Koujo Denka (NL)

Volumen 4

Capitulo 1: Onii-Sama

Parte 7

“Oh, bueno…” Ellie se rio.

“Muchas gracias.”

La sirvienta rubia se quitó la boina y se paró frente a mí. Le lancé a Karen una mirada inquisitiva y ella señaló su aprobación, demostrando lo blandos que éramos los dos.

Ellie  siguió  riéndose   mientras  yo  frotaba suavemente su cabeza.

“Voy a seguir dando lo mejor de mí”, declaró.

“Estoy seguro de que lo harás”, respondí.

“Dicho eso…” Dejé de frotar su cabeza y le pellizqué suavemente la mejilla, provocando un grito confuso de la Joven sirvienta.

“No exageres. ¿Quién frenará a Tina y Lynne si te vuelves tan incontrolable como ellas?”

Al final de mi última reunión con el director, él insistió en que hablara con Ellie. Le encantaba sacar las cosas de proporción.

“¿’Incontrolable’,   sensei?”   Tina  preguntó deliberadamente.

“¿A quién te refieres, Onii-sama?” repitió Lynne.

Ambas jóvenes nobles parecían complacidas de que estuviera advirtiendo a Ellie.

“No lo haré”, prometió la sirvienta.

“Pero ¿no podrías controlarlas tú mismo?”

Hice una pausa por un momento antes de optar por ignorar el último comentario:

“En cualquier caso, trata de ser considerada con Rodde-sama. ¡Eso también va contigo, Karen! Y tú, Stella”

“Dile solo eso a Stella”, respondió mi hermana.

“Karen, ¿cómo pudiste?” Stella se quejó.

¿Qué voy a hacer con Karen y mis alumnas? Me preguntaba.

¿Y qué pasa ahora, Felicia? Todo es culpa mía si lo piensas de verdad, dices? ¿Qué voy a hacer con este futuro magnate?

La sirvienta rubia tiro de mi manga izquierda.

“A-Allen-sensei”

“¿Uhm? ¿Qué pasa, Ellie?” Yo pregunté.

“U-Uhm… Lo prometiste”

Dijo el ángel, inquieto. Esto normalmente sería la señal de Tina y Lynne para perder los estribos, pero se mantuvieron tranquilas y continuaron bebiendo té y comiendo bocadillos horneados en silencio.

Vaya, Felicia. Tú no deberías comer tantos.

“¿Qué promesa?”

Stella se preguntó en voz alta; luego, sus ojos se abrieron en aparente realización. Karen parecía estar contrastantemente tranquila a primera vista, pero su cola traicionó su irritación.

“L-Lo hice, ¿no es así?” dije, sonriendo a Ellie.

“Entonces, ¿Qué te gustaría? Haré todo lo posible por cumplir”

“Uhm, bueno…” Ellie vaciló.

“Q-Quiero ir contigo a visitar a tu familia. Y que Tina-Ojou y Lynne-Ojou también vengan. T-Tampoco me has hecho el favor que prometiste cuando aceptaste ser tutor de Stella-Ojou. Oh, uhm… ”

“Ya veo…”

Entonces, ¡Esto era lo que las chicas habían estado tramando! Deben haber estado de acuerdo en desear lo mismo, sin importar cuál de ellas se colocará primero. Bueno, era verdad que yo había hecho a Tina y a Ellie esa promesa sobre la tutoría de Stella también..

La presidenta del consejo estudiantil de la Royal Academy intervino para reprender a las chicas.

“Ellie” Dijo.

“Y ustedes dos también, Tina y Lynne. ¿Se dan cuenta de cuál es su posición cuando se trata de—”

El trio de jóvenes inmediatamente corrió al lado de Karen.

“¡Por favor, Karen-sensei! ¡Queremos ir contigo!”

Suplicaron con las manos entrelazadas, y había lágrimas formándose en sus ojos vueltos hacia arriba.

Karen pareció luchar por un momento, pero finalmente cedió.

“M-Muy bien”, dijo ella.

“Una promesa es una promesa. Pero necesitaran el permiso de sus padres para—”

“¡Ya lo tenemos!” gritó el trío a la vez.

“Ya las escuchaste, Nii-san” Dijo Karen.

Ella era tan fácil de convencer. De hecho, había estado adorando a las chicas más jóvenes desde que la recluté para ayudarlas a ser tutoras.

“Allen-sama”

Dijo la sonriente presidenta del consejo estudiantil a mi izquierda. Me estremecí cuando un escalofrío me recorrió la espalda y se me puso la piel de gallina; normalmente era una santa, pero ahora me aterrorizaba.

“S-Stella”, respondí.

Usé mis ojos para rogar a Karen y a Felicia por ayuda inmediata, ¡pero parecía que no podía esperar   refuerzos!  Mi  hermana   estaba complaciendo su instinto maternal al elogiar al trío:

“Trabajaron muy duro. Estoy impresionada”.

