Zero kara Hajimeru Mahō no Sho (NL)

Volumen 5

Capítulo 5: Picus

Parte 1

Interludio: Paraíso

 El templo se encontraba en un espacio aislado del mundo exterior, rodeado de acantilados por todos lados.

El exuberante verdor en medio de los páramos era una bendición del agua subterránea fresca que se filtraba del suelo.

Las flores florecieron no sólo en el suelo, sino también en las paredes de los acantilados.

La larga hiedra amenazaba con tragarse todo el templo.

En las paredes exteriores del templo había grabados que representaban rituales. La propia estructura estaba rodeada de filas alternas de estatuas y pilares de piedra que se desmoronaban.

El templo estaba dedicado al dios del agua, al que se rendía culto en estas tierras mucho antes de que la Iglesia se hiciera con el mundo hace quinientos años.

Tras arrojar a la bestia mercenaria al pozo de arena y capturar a la bruja Zero, el grupo cabalgó velozmente en sus carruajes y llegó al templo poco después de la medianoche.

“Hermoso, ¿no?” Dijo Corrupción. “Mi antiguo cementerio está lleno, así que he estado buscando una nueva propiedad. Esta será mi base por un tiempo.”

Secreto se quitó el parche del ojo y entrecerró los ojos. El templo estaba iluminado por las hogueras en la oscuridad de la noche.

“Un adjudicador que utiliza la guarida de una bruja como base suena asqueroso, si me preguntas.” Dijo. “En cualquier caso, creo que antes deberíamos llevar a Zero ante Su Excelencia.”

“Recibí permiso de él para hacer lo que quisiera con las brujas que capturé. En primer lugar, si llevamos a la bruja a Lutra, quemarán mi preciosa colección en la hoguera. Estoy segura de que enviarán un mensajero si es necesario. Vamos. Mientras meto a la bruja en la cárcel, te mostraré el lugar.”

Corrupción tiró de la cadena y Zero la siguió en silencio. La bruja seguía sujetando el brazo del Mercenario contra su pecho. Podía ser pesado, pero como su brazo estaba encadenado a Zero, tampoco podía tirarlo sin más.

“Este templo fue construido para vivir, aparentemente.” Dijo Corrupción. “El lugar es sorprendentemente cómodo. Tiene una cocina y un dormitorio, aunque son viejos. A decir verdad, he ordenado a los perros que traigan cosas desde esta mañana. Camas, comida, herramientas para la tortura.”

“¿Eso también?” Secreto señaló un enorme cajón que llevaban los perros. Contenía la Máquina de Aniquilación Divina de la Iglesia, desmontada en varias partes, y traída aquí a través de la compleja caverna.

“No podemos llevarla al templo en carruaje. Dicho esto, no podemos dejar algo que la Iglesia prestó fuera de la cueva, ¿verdad?”

“Sólo se prestó para pruebas. Puedes devolverla.”

“Es mía hasta que me pidan que la devuelva. Esa cosa fue muy útil para tomar este lugar. Está muy lejos de estas insignificantes armas.” Riendo, miró la pala de acero que llevaba al hombro.

Aunque había sido modificada como arma, seguía siendo una herramienta de cultivo para empezar. Decirle a alguien que lo usara para cazar brujas en solitario era básicamente lo mismo que pedirle que se suicidara.

En efecto. La vida de un adjudicador no era gran cosa. No era por decepcionarse, pero incluso Secreto entendió lo que Corrupción estaba tratando de decir.

“Pero sigue siendo un prototipo.” Dijo Secreto. “¿Y si hay algo malo en él?”

“No puedo decir que no haya problemas. Utiliza balas de plomo. Si el cañón se calienta demasiado, las balas se funden y se atascan dentro.”

“Ya veo. Eso es un gran problema.”

“Puedo manejarlo.”

Al entrar en el templo, accedieron a una amplia sala de mármol. En el centro de la sala había una enorme pila de agua, llena de agua fresca y refrescante bombeada desde el subsuelo.

Al otro lado del lavabo había una gran escalera que conducía al segundo piso. Al final de la escalera había una puerta sublime que parecía llevar al cielo. Al menos eso es lo que parecería si no hubiera cadáveres por todas partes.

