, el grupo tuvo que detenerse a descansar.

Mimorin se sentó y miró implorante a Haruhiro, con las piernas dobladas debajo de ella y las rodillas sobresaliendo hacia adelante.

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“¡Te dice que uses esas rodillas como almohada, sí! ¡Cerdo de mierda!” Le gritó Anna-san, pero no, iba a tener que pasar. Haruhiro se sentó con la espalda apoyada en la pared, calmando su respiración.

“… ¿Estás bien?”

Si tenía a Kuzaku preocupado por él, ya había terminado. De acuerdo, tal vez no había terminado del todo. Más bien, cuando Kuzaku, que desprendía una increíble energía de hermanito, empezó a preocuparse por él, no pudo evitar sentirse inquieto.

“Está bien. Ya estoy mejor.” Dijo Haruhiro, levantándose.

“¡Ja! ¡Como si lo estuvieras!” Ranta no perdió tiempo en ser tóxico. “Si estás agotado después de eso, nunca vamos a conseguirlo. Lo único en lo que has sido bueno es en dártelas de valiente. Si no estás bien, será mejor que finjas, imbécil.”

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“Sí, sí.”

“¡No te desentiendas de mí!”

“¿Qué se supone que debo hacer…?”

Qué fastidioso. Me gustaría que se perdiera. No quiero que el tipo sea eliminado por completo, pero estaría bien que se fuera lejos, muy lejos, de vez en cuando.

“Ranta siempre dice cosas tan inherentes como esa…” Yume se cruzó de brazos y suspiró. “Nunca, nunca se detiene, ¿sabes?”

“La gente no cambia tan fácilmente.” Dijo Kuzaku con una risita. “Quiero decir que eso te demuestra que Ranta-kun nunca ha crecido.”

“¡¿Hey, qué demonios?! No te creas mucho sólo porque eres un poco más alto que yo, ¡cabeza de chorlito!”

“No, sé que lo digo siempre, pero no es ‘un poco’. Soy mucho más alto que tú.”

“¡¿Todavía no has aprendido a no presumir de tu altura?!”

“Es un hecho de buena té, ¿sabes?” Intervino Yume, haciendo que Ranta se enfadara aún más.

“¡Quieres decir de buena fe! ¡Ah, y es hiriente, no de inherente! Tú cometiste el mismo error hace mucho tiempo, ¡sólo lo digo! ¡Tú eres el que no ha crecido!”





“¡Yume también ha crecido!”

“¡¿Dónde?!”

“¡Yume no va a decir exactamente dónde, pero aquí y allí!”

“¡Eso es muy vago! Espera, aquí y allí…”

Ranta apartó su máscara y miró a Yume de arriba abajo. Repetidamente.

“¿B-Bueno… tal vez sean…? Hay algunos lugares en los que supongo que no puedo decir con seguridad que no lo has hecho. No sé, no es imposible…”

“¿Ves?” Yume sacó pecho con orgullo.

“¿Dónde estás mirando?” Murmuró Merry con el ceño fruncido.

“¡O-Oh, vete a la mierda!” La cara de Ranta estaba muy roja. Se apresuró a ponerse de nuevo la máscara. “¡Puedo mirar donde quiera! ¡No estaba tratando de ver nada de lo que oculta! ¡No tienes nada de qué acusarme!”

“Woah. Mira como trata de defenderse…”

“¡Cállate, Kuzaku! ¡Ponte de rodillas! ¡Te voy a matar!”

“Dime…” Setora presionó la punta de su lanza directamente contra la garganta de Inui. “Tengo que apuñalarte para que dejes de hacerlo?”

“¡Eh!” Inui abrió de par en par su ojo derecho descubierto antes de agarrar la punta de la lanza con sus manos desnudas. “¡Hazlo, si puedes! ¡Hazlo! ¡Lo quiero!”

Setora dudó. “¿De verdad puedo?” Por una vez parecía perpleja.

“Claro, ¿por qué no?” Tokimune mostró sus dientes blancos perlados.

Espera, ¿está bien?

“Sí, hazlo.” Tada parecía harto. Puede que ya no le importara.

“¡Uf, eso es intenso, Inuin! ¡Amor ardiente! ¡Amor, amor, amor! ¡Estás haciendo que yo también quiera enamorarme!” Kikkawa se retorcía.

“Inui es un desviado sexual que no puede apartar la piel, sí.” Anna-san intervino con un insulto que no tenía nada que ver.

“Inui es un verdadero…” Mimorin empezó a hablar, y luego, por alguna razón, quizá al darse cuenta de que estaba a punto de revelar alguna verdad que nadie debería saber, se tapó la boca. Pero, ¿qué era? Bueno, no es que importe.

Esto es un caos total.

