Campione (NL)

Volumen 10

Capitulo 1: Reyes Demonios Latentes.

Parte 1

En este día particular, Alexandre Gascoigne había aparecido en Taipei. Taipei – la ciudad central conocida de Taiwán.

Había ido al Mercado Nocturno Ningxia. Un mercado nocturno lleno de puestos de mercancías y tiendas de bocadillos. Cada noche, el mercado estaba lleno de gente local y los turistas que venían aquí por los distintivos aperitivos al camino.

La gente podía comer, ya fuera de pie o sentada en las mesas junto a los puestos de venta.

Sin embargo, esta noche Alec escogió un restaurante envejecido y desgastado en su lugar.

Sentado en una mesa fuera de la tienda, ordenó arbitrariamente algunos platos. Dado que este tipo de mercado nocturno no ofrecía mucho en términos de alcohol, se trajo su propia cerveza en lata.

Bolas de masa hervidas al vapor, albóndigas hervidas, albóndigas de arroz con rellenos de carne, salchichas especiadas, tortillas de ostras, etc.

Al igual que los platos se colocaron sobre la mesa, el esperó a que llegara. “… Ha sido un tiempo, Alec.”

“Ah, sí. Aproximadamente un año.”

La otra persona lo saludó utilizando el dialecto Min Nan, por lo que Alec respondió en el mismo idioma.

El que había llegado era alguien entre diecisiete o dieciocho años de edad, una chica que usaba gafas.

Llamada Cecilia.

Llevaba un suéter modesto sobre una camisa blanca con una falda sin pretensiones. A pesar de que su rostro era muy lindo, carecía de glamour.

Alec se había familiarizado con ella hace unos años cuando viajó en el este lejano. Con el fin de devolverle el favor que le debía a Alec en ese momento, se convirtió en miembro de [Royal Arsenal].

“Entonces aparecerá en St. Ives de vez en cuando… Espera un minuto, ¿has estado alguna vez en la sede? Si mi memoria no me falla, no lo ha hecho.”

St. Ives.

Cuando la organización liderada por Alec, [Royal Arsenal], había localizado su sede.

Situado en la región de Cornualles, en el extremo más occidental de Inglaterra. Había una pequeña ciudad costera.

“Tu memoria es correcta. Nunca he conocido algún camarada aparte de ti.”

Cecilia habló con un tono monótono e indiferente. Ella era una chica que rara vez mostraba emociones a través de su voz o cara.

“Vamos a dejar las cosas así… Dicho esto, alguien perezoso como tú, ¿aun así aceptó esta invitación tan fácilmente?”

“Porque quería verte.”

“Deja de bromear. Estás haciendo que el sabor de la cerveza sea raro.” “…”

Su broma inmediatamente fue rechazada, Cecilia se quedó en silencio.

A pesar de que era esencialmente una chica reticente e inexpresiva, casi parecía estar mostrando un poco de resentimiento.

Sin embargo, Alec no le prestó atención, porque había asuntos más importantes.

“Tú fuiste el que comunicó su deseo de la aguja de la Isla de Pesca. Eso es lo que viniste a buscar, ¿no?”

A pesar de su corta edad, Cecilia era una destacada sacerdotisa taoísta.

Taoístas. El término que se utiliza para los que estudiaron la antigua magia china, artes taoístas, que se habían pasado de generación en generación. Al mismo tiempo, ella estaba bien versada en los mitos y leyendas orientales.

“No me importa de cualquier manera.”

“O en otras palabras, esa es la única razón.”

Ella estaba echando esa mirada sesgada de sutil resentimiento de nuevo. ¿Había algo que quería decir?

“Esta es la aguja de que se trata.”

A  Alec no le importaba entrar en el tema principal.

Tomó una vara de su bolsillo de la camisa. Tenía más o menos la misma longitud y circunferencia como un bolígrafo y parecía estar hecho de plástico de color beige. Este era el artefacto divino obtenido de Japón, la Alabarda Inversa Celestial.