Secreto frunció el ceño. “¿No deberías al menos enterrarlos o quemarlos?”

“Matamos a las brujas y tomamos el control del templo, pero no pudimos encontrar a nuestro principal objetivo, Zero. ¿Puedes culparme por priorizar su búsqueda a la eliminación de los cadáveres?”

“Sin embargo, tuviste tiempo de ordenar a tus perros que trajeran comida.”

“No te preocupes por las cosas pequeñas. De todos modos, ¿a quién le importan los cuerpos de las brujas muertas?” Corrupción se volvió hacia Zero. “Tú también lo crees,

¿verdad?” Sonaba como si estuviera poniendo a prueba a la bruja. “Deberías estar disfrutando de la belleza de esta estructura.”

Zero era conocida como la líder de las brujas muertas, el Aquelarre de Zero. Estaba claro que la adjudicadora intentaba ver cómo reaccionaría la bruja, pero Zero no se preocupó.

“Sí, es un edificio magnífico. Es difícil creer que se construyó hace más de cinco siglos.

Me siento afortunada de estar aquí.”

Corrupción levantó una ceja y miró a Secreto con disgusto. “Si vas a preparar a una impostora, deberías esforzarte más, Secreto. Si esta mujer fuera la verdadera Zero, habría hecho de este templo su fortaleza. No diría que se siente afortunada de estar aquí como si fuera su primera vez.”

“Parece que siempre supiste que era una impostora.”

“¿Así que admites que es una impostora? Eso es una grave ofensa. Incluso me atrevería a decir que es traición a la Iglesia.”

“Su Excelencia es muy consciente de ello.”

“… ¿Qué?” El rostro de Corrupción se congeló.

“Estoy diciendo que Su Excelencia sabe que la bruja que transportábamos no era la verdadera Zero. Después de investigar un poco, llegué a la conclusión de que Zero no era más que un rumor, y que la Iglesia perderá su tiempo si sigue persiguiendo a alguien que no existe.”

“¡Eso es absurdo! ¿En qué te basas?”

“La experiencia y las circunstancias. Probablemente no lo sepas, pero la bruja detrás del incidente, Sanare, es una mujer astuta.”

Secreto sabía que Sanare estaba involucrado en este caso. Aunque fue Zero quien declaró que no había más brujas en esta zona, Secreto determinó que esa información era creíble.

“Esta mujer nos estaba ayudando a frustrar los planes de Sanare, y tú atacaste su convoy.

Además, enviaste un informe que decía que habías capturado a Zero.”

Corrupción no era estúpida; ella sabía exactamente lo que significaba. El obispo aceptó el plan para poner fin a la infructuosa caza de brujas, y ella interfirió en él.

“Su Excelencia debe estar furioso.” Continuó Secreto. “Su informe de que la bestia caída se volvió loca y trató de escapar con la bruja es claramente inconsistente con el plan. Esta mujer decidió, por su propia voluntad, ayudar a poner fin a la caza de brujas. No quiso masacrar a los Caballeros Templarios y escapar.”

“¡Me has engañado!”

“Simplemente jugué a lo seguro. Soy un adjudicador al que se le ha concedido el pecado del secreto. Destaco en la detección de mentiras. Aunque cualquiera podría decir que la razón por la que no te dirigiste directamente a la Iglesia fue para matarme.”

Secreto sabía que tenderles una emboscada no era una buena idea. Zero no podía usar magia, y el Mercenario la llevaba a cuestas. Además, había docenas de matones rodeándolos. Para colmo, Corrupción tenía la Máquina de Aniquilación Divina, un arma capaz de atacar una amplia zona a gran distancia.

Secreto decidió entonces que sería mejor fingir que se había rendido ante Corrupción y dejar que enviara un informe sospechoso a la Iglesia.

Para empezar, el Obispo de Lutra dudaba de la lealtad de Corrupción, así que ordenó a Secreto que realizara una investigación por separado. Si Corrupción informaba de que Secreto estaba muerto, junto con los Caballeros Templarios, el Obispo seguramente se daría cuenta de que algo iba mal.

