Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 4

Capítulo 5: Y La Cacería Comienza

Parte 2

Errantes puedan preservar sus recuerdos—. La Maestra Flare sonrió despectivamente al destapar la verdad sobre los horribles acontecimientos de hace mil años. —Después de todo, el que pudieran organizarse fue lo que les permitió causar mucho más daño que simplemente dejando que sus Purezas Conceptuales se descontrolaran.

Los Errantes que se enteraron de un método para volver a casa lo intentaron sin tener en cuenta los sacrificios necesarios. Una vez que estalló la batalla con las potencias que intentaron detenerlos, infringieron las heridas que seguirían asolando cada parte del continente hasta el día de hoy.

En medio de la confusión, las únicas sobrevivientes fueron quien ahora es el corazón de la Sociedad Mecánica y Pandæmonium, las cuales se convirtieron en Errores Humanos al no poder ser eliminadas del todo. Ya no importaba que existiera un truco que mágicamentepudiera parchar las mentes de estos seres limerentes.

Por eso los Errantes eran peligrosos.

—No causan más que daño, hasta el punto de que no   podemos  tolerar   ninguna de  las   llamadas ‘excepciones’—. Después de una tragedia de esa magnitud, esta tierra no podía tolerar por mucho tiempo un sistema que permitiera la existencia de personas con Purezas Conceptuales.

Akari no pudo decir nada.

Sus ojos permanecieron fijos en la niña de cabello negro. El sol del atardecer brillaba sobre su vestido con agujeros en el pecho, tiñéndolo de un esplendoroso carmesí.

Le habían dicho que existía un camino de vuelta, y como consecuencia se aferró a esa pequeña esperanza.

—…me mentiste.

En su conversación con Momo, expreso la idea de que tal vez, en lugar de su muerte, el viaje podría terminar con una triste despedida.

Pero no sería posible.

Tal conclusión nunca podría llegar a darse.

—¿Mmm?

«¡Hubiera preferido no saberlo…!». Miró fijamente a Pandæmonium con ojos inyectados por la amargura, y la niña apoyó su barbilla sobre sus manos.

—Supongo que no fue mi intención. No he mentido ni una sola vez. Tampoco es como que lo hubiera intentado. Quiero decir, ¿si existe un método, no?—, se recostó en el asiento del vagón; sus piernas ni siquiera le llegaban al suelo, y giró la nariz hacia arriba con un resoplido primitivo.

—Existe. Un camino a casa.

Eso fue lo que le dijo a Akari.

—Mm, puede que haya olvidado mencionar que se necesitarían sacrificios, pero no era tan difícil de suponerlo. Después de todo, intentamos destruir el mundo porque lo vimos necesario.

Los Cuatro Errores Humanos consumieron todas las islas del sur con el propósito de ofrecer una gran cantidad de vidas humanas, se apoderaron de la zona este del continente reuniendo el terreno de una nación en busca de materiales, fueron a la parte occidental del continente para adquirir cantidades masivas de Fuerza Guía, y concentraron todo esto en el norte del continente con el fin de empezar a preparar el circulo de conjuración y así enviarse de vuelta al otro mundo. En última instancia perdieron ante Marfil, la Pureza Conceptual más fuerte de todas.

—No entiendo por qué luces tan triste por eso. ¿No dijiste que no necesitabas un camino de vuelta?Te veías tan convencida de que tu amistad significaba algo y que te conformarías con morir en este mundo… ¡Mmm, oh! ¡Ya comprendo!

La niña se llevó las manos a la boca en un alarde de sorpresa.

—¿Será que eso ya no es suficiente para ti?

Los labios de Pandæmonium se curvaron en una sonrisa malvada.

—Supongo que tiene sentido. No hay nada malo en cambiar de opinión. Eres humana. Pensabas que te parecía bien morir, pero ahora ya no estás tan convencida de ello. ¡Ese es un tipo de amistad maravillosa!En una película, esta sería la escena en la que te emocionas porque el protagonista decide luchar por su final feliz; la expectativa de que todo caerá en su lugar si tan sólo decide intentarlo. Todavía hay una esperanza de que puedas volver a tu mundo, ¿así que, por qué muestras una cara larga?— Denotando satisfacción, Pandæmonium soltó una pequeña risita.

Se acercó a Akari mientras continuaba:

—¿No me digas que el método que acabas de conocer te parece difícil? Pues no te preocupes. No va a ser tan difícil como podría parecer. Recordé algo.

Se inclinó para susurrar al oído de Akari, como si le estuviera contando un secreto.