“Movámonos.” Las gafas de Kimura brillaron. Hizo brillar repetidamente sus lentes mientras repetía esas palabras. En cierto modo, era tan malo como Ranta, e incluso más molesto.

“Tokimune-san.” Haruhiro se dirigió a Tokimune. Tokimune asintió.

“Sí, está bien. Deberíamos irnos…”

El final del comedor no era un callejón sin salida. Había puertas. Dos de ellas, en extremos opuestos de la pared de piedra, y hechas de un material que aún no podían saber si era metal o piedra. Cada puerta tenía una depresión en forma de cinco círculos superpuestos en el centro. Haruhiro se situó frente a la puerta de la derecha, mientras que Tokimune se situó en la puerta de la izquierda.

“Bien…”

Se asintieron el uno al otro, y luego cada uno pulsó la depresión de su propia puerta. Las puertas crujieron al unísono y comenzaron a abrirse, aparentemente plegándose sobre sí mismas y sobre la pared.

“Parece que nos tocó la capilla.”

El grupo de Haruhiro continuaba por el camino de la derecha.

“Y a nosotros la cocina.”

Los Tokkis irían por la izquierda.


Una vez que el grupo de Haruhiro abriera la puerta del lado opuesto de la capilla, y los Tokkis abrieran la puerta de la cocina, el desbloqueo sincronizado se completaría, y se encontrarían en el patio interior.

“En cuanto a mí…”

¿Qué iba a hacer Kimura?

“¡We-hoh…!”

Con esa extraña risa, se acercó a Haruhiro y a los demás frente a la puerta de la derecha.

“No hace falta que vengas con nosotros, ¿sabes? Probablemente encajes mejor con ellos. Ve allí.” Ranta hizo un gesto como si espantara una mosca.

Kimura se rió bruscamente. “¡Zwe-hah!”

“¡Eek!”

Ranta no fue el único que se asustó. Kuzaku, Merry y Yume también saltaron un poco. Setora le dirigió una mirada desconcertada, como si pensara: ¿Este hombre está loco? ¿Qué está pasando por su cabeza?

Haruhiro sintió lo mismo que ella.

“… Kimura-san.”

“¿Qué pasa, Haruhirororong? Rororororong. Rororong. Rong.”

“… ¿Sabes qué? No importa.”

Dijeron que este tipo era cercano a Shinohara. ¿Cuánto sabía él sobre las intenciones de Shinohara?

Si, como Haruhiro sospechaba, Shinohara estaba conectado con el Amo de la Torre Prohibida, ¿estaba Kimura al tanto de ese hecho? Si Shinohara estaba tramando algo, ¿estaba Kimura en la conspiración?

¿Qué hay de los otros miembros de Orión? Como Hayashi, por ejemplo.

Hayashi era el camarada de Merry. Si iban a investigar a Orión, él era su vía de entrada.

Pero Hayashi no se había unido a la fuerza destacada. Era uno de los trece miembros de Orión asignados a la fuerza de asalto principal en el Mount Grief. Shinohara le había confiado la dirección de ese grupo.

Si Kimura era tan cercano a Shinohara, ¿no habría sido natural que liderara la fuerza principal? Pero Shinohara había elegido que Kimura se uniera a la fuerza destacada en su lugar. ¿Demuestra eso lo mucho que confía en él? ¿Estaban tan unidos que Shinohara lo quería a su lado en todo momento?

¿Y si estaban tan unidos que se podía decir que eran prácticamente la misma persona?

Haruhiro y Renji habían decidido que valía la pena vigilar a Shinohara. Kimura tendría que ser tratado de la misma manera. También tendrían que considerar la posibilidad de que todos los miembros de Orión estuvieran bajo el control de Shinohara.

Sin embargo, era posible que Shinohara no hubiera revelado sus intenciones ni siquiera a Kimura, su amigo más cercano. Llevándolo a la conclusión más extrema, Shinohara podría estar traicionando también a sus amigos y camaradas. Naturalmente, no había manera de decir nada con seguridad en ese momento. Podría ser cierto, podría no serlo. No hay forma de saberlo.

“Bueno, ¡hasta luego!” Dijo Tokimune con un guiño y una leve inclinación de cabeza.

“Sí.” Ranta respondió con un saludo.

“¡No, ningún ‘sí’! Maldita mosca engreída de mierda.” Le espetó Anna-san.

“… ¿No fue eso muy rudo?”

Aunque Ranta parecía dolido, Haruhiro no se sentía tan comprensivo, pero si hubiera sido él al que llamaran “mosca engreída de mierda” de la nada, también habría empezado a dudar del valor de su existencia. El juego de abuso verbal de Anna-san estaba en su punto.

“Haruhiro.”