Mientras tanto, la chica con gafas murmuraba aturdida:

“Yo también. Pero entonces, la compañía… Pero…”

La presidenta del consejo estudiantil adoptó una mirada hosca, apoyó las manos en el regazo, y empezó a gruñir.

“No es justo. No me dijiste una palabra. Ojalá me lo hubieras dicho de inmediato”

“N-No creo que tuviera muchas opciones en el asunto”, respondí.

“¡No quiero excusas, Allen-sama! Me uniré a usted en—”

“La respuesta es no. Confío en que sepas por qué”.

Ella golpeó mi pecho en respuesta.

“El Duque Walter no puede esperar para verte”

Le dije, tomándola suavemente de las manos.

“Por favor, vete a casa”

Stella miró hacia abajo en un momento de consideración y luego murmuró:

“No estoy feliz por eso, pero está bien. ¡No dudaré en usar la fuerza la próxima vez!”.

“Por favor, Stella”, supliqué.

“No sigas sus pasos”

“No puedo prometer eso. Después de todo”

La voz de la santa se redujo a un susurro inaudible,

“Quiero acercarme lo más que pueda a lo que te gusta”

“¿Stella?”

Pregunté, confundido por su abrupto silencio.

“¡N-Nada! Ahora, creo que es hora de que finalicemos nuestros planes”

“Supongo que sí”

Chasqueé los dedos y proyecté un mapa del continente, pensando que podría ser una ayuda para las explicaciones. Tina, Ellie y Lynne se quedaron boquiabiertas.

“Nii-sama, lo hiciste demasiado grande”, me informó Karen.

“¿En serio?” Yo pregunté.

“Me gusta incluir el Mar Imperial del Norte y las naciones insulares del Mar Sagrado del Sur”.

“Son innecesarios. Recórtalos a un mapa del reino”

“Está bien”

Cedí con gran pesar y cambié mi mapa para mostrar solo nuestro país de origen. Los ojos de las chicas más jóvenes brillaron aún más, mientras que Felicia, siempre diligente, se puso pensativa y reflexionó en voz alta sobre si este truco tenía aplicaciones comerciales.

Volví mi atención al mapa y señalé su centro.

“Repasemos nuestros planes para las vacaciones de verano”, dije.

“Felicia, te quedarás en la capital real”

“Oh, sí”, confirmó ella.

“Voy a…”

“Me dijeron que Anna-san regresará al sur, mientras que la Sra. Walker irá al norte con Stella. Si surge algún problema—“

“¡Diríjase a Emma-san y a las otras sirvientas restantes de Leinster y Howard en busca de ayuda!”

“Bien” dije.

“Tina, Ellie, Lynne”

“¿Sí?” respondió el trío.

“Viajarán a la capital del este con Karen y conmigo. Planeamos quedarnos diez días, así que hagan las maletas en consecuencia”

Respondieron con un alegre coro:

“¡Lo haremos!”

“Nii-san”, intervino Karen vacilante.

“¿Uhm? ¿Sí?” Yo pregunté.

“¿Estará Lydia?…”

“No  puedo  decir  cuáles  son  sus  planes, especialmente  porque  ha  sido  asignada oficialmente para proteger a Su Excelencia”

Todas las chicas se pusieron de pie sorprendidas, todas excepto mi hermana, que se llevó una mano a la frente y murmuró:

“Otra vez, ¿Nii-san?”

No lo entendí del todo. ¿Me había olvidado de decirles? ¿Y de qué estaba hablando Karen? Yo no había hecho nada.

Aplaudí y dije:

“Prepárense para el viajes. Y Felicia, por favor, cuídate mucho”

***

Pasaba la tarde en mi alojamiento, haciendo las maletas para mi viaje. La semana acababa de comenzar, pero la Royal Academy pronto marcaría el final  de  su   primer  semestre. Cambios voluminosos de ropa y algunos libros pesados que planeaba leer ya estaban en camino hacia el este vía Griffin Mail; solo me quedaron los libros que quería llevar conmigo, algunos cuadernos y útiles de escritura, y souvenirs para mis padres.

El pajarito que había enviado ese día con un mensaje a Lydia aún no había regresado con su respuesta.  nosotros   habíamos    estado intercambiando comunicaciones diarias por la mañana y por la noche, aunque me preguntaba si eso era suficiente; Me sentí un poco solo.

Un cálido impacto interrumpió mis pensamientos y unas manos familiares y delicadas aparecieron frente a mí.

“Wow”, dije.

“Lydia, desearía que no me sorprendieras así”

“¡Cállate!” Ella chasqueó.

“Necesito tranquilidad. Estoy en medio de un reabastecimiento de emergencia”.

“¿Un reabastecimiento de qué?”

