Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 4

Capítulo 5: Y La Cacería Comienza

Parte 3

 

 

—¿Su compañera, eh…?— La Maestra Flare se interrumpió, sonando contemplativa

Aun así, Menou no vaciló y mantuvo su mirada firme.


—Pero quemotivación más sencilla—, señaló Flare. —Sin embargo, Akari Tokitou te engaño.

Akari tenía  recuerdos de todas  las  líneas temporales  anteriores  a  los múltiples Retrocesos, valiéndose de esa ventaja para engañar a Menou e influir en sus acciones.

—No podemos dejar esto en manos de alguien a quien le vieron la cara imbécil por tanto tiempo. Hasta las acciones no aprobadas de Momo dieron más resultados en unas semanas que todo lo que has hecho en estos meses, por no decir que al menos ella dedujo las verdaderas intenciones de Akari Tokitou.

«Una excusa perfecta». Presintiendo que no podría objetar con argumentos razonables, Menou cambió de táctica.

—Si  ese  es  el  caso, ¿podría permitirme acompañarlas? Estaba pensando en tomarme un descanso en la Tierra Santa una vez que la misión con Akari haya terminado.





—¿Desde cuándo eres tan importante como para darte esos lujos?— Una negación rotunda. —Y debería saber que esta locomotora sólo puede ser utilizada por personas que rivalicen en estatus con la arzobispa. No puedo dejar subir a cualquier persona.

Entonces, ¿por qué se permitía a una Maestra como Flare utilizar el tren? La mujer pareció contentarse con no abordar esa contradicción.

—Si vas a la Tierra Santa, puedes ir caminando.

Obviamente, no iba a ponerlo fácil. Menou suspiró; debería haberlo esperado.

—Una cosa más, Menou. De todos modos, pienso asignarte un nuevo trabajo.

—¿Un nuevo trabajo?

—Hay una ciudad cercana que sufrió daños catastróficospor una especie de tabú basado en el Concepto del Pecado Original. Pandæmonium y Manon Libelle arrasaron la localidad por capricho. Te doy permiso de ayudarles a reconstruir. Juro que no hay agendas ocultas ni nada por el estilo; sólo la oportunidad de realizar untrabajo puro y caritativo para ayudar al prójimo—. La Maestra cruzó las piernas y sonrió. —Te fascinan estas cosas, ¿no?

Trabajo caritativo.

Un papel apropiado para cualquier otro miembro del clero y muy alejado del de una Verdugo.

Era un momento extraño para que le dieran un trabajo así, pero Menou sólo asintió inexpresivamente.

—Muy bien.

—De acuerdo. Hazlo.

—Pero… ¿al menos podría hablar con esta chica una última vez? Tengo todo tipo de quejas acumuladas, y me encantaría desahogarme.

—Haz lo que quieras.

La Maestra le dio permiso. Es más, incluso se levantó de su asiento.

Los ojos de Menou se abrieron de par en par. ¿La Maestra Flare no iba a vigilarlas?

—¿Maestra?

—No tengo el menor interés en escuchar una charla melosa e insípida.

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Con ese comentario, la Maestra Flare dejó a las dos en el vagón de tren.

***

 

 

Y así como así, las dejaron solas.

Menou se sentó junto a Akari, quien la miro cabizbaja. Al final fueron sus desesperados esfuerzos por cambiar algo los que la trajeron de nuevo a esta situación.

Eso sólo echó más sal en la herida que esa mujer infringió en su espíritu.

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—Menou…— luego de estar sentada en silencio durante un tiempo, Akari finalmente habló. —No quiero verte.

—¿De qué te quejas? Si tú fuiste la que me dejo tirada.

—No sé. ¡No lo sé!, así que déjame aquí.

—Momo me lo contó todo.Asíque vienesdel futuro, ¿eh?

Akari sintió que algo en su pecho le dolía. Fuera o no consciente de ello, Menou cruzó las piernas mientras continuaba.

—Me tomasteel pelo. Debistede sentirte como toda una titiritera al manipularme de esa forma, ¿no? Aunque supongo que la más idiota soy yo por no haberme dado cuenta.

Ella lo sabía. Menou había descubierto todo lo que trataba de ocultar.

Pero no era demasiado tarde para salvarle la vida; todavía no.

Akari apretó lospuños, que habían estado apoyados en sus rodillas.

Sea cual sea la razón, la Maestra Flare no había intentado matar a Menou en esta ocasión. ¡Bien pudo venir a recogerla antes de que su aprendiz pudiera traicionar del todo a Las Fausto—!


