Kimi to Boku no Saigo no Senjo, Aruiha Sekai ga Hajimaru Seisen

Volumen 9

Capítulo 7: Por Encima Del Cielo, Por Debajo Del Cielo, Sólo Preciado Para Nosotros

Más de 5 kilómetros bajo tierra. La capital imperial.

Sólo se podía acceder a ella a través de un gigantesco ascensor instalado en la base central de la capital imperial, que conducía al mayor órgano de autoridad del Imperio: la asamblea imperial.

Era casi la hora de cerrar.

La sala, repleta de cientos de legisladores, estaba en absoluto silencio. A excepción de las ocho personas que dirigían la asamblea.

―La señal de Kelvina cesó su transmisión.

―Y la princesa bruja Sisbell se escapó. Así que perdimos una valiosa pura sangre. Además, las mascotas y los documentos de investigación atrapados en la oleada de energía astral también se perdieron…

Un suspiro abatido tras otro se emitió desde los monitores a lo largo de la pared.

Suspiros que los Ocho Grandes Apóstoles no habían experimentado en cien años.

―El Sucesor de Black Steel. Supongo que le hemos dado demasiada libertad.

―Es el alumno de Crossweil. No pensé que pudiéramos controlarlo fácilmente, pero ciertamente ha superado nuestros cálculos.

―Sí. Deberíamos haberle ordenado simplemente que capturara a la bruja de la Calamidad Helada y haber acabado con ella.

El incidente de la fuga de la bruja de hace un año.

Todo empezó cuando creyeron que podían utilizar al antiguo Discípulo Santo Iska, que aún cumplía condena.

“Haremos que hagas algo que debes hacer. ”

“Capturar a la Bruja de la Calamidad Helada”.

¿Por qué le pidieron que la capturara?

No habían pretendido utilizarla como rehén. No había sido para eliminar una amenaza para las fuerzas imperiales. Lo habían hecho porque la necesitaban para uno de los experimentos de Kelvina.

―La hija mayor es demasiado peligrosa para utilizarla como sujeto. Tuvimos a la tercera hija en prisión hace un año…

―Si hubiéramos podido capturar a la segunda hija pura sangre, Aliceliese, en su lugar, no habríamos tenido reparos en utilizarla como nuevo sujeto, sin embargo…

Si eso hubiera sido diferente…

Si Iska hubiera ganado en su primera batalla contra la Bruja de la Calamidad Helada en el bosque de Nelka, habrían podido enviarla al Lugar de Nacimiento de las Brujas como nuevo sujeto.

―El Sucesor de Black Steel sabe demasiado.

―¿Qué hacemos con los otros tres miembros de la Unidad 907?

―Con eliminarlo a él solo debería bastar. Si toda la unidad desaparece, incluso el cuartel general imperial podría empezar a actuar.

―Entonces debemos movernos rápidamente. Antes de que el Señor se dé cuenta.

Sonaron los aplausos.

Cuando el salón de actos quedó en silencio, una nueva propuesta había sido aprobada sin que lo supieran los demás miembros de la asamblea.

―Ejecutaremos al antiguo Discípulo Santo Iska.

***

Lugar de Nacimiento de las Brujas.

Los ojos de Sisbell brillaron cuando la pareja salió por la puerta del instituto de poder astral.

―¡Iska! ¡Y Rin! Los dos están a salvo.

―Aunque estuvo muy cerca. No tengo ni idea de lo que habría pasado si Rin no hubiera estado allí.

―…Lo mismo va para ti.

Rin se levantó cuando Iska la dejó en el suelo.

Estaba haciendo un mohín y parecía bastante enfadada.

―No puedo creer que prácticamente hayas salido ileso mientras que yo fui la única que sufrió golpes… Ouch.

―¡¿Rin?!

―…No, me disculpo, Lady Sisbell. No me pasa nada en absoluto.

―Pero parece que te duele mucho.

―Me trataré más tarde.

Rin se enderezó ante Sisbell. El lado izquierdo de su cara estaba azul e hinchado, y su ropa se había cortado desde el hombro hasta el costado. Era fácil ver que le dolía.

―También nos alegramos de que estén a salvo ―dijo Iska.

―No, me alegro de que estén a salvo, Iska. Todo lo que hicimos fue correr…

Oh, pero hubo esa cosa rara parecida a un fantasma que nos atrapó al salir.

―Intercambiaremos historias más tarde. Salgamos de aquí.

