Gyakusatsu Kikan (NL)

Volumen 1

Capitulo 4: Una Zona De Guerra

Parte 5

Mismo tiempo pasara en un instante. Era como vadear gelatina, y sin embargo completamente normal y natural al mismo tiempo.

Fui arrastrado al carruaje por otra pieza de agitprop hindú de la India por la ventana. John Paul notó que lo estaba mirando y hablo.

“¿Te darás cuenta de que la imagen del eslogan está enraizada en la escuela del realismo socialista? He notado que más allá de cierto punto, los extremistas de derecha y de izquierda tienden a compartir las mismas sensibilidades estéticas, o debería decir la falta de … ”

“Realmente eres otra cosa, ¿verdad?”, Interrumpí con calma. “Joder pedazo de mierda. No solo estoy hablando de tus genocidios. Incluso tus amigos de allí, los fanáticos fundamentalistas, te has estado riendo de ellos mientras los usabas como herramientas para tus propios fines “.

“¿Y no puedes soportar que yo los desprecie?”, Preguntó John Paul.

“No solo despreciarlos, menospreciarlos y manipularlos para que se maten unos a otros. Al menos tienen la integridad para ensuciarse las manos “.

“Sí. El problema es que me he comprometido con más de lo que podría hacer con mi pequeño par de manos. Desafortunadamente, simplemente no tengo tiempo para ocuparme del trabajo manual. Pero sí acepto la responsabilidad de todo lo que hacen “, dijo John Paul.

“Pronto estarán en un juicio”, dije. “La CPI verá que asumen su parte de la culpa. Pero no tú. Eres diferente.”

“¿Volver al Establecimiento Militar Nacional?”

“Exactamente. Y después de eso, incluso yo no sé “.

Dejé de hablar para tratar de leer la reacción de John Paul. Nada. Él no mostró nada. Sin miedo. Sin resignación.

Después de un rato, John Paul volvió a hablar. “Estoy sediento. ¿Podrías traerme un vaso de agua?”

“¿Qué tal un vaso de ‘deja de quejarte o te daré una palmada con otra almohadilla”, le dije?

“Qué hospitalario de tu parte. Creo que paso.”

“¿Dónde está Lucia?”

“Aquí no esta”

“Sé que ella no está aquí, mierda. Es por eso que te pregunto dónde está “.

John Paul se encogió de hombros. “¿Cómo es relevante esa pregunta para tu deber?”

“Tal vez no es así”

Me sentí cada vez más agitado, y mi voz se volvió más profunda y fría. “Tal vez solo quiero a Lucía”.

“Y estás preparado para matar a tantos niños como sea necesario para llegar a ella”, dijo.

Miré a John Paul. Fue irónico. Esta fue la primera vez que John Paul había revelado algo que se acerca a una emoción humana. Claro, esa emoción podría haber sido una animosidad hacia mí. Y me hizo enojar aún más. ¿Pero también había una pequeña parte de mí que estaba … aliviada?

“Claro, es difícil. Pero solo estaba haciendo mi trabajo “.

Traté de dar una respuesta tan suave como pude, pero hizo reír a John Paul en voz alta.

“¿Difícil? Estás mintiendo, y lo sabes. Sé todo sobre la regulación de la emoción por la que pasas antes de la batalla. Para que pueda matar a los niños sin preocuparse, ni antes ni después. Ni siquiera sientes culpa mientras aprietas el gatillo. Estoy en lo cierto, ¿verdad?”

No dije nada.

“¿Y ‘solo estaba haciendo mi trabajo’? Por favor. ¿Tienes idea de cuántas personas comunes y corrientes, personas que no harían daño a una mosca en su vida cotidiana, lo han usado como excusa para cometer los actos más crueles y brutales imaginables? Los nazis que enviaron a los judíos a las cámaras de gas estaban “haciendo su trabajo”. Los guardias fronterizos de Alemania del Este que mataron a tiros a sus propios compatriotas por intentar cruzar el Muro de Berlín estaban ‘haciendo su trabajo’. Simplemente haciendo su trabajo, ¿eh? Bueno, si todos “hicieran su trabajo”, no tendríamos necesidad de soldados o guardaespaldas. Los trabajos existen para paralizar la conciencia humana. ¿De dónde vino el capitalismo? La ética del trabajo protestante; haz tu trabajo, ahorra dinero y Dios estará complacido contigo. Un trabajo es una forma de religión. Lo único que varía de persona a persona es cuán piadosos son. La mayoría de las personas realmente entiende esto en algún nivel. Simplemente no quieren admitirlo a sí mismos “.