Podía sentir la calidez en la mirada que Mimorin le dirigía incluso a esta distancia.

¿Era esto lo que llamaban una mirada apasionada?

“Te amo.”

“… Uh, claro.”

¿Qué se supone que debo hacer? En serio.

Bueno, por ahora, no tenía nada que hacer. Se estaban separando de los Tokkis por un tiempo. Aunque sólo por un tiempo. Se reunirían de nuevo dentro de poco si las cosas iban como estaban planeadas, y sería malo si no pudieran, así que pensar en lo que iba a pasar no era muy productivo. Por ahora, tenía que concentrarse. Concentrarse en lo que tenía delante.

El pasillo más allá de la puerta estaba ominosamente silencioso. Se esforzó por mantener los oídos atentos y los ojos bien abiertos mientras avanzaban. Sin embargo, no ocurrió nada.

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“Ahora, déjame contarte sobre la capilla…” Dijo Kimura. “Esta sala, por lo que sé, siempre está llena del mismo tipo de enemigo. Es probable que esta vez también sea así…” Por alguna razón, ya no se reía. Kimura no se sentía como Kimura sin la extraña risa, por lo que se sentía mal, y siniestro.

“¿Qué enemigos son esos?” Setora fue directo al grano.

Kimura se subió la montura de sus gafas. Los cristales no parpadeaban. Sí, esto era raro. ¿O era más raro la forma en que normalmente parpadeaban como locos?

“En Orión, los llamamos espectros.”

Afortunadamente, no se encontraron con ninguno antes de llegar a la capilla.

A diferencia de todas las demás salas anteriores, la capilla estaba iluminada. La luz brillaba desde el alto techo, aparentemente a través de los cristales de las vidrieras. Este lugar era supuestamente subterráneo, así que probablemente no era luz natural. ¿Qué tipo de luz era entonces? Eso no estaba claro, pero era bueno que la habitación no estuviera a oscuras.

Debido a la luz que había, el grupo pudo ver claramente que la capilla era una sala cilíndrica de veinte metros de ancho, y que había unas escaleras de piedra que ascendían en el centro de la misma.

Había gente sentada en esos escalones de piedra.

Al menos, ciertamente parecían personas.

Seis de ellos.

Esto podría parecer obvio, pero tenían una mezcla de edades, físicos y formas de vestir. Sin embargo, había un punto en común. Cada uno de ellos iba vestido de forma similar al grupo. Es decir, parecían soldados voluntarios.

“Nuestro otro nombre para los espectros es mímicos.” Kimura sostenía su maza en la mano derecha, su broquel preparado en la izquierda mientras avanzaba. “Son marionetas animadas, modeladas en soldados voluntarios que cayeron en el Cementerio…”

Los espectros de los escalones de piedra se fueron levantando poco a poco.

Por su aspecto, tres de ellos, un joven, un hombre de mediana edad y una mujer bastante grande, debían ser guerreros. El joven valiente blandía una gran espada, el hombre de mediana edad un hacha y la mujer grande un sable largo y un gran escudo.

El anciano de cabello canoso llevaba una túnica blanca similar a la de Kimura, por lo que debía de ser un sacerdote. Llevaba un báculo sacerdotal fuertemente ornamentado, pero parecía que seguiría siendo desagradable recibir un golpe con él.

El hombre del sombrero puntiagudo y la barba de chivo excesivamente larga era claramente un mago. Llevaba un bastón blanquecino que no parecía estar hecho de madera.

Pero lo que llamó la atención de Haruhiro fue la mujer de aspecto rudo que ya tenía su espada larga desenvainada. Tenía una forma un tanto peculiar de sujetar su espada, con el dorso de la mano vuelto hacia ellos. También tenía vainas en el tronco y en los muslos. ¿Llevaba varios cuchillos? Había muchos. Por el tamaño de las vainas, podrían ser cuchillos arrojadizos. Era imposible verle la cara a través del yelmo de hierro que llevaba, pero su armadura se limitaba a una coraza, unas espinilleras y lo mínimo. Observó sus movimientos de pies mientras cambiaba suavemente el peso de su cuerpo. Cuando había estado viva, si es que esa era la forma correcta de decirlo, la mujer cuya forma había tomado el espectro debía ser una hábil luchadora.

“Que quede claro.” Dijo Kimura en voz baja, sin apartar los ojos de los espectros. “Luchen con todo lo que tienen. Aunque Shingen y mi querida Yokoi sean meras sombras de su antiguo ser, siguen siendo increíblemente poderosos.”

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¿Acaba de mencionar casualmente algo enorme? ¿Era enorme? Es difícil de decir. Tal vez no fue una gran revelación después de todo.

“Delm, hel, en, trem, rig, arve.”