—La Sociedad Mecánica sigue convirtiendo el este en materiales de Color Primario incluso mientras hablamos. Con respecto a la Fuerza Guía, el legado de Dragón ha reunido todas las venas de tierra del continente en la Tierra Santa. El círculo de conjuración que Astro construyó aún permanece en el norte. Y puedes dejarme los sacrificios a mí, ¿de acuerdo?

Cada palabra de Pandæmonium era sincera; la niña no podía mentir. Dándole espacio a Akari, extendió los brazos.

—¡Mm-mm, qué suerte tienes! Todo lo que necesitas es aportar una pequeñísima parte para que todo ande—. Su voz era tan empalagosa, como si se adhiriera a la conciencia de todo ser vivo y la pudriera desde adentro.

Flare y el Director observaron en silencio. Un concepto con la capacidad de destruir el mundo estaba ofreciendo a Akari la posibilidad de forjar una alianza, pero se limitaron a observar sin interrumpir.

—¿No lo entiendes? Si utilizas todo este continente como sacrificio, la puerta al otro mundo se abrirá para ti. Todos tus deseos se haránrealidad. ¡Nada es imposible si lo intentas! ¡Te espera un maravilloso final feliz en el que tanto tú como tu querida amiga podrán vivir sabiendo que la otra vive!

La luz del sol, teñida de rojo, ahora entraba a raudales por la ventana. El crepúsculo descendía en el vagón del tren.

Con su vestido teñido de un tono sanguinolento, Pandæmonium hizo un marco con sus dos dedos índice y pulgar y se lo llevó a uno de sus ojos.

—¿Arriesgarías tu vida por quien te importa, llegando incluso a destruir este mundo en el proceso?

Y admirando a Akari a través del rectángulo que formó con sus dedos, declaro con entusiasmo su única condición para prestar apoyo—

—¡Si es así, todo lo que pido a cambio es que me muestres una maravillosa película!

…Akari no pudo responder.

Ella lo había declarado antes. Ella también lo había pensado; «No hayabsolutamente nada queme importe más que la vida de Menou—»

Sin embargo…

Akari se abrazó a sí misma. No pudo evitar que su cuerpo temblara.

«¿Un tercio de la población mundial?» Era algo inimaginable.

«¿El valor de la tierra de una nación?» ¿Cuántas vidas significan eso?

«¿La mitad de un continente?» No había manera de que ella pudiera cometer tal atrocidad.

El enorme número de muertes que se requerían para que ella regresara era horrible. No podría justificar la aniquilación de tantas vidas para preservar la suya. Incluso si pudiera convencerse a sí misma de que estaba dispuesta a pagar el precio, estaba segura de que se quebraría a antes de siquiera poder llevarlo a cabo.

Akari nunca había cobrado una vida.

No estaba tan desquiciada como para estar realmente dispuesta a poner en marcha un plan que destruyera el mundo, y mucho menos a matar a un número considerable de personas con sus propias manos.

Porque pese todo—Akari Tokitou es una buena persona.

—Mm…

La voz de Pandæmonium perdió su brillo.

El entusiasmo se desvaneció rápidamente de sus jóvenes ojos. Era como si estuviera viendo una película que parecía emocionante y llamativa por los trailers, pero que demostró ser aburrida a los primeros diez minutos. Bajó las manos y los brazos le colgaron inertes de sus hombros.

Sus ojos mostraban su desinterés sin necesidad de expresarlo con palabras.

Esta chica, quien traía en su alma la Pureza Conceptual del Tiempo, no se convertiría en una fuente de caos para el mundo. Estaba dispuesta a sacrificarse ella misma, pero directamente no aplastaría a otros para impulsarse hasta su final feliz. Eso estaba claro ahora.

Pandæmonium se llevó las manos a la espalda y se dio la vuelta, con su vestido blanco ondeando.

—Debí haberlo imaginado.

Con eso, todos los pensamientos sobre Akari abandonaron su mente por completo.

Ya estaba pensando en la siguiente película.

Dejando a un lado una película decepcionante, la fuente de todo Mal salió del vagón antes de que alguno pudiera detenerla.

***

Pandæmonium se había ido.

El Director, quien habíaestado sentado a su lado, no hablo ni una sola vez para no interrumpir su plática.

Las palabras desenfadadas de Pandæmonium habían roto por completo el corazón de Akari Tokitou. Los susurros de la niña destruyeron por completo su convicción de que haría cualquier cosa por el bien de la amistad.

Lanzando una mirada de dolor a la chica que había perdido toda la voluntad de luchar, el Director se dirigió una vez más a la mujer por la que decidió hacer acto de presencia.

—Bueno, eso ciertamente fue escalofriante. Por lo general se modera cuando está con la señorita Manon… ¿no vas a ir tras ella, Flare? hizo algunas afirmaciones bastante alarmantes.