“¿Qué hay de ti?”, Le dije. “¡No parece que tengas ningún problema con tu trabajo de viajar por el mundo y masacrar a todos!”

“Absolutamente. Absolutamente. Ves, no somos tan diferentes, ¿verdad, tú y yo?”

“¡Vete a la mierda!”

“¡Pero lo somos! Admito que solo lancé el hechizo, por supuesto. No aprieto el gatillo ni preparo el fusible yo mismo”

“El genocidio que funciona en tu cerebro no es tan diferente del proceso de regulación emocional por el que pasas antes de la batalla”

“¿Sí? Bueno, somos diferentes a ellos, siseé, señalando a la mafia india hindú en el centro del carruaje” Nuestro tratamiento BEAR es defensivo. Está diseñado para protegernos. Aumenta nuestros instintos de auto conservación, eso es todo. No comenzamos a realizar rituales estúpidos donde cortamos los brazos de los niños solo por diversión”.

“No, no eres tan diferente. La defensa y la ofensa son solo dos caras de la misma moneda. La gramática del genocidio tiene efecto al regular la función del cerebro que se relaciona con la conciencia. No tan diferente de su llamado tratamiento BEAR, ¿verdad? La gramática del genocidio modifica tu conciencia, guiándola en una dirección particular. No es diferente de lo que se hace a sí mismo para evitar la aparición de altruismo residual, de modo que pueda matar a los niños sin impedimentos. Se trata de suprimir la actividad de ciertos módulos en el cerebro. La única diferencia real es que usas la tecnología para hacerlo, mientras que yo aprovecho el poder primordial del lenguaje “.

“Claro, nuestros consejeros me dijeron todo sobre cómo las personas son básicamente buenas. Me sonó como una mierda para mí “.

Sonreí irónicamente.

“El problema aquí es con esta palabra ‘conciencia'”, dijo John Paul, ignorando mi cinismo. “Esto que hemos llegado a llamar ‘conciencia’ es básicamente la suma total de nuestros juicios de valor. Actúa como un mediador para los deseos de los diversos módulos del cerebro, calcula los riesgos y las recompensas de un curso de acción particular, y lo que sale por el otro extremo —el curso óptimo de acción—es lo que llamamos conciencia. Pero solo se necesita un suave empujón para uno de los módulos antes de que se destruya ese delicado equilibrio. La gramática del genocidio solo afecta un pequeño rincón del cerebro, suprimiendo su función. Pero eso es todo lo que se necesita para que una sociedad caiga en el caos, y voilà, se sientan las bases para el genocidio. No existe una diferencia fundamental entre este proceso y la forma en que suprimes las funciones de partes de tu cerebro antes de la batalla usando neurotransmisores y asesoramiento “.

La India hindú creó sus campos de muerte bajo el hechizo de John Paul. De la misma manera, creé un rastro de cadáveres de niños bajo el hechizo de los psicólogos de las Fuerzas.

John Paul solo estaba señalando lo obvio. ¿Qué puedo decir en respuesta a esto?

Una cosa era diferente de esa noche en Praga, sin embargo. John Paul ahora parecía tener una sensación de aguijonearme con sus palabras. ¿Fue solo porque tenía la espalda apoyada contra la pared y el miedo le estaba relajando la lengua? De cualquier manera, John Paul estaba en plena marcha. Incluso parecía estar divirtiéndose. Pudo haber sido un buen actor, pero esto no parecía un acto. No era el miedo lo que lo estaba haciendo balbucear. Esto fue anormal Parecía positivamente a gusto.

Algo repentinamente se me ocurrió.

“Tienes un lunar, ¿verdad? Alguien dentro de la administración “.

John Paul parecía sorprendido por el cambio abrupto de tema. “¿Le ruego me disculpe?”

“Me he estado preguntando. ¿Cómo has podido escaparnos siempre en el último minuto? No hay muchas personas que puedan hacerse cargo de los detalles de nuestros planes. Solo aquellos de nosotros en Operaciones Especiales I Destacamento y los superiores “.