Jhin se echó la funda del arma al hombro y señaló con sólo sus ojos el techo de las ruinas.

Había agujeros de varios tamaños, dejados por la energía astral que surgió del subsuelo.

―Dada toda la luz astral que salió disparada, habrá uno o dos testigos afuera. Si nos ven, pensarán que somos sospechosos. Tenemos que dejarlo de lado, al menos hasta más allá del muro.

―¡Espera! ¡¿Vamos a correr más?!

Jhin, la Comandante, y Nene comenzaron a correr tan rápido como podían. Sisbell también trató de correr tan rápido como pudo para no quedarse atrás. Pero en el momento en que levantó la pierna para salir corriendo…

…un fino hilo de luz apareció de repente.

Era más fino que un cabello. El hilo brillante, que parecía lo suficientemente fino como para fundirse en la atmósfera, salió disparado hacia el cuello de Sisbell como si se abalanzara sobre una presa.

La propia princesa no se había dado cuenta de que ella era su objetivo.

Iska, que había estado observando a sus compañeros, fue demasiado lento.

Sólo una persona fue capaz de reaccionar.

Esa única persona era una cierta sirvienta de la Soberanía cuyos ojos no habían dejado de mirar a Sisbell.

―¡Lady Sisbell!

―¡¿Qué?! ……Rin?!

Gritó la princesa.

Rin, que saltó sobre ella, quedó atrapada en el hilo de luz que había aparecido de la nada. Era como el hilo de una telaraña. Mientras ataba los brazos y las piernas de Rin, aparecieron varios hilos más para inmovilizarla.

―¡¿Qué?!

―¿Qué…? ¡¿Rin?! ¡Eso es!

Jhin, Nene y la Comandante Mismis se dieron cuenta de la situación que había detrás de ellos. Antes de que los tres pudieran actuar, Iska había desenvainado su espada astral negra.

―¡Rin, no te muevas! Yo…

―Está bien, Iska. Tú eres el que no debe moverse, ¿entendido?

Sus pies se bloquearon en su lugar, como si estuviera congelado.

No es que hubiera obedecido la orden. Más bien, se había detenido en seco ante la sorpresa de una puerta que se abría de la nada y la inesperada persona que apareció de ella.

―…¿Por qué…?

―¿Hmm? ¿Por qué qué, Isk?

―…¿Por qué… estás aquí?

Desde debajo de unas gafas de montura negra, la oficial de aspecto inteligente de las fuerzas imperiales sonrió con picardía.

Risya In Empire.

La Discípula Santa del quinto asiento y la oficial del estado mayor del Señor.

―¡¿Risya?!

―Yoo-hoo, Mismis. Ha pasado mucho tiempo. ¿Cómo has estado?

Risya saludó a Mismis, cuya voz se quebró por la sorpresa, con un gesto despreocupado. Utilizó la otra mano para atraer a Rin, que había quedado atrapada en los hilos astrales.

―R-Risya, esa luz no es…

―Oh, ¿te refieres a esto? Así es, es un poder astral. Pero asegúrate de mantenerlo en secreto para los demás miembros de la fuerza imperial.

―¡¿Qué?!

―Y también Isk.

La Discípula Santa volvió a dirigir su mirada hacia él, con sus perspicaces ojos ya clavados en la espada negra que tenía preparada.

―¿Cuánto tiempo vas a mantener eso fuera? Envaina esa espada, ¿quieres?

―…………

―Oh, ¿qué pasa?

―…Lo haré. Pero, por favor, explícame qué está pasando.

Volvió a enfundar el arma. Rin seguía atada e inmovilizada. Detrás de él, podía sentir a Sisbell pegada a su espalda, temblando incontrolablemente.

…No sé qué pasó, pero esto es malo.

…La Unidad 907 fue vista con dos brujas.

Y por una Discípula Santa, además.

Fue una traición. Probablemente serán ejecutados. Rin y Sisbell también. Eso, o incluso podrían enfrentar un destino peor que la muerte.

―Voy a ser franco. ¿Vas a ejecutarnos?

―Qué buena pregunta, Isk. Así que sabes exactamente a qué atenerte.

Parece que no has abandonado completamente tu deber como soldado imperial.

―……………

―Así que te responderé. Isk, esto es el Imperio. No tengo el poder de decidir eso. Si un soldado imperial vive o muere…

Risya miró al cielo.

Otra puerta de luz se abrió sobre su cabeza.

