Lord of Mysteries (NW)

Volumen 1

Capitulo 45: El regreso

¡El cuaderno de Antigonus está en el apartamento de enfrente de los secuestradores!

Aunque fue mucha casualidad, Klein creía que su intuición era correcta.

Inmediatamente se levantó de la cama y rápidamente se quitó la ropa vieja que usualmente usaba para dormir. Cogió una camisa blanca a su lado y se la puso, abotonándose rápidamente de arriba a abajo.

Uno, dos, tres…  De repente se dio cuenta de que se saltó algunos botones. Los lados izquierdo y derecho no parecían coincidir.

Con una mirada cuidadosa, Klein se dio cuenta de que había cometido un error al abotonarse el primer botón, lo que provocó que la camisa se deformara.

Sacudió la cabeza con impotencia antes de respirar profundamente y exhalar lentamente, usando la técnica de Cogitación para restaurar la calma.

Después de ponerse la camisa blanca y los pantalones negros, apenas logró ponerse la funda de la axila. Sacó el revólver que escondía debajo de su almohada y lo guardó.

Sin tiempo para anudarse la corbata de moño, se puso su traje formal y con sombrero y bastón, caminó hacia la puerta. Después de ponerse su sombrero de copa a la mitad, Klein giró suavemente la manija de la puerta y salió al pasillo.

Cerró con cuidado la puerta de madera de su dormitorio y se escabulló escaleras abajo en silencio. Usó una pluma estilográfica y papel en la sala de estar para dejar una nota, informando a sus hermanos que se había olvidado de mencionar que tenía que llegar temprano al trabajo.

En el momento en que salió por la puerta, Klein sintió una brisa fresca y todo su ser se calmó.

La calle frente a él estaba oscura y silenciosa sin peatones. Sólo las lámparas de gas iluminaban las calles.

Klein sacó su reloj de bolsillo y lo abrió. Eran solo las cinco de la mañana y la luz de la luna carmesí permanecía. Sin embargo, había un matiz de amanecer en el horizonte.

Estaba a punto de buscar un carruaje caro de alquiler cuando vio que se le acercaba un carruaje de cuatro ruedas y dos caballos.

“¿Hay vagones públicos tan temprano en la mañana?” Klein estaba desconcertado cuando avanzó y le indicó que se detuviera.

“Buenos días señor.” El cochero detuvo hábilmente a los caballos.

El oficial de boletos a su lado tenía su mano en su boca mientras bostezaba.

A la calle Zouteland. Klein sacó dos peniques de su bolsillo y cuatro medios peniques.

“Cuatro peniques”, respondió el oficial de boletos sin dudarlo.

Después de pagar el viaje, Klein subió al carruaje y lo encontró vacío. Exudaba una clara soledad en medio de la noche oscura.

“Usted es el primero”, dijo el conductor del carruaje con una sonrisa.

Los dos caballos marrones abrieron el paso mientras avanzaban rápidamente.

“Para ser honesto, nunca imaginé que habría un transporte público tan temprano en la mañana”. Klein se sentó cerca del conductor del carruaje y parloteó para desviar su atención y relajar su mente tensa.

El conductor del carruaje dijo con resignación: “Desde las cinco de la mañana hasta las nueve de la noche y todo lo que gano es una libra a la semana”.

“¿No hay descansos?” inquirió Klein desconcertado.

“Hacemos turnos para descansar una vez por semana”. El tono del conductor del carruaje se volvió pesado.

El oficial de boletos a su lado agregó: “Estamos a cargo de recorrer las calles de cinco a once de la mañana. Después de eso, tenemos el almuerzo y un descanso por la tarde. Cerca de la hora de la cena, reemplazamos a nuestros colegas… Incluso si no necesitamos descansar, los dos caballos lo necesitarán”.

“No era así en el pasado. Hubo un accidente que no debería haber ocurrido. Debido al cansancio, el conductor de un carruaje perdió el control de su carruaje y se volcó. Resultó en que tuviéramos turnos… ¡Esos chupasangres nunca no dejarían descansar de otra manera!” El conductor del carruaje se burló.

