Rakuin no Monshou (NL)

Volumen 3

Capitulo 2: El Ilustre Comerciante De Birac

Parte 1

 

 

Birac era la segunda capital de Mephius. Sus mesetas se separaban en capas extendidas a través de los cañones. La capa superior estaba bordeada de edificios de mármol blanco claramente diseñados para las clases superiores, y la capa inferior consistía en casas situadas directamente frente al acantilado para la clase común.

En los distritos orientales de la capa de la clase alta, el río Zwimm fluía directamente a través de ellos. Día tras día, un gran número de barcazas pasaba por este lugar sirviendo como un punto de comercio con las diversas naciones del norte. Los negocios florecían. Las personas de los otros países también se veían en grandes cantidades.





El Príncipe Gil, al frente de sus tropas, vino a esta ciudad.

Se pensaba que había venido a descansar e inmediatamente se iría a Apta. Sin embargo, ya habían pasado tres días desde que entró en Birac por primera vez y el príncipe aún no mostraba signos de terminar su lenta recuperación.

— ¿Escuchaste? Los soldados del príncipe recibieron una buena parte del dinero de los gastos del príncipe y campan a sus anchas todas las noches.

— Parece que actuaron sin control en la tienda de Yulia. He oído que fue porque no había chicas que les gustaran.

— Hablando del Príncipe Gil, ya sabes, es famoso por ser un imbécil. Recientemente fue reconocido por subyugar a las fuerzas de Ryucown y detener la rebelión de Zaat, pero como se esperaba, esto no es normal.

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Esas incontables noticias y rumores también llegaron a los oídos del comerciante de Birac, Zaj Haman.

— Ese tipo de hombre es el más temible de manejar. No sigue el sentido común, ¿sabes? Es exactamente como un dragón bebé, en el momento en que crees que se ha acostumbrado a las personas, da la vuelta y te muerde. Solo puedes rezar para que no se haga realidad —dijo Zaj y lanzó una risa sincera.

Los mercaderes que formaban una porción significativa de la población de Birac se autorregulaban, y no temían más de lo necesario a los imperiales y nobles que constituían a los aristócratas de Mephius. Por supuesto, esto no significaba tomaran a la ligera a los nobles, pero este era un rasgo único de los mercaderes, estaban más que dispuestos a tomar las armas para proteger su cuerpo y sus recursos si se veían forzados a nada más que condiciones indeseables, incluso si se trataba de oponerse a los aristócratas.

— ¿No se desarrollan bien tus negocios independientemente de lo que suceda?

— ¡Seguramente no! La negligencia es tu mayor enemigo. Solo se necesita un instante para que todo se desmorone sin excepción.

Zaj ya había pasado de los sesenta, e inclusive ahora frecuentaba la tienda para mostrar su cara y para una charla amistosa mientras tomaba una copa. Su negocio manejaba muchos clientes que venían de otras ciudades y países. Si Zaj sospechara que la información que quería estaba presente entre estos clientes, escuchaba sus largas e interminables conversaciones, aunque fuera la primera vez que se encontraban.

El ilustre comerciante, Zaj Haman.

No había ninguno en Birac que no conociera su nombre. Era el hombre que poseía la empresa de transporte fundada en la próspera Birac, que producía más del cuarenta por ciento en ganancias, cuyas naves, grabadas con el emblema de la Empresa Haman, han zarpado continuamente y han regresado al Puerto Birac hasta el día de hoy.

En primer lugar, las empresas que usan transportistas aéreos en Mephius son raras. El éter, la fuente de energía de estas aeronaves, se adquiere a partir de la vaporización del agua de mar utilizando artefactos de la antigua civilización. Mephius, al no estar conectado a ningún cuerpo de agua, dificulta la protección del éter, particularmente para la población en general. A menos que sea un asunto urgente, el transporte de mercancías por aire no vale la pena.

Sin embargo, Zaj Haman, después de haber ido a Garbera a estudiar en sus primeros años y aprender los pormenores para operar aeronaves, estableció Birac como un punto de referencia entre las regiones costeras cercanas y fue pionero en una exclusiva ruta comercial con la ciudad norteña de Zavinia. Las aguas que rodean Zavinia eran conocidas por sus altas concentraciones de éter, e incluso ahora, se decía que solo las ventas del éter financian la economía de todo el país.