“Por cierto, te lo he mencionado a ti antes. Los mitos que probablemente se originaron a partir de las tribus marinas del sur de China primero cruzaron a Taiwán, luego se extendió al Sur de Asia Oriental, seguido de la Polinesia y Micronesia. En el proceso también se extendió a Japón”.

“Sí, lo recuerdo.”

“En los mitos de la creación de las tribus marinas, el mundo comenzó como un océano. Un océano infinito sin tierra. En aquel momento, el dios primordial de la creación bajó una caña de pescar y sacó la tierra firme fuera del océano para crear islas. Ese fue el nacimiento de la tierra – la historia de la fundación del país”.

Alec casualmente explicó mientras que se llevaba comida a la boca con los palillos entre tragos de cerveza.

“A partir de 4000 aC a 3000 aC, la gente del mar en los barcos viajaron al sur a través del Pacífico, migrándose a diversas partes del mundo. Esto dio lugar a la dispersión de los mitos de la creación oceánica del este de Asia. Por supuesto, esto incluye a Japón.”

“La fundación del país por Izanagi e Izanami.”

“Correcto. Izanagi e Izanami estaban en el mar primordial donde no había nada, excepto minúsculas cosas flotando y escombros suspendidos. Colocando bajo el agua la alabarda inversa Celestial y con agitación, la tierra seca se hizo aparecer, creando las islas de Japón. Bueno, utilizando una aguja como un gancho y removiéndola con una varilla, en realidad no tienen el mismo aspecto a primera vista…”

“Eso no plantea un problema significativo.”

Alec asintió en breve ante la casual respuesta de Cecilia.

En el antiguo Japón, la alabarda para la pesca – no había registros de que fuera una herramienta para la captura de peces. Todas estas pequeñas historias eran idénticas en esencia.

“Esta alabarda es un artefacto divino con el mismo nombre. Naturalmente se podría pensar que es la herramienta de la fundación del país.”

“¿Alec se propuso investigar esta cosa?”

“Sí. Quiero saber exactamente qué poderes este artefacto posee y cómo utilizarlo de forma flexible.”

Cecilia fríamente le dijo a Alec:

“De ninguna manera. Nacido de la carne mortal, no hay manera de que pudiéramos hacer eso. ¿Renunciarás a ello?”

“No necesariamente. En realidad yo ya vine con una o dos ideas.” “… ¿En serio?”

Cecilia parecía impresionada. Por debajo de sus gafas, sus pupilas estaban muy abiertas.

Alec se encogió de hombros ante esa expresión honesta de admiración.

“No es nada exorbitante. Deduciendo de los mitos, esto debe ser un artefacto divino relacionado con los aspectos divinos del agua o la tierra. En ese caso, si un dios similar se encuentra en algún lugar, sólo tiene que utilizar esta alabarda y observar qué cambios pueden ocurrir, después, proceder a la verificación”.

“… En cualquier caso, no hagas eso en este país. Es demasiado peligroso.” Alec sonrió a sabiendas en su negativa.

Todo el tiempo, no tenía intención de hacer algo sin valor así.

“Si ese es el caso, sólo una opción permanece. Encontrar huesos de dragón divinos que están relacionados con la tierra o el mar, y utilizarlos para hacer contacto con esta cosa. Para que me ayudes, primero investiga a fondo todos los registros de diosas madre tierra y deidades serpiente o dragón que se han manifestado aquí en los últimos cien años”.

“… Los huesos de dragón. No hay opción por cierto. Pero Alec, tratando de encontrar ese tipo de cosas es aún más difícil que encontrar dioses.”

“Es difícil, pero no imposible. Vale la pena considerarlo.”

Al escuchar la opinión de su subordinado, Alec era completamente indiferente.

En aras de la solución de todo tipo de misterios, había puesto un pie en muchos dominios sagrados. Este nivel de exploración no era más que el nivel de ejercicios de calentamiento.

“Teniendo en cuenta el hecho de que el descubrimiento de ellos podría significar evitar batallas sin sentido, será mucho más eficiente que la búsqueda de un dios. No pases por alto eso.”

