Last Round Arthurs (NL)

Volumen 2

Prologo: Al Acecho En La Oscuridad

Nuevo Avalon. Una gran isla artificial frente a la costa de Japón.

Encima estaba la prometedora ciudad internacional de Avalonia, y allí habitaba la oscuridad.

Había otro mundo que existía más allá de la imaginación de aquellos que vivían vidas ordinarias sumidas en el sentido común.

Estaba parada en la parte más vulnerable de ese mundo, desconocida para los residentes de la bulliciosa metrópoli. Fue la vorágine oscura del caos de la humanidad la que corroía obstinadamente cualquier valor mundano.

“Ahora, ven…”, gritó en plena noche en un idioma celta arcaico.

Mirando hacia arriba, pudo ver los rascacielos extendidos tratando de tocar el cielo y el profundo valle entre ellos.

Su súplica resonó, ondeando en el aire, viajando a los rincones más lejanos del mundo para invocar el cambio.

“Ahora ven. Tú que naciste del miedo, que surgió de la oscuridad, que eres el subterfugio y el tabú … —continuó, uniendo sus palabras mágicas, exaltándolas.

Este hechizo se había transmitido oralmente entre los viejos druidas celtas, conocidos como la Ceremonia Secreta del Roble. La fuente de la ceremonia, las Sefirot, fueron Keter, Chokhmah, Binah, Chesed, Gevurah, Tiferet, Netzach, Hod, Yesod y Malkuth, haciendo diez sefira en total. Según el yoga budista indio esotérico, eran puntos espirituales del cuerpo humano llamados chakras.

La sefira de la niña empuñando un bastón de roble hizo circular maná, que se sublimó en un aura que surgió de su cuerpo. Respondió a las palabras mágicas para formar un círculo en forma de triquetrum en el suelo de hormigón.

“Ustedes que iluminan la ignorancia de la voluntad humana y la conducen al abismo de la conciencia, les mando. Con el miedo a los humanos débiles que se cierran a los sueños, abre tus fauces de horror…

Cuando se formó el círculo mágico, un viento negro azotó el borde de la túnica negra que cubría a la niña de pies a cabeza.

“Ahora-”

Cuando llegó el momento, empujó el círculo mágico con su bastón, y el espacio se abrió como si una enorme garra hubiera sido arrastrada por él. Una sombra concentrada de oscuridad se filtró desde ese oscuro vacío.

Eso fue una Grieta. Ella había hecho una apertura en el mundo.

Las sombras se agitaron, como si fuera un organismo vivo, ampliando la Grieta antes de que las sombras se convirtieran en fragmentos y pedazos pequeños.

Las diminutas sombras se dispersaron en las calles como arañas recién nacidas… y, finalmente, desaparecieron en la oscuridad de la noche.

“Hmm… Bueno, supongo que esto es todo lo que puedo reunir por ahora”.

La niña sonrió, riéndose en voz baja, como una niña traviesa o incluso una doncella que anhela a su alguien especial.

Había una leve pureza en ella—aunque había evocado una extrañeza casi pútrida.

Ella continuó riéndose en la oscuridad. “Ha-ha, ¿la batalla de sucesión del Rey Arturo? ¿La Dame du Lac? … Al diablo con ellos. Espero que todo esté destruido: desde el linaje abominable de Uther hasta las insignificantes intenciones de mis hermanas mayores. ¡Espero que todos, absolutamente todos, cumplan con su fin! ¡Ahora! ¡Vengan a bailar para mí, mis lastimosos artistas! Baila en esta etapa de engaño, rebosante de boato vacío. Soy tu conductor. Todo está envuelto alrededor de mi dedo meñique. Heh-heh-heh… ¡Ah-ha-ah-ha-ha-ha-ha-ha…!”

La niña continuó riéndose para sí misma en la abisal oscuridad insondable para la humanidad o la conciencia.

Aunque solo era conocido por unos pocos, su nombre era Tsugumi Mimori—también conocido como Morgan le Fay.

Allí, en la oscuridad de la ciudad internacional de Avalonia, sin que los humanos lo supieran, la malvada bruja había hecho su primer movimiento.