Seirei Gensouki: Konna Sekai de Deaeta Kimi ni

Volumen 17

Capítulo 6: El Ataque De La Santa

Habían pasado dos semanas desde que Liselotte tuvo su conversación con la Santa Erica.

Después de visitar la aldea espiritual y el Reino de Karasuki, Rio había regresado a la región de Strahl una vez más. Sin embargo, los únicos que estaban con él eran el grupo que originalmente partió con él, es decir, Miharu, Celia, Aishia, Latifa, Sara, Orphia y Alma. Gouki, Kayoko, Komomo y los demás no estaban presentes. Su familia tenía más de diez personas, que eran demasiadas para que Ariel las pudiera llevar.

Fue entonces cuando surgió la idea de teletransportarse a la región de Strahl. Fue un viaje de dos semanas por aire, por lo que transportar a todos era posible si se dividían en dos grupos, pero los ancianos, afortunadamente, se ofrecieron a organizar la producción de un cristal de teletransportación.

Por lo tanto, el grupo de Gouki se estaba quedando temporalmente en la aldea espiritual. Rio y los demás irían primero al Reino de Galarc, establecerían un punto de teletransportación y luego informarían a Francois de la presencia de Gouki antes de llevarlos allí desde la aldea espiritual.

Y así, después de llegar al Reino de Galarc, Rio pasó por los procedimientos habituales para entrar al castillo y se dirigió a su mansión.

“Iré y reportaré nuestro regreso. Todas las demás, por favor, quédense aquí”.

Rio tomó solo a Miharu y Celia y dejó la mansión hacia el castillo principal. Por supuesto, su informe fue directamente a Satsuki, Charlotte y el rey Francois.

Francois estaba ocupado con los asuntos del gobierno, por lo que no siempre fue posible conocerlo de inmediato, pero probablemente Satsuki y Charlotte estuvieran disponibles. Había pedido que le enviaran un aviso temprano mientras completaba el procedimiento de entrada al castillo, por lo que incluso podrían estar esperándolo en la entrada del castillo. Rio se acercó al frente del castillo con esos pensamientos, cuando…

“¡Haruto! ¡Miharu! ¡Celia! ¡Vengan rápido!”

Era Satsuki, pero algo andaba mal. Les estaba señalando con un gesto de preocupación.

Rio y los demás corrieron hacia ellos. “¿Qué pasa…?”

“Acaba de llegar. Es terrible… Hay un héroe, que también es una santa, en el castillo en este momento, teniendo una audiencia con el rey. ¡Apúrense!” Satsuki comenzó a correr, tirando de ellos.

“Un héroe, ¿quién también es una santa? Entiendo si quiere una audiencia con el rey, pero…”

¿Cuál es el problema con eso? Satsuki estaba en tal pánico; su explicación no tenía sentido. Hasta…

“¡Ha secuestrado a Liselotte!”

Ante esas palabras, la expresión de Rio se puso rígida instantáneamente.

◇ ◇ ◇

Mientras tanto, en una sala de reuniones reservada para la realeza de alto rango en el castillo…

“Esta discusión no va a ninguna parte”.

“Estaba pensando lo mismo.”

La Santa Erica y el rey Francois de Galarc estaban conversando actualmente. Se sentaron uno frente al otro en sillas a ambos lados de la puerta, suspirando profundamente el uno al otro.

“Solo queremos que regreses Liselotte sin agravar las cosas. ¿Es tan desagradable para ti?” Sugirió Francois.

“¿Por qué debo ser obligada a aceptar eso cuando soy la víctima? La subordinada de Liselotte Cretia me puso las manos encima primero, ¿de acuerdo?” Dijo Erica, rechazando la sugerencia secamente. Aria estaba parada en un rincón de la habitación, mirándola furiosamente. Los padres de Liselotte, Cedric y Julianne, también estuvieron presentes. Erica miró a los ojos a Aria y sonrió.

“Sin embargo, la asistente de Liselotte ha dado una versión diferente.

Según el testimonio de Aria, primero trataste de dañar a Liselotte”.

“¿Dudas de las palabras de un héroe?” Preguntó Erica con arrogancia. “Voy a creer el testimonio que coincide con el propio relato de Liselotte, ya que ella tiene mi confianza. Por eso te pido que la devuelvas”.

“¿No es eso lo mismo que dudar de mis palabras? Si la devuelvo, podrás inventar tantas excusas como quieras”.

