Koujo Denka (NL)

Volumen 5

Capitulo 2: Remarqué

Parte 4

 

 

Estábamos de camino a comprar ropa, como lo habíamos decidido la noche anterior. Primero, habíamos planeado conseguir que alguien nos dejara en la Estación Central y escogiéramos nuestros atuendos… pero para el desayuno de esa mañana, Tina de pronto había exclamado.

“¡Stella, invitemos a Roland! ¡Podemos usar la opinión de un hombre, y me gustaría que alguien llevará nuestras bolsas! ¿No estás de acuerdo, Ellie?”


“¡S-Sí!”

La asombrada chica respondió.

“Me…G-Gustaría oír el valioso consejo de Roland- Niisama”

Había dudado. Roland era mi mayordomo personal, pero también tenía trabajo. ¿No sería esto muy repentino? A pesar de mis recelos, el joven esperándome había ajustado su monóculo respondió con un simple “Bien, mis señoritas” en su usual desapasionado tono.

Mi mayordomo había sido extremadamente dedicado a su trabajo. Parecía haberse desvelado para hacer guardia la noche anterior, así que necesitaba asegurarme que descansara algo antes colapsar por mucho trabajo.





“Me sentí algo mal por mi padre y Graham esta mañana, ¿verdad, Ellie?” Tina siguió.

“Montaron Griffins desde Galois, y Shelly los mando a trabajar tan pronto llegaron a casa.”

“E-El…Uhm…Uh…Profesor también, creo.” Ellie añadió.

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“Mi señor y el abuelo lo pusieron a trabajar.”

Mi padre, el Duque Walker Howard, y nuestro mayordomo en jefe, Graham Walker, habían pasado los últimos días en Galois, un territorio que nuestra casa había ganado en una anterior guerra, haciendo preparaciones para ejercicios militares mayores que el Imperio Yustinian estaba conduciendo cerca de nuestras fronteras. Se habían acelerado para terminar sus mandados y regresaron a casa a tiempo para el regreso de Tina y Ellie, pero la armada del imperio sur había retrasado al par al anunciar una extensión en sus maniobras.

Incluso la llegada de mi padre y Graham esa mañana había sido un lio— el resultado de empaquetar su trabajo sin terminar en los Griffins para un viaje de regreso. Habían logrado intercambiar unas palabritas con las chicas antes que Shelly y su ayudante los hubieran acosado. El profesor se había cagado de la risa mientras observaba a las maids acompañarlos al estudio… hasta ellas lo habían tomado de los brazos sin decir palabra.

“¡L-Libérame, Walter! ¡Graham!” El asombrado académico había gritado.

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“¡Vine aquí para relajarme, no para hacer su trabajo! Les hago saber que tengo mis dificultades para— y- ya me disculpé por lo que pasó en la Capital del Este. ¡N-No! ¡Me estoy tomando unos días de vacaciones! A-Anko, sálvame de—”

El magnífico gato había abandonado a su maestro sin más y se fue a unirse a las maids mientras la puerta frontal encerraba al profesor, gritando en desesperación. Allen-sama lo había dejado en su carta, pero sospechaba que el profesor y el director se habían metido en algo en la Capital del Este mientras—

“Stella-Ojou.” Roland anunció.

“Nuestro destino está a la vista.” Su puntal voz me trajo de regreso al presente.

“Tina, Ellie.” Dije, girándome para sonreírle a las chicas en los asientos traseros.

“Alístense. Casi llegamos.”

***

 

 

Ethertraut era una de las más grandes tiendas de ropa en la capital norte, ocupando un masivo edificio de piedra que tenía siete pisas sobre el suelo y dos por debajo. Además de vestidos, era conocido por su sección de joyería, zapatería, cosméticos, y todo lo necesario para lucir como la mejor. El negocio había estado operando por doscientos años y fácilmente predecía de la Guerra del Señor Oscuro. Supuestamente su nombre derivaba en parte de cierto hechicero que una vez había rescatado a su fundador. Y en la cámara más interna de ese venerable establecimiento— un cuarto espacioso reservado para nobleza de alta clase— me encontraba asombrada por la pila de ropa y joyería en la larga mesa de mármol ante mí.

Eso no era lo que realmente tenía en mente.

“¡Toma, Stella! ¡Sé que también lucirás grandiosa en este!” Tina anunció, añadiendo un vestido pálido de amarillo y naranja y un sombrero con un listón floral en la base.

“E-Escucha, Tina, yo no—”

“Eso es demasiado, Stella-Ojou.” Ellie intervino antes que pudiera decir palabra.

Me entrego un fino vestido verde jade con un escote de corte bajo.

“E-Ellie, esto no es realmente—”

“¿No te los probarás?” Ambas chicas rogaron juntas.

“Está bien.” Concedí luego de una rara pausa y me desvanecí dentro del cambiador.