“Entonces, ¿qué prueba eso?”

“Dijiste en Praga que usaste un programa de NSA para buscar la posición óptima desde la que podrías influenciar los medios de comunicación de un país. Bueno, podrías haber sido capaz de hacer eso cuando eras investigador, ¿pero ahora? ¿Cómo se accede al programa? Y más al punto, ¿cómo te metes en esa posición en la sociedad? Usted tiene un asociado alto en la administración de los Estados Unidos, ¿no? O un partidario, al menos “.

John Paul asintió. “No estoy diciendo que lo haga o que no. Pero lo que diré es que incluso si hay una filtración, estoy seguro de que sus superiores lo saben todo “.

“¿Que se supone que significa eso?”

“Bueno, cada vez que eludí la captura, el conjunto de candidatos de posibles lunares se han reducido un poco, ¿no?”, Dijo John Paul. “¿Has pensado que tal vez estaban dando prioridad a la búsqueda de la filtración para matarme? ¿Qué ha sido más importante para ellos apretar la soga alrededor del topo alto, quienquiera que sea, que para que realmente triunfes en alguna de tus misiones? Si algo sucediera ahora y estuviera de alguna manera capaz de escapar, ayudado por información privilegiada, seguramente perdería a mi ‘seguidor’, creo que lo llamaste, en el proceso “.

“Llamando a Jaeger One.” Williams estaba de repente en mi oído. “Por favor, ven al carro trasero inmediatamente. Corto.”

Miré a John Paul de nuevo y me dirigí al carruaje trasero.

“Clavis y yo nos estamos relajando”, dijo Williams a los otros. Me condujo al siguiente vagón detrás de mí, donde estaban los pasajeros civiles. Nos miraron atónitos; no podían haber estado acostumbrados a ver soldados extranjeros armados hasta los dientes con pistolas y chalecos antibalas.

“¿Qué pasa, jefe?” Le pregunté a Williams.

“Algo nos está siguiendo. Uno de los pasajeros vino y nos dijo. Parece un helicóptero “.

“¿Tenemos una visual?”, Le pregunté.

“No de nuestros carruajes. Necesitamos llegar al asno del tren para un reconocimiento adecuado “.

Nos abrimos paso a través del resto de los vagones hasta que llegamos al final de la línea. Los pasajeros pululaban a nuestro alrededor, clavando sus dedos frenéticamente hacia la parte trasera del tren. Usamos el lenguaje de signos internacional para asegurarles que entendíamos, es decir, asentíamos con la cabeza una y otra vez. Cuando llegamos a la puerta final, la abrimos. Allí, en medio del ruido, había un niño, sentado en el techo, con las piernas colgando por el borde. Él estaba apuntando al cielo.

Levanté la vista de la pista.

“¿Ves algo?”, Preguntó Williams.

“No.”

Me puse mis lentes de combate y ajusté mis AR.

Ahora podía ver un punto negro en el horizonte. Un helicóptero. Baja altitud, prácticamente en las vías del tren. Se estaba acercando, rápido.

“Chinos”, dijo Williams. Justo lo que esperarías de una guerra civil en un país pobre. Solían ser los rusos quienes suministraban armas al Tercer Mundo; ahora China era el país de elección. Un helicóptero de batalla chino básico era una fracción del precio de los modelos americanos o europeos de alta tecnología. La mayoría de los AK que circulan en estos días eran en realidad estafas chinas también.

ver algo como esto en una película una vez, pero no recuerdo cuál.

En ese momento, podía escuchar algo que sonaba como fuegos artificiales en la distancia.

Ah, disparos, pensé para mí, e intenté mover mi cuerpo. Me habían lastimado todo, pero afortunadamente nada más serio que eso. Sabía que me había lastimado y sabía dónde me habían lastimado, pero como no sentí el dolor, pude moverme sin problemas. Salí del carruaje por la puerta trasera.

Las vías del tren parecían haberse movido a nuestra derecha.