—¿Qué sentido tendría perseguir algo que no muere y que es sólo una pequeña parte de un todo? Si Manon Libelle estuviera  aquí, estaría dispuesta  a capturarlas, pero sería inútil tratar de aprehender a un dedo meñique.

No  tenía  sentido  capturar esta parte del Pandæmonium. Probablemente solo había permitido que se quedara aquí para que aplastara las esperanzas de la chica con la Pureza Conceptual del Tiempo.

—Entonces, ¿qué quieres?

—Ah sí… hrmm. Bueno, verás, Flare…

El Director miró el rostro de la Maestra con indecisión. Francamente, era inquietante. ¿Por qué dudaría un hombre de más de cincuenta años? Afinco la punta de su bastón contra el suelo     antes de reunir     suficiente determinación y levantar la mirada:

—Me pregunto si tú y yo podríamos empezar de nuevo–

—Muere.

—¡¿Oooh?!

La Maestra Flare le arrojo sus Escrituras. Tenían más de quinientas páginas e incluso estaban reforzadas con un lomo de metal, lo que la convertía en un objeto considerablemente pesado. Que se lo lanzaran a tan corta distancia hizo sudar al Director.

—¿Por qué hiciste eso…? ¡Pude haber salido herido!

—La próxima vez que salga algo espeluznante y engañoso de tu boca, te cortare la lengua… ah, y puedes quemar esa cosa vieja. Ha estado conmigo lo suficiente, ¿no? Adelante, quémala.

—Jaja…     no,     gracias—.  El Director se rio irónicamente y le devolvió las Escrituras.

Era una de las pocas personas que sabía lo que eran realmente.

—Supongo que ese tren zarpo hace mucho… dime, Flare. Ya conocí a tu sucesora.

—¿Ah, sí?

—Y luego está esta chica… Akari Tokitou, ¿no? La relación entre este Cordero Perdido del Tiempo y tu aprendiz, Flarette… es bastante parecida a la que compartiste con esa amiga tuya.

—Estás imaginando cosas.

Flare y el Director se conocían desde hacía mucho tiempo, por lo que discutían con facilidad, sin escatimar en respuestas.

—Dime, Flare. ¿Cuántas personas crees que son conscientes de la verdad de este mundo? ¿Cuántos han cambiado tras afrontar esa verdad? La función de las Escrituras entregadas a las sacerdotisas, la verdadera identidad del Señor, la historia de los Ancianos… no diré que todos, pero ciertamente no son pocos los que conocen estos secretos, y parece ser una constante.

La sinceridad brillaba en el tono del Director. Sin embargo, la expresión de la Maestra Flare no cambió mientras escuchaba.

—Experion, el caballero más fuerte, dejó de pensar y se rindió a los Ancianos. El monstruo de Los Comunes, Genom Cthulha, se refugió en la Frontera Salvaje del este para convertirse en un aliado de la Sociedad Mecánica, entre otras cosas. La gran mujer santa de Garm, la señorita Orwell, perdió de vista el camino de la rectitud y cedió al tabú para morir miserablemente en una catedral. Yo me lleve la desilusión que termino siendo mi gran rebelión contra el mundo. Y al final… te encuentras tú, Maestra Flare—. El Director hizo una pausa para tomar aliento, y luego planteó su pregunta: —¿En qué te cambio?

—¿En nada?

Su respuesta fue inmediata.

—Hasta donde sé, soy la misma de siempre. He sido una Verdugo desde hace mucho tiempo, y lo sigo siendo.

—Precisamente. Eres la única de nosotros que eligió nunca cambiar. ¿Piensas que así vas a expiar lo que sucedió con ella?

—¡Bah-ha-ha!—     La  Maestra  Flare soltó una carcajada. Echó la cabeza hacia atrás, abrió la boca de par en par y se burló. Fue el mismo sonido burlón que reservaba para los tabúes sin valor y la gente que no le interesaba. —Olvídelo, Director. Si sólo querías hablar de eso, debiste haberte quedado en tu agujero. Afinde cuentas, nada cambiara. No nos queda de otra que hacer lo que debe hacerse y continuar avanzando.

—…ya veo—. El Director agarro el pliegue de su bombín y lo arrimo hacia abajo, tapándose los ojos.

Sabía mejor que nadie que se estaba lamentando por cosas del pasado. Aun así, insistió tenazmente, haciendo otra pregunta.

—¿No podrías al menos llamarme por mi nombre?

—Creo que no. No gastaré mi aliento en pronunciar el nombre de un animal estúpido.

—Ya veo… pero no vas a matarme, ¿eh?

—Qué suerte tienes—. La Maestra Flare ni siquiera se molestó en desenfundar su daga. —El Señor ya ha perdonado tus pecados. ¿No es cierto… Director Anciano?