El soberano de Zavinia, el general Kal Lighthel, rápidamente se hizo conocido por su personalidad voluble, pero Zaj cruzó las aguas para visitarlo tres veces a través de lo cual aseguró una relación personal con él.

Zaj vio no solo negocios con la población, sino que también se dedicó a reponer las reservas del ejército en tiempos de guerra. Y también en el festival de la fundación de este año, con motivo de la revisión naval donde las naves disponibles eran pocas y donde se decía que el número de naves contribuía al estatus, Zaj había prestado naves a un buen número de nobles por una pequeña suma.

Es decir, sus conexiones con los nobles también eran profundas.

Y también como parte del renombre de Zaj estaba el cómo contrataba personas independientemente de su lugar de nacimiento o nacionalidad. Las personas nacionalmente diversas que puso a trabajar y las muchas personas que entraban y salían de su tienda hacían que la recopilación de información fuera fácil. Y a su vez, también había muchos mercaderes y sirvientes de nobles que visitaban su tienda para comprar esta información, lo que generó rumores que llegaron a afirmar que Zaj Haman podría tener más autoridad que el señor feudal de Birac, Fedom Aulin.

— En cuanto a ese Príncipe Gil —Zaj preguntó a un trabajador en una habitación del segundo piso mientras comía el almuerzo—. ¿Qué hace ese príncipe aquí en Birac? ¿Se quedará mucho tiempo para poder divertirse con las mujeres que le gustan?

— Ahora  que  lo  menciona…  —el  trabajador  inclinó  la  cabeza—.  Con frecuencia hemos visto y escuchado rumores de que sus soldados hicieron esto, pero no han visto nada que indique algo del príncipe. ¿No está simplemente haciéndose el vago en la residencia de Lord Aulin?

— Hmph.

Para ser honesto, Gil Mephius se mostraba esquivo incluso para Zaj. El hecho de que no tenga un control firme sobre sus soldados y su permanencia en Birac sin duda coincidía con los rumores que lo tildaban de tonto, pero si ese fuera el caso, entonces cuestionaba su papel en la derrota de Ryucown en su primera campaña y su habilidad para mantener bajo control la rebelión de Zaat.

Zaj pasó casi toda su vida cultivando la empresa Haman.

Le resultaba difícil creer en estas historias que hablaban de un tonto que de repente se convirtió en héroe. Su creencia de que esta era una historia inventada y creada para hacer que el Príncipe Gil pareciera más adecuado como sucesor del trono se mantenía firme.

Y también está la información de que el señor feudal de Birac, Fedom, recientemente comenzó a acercarse al Príncipe Gil. No sería ninguna sorpresa para ese hombre respaldar al príncipe y el plan para controlarlo. Sin embargo, es un poco tarde para hacer eso ahora. Tal vez la salud del emperador empeoró repentinamente, o tal vez algún otro hombre de importancia había sugerido “eso” a Fedom, pero debe haber ocurrido algún cambio para causar esto.

Aunque Zaj mostró gran interés con respecto a este tema, finalmente era un comerciante. No tenía intenciones de meterse demasiado en asuntos de la sucesión imperial, ni planes para aprovechar esta oportunidad.

Esa noche:

— ¡M-Mi señor!

Uno de sus trabajadores vino corriendo jadeando.

— ¿Qué pasa? Estás causando un alboroto —Alzando su cabeza canosa, Zaj hizo una mueca.

Estaba abrumado con el trabajo todos los días. Ahora estaba planeando el establecimiento de una nueva base para aeronaves intermediarias de la empresa Haman en un pueblo de la carretera que conecta Birac con Apta, la cual se había transferido a Mephius.

— H-Hay un cliente. Insiste en reunirse con usted, mi señor.

— ¿No lo hará Bart?

Bart era el segundo hijo de Zaj. Zaj confió el primer piso de la tienda y el manejo de la importación de bienes generales a su hijo y esposa.

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El trabajador negó con la cabeza.