Los carruajes hacia el frente del tren no parecían haber cambiado tanto. Debemos haber sido arrojados por una fuerza centrífuga. El acoplamiento se había roto y nos habían lanzado al aire. No podía imaginarme cuán lejos habían arrojado a la gente en el techo. Todo nuestro carruaje estaba tendido de lado. Ignoré el zumbido en mis oídos para mirar hacia el camino de los vagones del tren; uno estaba en llamas. Había un vehículo metálico negro rozando el suelo, sostenido por un ala giratoria. Y pude ver figuras a lo lejos, bailando el baile de las Fuerzas Especiales, moviéndose en elegante formación.

Una bala voló en mi dirección y aterrizó justo en frente de mí.

Eso me devolvió a la realidad. Salté para cubrirme detrás del carruaje volcado. Desde esta distancia, las figuras del frente eran meros espectros; Apenas podía verlos con su equipo de camuflaje. Activé mis RA; cualquiera de las vanguardias que habían sobrevivido estaría interactuando con nuestros emboscadores ahora, por lo que solicité una actualización de estado.

No tuve tiempo para mirar sus nombres individualmente. Paro cardíaco. Ninguna respuesta. Brazo roto. Piernas rotas. Habiendo dicho eso, mi propia entrada mostró múltiples fracturas y hemorragias internas, y todavía estaba en combate efectivo, por lo que nuestros sensores de lesiones SmartSuit no eran el único y definitivo.

“¡Blue Boy! ¡Aqui Jaeger One, llamando a Blue Boy! ¿Me copias?”

Ninguna respuesta.

Usando el carruaje como cubierta, me moví hacia la acción tan rápido como era prudente bajo las circunstancias. Los gritos y gemidos de los pasajeros que aún estaban conscientes se unieron para formar una cacofonía sobrenatural. Esto debe haber sido lo que los Ligeti sonaron para los centinelas de Eugene y Krupps. Algunos de los pasajeros ahora se arrastraban por la puerta y tropezaban hacia la libertad. Los afortunados estaban empezando a recuperarse.

Y luego, uno de los sobrevivientes que trató de correr delante de mí, le volaron la cara. Una bala destinada a mí, sin dudas.

Me retiré a las sombras y decidí volver a intentar con el equipo de Leland.

“Blue Boy. ¿Estás ahí, Blue Boy? ¿Blue Boy?”

Esta vez me encontré con lo que parecía una respuesta excesivamente alegre.

“¡Blue Boy, aqua! ¿Jaeger One? Corto”

Mierda, olvidé de decir mi nombre.

“Afirmativo, este es Jaeger One. Mi posición actual es cuatro carruajes detrás del tuyo. ¿Cuál es tu estado allí? Corto.”

“El motor parece haber sido volado, señor.” Leland todavía sonaba tan alegre como siempre. “Inmediatamente después de la explosión fuimos atacados y rodeados por tropas de asalto

aerotransportadas. Actualmente estamos intercambiando fuego con ellos. Todos estamos atrapados dentro del carruaje volcado. ¡Están usando sus ametralladoras para abrir agujeros en las paredes, señor! ¡Corto!”

Como una película de Clint Eastwood, lo recordé. Una película donde el lado de un autobús fue abierto por fuego de ametralladora. Clint interpretaba a un detective cuyo trabajo era defender a una mujer que era testigo clave en un caso y que estaba siendo blanco de policías corruptos. Y eso me hizo pensar en la persona a la que se nos había encargado proteger; John Paul.

“¿Qué hay de los prisioneros? Corto”

“No podemos decir lo que está sucediendo en el próximo vagón, señor. Estamos inmovilizados Sé que los muchachos que protegen el automóvil no responden. SmartSuits los informan muertos. Cuando traté de dejar este automóvil para investigar, ¡Mi brazo izquierdo fue volado de mi hombro, señor! Encima.”

La voz de Leland fue tan positiva como siempre mientras recitaba la lista de desastres. Maldito sea, casi me hizo reír. Pero podría decir que no estaba bromeando. Ese era el estado en el que estábamos ahora, nosotros, que podíamos percibir el dolor sin sentirlo. Las Fuerzas Especiales con nuestro enmascaramiento sensorial. ¿Un brazo arrancado de su zócalo? El SmartSuit pronto vería la sangre, sin preocupaciones. Podrías imaginar las historias que los chicos estarían diciendo en el bar más tarde. Hola chicos, estaba cargando sin preocuparme en el mundo y fóllame, ¡nunca me había dado cuenta de que mi propia cabeza había volado! ¡Quién sabe!