“Si me matas aquí y ahora, Su Excelencia te despojará de tu título y te obligará a devolver la vida que robaste. Sin embargo, si me entregas a Zero y el Grimorio de Zero, le informaré de que la bestia caída perdió la cabeza. Así, podrás seguir con tu vida de adjudicador durante un tiempo.”

Corrupción dio un suave suspiro. Sus intermitentes respiraciones superficiales acabaron convirtiéndose en una carcajada en toda regla.

“Bueno, bueno. ¡Realmente me has pillado! Te subestimé un poco. Pensé que tu belleza era lo único que tenías a tu favor. Supuse que eras incompetente y estúpido.”

“Por algo he sobrevivido tanto tiempo como adjudicador.” “Pero parece que me has subestimado un poco, Secreto.”

No sintió ninguna hostilidad, pero sí algo desagradable que le subía por la espalda. Secreto blandió inmediatamente su guadaña y cortó mientras se daba la vuelta.

En cuanto sintió resistencia, la cabeza del atacante se desprendió. Su alivio momentáneo resultó ser fatal.

“¡Aún no, sacerdote!” La advertencia de Zero fue rápida. “¡Eso es un cadáver! Puedes cortarle la cabeza, ¡pero aún puede moverse!”

Pero la respuesta de Secreto llegó demasiado tarde. Los cadáveres de brujas —había cinco— estaban todos de pie como marionetas, con armas en las manos. No hacían ningún ruido, no respiraban, no eran hostiles, pero él percibió su aproximación únicamente por una extraña sensación.

El cadáver sin cabeza seguía moviéndose, y había otros cuatro. Uno de los cadáveres blandió un cuchillo, clavándolo profundamente en el hombro del sacerdote. Cuando éste se estremeció, los cadáveres se abalanzaron sobre él. La gran pala de Corrupción lo derribó.

“¡Gaah!” El sacerdote se desplomó de rodillas y cayó al suelo.

Corrupción le agarró por el cabello y le levantó la cara. “Qué pena, Secreto. ¿De verdad creías que me habías ganado? ¿Que eras mejor que yo en los juegos de engaño? Por desgracia, parece que soy mejor que tú. Probablemente nunca esperaste que me aliara con una bruja.”

“Así que Sanare te engatusó.” Dijo Zero. “Me pareció sentir la presencia de un cadáver en descomposición en este templo.”

Corrupción levantó la vista. Pero no fue ella quien respondió.

“Eso sí que es una grosería.” Dijo una cabeza, riendo. Su voz y su forma de hablar pertenecían a Sanare. “Simplemente empatizó con nosotros. Esa adjudicadora está harta de la Iglesia y del mundo que gobernaba. Así que acordamos trabajar juntas para destruirla.”

“¿El Obispo duda de mí?” Escupió Corrupción. “¿Me despojará de mi título? ¡Eres un tonto, Secreto! He sobrevivido todo este tiempo con el poder del dinero y las conexiones. La Iglesia no me matará si le doy un poco de dinero a los grandes. La Iglesia está corrompida, y me encanta. Con la ayuda de Cestum, la Iglesia se convertirá en un coto de caza aún más encantador para mí. Sólo cazaré brujas como siempre lo he hecho, brujas que no son necesarias para Cestum.” Su voz bajó a un suave susurro. “Pero primero, me ocuparé de ti, Secreto. Llevo mucho tiempo queriendo añadirte a mi colección, y ahora mi deseo por fin se hace realidad. Te haré el primer habitante de este paraíso.”

El sacerdote escupió en la mejilla de Corrupción. “Creí que te lo había dicho el otro día.

Preferiría quemar mi propio cuerpo antes que formar parte de tu colección.”

Corrupción sonrió. “Veremos cuánto tiempo puedes mantener la actuación de tipo duro. Será todo un espectáculo. No te pediré que me susurres palabras de amor al oído, pero te disculparás por escupirme a la cara. ¡Llévenlo al sótano!” Gritó.

Haciendo sonar sus cadenas, Zero intercambió una mirada con el sacerdote. Sólo Secreto notó la pequeña sonrisa que bailaba en sus labios.

Su expresión sugería que no sentía ningún peligro. Su sonrisa de confianza decía que creía que su amigo vendría a salvarla.