— ¿Quién es exactamente este invitado?

No podría ser que esto fuera parte de una incursión de la guarnición, ¿o sí? Cuando Zaj comenzó a fruncir sus cejas, un nombre inesperado resonó en sus oídos.

— Estoy muy contento de darle la bienvenida. Nunca hubiera imaginado que su gracia pondría un pie en un lugar como este. Si hubiera avisado previamente, hubiera preparado rápidamente una bienvenida más apropiada —dijo Zaj con una sonrisa mientras se frotaba las manos.

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De ninguna manera permitió que su inquietud interior se manifestara en su rostro.

Este invitado estaba curiosamente examinando los bienes de la tienda que tomaba en sus manos.

— No me importa. No esperaba una cálida recepción —Orba asintió amablemente.

— Por favor, discúlpeme mientras voy a preparar un poco de té.

Zaj, mientras sonreía, dedicó toda su atención a observar al invitado.

El Príncipe Heredero de la Dinastía Imperial Mephius, Gil.

Su altura no era demasiado prominente, pero su piel oscura y su figura delgada denotaba un cuerpo perteneciente a un soldado, y, sobre todo, la mirada fugaz que le lanzó fue sorprendentemente aguda. Zaj no vio en ningún lado al hombre que se rumoreaba como un tonto. Sin embargo, también era común que las impresiones de personas basadas en las apariencias difirieran de los hechos reales.

Esto……. pero ¿para qué ha venido el mismísimo príncipe?

De repente apareció junto a un soldado cuya apariencia podría confundirse con la de una mujer. Si solo hubiera venido a comprar, entonces lidiar con su hijo Bart debería haber sido más que suficiente. Zaj rezó para que no sucediera nada por un capricho ridículo, pero temía que esa posibilidad diese frutos.

— Pensé en venir aquí para una pequeña charla. Verás, he escuchado que se puede comprar información sobre varios países aquí.

— Ya sean bienes o información, lo manejo todo. Podría llamarlo el oficio de un comerciante. Es un rasgo bastante molesto. Cuando se le pregunta “¿Lo tiene?” no podemos decir “No, no”. Es por eso que día tras día buscamos a fondo y por todos los medios posibles, pero me pregunto si nuestros servicios pueden satisfacer las expectativas de un príncipe.

— No es mucho —Orba habló mientras sacaba un reloj de bolsillo del estante y lo examinaba—. Eres consciente de hacia dónde me dirijo, ¿verdad?

— La Fortaleza Apta.

— Correcto. Y al otro lado, está Axe Bazgan en el oeste. Para ir directo al grano, quiero información sobre Axe Bazgan. Quiero información de todo el territorio que comprende el antiguo Zer Tauran, y eso incluye información sobre las provincias de Tauran.





— Gil-sama —comenzó Zaj sin cambiar su expresión —El comercio de Mephius con el oeste está estrictamente prohibido. Obtener información directamente sobre ellos es algo difícil. Mañana, espero visitantes de las naciones costeras del norte y puedo ver qué información puedo obtener, pero con lo que tengo en este momento…

— ¿Así que no la tienes?

— En este momento…….. no.

Hubo una breve pausa. Gil estaba todavía examinando el reloj de bolsillo. Los esclavos y trabajadores de los alrededores lanzaban nerviosamente ocasionales miradas mientras observaban la plática.

Resultó ser un capricho.

Zaj albergaba este pensamiento. ¿Acaso no oyó rumores sobre la Firma Haman y decidió probar aparecer aquí? En ese caso, Zaj le haría compañía, lo decepcionaría mucho y luego lo enviaría a casa.

— Estás mintiendo.

— ¿Perdón?

La expresión de Gil tampoco cambió. Sonriendo levemente, levantó la vista del reloj.

— ¿Por qué crees que vine aquí? Zaj Haman. Debes estar involucrado en esas transacciones prohibidas con el oeste.

— Permítame diferir con eso-

— No necesito tu habladuría —afirmó Gil Mephius con firmeza—. Creo que es verdad. Eso lo hace incuestionable. No es necesario que tenga pruebas, ni tengo ninguna intención de declararlo a propósito. Entiendes lo que digo, ¿verdad?