“¿Estás herido?” Vocalicé casi inconscientemente.

Supongo que a Leland le desconcertó que le hicieran una pregunta tan irrelevante dadas las circunstancias.

“Uh, sí, señor, supongo que sí. Puedo decir que he sido herido, quiero decir. No puedo sentir nada, por supuesto. No hay problema señor. ¡El dolor no es demasiado, hijo de puta! Clavis, ellos tienen a Nelson. ¡Mierda! Nelson está abajo, señor! ¡Mierda! ¡Maldición! ¡Corto!”

Apreté los dientes y comencé a avanzar de nuevo. El enemigo tenía nuestro vagón de tren rodeado en una formación de asedio. Saqué una granada de mano y la lancé hacia el vagón.

Un estruendo. Aproveché el colapso en su formación causado por la explosión para acercarme a otro carruaje. Desde mi nueva cuartada miré para examinar la situación.

Casi podía distinguir algunas figuras con equipo de camuflaje. Muchos de ellos estaban veteados de escarlata. Me di cuenta de que estas eran heridas abiertas. Tocones, incluso. Dos soldados de pie cerca del punto donde estalló mi granada habían perdido brazos y piernas. Ahora se estaban moviendo para esconderse, la mayoría de sus cuerpos camuflados a excepción de sus tocones recién adquiridos que estaban derramando sangre sobre el terreno. La tripulación de Leland aprovechó la pausa para lanzar una contraofensiva, lanzando una granada a los enemigos del otro lado y siguiéndola con una descarga. Aproveché la oportunidad para acercarme a otro carruaje. Casi ahí. Casi listo para enlazar.

Realicé otro reconocimiento rápido. Nos las arreglamos para matar a algunos de ellos en el corto tiempo desde que lancé mi granada.

Pero los heridos que caminaban parecían inmunes a su dolor. Hubo hombres que habían perdido brazos o piernas o estaban desangrándose, pero aún mantenían la formación de batalla y estaban disparando. ¿Quiénes fueron estos atacantes? ¿Hasta dónde teníamos que aplastarlos antes de que murieran? Esto fue como una película de zombis, pensé. Y no del tipo del siglo XX con los muertos vivientes; estos eran los zombis delgados, mezquinos y rápidos de principios del siglo veintiuno.

Enmascaramiento sensorial.

Finalmente me golpeó. El enemigo también había recibido máscaras para el dolor. Habían tenido sus cerebros en problemas para que pudieran tener su dolor filtrado temporalmente; podían sentir cuándo habían sido heridos sin realmente sentirlo. La visión de pesadilla que había tenido en el hotel mientras cortaba a los niños había demostrado ser

sorprendentemente clarividente. Estábamos descubriendo qué sucedería cuando dos grupos se encontrarán, dos grupos que habían recibido tratamiento con BEAR.

Está bien. Ninguno de los países del G9 había tenido motivo para encontrarse en el campo de batalla, obviamente. Nunca ha habido un caso de

prueba donde dos ejércitos igualmente tecnológicamente avanzados se hayan enfrentado entre sí. La guerra moderna, en lo que a nosotros respecta, significa guerra asimétrica en su verdadero sentido. Significaba que los tipos blancos ricos invadieran el territorio enemigo y arrojaban siete sombras de pobres marrones. A eso se referían esencialmente todos nuestros planes y misiones.

Esa era la razón por la cual nadie había predicho o planeado o nos entrenó para una situación como esta. Un tiroteo zombi. Nuestros emboscadores, evidentemente, habían estado recibiendo un tratamiento de apoyo militar de alta tecnología antes de venir aquí. Tecnología que los hacía impermeables al dolor e indiferentes al hecho de que estaban perdiendo sangre e incluso extremidades en el curso de enfrentarse al enemigo.

“¡El enemigo ha recibido enmascaramiento sensorial!”, Le dije a Leland.

“Sí señor, ¡lo notamos! ¡Tendremos que aplanarlos, señor! ¡Corto!”

Estaba   perdido   por   las   palabras.   Esto   fue    …

grotesco. Esto ya no era una guerra.

Lo admito. Perdí mi valor.