La belleza con hermosos cabellos escarlata que acababa de agarrarme sigilosamente y ahora estaba presionando su rostro contra mi espalda era Lydia Leinster, también conocida como la Dama de la Espada. Era la hija mayor del duque Leinster, y su esgrima y hechicería se encontraban entre las mejores del reino. Desafiando la antigua tradición, acababa de ser reasignada de los hechiceros de la corte a la guardia personal de la primera princesa, una ocasión para la que debió encargar el desconocido uniforme de caballero escarlata que vestía. Ella también era el albatros alrededor de mi cuello.

“Estoy en medio de empacar para mi viaje a casa”, le dije.

“¿Podrías dejarme ir?”

“¡No!”

“Estás haciendo que sea difícil moverse”

“¡No!” repitió ella.

Parecía que estaba decidida a mantener su control sobre mí.

Cielos.

Intente continuar con lo que estaba haciendo, pero tiró del dobladillo de mi camisa.

“¿Sí?” Yo pregunté.

“Ven aquí”, respondió ella.

¿Qué quiso decir ella?

“¡Solo hazlo!”

Se me escapó un grito cuando de repente fui tirado hacia abajo sobre la cama. Antes de que tuviera la oportunidad   de   protestar,  Lydia   me   estaba abrazando. Sus ojos vueltos hacia arriba estaban fijos en mí, pero todo lo que dijo fue “Mmm…”

Olvida lo que dije: Su fatiga mental estaba en niveles récord. Dudaba que hubiera sido tan malo ya   que  el  Héroe  la   había   derrotado   tan rotundamente durante su primer encuentro. Me rendí y comencé a acariciarle suavemente la cabeza y la espalda. Se retorció como si mi toque le hiciera cosquillas e incluso comenzó a tararear con satisfacción, pero nunca aflojó su agarre.

Un rato después, la joven en mis brazos murmuró:

“Yo también voy a la capital del este”.

Su voz suave ocultaba una determinación acerada.

“No me opondría”, respondí.

“Pero, ¿Qué pasa con tu deber de guardia?”

“Ya he obtenido el permiso”.

“No te cre— ¡Auch!”

Fui    interrumpido  cuando Lydia me mordió juguetonamente a través de mi ropa, justo alrededor de la clavícula. Era una señal segura de que estaba disgustada.

“¡Hmph! ¡¿Qué clase de sirviente no cree lo que le dice su ama?!”

A pesar de sus quejas, estaba moviendo su cabeza contra mi mano en demanda de más frotamiento.

“Ese permiso no pudo haber sido fácil de obtener”, comenté.

“Debes haber oído algo sobre lo que pasó”, respondió ella con desgana.

“Ese príncipe descerebrado está en esto otra vez, y se le escapó a mi estúpido hermano”.

“Había oído que se fue al este, pero no que escapó. ¿Richard no pudo capturar a Gerard?”

El hermano mayor de Lydia, Richard Leinster, era el vicecomandante de los caballeros de la guardia real. Aunque no había dominado el hechizo de fuego supremo Fire Bird y la Scarlet Sword, los símbolos de su casa ducal, siguió siendo un luchador bastante capaz. Gerard había sido una vez el octavo miembro más fuerte de la guardia, pero se había lesionado el brazo derecho durante su ultraje en la Royal Academy, una herida que había acabado con su vida como caballero, según algunas fuentes muy confiables. Arrestarlo debería haber sido fácil.

Consideré las cosas por un momento.

“Las fuerzas principales de la guardia real y los hechiceros de la corte no pueden irse mientras los enviados de los principados y los mensajeros de los Caballeros del Espíritu Santo están de visita. La Dama de la Espada, por otro lado, está recién trasladada. ¿Supongo que eres el reemplazo de emergencia de Richard?”

Lydia me frunció el ceño con tristeza.

“¿Estaré sola?”

“Sí. No creo que pue— ¡Oye! ¡Eso duele! ¡No muerdas!”

“¿Qué dices? Idiota estúpido…”, se quejó.

“Aquí hay uno más por si acaso”. Ella hundió sus dientes en mi clavícula otra vez.

Esto parece una oportunidad perfecta para otro—

“Si tratas de hacerte el tonto, te lo hare en el cuello” Dijo Lydia, abriendo la boca para mostrar sus colmillos afilados y relucientes.

“¡¿Desde cuándo eres un vampiro?!” Exclamé, abrazándola a mí.

Luego le susurré al oído:

“Estaré contigo cuando me necesites, como siempre”.

“Deberías haberlo dicho en primer lugar”.

Su tono agraviado contenía un toque de dulzura, y enterró su rostro en mi pecho.

Algún tiempo después, parecía haberse recuperado y me pidió que me sentara en el borde de la cama. Obedecí y ella exigió que me sentara más atrás. Una vez que estuvo satisfecha, se sentó en mi regazo, arrastró mis brazos alrededor de ella y luego se abrazó a sí misma.