―Sólo puede decidirlo el Señor Yunmelngen.

Una bestia de pelo plateado saltó desde la puerta de luz. Dando un salto como un gato, aterrizó ligeramente junto a Risya.

―¿Fue una buena presentación, Su Excelencia?

―Puedes hacer lo que quieras. No tengo ningún interés en cómo me presentas.

La bestia se puso en dos patas.

―¡¿Hablan?!

―¿Creías que sólo los humanos son capaces de hablar? …Oh. Supongo que expresarlo así causará malentendidos. Bueno, supongo que eso no me importa.

La bestia sonrió a Mismis. Aunque tenía el espléndido pelaje de un zorro, su rostro estaba entre el de un humano y el de un gato. Y aunque sus ojos tenían el encanto de un niño, también eran curiosamente extraños.

¿Un zorro? ¿Un gato?

¿Qué clase de bestia es esta?

―…Oye, señorita Discípula Santa ―Jhin, muy a propósito, miró entre Risya y la bestia que estaba a su lado―. Déjate de bromas.

―¿Hmm? ¿Cuál es la broma, Jhin-Jhin?

―Su Excelencia es un hombre corpulento con barba. Viene una vez al año a la base imperial.

―Sí, es un doble. El noveno, históricamente, de hecho.

―……¿Qué dijiste? ―Jhin se quedó sorprendido―. ¿Qué significa eso?

¡¿Estás diciendo que es falso?!

―Así es. Quiero decir, mira lo pequeño que es el verdadero Señor. Los civiles armarían un escándalo si se enteraran ―Risya asintió fácilmente―. El verdadero Señor está a mi lado.

―…

―Oh, ¿todavía no me crees?

―…Por supuesto que no ―Jhin aceptó plenamente su mirada al decir eso―. Ese animal parlante me sorprendió, pero lo que dices es imposible… No nos unimos a las fuerzas imperiales para servir a alguna criatura.

―En ese caso, ¿por qué crees que te uniste? ―preguntó la bestia de pelo plateado. Había inteligencia en sus ojos. Y un brillo en los colmillos en su boca―. Si crees que un oficial del Estado Mayor y Discípula Santa sirve a alguien que no sea el Señor Yunmelngen, por favor, ilumíname sobre quién podría ser.

―……Uh.

―Así que puedes pensar en esto como un honor. Después de todo, rara vez me muestro.

Ninguno de ellos tenía nada que decir. Incluso Rin, que luchaba contra los hilos astrales en los que estaba atrapada, estaba horrorizada y distraída mientras escuchaba a la bestia. Iska no pudo evitar que le temblaran las piernas en su sitio.

…¿Se supone que esta bestia es el Señor?

…Ridículo. ¿Cómo puede alguien pedirnos que creamos eso?

Su mente racional se negaba a aceptarlo.

Sin embargo, había algo peculiar en el aura de la bestia, algo misteriosamente intimidante. Aunque no iban a luchar, Iska sintió que la criatura irradiaba algo que era incluso mayor que el aura de un pura sangre. Era casi como la de la Fundadora.

―Ah, así que tú eres Iska.

Una sonrisa llegó a los ojos del Señor, que se estrecharon en forma de media luna.

―Eres el sucesor de Crossweil, ¿no? Tienes las espadas astrales, así que debes serlo.

―…¿Por qué conoces a mi maestro?

―Lo conozco mejor que tú. Sí, vine a charlar.

Pat.

La bestia puso una mano en la cabeza de Rin.

―¡Por qué, tú pequeño!

―Oh, qué bruja tan aguerrida eres. Hacía tiempo que un humano no intentaba morderme. Parece que estarás entretenida. Bueno, estoy contento con esto. Vamos a casa, Risya.

―¿Qué? ¿Ya? ¿No íbamos a revisar esta instalación?

―El noveno asiento puede hacer eso. Mi prioridad es jugar con esta bruja. Mira.

El Señor agarró el cuello de Rin. En el momento en que lo hizo, finalmente dirigió su mirada al frente.

―Tercera Princesa Sisbell.

―¡¿Cómo sabes quién soy?!

―Vamos a tener una conversación en la capital imperial. Esto también te concierne.

Entonces desaparecieron…

…a través de la puerta de luz, con Risya y Rin detrás de ellos.

―Estaré esperando, Sucesor de Black Steel. Hablemos de los asuntos que determinarán el destino del planeta.