Koujo Denka (NL)

Volumen 4

Capitulo 4: Lydia Y Yo

Parte 5

Levanté mi fiel espadón por encima de mi cabeza, preparado para atacar, y comencé mi carga final. Rugí por el esfuerzo mientras lanzaba hechizos de agua  avanzados  con  todas  mis fuerzas, concentrando más de veinte ráfagas en el barrido descendente de mi espada. Innumerables enemigos habían caído antes de este golpe mortal, ¡ni siquiera la actual Dama de la Espada podía salir ilesa!

Luego vino un parpadeo de luz escarlata, con una ráfaga de aire abrasador siguiéndolo de cerca. La punta de mi espada fiel, que había sobrevivido incluso a la ira del dragón, voló por el aire, cortado limpiamente a través de la hoja. La armadura que le había encargado a la república se resquebrajó y caí al suelo, bramando de dolor.

“No está mal para uno de esos subordinados reales. En el extremo inferior de la media, diría yo”

Comentó el demonio escarlata con frialdad. Su frente estaba cortada y su ojo izquierdo rojo.

Mis hombres yacían inmóviles, sus enormes escudos y armaduras destrozados, por no hablar de sus espadas y lanzas. Las barreras que habíamos puesto con tanto cuidado estaban hechas jirones. Apreté los dientes incluso cuando el sabor de la sangre llenó mi boca. Nos había superado a todos de un solo golpe. Nunca, ni en mis sueños más salvajes, había imaginado que la Dama de la Espada podría poseer tal poder.

Permitir que el joven hechicero nos pasara había sido parte del plan. La destreza marcial que esta joven había mostrado después de su partida, sin embargo, dejó todas nuestras predicciones en el polvo. Los rumores de que incluso se había batido a duelo con el Héroe ahora parecían plausibles. ¡Ella era sin duda el pináculo mismo del manejo de la espada!

Y por esa razón, obligué a mi cuerpo roto a levantarse, usando mi espada igualmente rota como apoyo. La sangre brotó de cada centímetro de mi cuerpo a pesar de los hechizos de curación perpetuos que se le aplicaron. Aun así, levanté lo que quedaba de mi gran espada una vez más.

“No pareces un tonto, pero parece que no sabes cuándo estás derrotado”. La dama de fuego frunció el ceño, perpleja.

“No tienes ninguna posibilidad contra mí”.

“¡Es verdad!” Respondí.

“¡Sin embargo, soy un caballero! ¡Debo repeler a todos los que puedan dañar a mi Señorl!”

“No tengo tiempo para esto”

Sin previo aviso, un Fire Bird de cuatro alas se materializó y se lanzó hacia mí. Ni siquiera quedarían mis cenizas si me permitiera llevar todo el peso. Por lo tanto, reuní lo último de mi maná y empujé mi brazo derecho protésico hacia adelante. Las palabras del arzobispo de la Iglesia del Espíritu Santo que me había dado el miembro artificial pasaron por mi mente: “La magia antigua anima este brazo. Nunca debes invocar su poder”.

¡Perdóname, pero no puedo prestar atención a tu advertencia!

El choque entre el Fire Bird y mi prótesis trajo consigo un dolor punzante y el olor a carne quemada. Rugí y canalicé todo el maná que pude reunir en la extremidad que se desintegraba. Llamas cenicientas  siniestras  brotaron  de  mi  brazo, consumiendo al mensajero aviar de la muerte.

¡¿Q-Qué diablos?! No, ¡Mis pensamientos pueden esperar!

Más allá del Fire Bird derrotado, la dama se quedó inmóvil, con una mirada de inquietud en su rostro vuelto hacia arriba.

“¡En el campo de batalla, la distracción invita a la muerte!”

Grité, reuniendo mi fuerza para hundir la espada en mi mano izquierda en—Vi los jardines llenos de flores del palacio real—Un grato recuerdo de mis días de gloria.

“¡Seré el rey más grande que jamás haya existido, William!”

Gritó el joven príncipe Gerard, con las mejillas sonrojadas.

“¡Sé que lo haré! ¡Sígueme!”

Dicen que la vida de uno pasa ante los ojos en el momento antes de la muerte En cuyo caso… Oh, mi príncipe…

Un instante después, un dolor más allá del dolor me atravesó cuando sentí que todos los músculos y tendones de mi cuerpo eran cortados e incinerados. Me derrumbé en el acto, incapaz incluso de gritar.

“Lo que tienes es narcisismo, no caballerosidad”, fue un pronunciamiento frío.

“¡Tu deber era detener a tu príncipe idiota antes de que hiciera el ridículo, y mucho menos invocar magia como esta!”