Akari no comprendía los verdaderos motivos de la Maestra, pero mientras Menou no intentara salvarla, aún tenía una oportunidad. Hizo su voz más aguda de lo necesario, tratando de actuar con frialdad frente a la otra chica:

—Entonces, más razón para dejarme. Por fin tengo la oportunidad de salvarte…— sin embargo, podía sentir como sus emociones se desbordaban. —Siendo honesta, no me la pusiste nada fácil. Tuve que repetirlo todo una y otra vez, y ahora por fin lo he conseguido, así que vete de una vez… fue tan frustrante. ¡¿Cómo se supone que debía a solucionar algo que no depende de mí?! ¡¡TÚ ME LLEVASTE A ESTO–!!

—¿Y decidiste ocultármelo porque consideraste que pedirme ayuda no solucionaría nada? Eso es muy egocéntrico.

—¡Ya sé que lo es!— La cara de Akari se puso roja mientras batallaba por mantener un argumento. —Pero es que no existe otra forma, ¿vale? Esta Maestra del demonio tuya me lo acaba de confirmar. Si hay una forma de volver a Japón y conservar mis recuerdos, ¡y es horrible! Ahora sé que es mejor así…— intentó poner una fachada fuerte para alejar a Menou. —Ríndete conmigo, Menou. Intentas salvar demás, lo que me incluye a mi… y por eso siempre te matan. ¿Piensas que luego de haberlo vivido una, y otra, y otra vez–? ¿¡¡ACASO PIENSAS QUE LO QUE SIENTO ES GRATITUD!!? ¡No seas ridícula! ¡¡ES HORRIBLE VIVIR SABIENDO QUE FUISTE LA RESPONSABLE DE QUE TU AMIGA MURIERA!! ¡Ya no quiero sentir eso!

Akari no sabía si estaba bien o mal. Sólo siguió soltando lo que realmente sentía.

—¡Y es que no puedo controlar lo que siento! Tu mueres, y me siento triste; luego todo se repite. Si dependiera de mí, es probable que no hubiera aguantado tanto–¡pero la cosa es que no paras de sacrificarte, Menou! ¡Ya deja de atormentarme! ¡Eres la última persona que debería llamarme egocentri-EEEEK!?

No obstante, el discurso medio incoherente fue interrumpido por un grito.

Menou la había agarrado por la mejilla y la estiro como si fuera de goma.

—Escucha, Akari. Déjame preguntarte algo: ¿Por qué habrían intentado salvarte la vida estas instancias anteriores de mí o lo que sea? ¿Se te ha ocurrido alguna vez que te estás haciendo un lío al suponer que muero por tu bien?

—¿N-No fue por eso?

—Estoy segura de que no fue por eso—. Menou se acercó. —Aunque seguramente desee protegerte.

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Tanto Akari como  Momo tenían una idea equivocada sobre algo.

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Tras escuchar el relato de Akari, Momo llego a la misma conclusión que la primera: Menou traicionó Las Fausto por su amistad con Akari. Siempre existía la posibilidad de que Menou dejara que sus emociones nublaran su juicio—

Excepto que eso no era cierto, porque Menou no se valoraba lo suficiente como para actuar basándose en sus sentimientos.

—Akari, mira; soy una villana.

Menou siempre fue consciente de los innumerables actos horribles que había cometido. Las huellas manchadas de sangre que había dejado a su paso se lo recordaban día a día.

—No puedo permitir que nadie intente sacrificarse por mí. ¿Sabes por qué me convertí en Verdugo? No creo que lo entiendas—. Menou pensó en la época de su infancia cuando eligió este camino. —Aunque no pueda, quiero salvarlos a todos.

Menou era una persona malvada. A lo largo de su vida, había matado a mucha gente. Ella había elegido esta forma de vida.

No tenía sentido que una chica como Akari tratara de protegerla. Y Menou tampoco soportaba la idea de que otra persona arriesgara su vida por la suya, por muy inútil que fuera el intento.

—Me niego a aceptar que alguien muera para salvar a un monstruo como yo.

Incluso si eso significaba que ella tenía que morir.

Ese era el móvil que la había llevado a la muerte tantas veces en el pasado.

—Menou…

—¿Sí?

—…realmente eres una persona bastante rara–

—Cállate.

—¡Ouch!

Menou golpeteo Akari en la frente con una tranquilidad conmovedora.

Luego sonrió tras ver como la chica se llevaba las manos a la cabeza para aminorar el dolor.

—Eso está bien para mí.

Menou se levantó. Sintiendo que estaban a punto de separarse, Akari se levantó también, y la otra chica sacó de su bolsillo algo que Akari había olvidado.

Una diadema, decorada con una flor blanca hecha de tela.