— ………..

Manteniendo su expresión, Zaj sintió un leve escalofrío recorrerlo.

En ese momento, un sirviente trajo una bebida. Zaj lo rechazó. Abrió la boca y habló con cuidado.

— Si tiene tiempo, ¿por qué no salimos juntos?

Zaj y Gil Mephius se dirigieron a uno de los almacenes propiedad de la empresa Haman en el puerto.

En el camino, Zaj señaló las gloriosas hazañas del Príncipe Gil y las elogió, pero éste ni siquiera ofreció una simple respuesta. Lanzando una mirada de soslayo a las barcazas de bronce que cruzaban entrando y saliendo del puerto, llegaron a un almacén casi imperceptible.

— Lamento molestarlo para que venga hasta aquí.

Avanzaron hacia el tercer piso, que se convirtió en una simple oficina. Zaj colocó personalmente tazas sobre la mesa y sirvió vino de frutas en ellas.

No me sorprendería si la pared girara y los soldados salieran volando ahora mismo.

Gil Mephius, su identidad real siendo Orba, se rió entre dientes.

Aunque conocía el nombre del ilustre comerciante Zaj Haman, no tenía planes de visitarlo, por supuesto, hasta poco antes de su partida de Mephius. Sin embargo, cuando se enteró de la prohibición de comercio con el oeste, Orba notó que algo era extraño. Mientras buscaba la razón en sus recuerdos, acertó en ese punto.

Oh, cierto.

Orba había estado en Birac. Con las siguientes aldeas quemadas por las tropas de Oubary inmediatamente después de que Apta había caído, la ciudad a la que se apresuró a llegar fue Birac.

Allí, asumiendo el papel de líder de los muchachos, pasó cuatro años robando y administrando una casa de juego ilegal.

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Y justo como Orba estaba haciendo ahora, desplegó a los chicos que actuaban como sus ojos y oídos, cuando encontró cierta información. En el puerto se estaba preparando una pequeña flota de naves cargadas con pepitas de oro y productos. No obstante, esto no figuraba en la lista de vuelos de la autoridad portuaria. Es probable que la Firma Haman haya sobornado a las autoridades, planeando escabullirse sigilosamente a altas horas de la noche.

Si es así, no se informará a la guarnición de Birac, incluso si ataco.

Pensando esto, Orba ideó un plan para atacar esos buques mercantes. Y mientras avanzaba en sus preparativos, uno de los muchachos pertenecientes al grupo rival que se infiltró entre sus subordinados lo denunció.

Y luego fui encarcelado.

De hecho, fue en este mismo Birac, donde se reveló el asalto planeado de Orba contra los barcos mercantes y sus otros crímenes fueron expuestos, lo que resultó en el grabado de la marca del esclavo en su espalda y una situación que lo obligó a usar la máscara.

Qué extraña coincidencia.

Orba se acercó pausadamente a la ventana, desdeñando al guardia cauteloso que tenía a su espalda. Aprovechando el incidente que resultó en su encarcelamiento, ahora se estaba reunido con el hombre más importante de la Empresa Haman como el Príncipe Gil. Y lo que quería ahora más que nada era información que Zaj Haman tenía en sus manos.

Entonces, un pequeño pájaro voló hacia abajo en el alféizar de la ventana. Su cuerpo cubierto de plumas marrones claras, picoteaba con su pico.

— Esas plumas solían ser de un amarillo brillante.

— ¿Hm?

De pie detrás de él, Haman ofreció respetuosamente una copa de vino, que Orba recibió.

— Es una de las mercancías que hemos traído de todo el mundo. Pero habiendo envejecido, su color se ha desvanecido. Sin embargo, su vibrante voz no ha cambiado en lo más mínimo. Aunque su apariencia ha cambiado, sus canciones no olvidan su lugar de nacimiento, como a los hombres versados les gusta decir.

— ¿Oh?

Orba concentró sus oídos. Sus chirridos habían llegado a sus oídos en innumerables ocasiones, pero no se había sentido particularmente conmovido. Aunque ahora que Zaj lo mencionó, Orba podía sentir el flujo perpetuo del tiempo en sus canciones.