Sentí que la Dama de la Espada desaparecía, seguida de un estruendo cuando fragmentos del techo cayeron a mi alrededor. Al parecer, tenía mucha prisa. Aun así, me reí para mis adentros, ella había permanecido despiadada hasta el final.

Mi visión se oscurecía. Ya no podía mover ni un dedo, pero podía sentir el maná de Su Excelencia. El gran hechizo Radiant Shield, la famosa reliquia de la familia real, se parecía al maná de mi brazo protésico.

Sé que esto está mal, pero por favor, Espíritu Santo… Deja que mi príncipe…

Mi conciencia se estaba atenuando y todo mi cuerpo se hundía en la oscuridad.

“Supongo que esto es lo mejor que podemos esperar de un caballero fracasado”

Dijo una voz desdeñosa.

“Ahora,  ¿la  bestia  ficticia  cumplirá  con  las expectativas de mi amo?”

Esto suena como los Algrens…

***

“¡Vamos! ¿A dónde se fue toda tu confianza?” Gritó Gerard.

Ominosas llamas negras brotaron de su brazo derecho mientras me perseguía por el pasillo.

Un golpe directo de su maná me mataría. Ese primer golpe probablemente habría sido fatal si el talismán protector de mi padre no lo hubiera sufrido en mi lugar. La construcción y el cifrado de los hechizos del príncipe habían cambiado por completo y variado con cada lanzamiento, haciendo que incluso cancelarlos fuera imposible.

“¡Date prisa! ¡Date prisa! ¡Date prisa! ¡Date prisa! ¡Date prisa! ¡Date prisa y muereeee!”

Habiéndome quedado sin espacio, rápidamente me detuve y salté a un tramo de escaleras que conducía hacia arriba. Me dolía el costado donde Gerard me había rozado, pero ignoré la herida y arrojé el Divine Earth Mire bajo sus pies. Su cara la lancé con un aluvión de Divine Light Shots.

“¡No más trucos!”

Gritó cuando las llamas negras interceptaron todos mis ataques.

Entonces, tiene defensas automatizadas.

Corrí hasta el último piso y luego salí por una ventana cercana. Una combinación de fuego y bengalas proporcionó suficiente visibilidad. Con la ayuda de hechizos de levitación y viento, salté al techo y comencé a correr a lo largo de su superficie casi plana. Gotas de llamas negras de los pisos inferiores atravesaron el techo detrás de mí.

“¡Owaín!”

Llamé al comandante a través de mi orbe de comunicación.

“¡¿Es este el maná de Gerard ?!” Fue su aguda respuesta.

“Me está persiguiendo mientras hablamos. Diles a tus caballeros que retrocedan”

Me lancé a mí mismo con un hechizo de viento, lanzándome rápidamente cuando una sección del techo se derrumbó en una masa de fuego negro. El príncipe salió flotando del agujero resultante. Su capa y la mayor parte de su camisa se estaban quemando para revelar un brazo derecho envuelto en vendas que se había vuelto más animal que humano. Una fórmula de hechizo que se retorcía cubría el lado derecho de su cuerpo y se hacía más densa mientras yo miraba. El lado izquierdo de su torso también tenía una insignia que no había estado allí durante nuestra pelea en la Royal Academy. En una inspección más cercana, la luz negra que se retorcía emanando de su lado derecho parecía estar suprimiendo llamas escarlatas brillantes en su brazo derecho. Reconocí la fórmula del hechizo que brillaba oscuramente como Radiant Shield—Lo había inscrito descuidadamente en su propio cuerpo.

Esto parece un problema serio.

“¡Oye, Allen! ¡¿Qué está pasando?!” gritó Owain.

“¡Estoy en el techo cerca de la aguja más alta!” Respondí.

“Espero que eso responda a tu pregunta. Adiós”.

“¡Oye! Alle—”

Apagué mi orbe de comunicación y miré a Gerard. Había un odio intenso en sus ojos.

Debo asegurarme de que esté inconsciente cuando lo capture.

Decidí mientras preparaba mi bastón.

La cinta escarlata brillaba alentadora.

Gerard soltó una carcajada burlona.

“¿Crees que tienes una oportunidad?” él dijo.

“¡Aquí es donde cenas!”

“Puedes pensar que me tienes—”

Me detuve a la mitad de la oración y miré hacia arriba, aturdido por una oleada de maná familiar pero inesperado. Una niña de alas azules vestida de blanco se posó en el techo, que comenzó a blanquear a su alrededor.

“¡¿Tina?!” Grité.

“No debes permitir que tales imitaciones te venzan, compañero. La victoria será nuestra”,

Dijo con calma. Esta era la misma voz que había escuchado en la mansión Howard, en la Royal Academy y en la villa Algren.

¿Significaba eso que estaba mirando a Frigid Crane?

“Mi compañero, Blazing Qilin, gobernante del fuego” Dijo de nuevo la chica de blanco.