“Incluso si eso fuera cierto, ya he dicho que no deseo agravar las cosas… En ese caso, trae a Liselotte aquí y haz que testifique ella misma”.

“¿Quieres que lleve a mi rehén al territorio enemigo? Eso es lo mismo que decir que la devuelva, ¿no es así?”

“No, eso no es lo que estoy diciendo. Puedes traerla aquí. Solo deseo confirmar que está a salvo”.

“Si la traje aquí, simplemente inventarías razones para esconderla. ¿Estás tratando de obligarme a rendirme? Me gustaría ver al tonto que aceptaría esa oferta”.

“…” Francois suspiró profundamente.

Fue en ese momento que se abrió la puerta de la sala de reuniones y apareció Satsuki con Rio, Miharu y Celia.

“Oh, tu héroe también ha regresado,” Erica miró a Satsuki y dijo, “junto con… una chica japonesa bastante linda, ya veo. Soy la Santa Erica, líder de la Santa República Democrática de Erica. Encantada de conocerte. ¿Eres amiga de Satsuki?” Erica vio a Miharu y comenzó a hablar con ella de manera amistosa. Sin embargo…

“Puedes ignorarla, Miharu,” le susurró Satsuki a Miharu con voz irritada. Su voz debería haber sido demasiado baja para que Erica la oyera.

“Vaya, entonces te llamas Miharu. Escrito como ‘hermosa primavera’, supongo. ¿O está escrito como ‘tres resortes’? Entre tú y yo, el apellido de mi familia en Japón se escribió con el carácter de ‘flor de cerezo’. Creo que podríamos ser buenas amigas”.

“¿Qué? De ninguna manera, cómo pudo oír eso…”

“Me di cuenta por el movimiento de tus labios. Soy buena en cosas así”, le reveló Erica a Satsuki, quien se sorprendió de que la oyeran susurrar el nombre de Miharu.

“Puede parecer amigable a primera vista, pero esta persona secuestró a Liselotte. Ella sigue negándose a devolverla también”.

“¿Secuestro? No difunda rumores falsos. Fui agredida, así que simplemente la detuve como rehén. Después de todo, soy solo una nación pequeña que se enfrenta a un reino importante”, agregó Erica, sonando ofendida.

“¿Ha habido algún progreso, Char?”

Satsuki llevó a Rio, Miharu y Celia a Charlotte, quien negó con la cabeza con tristeza. “Lamentablemente no.”

“¿Qué tal si ya declaras tus demandas, Héroe Santa Erica? Este bucle de negarse a devolvérnosla no está llegando a ninguna parte”, dijo Francois, habiendo llegado al final de su paciencia.

“Oh, ¿cómo podría olvidarlo? Tengo cinco directivas que transmitirles. Primero, la abolición de la monarquía. En segundo lugar, la abolición del sistema de nobleza. En tercer lugar, transferir el país a la gente. Cuarto, transferir Liselotte Cretia a la Santa República Democrática de Erica. En quinto lugar, transferir la fortuna y el derecho de gestión del Gremio Ricca a la Santa República Democrática de Erica”. Eso es todo. Erica terminó con una expresión alegre.

“¿Hablas en serio ahora mismo? ¿Cómo podría aceptar cualquiera de esas condiciones?”

Hacer tales demandas a otro reino era tan bueno como declararles la guerra. Incluso Francois frunció el ceño severamente ante eso.

“No espero que los aceptes. Sin embargo, los haré realidad. Por eso no son demandas, sino hechos predeterminados. Fue difícil mencionarlos mientras intentaba negociar, pero de hecho vine aquí hoy para informarle de esto. Si no cumple con las condiciones que le he presentado, yo misma haré que sucedan”, declaró Erica alegremente.

Héroe o no, como gobernante del reino, Francois ya no podía guardar silencio ante tal falta de respeto. “¿Estás diciendo que usarás la fuerza para abolir el sistema de monarquía y nobleza de mi reino? ¿Debo tomar eso como una declaración de guerra de la Santa República Democrática de Erica?” preguntó con una mirada penetrante.

“Ahora que las cosas han llegado a esto, ¿supongo que sí? ¿Querías que hiciera un acto de hostilidad más claro?”

“¿Qué…?”

“Hee hee. Como dije antes, soy de una nación pequeña. Eres un reino importante. Quizás sería mejor tomar a uno más como rehén”, dijo Erica.