***

Atravesamos el desierto desde el atardecer hasta la noche y llegamos a un río a primera hora de la mañana. Durante todo el día seguimos remontando el río y, cuando el sol se puso, nos topamos con un enorme acantilado, que se alzaba como un muro, bloqueando nuestro camino.

El acantilado se extendía a ambos lados y no parecía haber forma de rodearlo o escalarlo.

El agua brotaba desde el centro, creando una pequeña cascada.

“Huh. Así que aquí es donde comienza el río. ¿Dónde está la guarida de la bruja?” “Allí.” Lily señaló la cascada.

Preguntándome qué estaba señalando, caminé por detrás de la cascada para encontrar la entrada a una cueva oculta.

La cueva se bifurcaba varias veces. Tenía la impresión de que si elegíamos el camino equivocado una vez, no volveríamos a salir. Los murciélagos y las ratas acechaban en gran número. Los insectos que se alimentaban de sus excrementos cubrían el suelo. El musgo que había echado raíces en las rocas absorbía el agua subterránea, haciéndola resbaladiza.

Pero las indicaciones de Lily fueron acertadas y logramos atravesar la cueva sin perdernos ni una sola vez.

Al salir de la cueva, nos encontramos con un jardín de flores que parecía sacado de un cuento de hadas. No. Como el lugar estaba rodeado de acantilados, ‘salir’ no era exactamente la palabra adecuada. Era más bien como si hubiéramos llegado a un callejón sin salida, excepto que era uno un poco demasiado grande.

Me quedé boquiabierto al ver el enorme templo que se alzaba en el centro. “Vaya… Es muy grande.” Dijo Lily.

“Es tan grande como una catedral.”

No había obstáculos a la vista. Un campo de flores. Un templo en el centro. Unos cuantos carruajes, y un río que corría por el acantilado.

Lily estaba a punto de empezar a correr, cuando la agarré por el cuello y me volví a meter en la cueva.

“Cálmate.” Dije. “Esperaremos hasta que se ponga el sol.” “Pero…”

“A diferencia de ti, yo soy grande y llamativo. Además, sólo tengo un brazo y no he dormido mucho los dos últimos días. Tú también deberías descansar.”

Con un chillido de descontento, Lily se colgó tranquilamente de mi brazo. Entramos en un callejón lateral sin rastros de contacto humano. Me bajé la capucha negra y esperé a que se hiciera de noche.

Lily se paseó de un lado a otro durante un rato, pero cuando por fin se dio cuenta de que no me iba a mover hasta la noche, se sentó un poco más lejos de mí.

“Hey.” Llamé.

Lily dio un salto de sorpresa.

“Quédate cerca.” Dije. “Si no, no podré llevarte si algo va mal.” Tras dudar un poco, Lily se acercó un poco más.

“¿Es una especie de broma?”

“¡No!” Lily negó con la cabeza, jugueteando con su collar. “Yo los maté.” Dijo de repente.

Su voz era suave.

Sin saber de qué estaba hablando, miré a mi alrededor de forma dramática. “Aunque no parece que haya ningún cuerpo tirado por ahí.”

“No es eso.” “¿Entonces qué es?”

“Mi madre y mi padre. Mi madre y mi padre muertos.”

Los que murieron en la epidemia. Solté un suspiro.

“Es cierto.” Dijo. “Mamá y papá me dicen que no es mi culpa, pero lo es. De verdad.” “¿De verdad tenemos que hablar de eso ahora?”

Lily asintió. Bien, que así sea.

“Bueno, adelante, habla. Te escucharé.”

“Tenía muchas ganas de jugar con otros niños en mi sexto cumpleaños, como al pilla-pilla o a la caza del tesoro. Mamá me dijo que no… Pero no pude evitarlo. Les dije que quería participar. Entonces se burlaron de mí por ser una rata y me apartaron. Dijeron que era repugnante.”

Su voz era temblorosa, sus ojos rojos y muy abiertos miraban los recuerdos enterrados en la oscuridad.

“Me lanzaron piedras. Estaba muy asustada y triste. Quería huir. Pero luego también dijeron muchas cosas malas sobre mamá. Dijeron que había dado a luz a un monstruo como yo porque era una mala mujer. Me enfadé y mordí a un niño. Luego enfermaron y murieron al día siguiente. No les bajaba la fiebre.”