Estaba llamando a Gerard, o mejor dicho, a lo que sea que Gerard tuviera aprisionado. Su pálido dominio se estaba extendiendo, corriendo con las llamas negras donde quiera que tocaba.

“¡Alto! ¡Un animal humilde no puede hacerme esto!”

El príncipe gimió, cayendo de rodillas y retorciéndose de dolor. Los ojos de la chica se abrieron.

“Aquí hay dos imitaciones: La del Caballero y la del Santo”, dijo con tristeza.

La fórmula del hechizo en el lado izquierdo de Gerard parpadeó y sus llamas ardieron con renovada intensidad, empujando contra el mundo helado. El príncipe sonrió y luego se abalanzó sobre la chica.

“¡Tina!”

Grité, canalizando todo mi maná en mis piernas y apresurándome a interceptarlo.

El brazo derecho de Gerard golpeó mi bastón, un golpe tan fuerte que me esforcé por el impacto. Mientras tanto, el fuego negro se extendió desde el cuerpo del príncipe, ignorándome para atacar a la chica. Me obligué a moverme, girando para…

“¡Tontooooooooool!”

Gritó Gerard, riendo como un maníaco. Esta vez, sus llamas realmente habían atravesado mi costado. El dolor me atravesó cuando la sangre fresca brotó de la herida.

“¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! ¡Muere! ¡Solo muere ya!”

Gritó, preparándose para capitalizar su oportunidad.

Me las arreglé para apartarme del camino de su segundo golpe y luego recuperé el equilibrio. Con una andanada de flechas mágicas, cubrí mi carrera a lo largo del techo para poner distancia entre Gerard y yo.

Ignoré deliberadamente mi dolor. Me había protegido con barreras resistentes al fuego, pero de poco me habían servido. La magia curativa resultó igualmente ineficaz.    Una    batalla     prolongada     sería    difícil, imposible si también necesitaba proteger a Tina. Lydia estaba… en camino. Por lo tanto, mi mejor opción fue ganar tiempo hasta que ella llegara.

“¡Solo ríndete!” el príncipe chilló.

Me abrí paso a través de sus llamas y arremetí con una punta de lanza de hielo, que había formado en el extremo de mi bastón… pero fue inútil. Había visto venir mi golpe y lo bloqueó con cadenas de fuego negro. El aumento en su capacidad física fue asombroso.

“¡Tina! ¡Fuera de aquí!” grité.

Todavía estaba inmóvil, pero sus ojos se volvieron a enfocar y sus alas comenzaron a desvanecerse.

“¿Eh? ¿Q-Qué estoy haciendo a-aquí?”

Ella tartamudeó.

“¡¿S-Sensei?!”

“¡Idiotaaaaal!”

Gritó Gerard.

“¡Vas a morir, y también la chica Etherheart!”

Gruñí mientras sus cadenas se multiplicaban y la presión que ejercían aumentaba con ellas.

“¡Date prisa, Tina! ¡Corre!” grité de nuevo.

“¡Preocúpate por ti mismo!”

Gerard tiró mi bastón a un lado. Salté hacia atrás, pero sus cadenas aún me golpeaban en varios lugares. Tina gritó mientras luchaba por evadir sus ataques de seguimiento.

“¡Cállate y mira, niña maldita!” espetó el príncipe.

“¡Mírame destrozar a este desgraciado de baja cuna!”

“¡No lo escuches, Tina! ¡Solo sal de aquí!” grité.

“¡Sensei!” Tina lloró.

“Yo… Yo… ¿Qué? ¿Q-Qué está pasando?”

Flores de hielo comenzaron a llenar el aire y se extendieron para cubrir todo el techo. Los ataques de Gerard cesaron cuando cayó sobre sus manos y rodillas, gimiendo de dolor.

“¿Q-Qué?” tartamudeó.

“D-Detente. ¡Detente! ¡Detente! ¡Detente!”

Un fuego negro salió de su cuerpo y se unió a las llamas cenicientas de su lado izquierdo, formando un infierno arremolinado que lo ocultó de la vista.

Un torrente de maná aún más poderoso estalló detrás de mí. Me giré para ver a Tina envuelta en una tormenta de hielo y cubriéndose la cara con las manos.

“¡Tina!” Grite.

“Sensei, yo… no puedo detenerlo”, respondió ella.

“Sensei…E-Esto es—”

La ventisca me derribó y mi cuerpo gritó en protesta cuando golpeé el techo. Cuando recuperé el equilibrio, respirando con dificultad, encontré un infierno negro que parecía casi vivo devorando la tormenta de hielo que rodeaba a Tina.