Se volvió para mirar a Charlotte, que estaba junto a los demás junto a la pared. Al momento siguiente, estaba de pie y corriendo hacia adelante, materializando sus Armas Divinas mientras se acercaba a Charlotte.

“…”

Antes de que Erica pudiera sujetar a Charlotte por detrás, Rio agarró el bastón de su obispo y se paró frente a ella.

“… ¿Hm?”

Erica empujó su bastón hacia adelante, con la intención de enviar a Rio volando junto con Charlotte detrás de él. Sin embargo, Rio había mejorado su cuerpo y se mantuvo firme contra su fuerza física. Ambos estaban poniendo una gran cantidad de fuerza en él, ya que sus manos temblaban.

Qué esencia mágica tan asombrosa… Está mejorando mucho su cuerpo físico.

Rio miró a Erica y la analizó en silencio. Detrás de él, Charlotte había aprovechado la oportunidad para aferrarse a su espalda, pero rápidamente se retiró para evitar interponerse en su camino. Mientras tanto…

“Tienes bastantes músculos. ¿Eres un caballero? Qué maravilloso,” Erica se río, sonriendo con gracia.

“¿Qué debo hacer, Su Majestad?” Rio le preguntó a Francois, quien todavía estaba sentado.

“Tiene a Liselotte como rehén… Si no agrava más las cosas, que se vaya en silencio por hoy”.

“Entendido,” Rio asintió. “Entonces…”

“Oh vaya…”

Con su bastón todavía en su mano dominante, Erica repentinamente perdió el equilibrio y cayó hacia adelante. Rio sujetó la manija con ambas manos, impidiéndola moverse libremente. Rio había esperado el momento en que Erica puso más fuerza en su empuje e instantáneamente usó ese impulso para tirar del bastón hacia él.

“Usaste la fuerza que puse en mí…” Erica inclinó la cabeza con curiosidad, dándose cuenta de que Rio había cambiado su centro de gravedad para usar espléndidamente su fuerza contra ella.

“Como se esperaba de un reino importante. Ya sea esa chica asistente o este chico aquí, tienes una gran selección de soldados. Qué maravilloso en verdad”. Erica miró el rostro de Rio una vez más, luego continuó con una mirada alrededor de la habitación. Aria estaba de pie ante Francois, su espada encantada lista para protegerlo.

“Se te ha dado la opción de irte sin causar más problemas”, le dijo Rio a la santa, todavía agarrada a su bastón. Le preguntaba si tenía intención de causar más problemas.

“Desafiarte a un duelo parece un esfuerzo terrible. Aunque no tengo ninguna intención de causar problemas…”

Erica vertió esencia mágica en el bastón de su obispo mientras hablaba. La esencia mágica fluyó a través del bastón presionado contra el suelo, extendiéndose por toda su superficie.

“Guh…” Rio inmediatamente comenzó a preparar esencia mágica dentro de su cuerpo también. Al mismo tiempo, Celia y Miharu, que podían ver visiblemente la esencia mágica, también notaron la poderosa magia que se cargaba en el bastón y parecían sorprendidos.

“¿Qué tal esto, entonces?” Erica liberó la esencia mágica que había cargado en su bastón e intentó activar algún tipo de fenómeno. El bastón brilló con luz divina y el piso también comenzó a brillar. Fue en ese momento que los demás se dieron cuenta de que Erica había vertido esencia mágica en su bastón, pero…

“…”

No pasó nada. Estaba claro que Erica había intentado hacer algo, por lo que Francois y los demás tenían miradas de duda en sus rostros. Pero lo mismo se aplicaba a Erica.

“Qué extraño… puse suficiente esencia mágica en el bastón para destruir esta habitación, pero…”

“Qué…”

Con sus intenciones reveladas, toda la habitación se quedó sin palabras.

Erica miró a Rio y lanzó una acusación. “¿Qué hiciste? ¿Interferiste con mi Arma Divina? ¿Cómo hiciste eso?”

En realidad, eso fue exactamente lo que sucedió. Rio había usado artes espirituales para sobrescribir el fenómeno que Erica había tratado de manifestar.

“…”

Francois y los demás miraron confundidos y conmocionados, conteniendo la respiración. No podían entender lo que estaba pasando, pero sabían que estaba ocurriendo una batalla de alto nivel entre Rio y el santo que tenían delante.

“Si ignora las palabras de Su Majestad para agravar la situación, ¿debo asumir que no regresará en silencio?”