— Es una pena que nunca llegue a la parte crucial.

— Ah-

Con un leve aleteo, el pájaro se levantó y se fue volando.

— Ahora bien —habló Zaj, volviendo al tema original de la conversación—. ¿Qué necesita de mí?

— No cambiará aunque lo repita. Quiero información.

— Su Alteza Imperial. Este no es el palacio, ni posee un número de tropas sin igual  aquí.  Es  especialmente  en  lugares  como  estos  que  tengo  más influencia, más que usted o Lord Fedom. Puede ser demasiado para que un joven príncipe lo entienda, pero lugares como este existen en el mundo.

— Una represalia amenazante, ¿verdad?

— Es solo especulación. Incluso podría secuestrarlo y ofrecerlo a otro país. En lugar de continuar los negocios en Mephius, estoy seguro de que algún país podría preparar una suma mucho mayor.

Orba nunca bebió de la copa que le dieron. Lo mismo sucedió con Shique, por lo que fue su fin el que habló más francamente de su precaución. Después de un corto tiempo, Orba habló enojado.

— Eso no valdría la pena tu tiempo.

— ¿No valdría la pena mi tiempo?

— Axe Bazgan ha sido una espina en el costado de Mephius durante mucho tiempo. Si esa amenaza es removida, podrías comerciar libremente. Ah, ¿qué opinas al dejar más de la mitad de la ruta comercial en tus manos?

— ¿Q-Qué está-…

Zaj se aclaró la garganta instintivamente. Pensó en reírse por un segundo, pero el rostro de Gil Mephius era serio.

Este hombre…

Si estuviera diciendo esto seriamente, entonces estaría lejos del tonto rumoreado e indigno de ser sucesor. Sería un idiota rara vez visto.

— … Desafortunadamente, las fuerzas de su alteza no son demasiadas. Hace más de diez años, su majestad imperial envió una fuerza diez veces más poderosa para atacar Taúlia. Por supuesto, estoy seguro de que es más que consciente del resultado. Axe Bazgan no tiene una fuerza tan grande. Pero aunque los restos del antiguo Zer Tauran pueden estar sufriendo conflictos civiles, son extrañamente cooperativos con los enemigos externos. ¿Qué es lo que su alteza puede hacer frente a una fuerza que rivaliza con la de Mephius?

— Has estado bastante hablador.

Era una prueba de sus verdaderas intenciones, era lo que Orba estaba insinuando.

— Su Alteza.

— Admitiré que lo que tengo definitivamente es poco. Es por eso que quiero tu información. No información vieja y mohosa, sino la información más reciente que tengas.

— ¿Está diciendo que si tiene eso, podría derrotar a Taúlia?

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— ¿Cuánto tiempo has estado engañando a los ojos de los nobles Mephianos y realizando comercio con el oeste?

Orba respondió con otra pregunta. Incapaz de recuperar la conversación, Zaj no tuvo más remedio que ser sincero.

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— … Digamos que ha estado sucediendo durante siete años.

— ¿Prefieres que termine a los siete años o prefieres que funcione aún mejor por otros diez, veinte años?

Ah, Zaj se expuso. En ese instante, Orba vació todo el contenido de su taza.

 

— Te preguntaré una vez más, comerciante de Birac —Orba preguntó mientras se limpiaba la boca con el dorso de la mano—. ¿Tienes la información que quiero?

Zaj sintió que se le desvanecía la cabeza mientras miraba al príncipe que tenía delante. Su impresión de él como un idiota no había cambiado. Sin embargo, si fuera el significado lo que define a un idiota…

— Sí —asintió Zaj y también bebió toda su copa. Golpeó la taza sobre la mesa—. Pensándolo bien, no habrá necesidad de más ayuda. No sé si la información será de alguna ayuda para el príncipe. Si es para ayudarle a lograr lo que necesita, entonces, por supuesto…

***

 

 

Zaj había ordenado a un esclavo que parecía ser un almacenista que trajera un mapa y lo extendió sobre la mesa.