Colocó el regalo que se había visto obligada a comprar para Akari en la cabeza de la chica y peino apresuradamente los mechones sueltos de su cabezo.

—Necesitaré algo de tiempo para prepararme si voy a ir a por ti, así que tardaré un poco… pero sé una buena chica y espérame esta vez, ¿entendido?

Si Akari negaba con la cabeza, ¿Menou se rendiría?

Shokei Shoujo no Virgin Volumen 4 Capitulo 5 Parte 3 Novela Ligera

 

 

Pensó que podría haber una pizca de esperanza— pero en cuanto se encontró en los ojos de Menou, comprendió que no la detendría.

—…de acuerdo.

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Akari asintió dócilmente y se llevó una mano a la diadema.

Menou la estaba mirando a ella—y sólo a ella.

No se podía negar cuando Menou tenía ese brillo en los ojos. Akari tuvo que reconocer que no se podría oponer a esta chica.

—Te estaré esperando, Menou.

La pareja intercambió una promesa que las llevaría al futuro mientras se hallaban a solas en el tren.

***

 

 

Sólo había una cosa que Menou no le revelo a Akari—la razónpor la quese sacudió cualquier sentimiento de culpa y traicionó a Las Fausto en las líneas temporales anteriores.

Tal vez su incapacidad para aceptar la ayuda de otro haya tenido que ver, pero no era la única razón.

Menou conocía perfectamente el castigo por el crimen que cometió.

—¿Qué? ¿Viniste sola?— comentó la Maestra Flare cuando Menou se bajó del vagón.

—Sí, claro. No he traído a Momo conmigo.

La Maestra sonrió sin decir nada.

No parecía que la Maestra Flare fuera a matar a Menou ahora. Después de todo, aún no era una traidora. Flare no ejecutaría a nadiesinpruebas concretas de que esa persona ha cometido un tabú digno de ejecución. Y Menou realmente no huiría ahí mismo con Akari. No era tan temeraria como para intentar hacer algo así frente a las narices de su Maestra sin ninguna preparación.

Flare era una Verdugo hasta la médula de los huesos.

Y para Menou, eso era un alivio.

Porque si llegaba el día en que desertara de su misión, o cometía un error, o se rebajaba al nivel de un tabú—en el momento en que se desviara de su camino como Verdugo, sabía que existía alguien que le daría el castigo adecuado.

Por mucho que se preparara; por mucho que se resistiera, jamás podría prevalecer ante ella. No importaba lo lejos que huyera, nunca podría escapar. Contaba con que una increíble e inquebrantable fuerza en la forma de un ser humano siempre la encontraría.

Un poder similar a un castigo divino la castigaría en consecuencia si hacía algo malo…

Y para Menou era un gran consuelo saber que sus pecados serían castigados adecuadamente.

—Bueno, si me disculpa.

Mientras Menou probaba hacerse la tonta, la Maestra Flare la detuvo con una sonrisa tranquila.

—¿Eso es todo? ¿No intentaras nada? Debiste haber aprovechado la oportunidad para huir con esa chica. Estas siendo demasiado cautelosa. Supongo que me ves como un monstruo al nivel de Pandæmonium o algo por el estilo.

—No, por supuesto que no.

No estaba mintiendo. Ella no creía que la Maestra Flare estuviera a la altura de Pandæmonium.

En la mente de Menou, el nombre “Flare” ocupaba un puesto mucho más alto.

Sin embargo, sea cual sea el significado que la Maestra percibió en la respuesta de Menou, ella abrió la boca de par en par y sonrió:

—Sabes, Menou. No soy inmortal, ni mucho menos invencible. Mi equipamiento consiste en una daga simple grabada con dos crestas. Eso, y estas viejas Escrituras. La única habilidad especial de la que puedo jactarme es el Camuflaje Guía, pero parece que también me estas alcanzado en ese campo.

Menou  estaba  muy  familiarizada  con los encantamientos de su Maestra.

Todo lo que ella sabía había sido inculcado en la mente de Menou. En términos de estrategias de batalla, no había casi nada que su alumna no conociera ya.

—En cuanto a la Fuerza Guía, mis suministros internos son inferiores a los de Momo; ni que decir que los de un Errante. En ese sentido, no soy muy diferente a ti. Ha pasado un tiempo desde que me retiré, así que también me he vuelto algo lenta. Y tu estas tan joven. Supongo que ya te lo habrán dicho, pero envejecer es lo peor.

En cierto sentido, esto era probablemente cierto. Realmente  había  muy poca  diferencia entre    sus capacidades físicas.

—No soy fuerte en lo más mínimo.

¿Entonces  por qué,  cuanto  más  hablaba francamente de su propia debilidad, más poderosa se veía?