Bajo la iluminación del amanecer, el carruaje condujo hacia Zouteland Street y recogió siete u ocho pasajeros en el camino.

Después de que Klein estuvo menos tenso, no conversó más. Cerró los ojos y recordó la experiencia de ayer, con la esperanza de notar si había olvidado algo.

Para cuando el cielo estaba claro y el sol estaba en el horizonte, el carruaje finalmente llegó a  la calle Zouteland.

Klein apretó su sombrero con la mano izquierda y saltó rápidamente del carruaje.

Rápidamente entró en el 36 de la calle Zouteland y llegó a las afueras de la Compañía de Seguridad Blackthorn después de subir el tramo de escaleras.

La puerta aún estaba cerrada y no se había abierto.

Klein sacó el anillo de llaves de su cintura y encontró la llave de latón correspondiente y la insertó en el ojo de la cerradura y la giró.

Empujó hacia adelante mientras la puerta se abría lentamente. Vio a Leonard Mitchell, de pelo negro y ojos verdes, olfateando un cigarrillo recientemente popular.

“Para ser honesto, prefiero los puros… ¿Pareces tener prisa?” preguntó el Halcón Nocturno, que parecía un poeta, de una manera relajada y acogedora.

“¿Dónde está el capitán?” Klein preguntó en lugar de responder.

Leonard señaló la partición.

Está en la oficina. Como algo más allá de un Insomne, solo necesita una o dos horas de sueño al día. Creo que es una poción que a los dueños de fábricas o banqueros les gustaría mucho”.

Klein asintió y pasó rápidamente a través de la partición. Vio que Dunn Smith había abierto la puerta de su oficina y estaba parado en la entrada.

“¿Qué pasa?” Vestido con su cortavientos negro, sostenía un bastón con incrustaciones de oro con una expresión solemne y severa.

“Me vino la sensación de déjà vu. Debe ser el cuaderno. El cuaderno de la familia Antigonus.” Klein se esforzó por dar una respuesta clara y lógica.

“¿Donde fue eso?” La expresión de Dunn Smith no tuvo cambios evidentes.

Sin embargo, la intuición de Klein le decía que en él se había producido un claro e invisible revuelo. Esto fue posiblemente un destello de su espíritu o un cambio en sus emociones.

“Está en el lugar donde Leonard y yo salvamos a un rehén ayer. Frente a la habitación de los secuestradores. No me di cuenta en ese entonces hasta que tuve un sueño y recibí una revelación”, Klein no ocultó nada.

“Por lo que parece, me perdí de hacer grandes contribuciones”. Leonard, que había caminado hacia la oficina, se rió entre dientes.

Dunn asintió levemente mientras daba instrucciones con una expresión solemne: “Haz que Kenley reemplace el reloj de la armería del Viejo Neil. Que el viejo Neil y Frye vengan con nosotros.”

Leonard dejó de actuar frívolo e inmediatamente informó a Kenley y Frye que estaban en la sala de entretenimiento de los Halcones Nocturnos. Uno de ellos era un Insomne ​​y el otro un Coleccionista de Cadáveres.

Cinco minutos más tarde, el carruaje de dos ruedas que quedó bajo la jurisdicción de los Halcones Nocturnos comenzó a conducir por las calles dispersas de la mañana.

Leonard vestía un sombrero de plumas, una camisa y un chaleco. Se puso de pie como el conductor del carruaje, golpeando un látigo de vez en cuando, enviando un chasquido.

Dentro del carruaje, Klein y el viejo Neil se sentaron a un lado. Frente a ellos estaban Dunn Smith y Frye.

La piel del recolector de cadáveres era tan pálida que parecía que no había estado bajo el sol jamás o que tenía una grave anemia. Parecía tener unos treinta años con cabello negro y ojos azules. Tenía un puente nasal alto y sus labios eran muy delgados. Su actitud era fría y oscura y tenía un ligero olor por tocar a menudo cadáveres.