Ya había moldeado al menos una docena de trajes surtidos, pero parecía que fuera a terminar. Y para hacerlo peor…

Moví la cortina del cambiador y fisgoneé. Una pequeña armada de vendedoras— todas las mujeres— Estaban observando a Tina y Ellie mientras escogían un vestido tras otro. El único hombre en el cuarto era Roland Walker, quien se paraba a un costado, como una estatua. Había esperado una experiencia de compras más relajadas, pero Shelly al parecer había dado un aviso previo de nuestra visita a la tienda. Tan pronto como pusimos un pie en la puerta que fuimos acompañadas a esta cámara exclusiva, donde maliciosas miradas de inmediato habían aparecido en las caras de Tina y Ellie.

“Debemos empezar contigo… Stella.” Mi hermana había alardeado.

“No tengas miedo; ¡Ellie y yo encontraremos el mejor para ti! No creo que puedas escoger tu propio atuendo. ¡Tomaremos nuestro turno una vez termines!”

“¡Y…D-Daré lo mejor, Stella-neesama!” Ellie había intervenido.

La astuta observación de Tina no había dejado espacio para argumentar. En efecto, era una novata cuando se trataba de compra de ropa. Mi escaso guardarropa consistía de atuendos que había convencido a Karen y Felicia para escoger para mí, o que había comprado a juego con los suyos.

Miré a los trajes que Tina y Ellie me habían entregado y suspiré. Si solo Allen-sama estuviera aquí, diría. “Eres tan preciosa que te ves adorable con cualquier atuendo, Stella. ¿Por qué no te pruebas el siguiente?”

Ooh… S-Solo puedo imaginármelo siendo malo conmigo.

Sin embargo, pensé que usaría cualquier cosa que Allen-sama escogiera para mí. Simplemente me moría por conocer su gusto en ropa. Parece que recuerdo que una vez Karen dijo, “¡No esperes nada de Nii-sama! Él me vistió a mí y Lydia como maids cuando visitamos la mansión Leinster. ¡Incluso hizo que Lydia usara orejas de gato! ¡Es mi deber como hermanita ponerle los pies en la tierra antes que se vuelva en un desviado!”

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¿Quizás Allen-sama tenía una fascinación por las orejas de furros? Bueno, había sido criado entre hombres bestias. Quizás… ¿puedo encontrar un vestido así?

Los llamados de Ellie y Tina “¿Stella?” y “¿A-Aún no está lista?” interrumpieron mis silenciosas reflexiones.

“Esperen un momento.” Respondí. “Me estoy cambiando.”

La realidad me había atrapado.

No te preocupes, Stella. Me di valor frente al gran espejo.

Puedes hacerlo.

Y con ese pensamiento, empecé a ponerme los atuendos que mi hermana y mi amiga habían escogido para mí.

Me revisé en el espejo, preguntando si el vestido me lucía.

“Tina, Ellie, estoy cambiada.” Llamé, saliendo del cambiador.


El par detuvo su búsqueda de más vestidos y corrieron a mí, con sus ojos brillando.

“Muy bien.” Tina asintió con satisfacción.

¡Esos colores se ven adorables en ti, Stella!”

“Oh, wow. ¡Simplemente se ve asombrosa, Stella- Ojou!” Ellie sonrió y junto sus manos.

“¿E-Eso creen?” Pregunté.

“¿S-Suponen que a Allen-sama le gustara?” “¡Desde luego!” De inmediato respondieron.

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Mi mayordomo se tomó un momento para ajustar su monóculo y entonces pregunto.

“¿Allen-sama?”

Las vendedoras me estaban dando miradas positivas también. Superada por la vergüenza, bajé el borde de mi sombrero de tela— había escogido ponerme el vestido amarillo y naranja de Tina.

“¡Mira, Roland! ¡¿Qué crees?!” Tina demandó. Ellie siguió con un “¡P-Por favor, danos tu opinión, Roland-Niisama!”

El joven mayordomo me miró desde su posición en el rincón, entonces apartó la mirada y respondió.

“Creo que el atuendo le…Uhm…Queda bien”

Que te digan todo lo que me probé “me queda” era un poco desconcertante en sí mismo. No quería que Roland me vieran tan intensamente, pero esperaba un poco más de información útil.

“S-Stella-Ojou…P-Por favor pruébese el que escogí.” Ellie rogó adorablemente.

“No lo he olvidado.” Le aseguré. “Pero primero, Roland.”

“¿Sí, mi señora?” El mayordomo respondió.

“Todo lo que dijiste acerca de mi ropa es que me “queda”. Eres el único hombre aquí, así que desearía que fueras más específico.”

“Stella-Ojou, te ves positiva…” Justo cuando Roland parecía estar por dar una respuesta más larga, sus palabras vacilaron y se detuvieron. ¿Y fue disconformidad lo que vi en sus ojos?