—…sí, supongo que sí.

Había un matiz de tristeza en la voz del Director al reconocer las palabras de Flare.

El discurso que había lanzado a Menou en su encuentro en el callejón se estaba volviendo contra él. Por lo quesabía, ya no podía actuar. Entendía lo suficiente como para comprender que no podía hacer nada al respecto. Y lo que lo hacía aún peor era que seguía sin desear haber aprendido esas cosas.

El Director se levantó.

Había venido a ver a una vieja conocida, quería saber cómo era ahora que había tomado un aprendiz. Ese era su único asunto aquí. Fue poco más que un desvío menor; no había sido tan engreído como para pensar que podría cambiarla.

Si existíaalguien quepudiera haber hecho tanto por esta mujer, habría sido esa única persona, hace veinte años atrás, durante el breve tiempo que estuvieron juntas.

La joven que poseía la Pureza Conceptual de la Luz.

—¿Qué haré ahora, hmm…?

El Director abandonó el vagón del tren y caminó lentamente por el andén. Ya no podía hacer nada. En el momento en que obtuvo el derecho a cambiar el mundo, que creía que era lo único que quería, todo parecía insoportablemente inútil.

Por eso, cuando la chica llamada Manon apareció ante él, la siguió. En lugar de actuar por su cuenta, pensó que al menos podría ayudarla sin dejar que sus deseos se mezclaran, o al menos así se excusaba a sí mismo de su conducta.

La Maestra Flare no cambiara. Como Verdugo, ella ya estaba completa.

—Pero sabes algo, Flare…

El Director se detuvo bruscamente.

Una chica solitaria corría por la estación—una sacerdotisa con su cabello castaño claro recogido por un pañuelo negro.

Sus ojos se encontraron.

Ella sabía quién era él. Pero, evidentemente, tenía poco tiempo, porque no se detuvo a hacer una escena y siguió corriendo hacia el interior de la estación.

Mientras la observaba correr decididamente hasta perderse de vista, entrecerró los ojos.

—No creo que todavía pueda decirse lo mismo de tu aprendiz.

Las tranquilas palabras del Director estaban llenas de esperanza para la siguiente, quien por fin había llegado a escena.

***

Menou noto al Director en la estación, pero no tenía tiempo para él. Ignorando su presencia, siguió buscando a Akari. Noto algo que claramente estaba fuera de lugar mientras miraba la parada: un tren convoy especial de Las Fausto.

Era de una exhibición tan inesperada y ostentosa que casi que se sintió más impresionada que sorprendida. Al fin y al cabo, se trataba de un tren muy exclusivo con el privilegio de poder pasar por sobre cualquier horario. Sólo se enviaban en ocasiones excepcionales, como cuando se tenía que transportar a una arzobispa.

¿Cómo se las arregló para conseguirlo? A Menou ya se le ocurrían unos cuantos métodos, así que suponía que tenía sentido que su Maestra fuera capaz de obtener uno con tanta facilidad. No le cabía duda de que Akari estaba dentro.

Este tipo de tren en particular requería muy poco personal para funcionar. De hecho, no encontró a nadie más a bordo, excepto por las sacerdotisas trabajando en la sala de máquinas. Realmente se había puesto en marcha únicamente para llevar a Akari a la Tierra Santa. Ni siquiera trajo guardias, lo que permitió a Menou infiltrarse sin problemas.

Tras conversar con las sacerdotisas que manejaban el motor, buscó el camino óptimo. Se había colado utilizando el Camuflaje Guía para disfrazarse. Sin embargo, seguía siendo miembro de Las Fausto y, aparentemente, la Maestra no dio a las sacerdotisas ninguna información específica sobre ella.

Una vez averiguo donde se encontraban, no vio sentido en seguir escondiéndose. Se dirigió abiertamente al siguiente vagón y abrió la puerta—

—¿Qué tal todo, Menou?

La Maestra Flare no se sorprendió al ver como su aprendiz irrumpía en la habitación sin permiso. No se mostró hostil de ninguna forma, y le ofreció a Menou un saludo sin levantarse de su asiento.

—Ha pasado mucho tiempo. ¿Necesitas algo?

—Estoy aquí…— sonrió con ternura y señaló a Akari, quien estaba sentada frente a la Maestra. —…para llevarme a esa idiota.

—¿Con que si?— La Maestra asintió, indiferente.

En todo caso, era Akari quien lucía más nerviosa.

—Bueno, qué pena. Tendrás que dejarme la misión de Akari Tokitou.

—¿Puedo preguntar por qué?

—¿Tanto te importa?

—He sido su compañera todo este tiempo, y tengo la intención de llevar a cabo mi plan hasta el final.