—¡Y mírense a ti, en cambio! Por lo que he escuchado, te estuviste midiendo con algunos peces bastante gordos en los últimos meses; Orwell, quien alguna vez obtuvo el cargo de arzobispa al consagrarse como una de las mejores conjuradoras al servicio de Las Fausto; el dedo meñique de Pandæmonium, uno de los Cuatro Mayores Errores Humanos; un soldado sortílego basado en los tres colores primarios, que a su vez servía como avatar de la mismísima Sociedad Mecánica—. Estaba enumerando los logros de Menou desde que conoció a Akari. —Es una alineación asquerosamente impresionante. Ni siquiera en mis mejores años tuve demasiadas oportunidades para luchar contra enemigos así de poderosos. Enfrentarme debería ser pan comido a estas alturas.

Ciertamente, todos habían sido sucesos dramáticos. Pocas personas habrían podido encarar a tales adversarios y sobrevivir para contarlo.

—Y ahora que has crecido tanto, estoy segura de que no podría vencerte en una pelea.

Lo que estaba diciendo su Maestra era lógico.

En términos de poder puro, podría tratarse de la oponente de menor rango si la comparamos a los monstruos con los que se había enfrentado en los últimos meses. ‘Pan comido’, como ella mismo dijo.

Pero al mismo tiempo, eso no significaba mucho para Menou. La desagradable sensación en su pecho se reflejó en su rostro en la forma de una sombría sonrisa.

—Sin embargo…—, agrego. —Estoy seguro de que usted si hubiera podido ejecutarlos a todos, Maestra.

Pandæmonium tan solo jugo durante toda esa contienda. Si bien derroto a Manon y Sahara en sus respectivos combates, a la hora de la verdad, ambas consiguieron burlar susentencia.Yestaba comprobado que Menou jamás hubiera logrado derrotar a la Arzobispa Orwell estando por su cuenta.

La Maestra Flare no dijo nada al respecto. Sus ojos, de aspecto desinteresado, eran los mismos de siempre.

Y en lo que respecta a Menou, se hallaba frente al oponente más formidable de todos.

—Maestra.

—¿Qué?

—Justo ahora, creo que estoy a punto de tomar el camino equivocado en la vida.

—Ya veo.

—Dije que quería ser como usted, y ahora lo estoy intentando.

La ciudad natal donde nació Menou y el viaje que había realizado junto a la sacerdotisa pelirroja se habían convertido en recuerdos lejanos. Al principio, había estado comparando constantemente su presente con el pasado, pero ahora apenas pensaba en ello.

El tiempo de Menou con su Maestra fue su núcleo.

No obstante, lo que afloraba más vívidamente en su corazón ahora era su azarosa aventura con Akari Tokitou, desandando los pasos novicios de aquel primer viaje que hizo eco en el tiempo como dos espejos puestos uno frente a otro.


—Sé que todavía puedo tomar la decisión correcta. Pero aun así…— Menou sabía que todavía podía elegir, y por eso miro fijamente a su Maestra. —Pienso que finalmente me convertiré en una verdadera sacerdotisa pura, propia y muy poderosa; sin embargo, también puedo usar lo que aprendí como villana.

Al escuchar esto, la Maestra Flare echó la cabeza hacia atrás y se rio.

—¿Verdadera? Eres una verdadera idiota.

—Bueno… sí—. La sonrisa de Menou se volvió irónica. —Yo misma puedo dar constancia de ello.

No había nada más que decir.


La Maestra Flare dio la espalda a Menou e ingreso al vagón. No paso mucho cuando el trencomenzó a moverse. El Motor Guía se puso en marcha, dejando tras de sí centellas de Luz Guía similar a la cola de un cometa.

Menou se quedó viendo al tren hasta que este se perdió en la distancia, cuando al final se encontró contemplando el horizonte. Estaba dividido en estos dos colores; carmesí y añil—tonos opuestos chocando con intensidad por todo lo alto. Eventualmente, el rojo dio paso a un azul sumamente oscuro, y, al final, las estrellas resplandecieron con una belleza fuera de este mundo—

…y  ahí  permaneció  durante  un  tiempo, contemplando las estrellas, saltando de reflexión en reflexión, cuando entro en conciencia de que el tren que llevaba a Akari y a la Maestra Flare hacía tiempo que había partido—y finalmente se decidió.

Las vías que avanzaban hasta perderse en la distancia  le  advirtieron  de manera  dolorosa     del interminable camino que tenía por delante, y susurró: — Verdadera… sinceramente, no quiero morir.

Entrecerró los ojos mientras indagaba a lo lejos, visualizando su forma de vida…

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