“Probablemente sea una coincidencia…”

“Entonces la enfermedad se extendió desde la casa del niño… a los niños, a los adultos, y luego a mi madre y a mi padre. Todos murieron de la misma enfermedad. Cuando vino el médico, ¡preguntó si les había mordido una rata!” Se sujetó las rodillas, intentando desesperadamente que su cuerpo no temblara.

Le pregunté a Zero hace un tiempo sobre la utilidad de una bestia caída rata. Ahora lo sabía. Propagación de enfermedades.

Esta pequeña bestia caída de aspecto débil podría colarse en algún lugar, morder a alguien y retirarse. Si las cosas fueran bien, podría matar a mucha gente con poco esfuerzo.

Liza dijo que Lily nunca tocaría la vajilla de nadie, y que no dejaría que otros tocaran la suya.

Intenté darle un mordisco a su fruta a medio comer, y se enfadó tanto que lloró.

Tenía sentido. Si la saliva de Lily entraba en el cuerpo de Liza, se pondría enferma y moriría. Si se preocupara por sus padres, ni siquiera querría estar en la misma mesa con ellos.

“¿Por eso no quieres acercarte a mí?” Pregunté. “No puedo salvar a mamá y papá si tú mueres.”

“¿Así que si pudieras salvar a tus padres por tu cuenta, no te importaría que muriera?” “No, no… Eso no es… Yo…”

Sonriendo, la observé intentando desesperadamente inventar una excusa. Lily, al darse cuenta de que se burlaban de ella, hinchó las mejillas y me lanzó un guijarro.

Ay. Me dolió, pero el enjambre de ratas detrás de Lily, con sus ojos brillantes, era más aterrador que los guijarros.

“Entonces, ¿le contaste a Liza sobre eso?” Le pregunté.

Lily levantó las orejas y negó con la cabeza. “Lo intenté. Lo intenté, pero no pude. Tenía miedo de que me odiaran. Pero después de salvarlos, les contaré todo. Ya no soy una niña. Aunque no les guste, estaré bien por mi cuenta. Les diré que lo siento.” Me miró, con determinación en sus ojos. Parecía que iría a salvar a sus padres ella sola aunque yo muriera.

“Lo entiendo. Ahora ven aquí.” “¡¿Qué?! Pero si te acabo de decir…”

“¿Te parezco un humano normal? Me han mordido las ratas muchas veces, incluso me han alcanzado flechas envenenadas, pero nunca he tenido fiebre. Mírame, soy un monstruo.”

“P-Pero…”

“¿Qué es?”

“Eres un hombre…” “… ¿Y?”

¿Qué? ¿Desde cuándo empezamos a hablar de género? ¿Qué tipo de cosas pasan por la mente de esta chica?

Mis pensamientos debieron mostrarse en mi cara, porque Lily lanzó una piedra más fuerte que antes.

“¡Estúpido! ¡Te odio!” “¡Ay! ¡Deja de hacer ruido!”

“¡Tengo diecisiete años! Soy una adulta.”

“Oh… Espera, ¡¿diecisiete años?! ¡Pero si eres muy pequeña!” “Mi cuerpo no puede crecer más.”

Hmm, sí. Las ratas son pequeñas. Aun así, diecisiete años, ¿eh? Supongo que ya es madura. Eso explica por qué no quiere acercarse a mí.

Puede que no le guste, pero no había otra opción.

“Si tienes diecisiete años, todavía eres una niña.” Dije. Decidí mentir un poco. “Las chicas de diecisiete años están fuera de mi alcance.”

En cuanto al tamaño, Lily ni siquiera podía considerarse una mujer en mi opinión. Aun así, no dejaba de mirarme con recelo, así que decidí tumbarme de lado, dándole la espalda.

“Sólo mantente al alcance.” Dije.

Dio un chillido ansioso. Al cabo de un rato, sentí un suave pelaje en mi espalda, y el tipo de calor característico de los animales.

Estaba temblando, quizás por el frío. Le compartí un poco el manto. Tras dudar un poco, se metió dentro.

“Qué cálido.” Murmuró. Comenzó a respirar suavemente.