“Yo no lo hice. Es sólo que tus ideas son muy extrañas.”

Cecilia estaba expresando emociones sencillas y de fácil lectura por una vez. Ella suspiró profundamente.

“Alec, tú eres realmente extraordinario. En materia de traer el caos al mundo, nadie puede superarte. En comparación con los otros Campiones, estarás definitivamente por delante.”

Una alabanza informal, pero abyectamente notoria.

“Estoy lejos de ser tan bárbaro o imprudente como esa gente. Ni siquiera pienses en agruparme con ellos.”

Alec no podía dejar de replicar disgustado. Pasaron unos días.

Alec paseaba casualmente en Los Ángeles.

Había estado en Taiwán, Filipinas e incluso el interior de China. En estos últimos días, había viajado a lo largo y ancho a través de muchos países y regiones diferentes. Al final, optó por terminar su viaje aquí.

Alec estaba operando solo. Tras haberle dado a Cecilia nuevas instrucciones, la envió en una misión separada.

Tomó un taxi desde el aeropuerto hasta la gran ciudad en la costa oeste de Estados Unidos.

Los Angeles. Un crisol étnico. Un importante bastión económico e industrial. La ciudad del mal que se arremolinaba a la delincuencia. La capital, donde la depravación y la prosperidad competian por el dominio.

Escondido en esta ciudad “caótica”, había muchos cuya existencia no sería tolerada por la razón común.

Detentadores de habilidades no naturales que obtuvieron poderes mágicos con la venta de la moral y su conciencia al diablo – hechiceros. ¡Por último, pero no menos importante, estaba John Smith Plutón!

Alec no creía que pudiera evitar el trato con él durante este viaje a América.

Acerando su determinación, Alec tomó el taxi a la Universidad de Samantha en Los Angeles. Había estado allí sólo una vez, hace unos años. La disposición interna de la universidad había permanecido sin cambios.

En consecuencia, todo transcurrió sin problemas para Alec.

Al bajar del taxi, él comenzó caminar sin siquiera echar un vistazo a la guía. Ya se había aprendido la ruta de memoria.

Al llegar al laboratorio de investigación del profesor Joe West en el departamento de lenguas modernas, golpeó. Recibió una respuesta de “Por favor, pase”, y empujó la puerta abriéndola sin reservas. Dos personas ya estaban presentes.

Los ancianos afro-americano con un aspecto intelectual y una mujer de raza caucásica con el pelo rojo como el fuego.

El primero fue, naturalmente, el profesor West. Un investigador de renombre mundial de la literatura fantástica y mago benévolo. Su poder como médico de hadas también era sin igual en Europa.

En cuanto a esa mujer, ella era más probablemente Annie Charlton.

Un estudiante en la clase de Occidente. La impresionante belleza con gafas que tenía la misma edad que Alec. Un carácter tranquilo y sereno que tomaba acción con gran iniciativa. También trabajaba como subordinado, al parecer, realizando el trabajo de detective como John Smith Plutón-

El profesor parecía estar en estado de shock, mientras que su alumna mostró una cautelosa sorpresa.

Anteriormente, ya habían visto al Campione conocido como el Príncipe Negro.

“Recuerdo que el visitante de hoy debería haber sido un señor Gascuña introducido por Pires-kun. ¿Qué clase de idea divertida es esta?”

El profesor West escrutó el rostro de Alec mientras que hablaba.

“Exactamente lo que se dijo. Yo soy Alex Gascuña. Un francés en dirección a Oxford para estudiar, y un estudiante con la esperanza de conocerlos hoy. Esa es la historia.”

Alec admitió la pretensión sin reservas. Después de todo, era probable que el médico de hadas habría visto a través de un disfraz. Por lo tanto, mostró abiertamente la cara del Príncipe Negro y realizó una visita bajo un torpe alias.

“Hmm. Ya veo.”

Usando el nombre de Alexandre Gascoigne para hacer una visita a una instalación relacionada con John Smith Plutón habría sido un extraño comportamiento que se desarrollaría fácilmente en problemas diplomáticos entre los reyes demonios.