No podría haber imaginado un peor giro de los acontecimientos. Dos grandes hechizos…Knight’s Radiant Shield y Saint’s Resurrection, estaban fuera de control e intentaban consumir tanto a Blazing Qilin como a Frigid Crane. El poder combinado de cuatro grandes hechizos era una amenaza para algo más que la capital del este; toda la región, tal vez incluso todo el reino, estaba en peligro.

El torbellino de llamas negras y cenicientas y la ventisca arremolinada se elevaban lentamente hacia el cielo.

Debo salvar a Tina.

Intenté dar un paso adelante, pero mis piernas temblaban. Justo cuando estaba a punto de caer, alguien me sujetó con fuerza. Una pared circular de fuego tomó forma a nuestro alrededor.

“Tú, gran idiota estúpido”

Dijo Lydia, conteniendo las lágrimas.

“¿Quién te dio permiso para sangrar? ¿Quieres que te corte?”

“Preferiría evitar más cortes”, respondí.

“Oh, lo siento mucho. Estoy manchando tu ropa”

“Si realmente lo dices en serio, me voy a poner furiosa”

Lanzó   una  asombrosa  cantidad  de hechizos curativos sobre mí, luego frunció el ceño cuando vio la herida en mi costado y aplicó otra barrera resistente al fuego.

“Gracias,” dije mientras el dolor disminuía.

“Lydia, tengo un favor que pedirte”.

“Si me pides que te deje y huya, la respuesta es no. Tienes un plan, ¿no? Lo veré hasta el final”.

Después de una pausa, agregó:

“¡Es demasiado tarde para que me dejes sola!”

No soy rival para esta obstinada mujer.

“¡O-Oye!” protestó el albatros mientras le revolvía el pelo.

“Nos enfrentamos a los grandes hechizos Radiant Shield y Resurrection, con Frigid Crane y Blazing Qilin”, dije.

“Lydia, me gustaría que…”

“Mantener a Blazing Qilin inmovilizado, supongo”.

“No se ha materializado por completo. Me ocuparé de Tina; con estas heridas, no puedo seguir tu ritmo en tu mejor momento”.

“Tengo mis dudas sobre cómo planeas salvarla. Espero que sepas que la infidelidad es una sentencia de muerte garantizada”

Refunfuñó el albatros, haciendo un puchero. No podía guardarle secretos mientras estuviéramos conectados, especialmente en cuartos tan cerrados.

“Oh, está bien. Pero no estoy feliz por eso. ¡No esperes que te deje ir tan fácil una vez que esto termine!”

Lydia disipó su muro de llamas con un rápido destello de True Scarlet, revelando lo que alguna vez había sido Gerard. Se había transformado en una bestia de cuatro patas de llamas negras y cenicientas con rasgos de numerosas criaturas, incluida una cara como un león y alas de murciélago. Este fue el gran hechizo Blazing Qilin, e incluso en esta forma sin duda incompleta, poseía un maná tremendo.

Tina permaneció dentro de la ventisca que la había engullido.

“Convéncete con esto”, dijo el albatros, pasándome un Fire Bird.

“Y vuelve pronto”

Su cara estaba tan cerca de la mía que podía sentir su aliento. El miedo a perderme llenó sus ojos.

“Detenlo por un momento”, le dije.

“Siéntete libre de usar lo que sea necesario para lograrlo”

“Increíble. Esa fue tu señal para guardar silencio y… Eres tan despistado”.

Planté un beso en la frente de Lydia. Nuestro vínculo se profundizó y nuestra eficiencia de maná aumentó.

Las extrañas llamas que formaron Blazing Qilin dejaron de dudar. Se estaba preparando para atacar.

True Scarlet brilló más intensamente, y cuatro alas de fuego pálido brotaron de la espalda de Lydia. Me encontré pensando, no por primera vez, que nadie podía igualar su belleza.

“Terminaré esto para cuando regreses”, dijo.

“¡Me alegra oírlo!” Respondí.

Lanzamos el Fire Bird y ambos empezamos a correr. Blazing Qilin permaneció inmóvil.

¿Y el dolor?

Me zambullí a través de las llamas negras y cenicientas y entre las fauces de la feroz ventisca, pero el Fire Bird de Lydia atravesó una pared de hielo tras otra. Entonces, pude ver a Tina.

¡Acurrucada y sollozando!

Con mi último destello de llama, atravesé la última pared de hielo. Y luego llegué… a un mundo de blanco.

Tina estaba justo frente a mí, pero incluso mis gritos más desesperados no lograron alcanzarla en el dominio silencioso. Y mientras luchaba por hacer contacto, mis extremidades palidecían por la escarcha. Me arrodillé y agarré el hombro de la chica con mi mano derecha, sacudiéndola mientras la llamaba por su nombre… pero ella solo negó con la cabeza en señal de rechazo.

¡Mierda!