Señalando la región de Zer Tauran en el oeste, comenzó a hablar de su vieja historia. En cuanto a la de la historia de los zerdianos, Orba también tenía un cierto grado de conocimiento de un libro que leyó antes de partir.

Después, Zaj abrió un mapa que se estrechaba hacia las afueras de Apta.

Apta y Taúlia eran cortados por el río Yunos que corría a lo largo del norte y el sur. La rápida corriente y el basto río servían de frontera. La Fortaleza Apta se construyó sobre un acantilado ubicado junto al río. Por lo tanto, las posibilidades de que Axe Bazgan avanzara hacia el este eran extremadamente escasas.

— No diré que no haya un camino para escalar el acantilado, pero en este momento, no hay nada que los ayude a evitar la línea de fuego de la fortaleza  y  estarían  completamente  indefensos.  Y,  de  acuerdo  con  mi razonamiento,  es  probable  que  Taula  no  tenga  ninguna  nave  clase acorazado en su poder. En el mejor de los casos puede tener una nave de clase crucero, que transporta entre 200 y 300 soldados. Sin embargo, no creo que comiencen directamente un ataque desde el cielo.

— Esto… serían las minas Tsaga, eh.

Mirando el lugar que Orba señaló, Zaj esbozó una sonrisa. Aproximadamente a diez kilómetros al sur de Apta, el río pasaba por una serie de montañas. En el pasado, esto era conocido como el lugar donde los esclavos y los criminales se veían obligados a trabajar.

— Trabajo trágicamente duro e ilimitado, gases venenosos, dragones salvajes y tribus de geblins asesinas de hombres…

Orba también había escuchado implacablemente esas palabras del traficante de esclavos Tarkas. “Si no me escuchas, te arrojaré allí”, o al menos lo había amenazado. En resumen, era un lugar que incluso haría temblar a los esclavos asesinos.

Si recuerdo bien, Pashir trabajó en esta mina.

Con el incidente donde Apta había sido tomada, debería estar cerrada ahora. Una vez se dijo que tenía una abundancia de recursos, pero al pensar en cómo Garbera tampoco le había puesto las manos encima, no debería haber nadie dispuesto a arriesgarse a explotar los recursos allí.

— Entonces, qué significaría eso, Haman… ¿que tus barcos pasan por aquí?

— Exactamente —Zaj bajó sus blancas cejas y mostró una sonrisa—. Hay dragones y geblins en tierra, pero eso no importa cuando estás en el aire. Bueno, para evitar ser detectado por la vigilancia de Apta, las naves deben volar a baja altura, lo que significa que hay algún peligro.

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— ¿Hay una ruta terrestre? ¿Una por la que los soldados pueden pasar?

— Nunca la he visto, así que no puedo decirlo con certeza, pero- —comenzó Zaj antes de interrumpir sus pensamientos por un breve momento—. Muy bien, haré que uno de mis esclavos le acompañe.

— ¿Un esclavo?

— Ella ha volado anteriormente en una nave mercante hacia el oeste y, como tal, está familiarizada con el terreno.

— ¿Dejas que una esclava maneje una nave? —preguntó Shique, revelando una gran sorpresa.

Tal vez era un hábito de Zaj cuando se reía, asentía repetidamente y le respondió.

— Tiene buenos ojos y buen sentido. Es algo en lo que la he metido desde el principio. Tú, ve a llamar a Krau —Zaj le dijo a un esclavo del almacén.

Hasta el momento en que llegó esta esclava llamada Krau, Zaj habló sobre los recientes disturbios que se desarrollan en las áreas vecinas a Apta.

— Las mercancías cargadas en naves y vagones han sido atacadas por un grupo  de  bandidos.  Comenzando con  Axe,  el  oeste es  un  mundo sin soberanía  y  rebosante  de  pequeños  poderes.  Como  resultado  de  su inestabilidad política, existe la posibilidad de que continúe aquí. Garbera ha estado protegiendo la ruta comercial de Apta a sus tierras, pero por supuesto, la ruta a Mephius ha permanecido sin vigilancia. Si el príncipe es guardián de Apta, me gustaría que someta primero las áreas circundantes.

— Mi señor, he sido llamada aquí.