Con el fin de evitar la alarma excesiva, Alec había optado por llegar de una manera como tal.

Fue de suponer que de haber descubierto las intenciones de Alec, el profesor se encogió de hombros y suspiró levemente.

“Supongo que será mejor que ignorar el hecho de que el nombre es una reminiscencia de alguien que es motivo de preocupación. ¡No, creo que me lo pensaría mejor con más cuidado al respecto!”

“Vamos, en un momento como este, la formalidad es más importante que eso. Por lo tanto esto es suficiente.”

“¿Entonces para qué propósito el Sr. Gascuña ha venido a este lugar?” Annie Charlton interrumpió.

Ella lo miró muy fijamente. Si el profesor corría peligro correría de inmediato a protegerlo. Tal decisión era claramente visible ¡Qué increíble heroica mujer!

“Yo no pienso rondar por mucho tiempo, así que vamos al grano, los huesos de dragón. O el uso de la forma en que lo llaman en esta ciudad, que serían ‘Restos de Angel.’ Por favor préstamelos por un breve rato”.

“¿Qué?”

“¿Qué intención tienes de hacer con ese tipo de cosas?”

Alec sonrió con orgullo en respuesta a Annie y la sorpresa del profesor. “Para un experimento y verificación.”

“¿Estás pensando en traer el caos al mundo otra vez?”

“Así que, ¿qué vas a hacer? A pesar de que tengo la intención de realizar un acto de caridad mediante la eliminación de una semilla del desastre del mundo, las personas que no les importa tu negocio probablemente no están de acuerdo. Si lo que he descrito es un acto bueno o malo, no hay manera para que lo determines”.

Alec parecía estar deliberadamente evadiendo la pregunta de Annie.

“De todos modos, tengo huesos de dragón por esta razón. Profesor, he recibido la noticia de que obtuvo los huesos de dragón de la provincia de Sichuan en China hace aproximadamente diez años. Si me los presta con generosidad, no voy a tener que hacer ningún esfuerzo innecesario. Espero que lo considere”.

Esfuerzos innecesarios. A saber, era el robo.

Siempre había algo que deseaba obtener, no importa qué tipo de riqueza, autoridad, o magia del propietario poseyera, nunca rehuía al acto del robo. Preocuparse con las nociones de la moral de la sociedad o el sentido común por completo no era su estilo.

“¡Eres un hombre terrible! ¡A pesar de que tu actitud y comportamiento son de costumbre, una vez que llegues a la acción, revelas esa horrible naturaleza revoltosa tuya!”

West negó con la cabeza con gran fastidio.

“Muy bien, como desees. Voy a ofrecerte los ‘restos’ que poseo.” “¡Joe! ¡No lo puedes decidir tan a la ligera!”

En respuesta a la advertencia de Annie Charlton, Joe West respondió con profunda consideración.

“Asera ha perecido, y el [Rey de moscas] se disolvió. Los Angeles están celebrando actualmente la paz tan esperada que no habían tenido durante años. Es el momento de dejar a un lado el conflicto entre Plutón y el Príncipe Negro. Además,

Annie, no creo que él sea el tipo de Rey Demonio que recurre fácilmente al robo y toma lo que quiere sin previo aviso”.

En un duelo entre dos reyes demonios, el resultado era totalmente incierto. Esto no era una cuestión de quién era más fuerte.

Porque el talento de un Campione residía precisamente en la búsqueda de la victoria sin importar las adversidades, para lograr el éxito a través de la acción aparentemente tonta pero audaz.

Sin embargo, la cuestión de ganar o perder no se limitaba sólo al ‘robo’.

Joe West estaba en lo cierto. Esta fue la victoria personal del Príncipe Negro Alec.

Él era el rey demonio de la velocidad divina y el laberinto. El que venció a innumerables enemigos utilizando autoridades sospechosas. Además, él era el experto en la magia y la estrategia. Este tipo de disposición suya lo hizo el ladrón más poderoso excéntrico en la historia.

Por último, con una gran renuencia, Annie asintió ante las palabras de su maestro.