 

 

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Espero a que el alto mayordomo continuara, pero su silencio persistió. Al final dije,

“Roland, no te estás sintiendo bien de casu— ¡Oh, que idiotez de mía! Lo siento mucho. Siéntete libre de sentarte.”

“No, mi señora, tengo perfecta salud. Pero gracias por su preocupación.” Él respondió.

¿De verdad estaba bien?

Tina y Ellie presionaron sus manos en sus frentes y miraron al cielo. No estaba segura qué hacer con la situación. Aunque, conociendo a Roland, seguro que daría más comentarios específicos en mi siguiente atuendo.

¡Si voy a comprar ropa, también puedo escoger lo que más me consiga halagos de Allen-sama!

***

 

 

Una vez salimos de Ethertraut y volvimos al carruaje, Tina libero un exhausto suspiro.

“Eso dio en el clavo.” Ella dijo desde el asiento de atrás.

“¡Vestirte es más divertido que comprarlo para mí, Stella! ¡Te ves hermosa y adorable con todo!

¡Deberíamos hacer esto otra vez en la capital real!”

“M-Muchas gracias, Stella-Ojou.” Ellie intervino. “Me la pase bien”

“¿Qué haré con ustedes?” Respondí.

“Sería mejor que fueran primero la siguiente vez.” “¡Claro!” El par respondió.


Luego de agonizar por todas mis opciones, finalmente había comprado un vestido con el tono más pálido posible de amarillo con un sombrero de tela a juego con una chaqueta blanca. Todo el conjunto era una versión actualizada de lo que había usado en mi primera…C-Cita con Allen-sama. Una vez volviera a la capital real, podríamos ir a otra…

Solo pensar me emocionaba. Esperaba conseguir una oportunidad para usar la ropa para dormir que le había pedido a una de las vendedoras que me encontrara mientras Tina y Ellie no estaban viendo.

“Gracias por esperar, mis señoras.” Roland dijo mientras se subía al asiento del conductor luego de meter nuestras compras en el cajón.

“De nada.” Respondí.

“Lamento hacerte venir con nosotras, Roland.”

“Ni que lo diga. Me aseguraré de estudiar formas apropiadas para describir a una dama antes de su siguiente salida.”

Mientras el mayordomo ajustaba su monóculo y encendía el motor, me di cuenta que se veía sombrío y que su ceja se había fruncido levemente. No podía culparlo por sentirse cansado luego de pasar todo ese tiempo como el viejo raro en un cuarto lleno de mujeres.

Probablemente había tomado mi petición de comentarios más específicos bastante a pecho, aunque nunca había logrado decir nada más que un rígido “Eso le queda”. Estaba convencido que necesitaba un descanso.

“Tina, Ellie.” Dije, dándome vuelta alrededor de mi asiento.

“¿Le gustaría tomar un desvío?”

***

 

 

Las maids me habían recomendado este nuevo café con gran entusiasmo, y el número de clientes sugería que no solo era para sus fans. Algo acerca del lugar me recordaba al café de techo azul al que frecuentábamos en la capital real, pero lo que lo separaba era—

“¿Shtella?” Tina dijo, pausándose para mirarme. “Hashe frío.” Ellie añadió, siguiéndola.

“Terminen de comer antes de hablar.” Les respondí.

“Oksh.”

Ellas respondieron juntas y luego siguieron su batalla contra los congelados postres ante ellas— montañas de hielo raspado se reposaba en platos de cristal y cubiertos con dulces esencias de azúcar y jugo de fruta. No estaban en el menú en la capital real. No había ordenado uno para mí— Se venían como más de lo que pudiera comer.

“Aquí tienes, Stella-Ojou.”

Mi mayordomo anunció, entregándome un platillo con una taza de té negro, el cual había vertido con una pulida perfección.

“Gracias, Roland.” Respondí. “Ten algo para ti.”

“Claro, mi señora”

Tomé un sorbo y encontré la fragancia y el sabor del té de mi gusto. Viendo alrededor del interior del café, vi que su tenue decoración también me recordaba a su contraparte techada en la capital real. Mientras observaba a Tina y Ellie enfrentándose con sus congeladas comidas, me pregunta si hubiera ordenado uno si Allen-sama hubiera estado con nosotras.

Solo podía imaginarlo diciendo, “Stella, deberíamos probar uno mientras estemos aquí.”

“P-Preferiría que no.” Respondería.

“Nunca podría terminarme uno.”

“En ese caso, ordenemos uno para los dos.”


Tomé otro sorbo de té.

Sí, podría decir eso. Y entonces…

“Stella, ¿abrirías tu boca?” Él preguntaría.

“A-Allen-sama…Uhm…    ¿q-qué    pasa    con    esa cuchara?” Yo balbucearía.

“Come antes que se derriba. De lo contrario… puedo convertirme en un malvado mayordomo y te haría algo horrible, mi señora”

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