— Ahh, Krau, ven aquí.

Lanzando una mirada de reojo a Krau que apareció en la entrada, Orba se quedó sin palabras. Ella era completamente diferente de cómo él la imaginaba. Tomando su reacción de buen humor, Zaj preguntó,

— En cuanto a si ser gordo es una virtud, estoy seguro de que las opiniones de los nobles mephianos son diferentes.

— No puede ser que me haya llamado aquí solo para hablar mal de mí delante del cliente, ¿o no? Somos gente ocupada. ¡Dese prisa y termine de decir lo que quiere!

Krau era una mujer cerca de los cuarenta. Su cuerpo era redondeado y su voz chillona, junto a su rápida boca. Y para agregar a eso, su actitud era grosera de una manera diferente a todos los esclavos que Orba había visto.

— Siéntate, Krau. Me gustaría dejar un trabajo en tus manos.

— Si se trata de la limpieza para las aeronaves, tendré que decir que no — Krau desinteresadamente tiró de su mentón en un arranque por un corto tiempo—. De todos modos, que se haya roto su jarrón no recae sobre mí. Fue ese gato maltratado que su nieto recogió en las calles. Desde que vino ese estúpido gato malcriado, la cocina ha sido un desastre y se afila sus garras, incluso fue tras mi escondite secreto…

— Bien, bien… solo te pido que escuches lo que tengo que decir. También es la primera vez que escucho sobre el jarrón.

Zaj explicó brevemente la situación a Krau.

— ¿Ésta persona? ¿Es el príncipe de Mephius?

Pensarías que tener la oportunidad de servir al príncipe heredero sería asombroso, pero Krau se detuvo y abrió ampliamente los ojos.

— Lo harás, ¿verdad?

— No soy más que una esclava. Como ordene mi señor.

Su tono era educado, pero la forma en que sus ojos miraban al príncipe evidentemente estaba evaluando su valía, como si dijera “Veamos, ¿será mi nuevo amo una persona que me llene el estómago o no?”

Amo y esclava, no soporto a ninguno de ellos.

Un regusto bastante amargo permaneció. Había entrado en la empresa Haman con la esperanza de obtener ventaja, pero el desarrollo repentino también dejó poco espacio para respirar.

En cualquier caso, obtuve lo que vine a buscar.

— Tengo otra solicitud que hacer.

— Sí, ¿qué podría ser?

La cara de Zaj, que cortésmente bajó la cabeza, ya había vuelto a ser la de un comerciante.

— Me gustaría que me prestes unas naves. Y también algunos hombres sanos.

— Naves… bueno, ¿cuántas serían?

Zaj levantó sus ojos con una cara de saber. Probablemente porque era consciente de que las fuerzas de Orba formaban un pequeño batallón.

— Cerca de diez buques mercantes.

— ¿Buques mercantes? Puedo organizarlos para que sean acorazados si lo desea.

— No, no tiene sentido si no son naves mercantes. Y también: has arreglos para cuando nuestro buque insignia, Doom, llegue a Birac. Luego haz que se reúnan con nosotros. En cuanto a los detalles precisos después de eso, dejaré a alguien con la información, para que puedas seguir sus instrucciones.

— Muy bien…

Habiendo terminado los cálculos en su cabeza, Zaj no intentó pedir más información.

El quinto día de estadía en Birac.

Era ese momento cuando el día estaba a punto de terminar. Las tropas de Orba, principalmente las tropas regulares que le prestaron Oubary Bilan y Odyne Lorgo, comenzaron a discutir qué tienda deberían visitar el día de hoy.

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— Bueno, gracias al príncipe que no hace nada más que holgazanear, hemos ido a la mayoría de las tiendas famosas.

— Aun así, es bueno que no se haya armado una conmoción. Si fuera nuestro general Odyne Lorgo, las cosas no habrían resultado de esta manera.

— Sería genial si nos quedáramos en Apta todo el tiempo. No puedo imaginarme ir a la guerra con Taúlia en este momento.

En la actualidad, se habían convertido en soldados bajo el mando de Gil Mephius, el objetivo principal de su conversación, y el mismo título que…

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