No había tiempo para pensar en ello. En el punto más alto de los escalones de piedra, el enjuto mago de la perilla comenzó a dibujar sigilos elementales y a entonar cánticos.

“¡Firewall!” Gritó Merry.

Las llamas se elevaron. Era un verdadero muro de fuego. La pantalla de llamas ocultó los escalones de la vista. Inmediatamente, los espectros entraron en acción. La mujer de aspecto duro bajó los escalones de piedra. El portador de la espada grande se dirigió a la derecha, mientras que el portador del hacha y la guerrera con la espada larga y el escudo se dirigieron a la izquierda.

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“¡Aquí vienen!”

Haruhiro hizo un gesto a Kuzaku para que fuera a la derecha y a Yume para que fuera a la izquierda. Ranta ya había partido hacia la izquierda.

En unos instantes, el portador de la espada salió por el lado derecho del muro de fuego, y el portador del hacha y la guerrera por el izquierdo. Kuzaku se enfrentó al portador de la espada, Ranta se enfrentó al portador del hacha y Yume interceptó a la guerrera.

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“¡¿Kimura-san?!”

Kimura estaba de pie ante el centro del muro de fuego. ¿Qué estaba haciendo?

Espera. ¿Era eso?

Esa mujer dura. La amante de Kimura, eso era probablemente lo que era. ¿Dijo que su nombre era Yokoi? Yokoi atravesó el muro de fuego como si nada, y luego se acercó a Kimura balanceándose.

“¡¿Fwah-hah?!”

Kimura detuvo la espada larga de Yokoi con su broquel, y luego fue a dar un golpe con su maza. Puede que no fuera la verdadera, pero ¿realmente iba a golpear activamente la entrepierna de su ex amante?

No importaba, porque Yokoi rechazó la maza y atacó a Kimura. Repetidamente. Kimura trató de rechazar sus ataques con su broquel, pero no fue capaz de lograrlo. Recibió cortes por todas partes, y quedó gravemente herido en poco tiempo.

“¡Wee! ¡Yokoiii!”

Parecía encantado, pero a este paso ella iba a rebanarle en pedazos, así que había que hacer algo. Haruhiro estaba a punto de ir a ayudar, pero Setora lo detuvo.

“¡Encárgate del mago!” Dijo ella.

Haruhiro asintió. “¡Encárgate de él!”

Dejando a Setora a cargo de la protección de Kimura, Haruhiro rodeó el muro de fuego. El mago enjuto de la perilla y el sacerdote canoso no habían bajado de las escaleras. Era como si supieran que Haruhiro iba a venir.

“Delm, hel, en, van, arve.”

El demacrado mago activó otro hechizo. Este fue…


“¡¿Ah?!”

Caliente. En un instante, sus ojos se sintieron secos, y su garganta estaba reseca. El viento era intensamente caliente. Pero no era tan fuerte como para arrastrarlo. Podía mantenerse firme. Podía empujar a través del viento, de alguna manera, pero…

“Delm, hel, en, ig, arve.”

¿Otra vez el mismo hechizo?

Bolas de fuego vinieron hacia él. No sólo una. Dos, tres pasaron zumbando. Haruhiro instintivamente dejó de resistir el viento caliente. Dejó que lo hiciera retroceder mientras se apartaba de los orbes de fuego. El tercero pasó por poco, y le chamuscó un buen trozo de cabello, pero se las arregló para esquivarlo.

“¡¿Eh?!”

El siguiente ataque no fue mágico. Era el sacerdote canoso, cargando. Dio un golpe lateral con su bastón, pero puso demasiada fuerza en él. Haruhiro se agachó y se apartó del camino. Pero el bastón no se detuvo. O, mejor dicho, el sacerdote canoso no lo hizo. Giró todo el camino con el bastón, y fue a por un segundo golpe. Si me golpea, podría matarme, pensó Haruhiro mientras saltaba a un lado.

“Dem, hel, en, rig, arve.”

El demacrado mago estaba en ello de nuevo. Lanzando hechizos a intervalos regulares. Un pilar de llamas se elevó, y Haruhiro estuvo a punto de chocar con él. Era el hechizo Pilar de Fuego.

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“¡Urgh…!” Haruhiro trató de retroceder a toda prisa, pero el demacrado mago lanzó otro Pilar de Fuego.

“Delm, hel, en, rig, arve.”

“¡Caliente!”

Detrás de él. Había un pilar de llamas justo detrás de Haruhiro. No podía ir hacia adelante o hacia atrás. ¿Izquierda o derecha? Haruhiro fue a la derecha antes de que pudiera dudar de su decisión. El sacerdote canoso le estaba esperando allí, blandiendo su bastón hacia Haruhiro.

“¡¿Ah?!”

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