La imagen mental de ambos lados allí de pie, disparándose el uno al otro hasta que literalmente no fuimos más que montones de carne picada. Me sorprendió a mi núcleo. El miedo a la muerte siempre está contigo cuando estás en una misión. Nuestro trabajo es tomar ese miedo y vincularlo con nuestro deseo de vivir. Entonces no fue el miedo a la muerte el que me paralizó. Fue la visión de una batalla llevada a su conclusión lógica de un tiroteo eterno sin dolor ni sentimiento.

Todavía no había llegado al vagón del tren donde Leland y los demás estaban bajo asedio. Todavía no estaba lo suficientemente cerca como para relacionarme adecuadamente con los soldados que habían recibido diez balas en el vientre y perdido sus dedos, brazos, piernas, orejas, mandíbulas y mejillas, pero seguían luchando. Estaba fuera de rango. Y lo peor de todo, me alegré de estar fuera del alcance.

Sin embargo, los límites de esta batalla ya no eran el rango de disparo efectivo de las armas. El límite ahora era lo lejos que te imaginabas siendo empujado al reino de lo grotesco, lo feliz que estabas de seguir luchando incluso cuando te herían hasta el punto de una desfiguración permanente. El límite era el mapa de la mente que mostraba qué hacer para suprimir las emociones y los sentimientos.

Me alentaba la culpa, la culpa de que aún no me había unido a mis camaradas en el campo de batalla. Salí de mi escondite y corrí a toda velocidad hacia el carruaje donde Leland estaba escondido. No es una decisión de juicio profesional o una decisión pragmática, solo una carrera ciega.

El mundo era un lugar cruel. Por alguna razón, ni una sola bala me golpeó durante mi carga desesperada. Más tarde me di cuenta de que probablemente se debía a que nuestros atacantes ya se estaban retirando en ese momento, pero en ese momento se sentía extraño, como si me hubieran quitado la oportunidad de participar en la batalla. ¿Por qué? ¿Por qué no podría ser parte de eso? Estaba frustrado, molesto, incluso, de que nadie me estaba disparando.

Me deslicé en el carruaje donde Leland y lo que quedaba de la tripulación estaban haciendo su parada.

“Jaeger One, señor, ¿cómo están las cosas afuera?” Fue lo primero que Leland me dijo.

Los hombres se derrumbaron en el piso. Varias partes de sus cuerpos estaban empapadas de rojo. La mayoría de ellos tenían armas en sus manos e incluso ahora estaban listos para contraatacar. Me di cuenta de que una granada de mano había explotado dentro del carruaje, y fragmentos malolientes se habían esparcido por el lugar, incrustados en las paredes y los muebles y el techo, dejando la habitación resplandeciente como un extraño planetario.

Miré a Leland. Jesús. No era solo su brazo lo que había perdido.

La mitad inferior de su cuerpo había sido volada, y sus intestinos estaban goteando. Su SmartSuit estaba haciendo su mejor esfuerzo para mantenerlo con vida. El piso — o, para ser exactos, lo que solía ser la pared izquierda del vagón del tren — estaba cubierto por una negra resbaladiza y medio congelada sangre de los hombres.

Miré a mi alrededor para ver si podía ver las piernas de Leland. Nelson tenía un par de piernas extra en su regazo y por el aspecto de las cosas no las necesitaría; su cara había sido arrancada de su mandíbula a su oreja derecha. Se podía ver a través de su mejilla expuesta a los dientes superiores, que brillaban de un blanco perlado, lo que lo hacía parecer un esqueleto sonriente que aún no había sido limpiado adecuadamente de su piel. Recogí el par de piernas, y luego me di cuenta de que ni siquiera podrían haber sido de Leland.

Los entregué a Leland de todos modos, tendrían que hacer por el momento. Él dio una risa tensa. Me di cuenta de que su conciencia se estaba desvaneciendo. Listo para desaparecer para siempre en cualquier momento.

“¿Qué … está pasando afuera … señor? Los bastardos … lo hicieron … tenemos todo …” La voz de Leland se apagó y desapareció. Él se había ido. Todos los rastros de conciencia en su cerebro, desaparecieron.

“Quién sabe”, le dije al cadáver de Leland.

Afuera, el zumbido del motor del helicóptero se estaba convirtiendo en un zumbido agudo a lo lejos.

No hubo más disparos o explosiones. Fueron reemplazados por los gemidos de los pasajeros heridos.

Un Ligeti.