Shin no nakama janai to Yuusha (NL)

Volumen 6

Interludio 1: Juventud Hace 45 Años

El Rey Goblin Mulgarga, que había unido a los goblins de todo el continente, había sido derrotado por los Caballeros Bahamut, pero los restos de sus fuerzas aún arrasaban la tierra.

Después de ser vencidos por el ejército del Reino de Avalonia, los goblins huyeron a las tierras fronterizas.

El pacífico Zoltan no fue una excepción, y llegaron oleadas de monstruos, lo que provocó un aumento en el bandolerismo y la era más peligrosa en la historia de Zoltan.

Dos aventureros, un joven Galatine y Shien, se enfrentaban a más de una docena de criaturas.

“¡Shien! ¡¿Dónde están los guardias?!” Gritó Galatine.

Los goblins estaban armados con lanzas, espadas y arcos y usaban cascos. Eran claramente más fuertes que los típicos encontrados en Zoltan. Habían elevado los niveles de sus bendiciones a través de años de guerra y saqueo y ya eran lo suficientemente fuertes como para que los rangos C como Galatine y Shien tuvieran dificultades para lidiar con ellos.

“¡¡Hyah-hahhh!!!” los goblins gritaron mientras cargaban.

Galatine agitó su martillo de guerra y aplastó la cabeza del primero que se acercó. Golpeó al segundo con el guantelete en su mano izquierda. El tercero fue asesinado por un golpe en la mandíbula de su martillo. Desafortunadamente, un duende que empuñaba una lanza logró flanquear a Galatine.

El miedo a la muerte inmovilizó al hombre en su lugar mientras el arma mortal se lanzaba hacia su costado.

“¡Látigo Dimensional!”

El cuerpo de Galatine se estremeció y desapareció, solo para aparecer nuevamente a diez metros de distancia.

“¡Presta atención a mi mantra! ¡Viento de justa destrucción y revelación!

¡Cortador de Tornados!”

Shien lanzó una ráfaga de viento fuerte, enviando a los goblins hacia atrás. Usando esa abertura, agarró la mano de Galatine.

“¡Deberíamos retirarnos!” “¡Ngh!”

La pareja solo se enfrentaba a un solo escuadrón de goblins. Zoltan apenas poseía los datos más precisos, pero según un cálculo reciente, había al menos cien de los monstruos al acecho. No era el momento para que Galatine y Shien se arriesgaran.

“Nuestra casa… ¡Ellos van a…!”

Zoltan nunca antes había visto este tipo de amenaza. Se suponía que era un lugar tranquilo, relajado y aburrido. Galatine temblaba de rabia.

Incluso si solo fueran los restos de un ejército que alguna vez fue poderoso, estos soldados duendes habían luchado contra los Caballeros Bahamut de Central. Los luchadores criados en las tranquilas tierras de Zoltan no tenían ninguna posibilidad.

Un grupo anterior de rango B ya había caído ante los monstruos, y desde el momento en que los goblins izaron la cabeza del líder del grupo como bandera de batalla, Zoltan estaba prácticamente muerto. Los asentamientos circundantes estaban siendo asaltados constantemente, pero las fuerzas de Zoltan no hicieron ningún esfuerzo por ayudar. La gente estaba demasiado asustada.

“Galatine. No vienen refuerzos”.

“¡¿Por qué no?! Elite o no, ¡solo hay cien de ellos! ¡¿Zoltan va a caer ante unas pocas docenas de goblins?!”

“Lucharon en algunas de las principales batallas de nuestro tiempo y sobrevivieron. Solo somos pequeños jugadores que no aparecerán en las notas al pie de página en los libros de historia…”

Galatine y Shien se habían ido de casa llenos de pasión juvenil, planeando reunir a los guerreros de las aldeas para hacer retroceder a los duendes el tiempo suficiente para que todos pudieran evacuar a un pueblo de pescadores seguro.

Los goblins no tenían botes, así que mientras la gente pudiera huir al océano, estaría bien. Eso es lo que esperaban Galatine y Shien, de todos modos.

Sin embargo, al final solo lograron rescatar dos asentamientos. Todas las demás veces, la pareja no tuvo más remedio que retirarse como estaban ahora.

“¡No!”

Shien de repente dejó escapar un grito de desesperación. Galatine se quedó mirando en estado de shock.

Un pueblo ardía ante sus ojos. El fuego consumió a los inocentes que se habían desangrado para salvar.

“¡¡Detenteeeeeeeeeeeeeeee!!” Galatine rugió, apretando su martillo de guerra mientras se precipitaba. Luchar ahora era un suicidio, pero Shien corrió junto a su amigo. Su bendición clérigo exigió que pusiera fin a la pérdida de vidas sin sentido.

Los dos seguramente estaban cargando hacia una perdición segura, y rápidamente fueron rodeados por goblins por su esfuerzo.

“¡Maldita sea!”

Galatine era apenas un adulto. Las lágrimas se formaron en las esquinas de sus ojos mientras miraba a sus odiados enemigos. Ya no había esperanza de victoria. Cada goblin contra el que se enfrentaban Galatine y Shien rivalizaba con los dos en nivel.

Sin embargo, la pareja no vaciló, decidida a derribar a tantos como pudieran con ellos.

“¡Vientos árticos, frío que roba vidas! ¡Aúlla y ruge! ¡Tormenta de Nieve!” La poderosa magia de hielo extinguió las llamas y alejó a los goblins.

Galatine y Shien se quedaron estupefactos, inseguros de lo que había sucedido y sorprendidos de seguir respirando.

Cuando la tormenta gélida se calmó, finalmente pudieron ver quién había venido al rescate.

“¡Atrápenlo!” gritó una mujer.

Veinte piratas poderosos que empuñaban alfanjes cargaron contra los goblins que habían quedado aturdidos por el hechizo de hielo. Un velero había aterrizado en la playa, y bucaneros con arcos se alineaban en la cubierta, rociando a los monstruos con flechas.

Una hermosa mujer lideró esta banda de forajidos. Solo tomó unos momentos antes de que los goblins estuvieran corriendo, y la joven que era la salvadora de Galatine y Shien se les acercó.

“¡Aventureros de esta tierra! ¡Tú valiente lucha es clara por las heridas que llevas!” Ella les tendió la mano a los dos. “¡Tengo experiencia luchando contra el ejército del rey goblin! ¡Todo lo que necesito es algo de apoyo militar y ningún goblin en el mundo será un rival para nosotros!”

“¡¿Qué?!”

“¡Guíame a Zoltan! ¡Tomaré el mando! ¡Mi nombre es Mistorm y exterminaré hasta el último de esos monstruos! ¡Lo juro por mi barco, el Regulus!”

Mistorm mostró el tipo de sonrisa feroz que era característica de los piratas.

Los jóvenes Galatine y Shien estaban desconcertados y hechizados por el hermoso rostro de la mujer.