“Repita la situación nuevamente en detalle”. Dunn se ajustó el cuello de su cazadora negra.

Klein acarició el topacio que colgaba de su manga mientras comenzaba desde la puesta en marcha de la misión hasta el sueño. A un lado, el viejo Neil se rió entre dientes.

“Tu destino parece estar entrelazado con el cuaderno de la familia Antigonus. Nunca esperé que lo encontraras de esa manera.”

Eso es correcto. ¿¡No es demasiada coincidencia!? Afortunadamente, Leonard mencionó que no había indicios de facciones ocultas o de poderes misteriosos en las investigaciones preliminares del secuestro de Elliott. Fue únicamente un crimen motivado por el dinero. De lo contrario, realmente sospecharía que alguien hubiera arreglado deliberadamente que esto sucediera…  Klein encontró la situación bastante curiosa.

¡Era demasiada coincidencia!

Dunn no expresó sus ideas porque estaba sumido en sus pensamientos. Asimismo, el recolector de cadáveres Frye, vestido con una cazadora negra, mantuvo su silencio.

Solo cuando el carruaje se detuvo en el edificio mencionado por Klein se rompió el silencio.

“Vamos arriba. Klein, tú y el viejo Neil caminen detrás. Ten cuidado, mucho cuidado. Dunn se bajó del carruaje y sacó un extraño revólver con un cañón claramente largo y grueso. Se la guardó en el bolsillo derecho.

“Está bien.” Klein no se atrevió a tomar el punto.

Después de que Leonard encontró a alguien para vigilar el carruaje, los cinco Beyonders entraron ordenadamente al edificio. Con pasos muy ligeros, llegaron al tercer piso.

“¿Es este el lugar?” Leonard señaló el apartamento frente a los secuestradores.

Klein golpeó su entrecejo dos veces y activó su Visión Espiritual.

En este estado, su percepción espiritual se mejoró nuevamente. Encontró la puerta familiar, como si hubiera entrado antes.

“Sí.” Él asintió en afirmación.

El viejo Neil también activó su percepción espiritual y después de observar cuidadosamente, dijo: “No hay nadie adentro, ni hay signos de magia”.

El recolector de cadáveres Frye agregó con voz ronca: “No hay espíritus malignos”.

Podía ver muchos cuerpos espirituales, incluidos espíritus malignos y espectros inquietos, incluso sin activar su visión espiritual.

Leonard dio un paso adelante y, como ayer, golpeó la cerradura de la puerta.

Esta vez no solo la madera circundante se hizo añicos, sino que incluso la cerradura de la puerta voló y cayó ruidosamente al suelo.

Klein pareció sentir que un sello invisible desaparecía instantáneamente. Inmediatamente después de eso, captó un hedor intenso.

“Cadáver, un cadáver en descomposición”, describió Frye con frialdad.

No parecía sufrir náuseas.

Dunn extendió su mano derecha enguantada de negro y empujó la puerta lentamente. Lo primero que vieron fue una chimenea. Para principios de julio, había un calor anormal que emanaba de la habitación.

Frente a la chimenea había una mecedora. Sentada en ella había una anciana vestida de blanco y negro. Su cabeza colgaba caida.

Su cuerpo era anormalmente grande, su piel era verde negruzca y estaba hinchada con granos de pus. Parecía que iba a explotar con un simple toque, arrojando un hedor a podrido desde dentro. Gusanos y parásitos se retorcían entre su carne y jugos podridos,, apareciendo como pequeños puntos de luz en su Visión Espitirual. Parecían aferrarse a una oscuridad que se marchitaba.

¡Pa! ¡Pa!

Los globos oculares de la anciana cayeron al suelo y rodaron un par de veces, dejando una línea de líquido de color marrón amarillento.

Klein se sintió asqueado y, al no poder tolerar más el hedor pútrido, se inclinó y vomitó.