Rio devolvió la agresión de Erica con una mirada penetrante. Sus palabras fueron amables, pero su tono fue escalofriantemente frío.

“Heh. Heh heh heh. En ese caso, estoy segura de que comprenderá que la seguridad de Liselotte Cretia no estará garantizada. Si no regreso antes de una fecha determinada, mi gente la sentenciará”, amenazó Erica con una sonrisa intrépida.

“… Entonces sería mejor que regresaras en silencio. Si continúas actuando violentamente y arriesgas la seguridad de todos, no tendré más remedio que arrestarte”.

No es lo que deseo, pero ¿es lo que tú deseas? Rio implicó con su mirada.

“…Bien. Mi papel en este momento es otorgar una revelación a la gente de esta nación. Siempre puedo eliminar a la gente de aquí después de que la gente haya dado a conocer su furia. No, ese es el orden correcto. Parece que casi me equivoco con mi prisa. Ahora que he cumplido mi objetivo original, me iré de aquí”.

La maza en la mano de Erica desapareció. Ella procedió a levantar las manos y demostrar que no tenía deseos de pelear, luego comenzó a caminar hacia la puerta. Rio trató de seguirla para asegurarse de que no intentara nada extraño, pero Erica se dio la vuelta y lo detuvo.

“Si me sigues, puedo terminar haciendo un desastre en este castillo. Estoy segura de que no lo has olvidado, pero Liselotte Cretia está en mis manos ahora mismo”.

Como resultado, Rio no tuvo más remedio que detenerse. Las miradas enojadas de todos los demás se centraron en la espalda de Erica, enfurecidas por cómo no podían perseguirla.

Finalmente, Erica salió de la habitación y, tan pronto como se cerró la puerta, Rio habló.

“Su Majestad, por favor, deme permiso para perseguirla”, le dijo a Francois.

“¿Qué…?”

Francois tenía los ojos muy abiertos.

“Si permitimos que esa santa escape aquí, Liselotte nunca volverá con nosotros. Determinaré su ubicación y la recuperaré”. No hubo vacilación en sus ojos. Él la salvaría. Su determinación fue clara.

“Hmm… Pero absolutamente no puedes ser detectado mientras la persigues para encontrar la ubicación de Liselotte. ¿Puedes hacer eso?” En el momento en que lo descubrieron, lo más probable es que Liselotte no regresara nunca más. Francois tarareaba pensando mientras miraba a Rio, pero parecía creer que sería posible si fuera él.

“Puedo acecharla mientras mantengo una distancia de un kilómetro. Si voy demasiado lejos, la perderé de vista, pero tengo una forma de no perderla de vista nunca dentro de esa distancia. Es por eso que hay un pequeño margen de tiempo, pero por favor tome una decisión pronto”, respondió Rio.

Aishia, es una emergencia. Mantente en tu forma espiritual y sigue a la mujer de cabello negro que está a punto de dejar el castillo.

Al mismo tiempo, llamó a Aishia telepáticamente sin esperar el permiso de Francois.

Entendido, fue su respuesta inmediata.

Gracias.

Todo lo que quedaba era ir tras ella. Rio miró directamente a Francois y esperó su respuesta.

“Hay una cosa que me gustaría pedirle a Lady Satsuki”.

“¿Qué es?”

“Si la santa adopta una postura agresiva, ¿estarás dispuesto a hacer una declaración oficial como héroe de que nuestro reino no tuvo la culpa?” Preguntó Francois, buscando su ayuda.

La región de Strahl veía a los héroes como seres sagrados, por lo que si las cosas tomaran un giro serio con un héroe, necesitarían otro héroe de su lado. Como alguien agobiado por el bienestar de un reino, esto era algo que tenía que confirmar primero.

“Por supuesto. Ni siquiera necesitas preguntar. No hay forma de que perdone a alguien así”. Satsuki debe haber tomado una decisión sobre el santo, ya que su respuesta fue instantánea.

“Muy bien… Entonces el rescate de Liselotte se dejará en manos de Haruto. ¿Te parece bien, Cedric?”

Francois asintió profundamente, dándole permiso a Rio para rescatar a Liselotte. Luego se volvió hacia el padre de Liselotte, Cedric, en busca de confirmación.

“Por favor, ocúpate de esto, Haruto”. Cedric cerró los ojos con inquietud pero finalmente inclinó la cabeza.

“Haré mi mejor esfuerzo.”

“Contamos contigo”, dijo Francois, confiando todo a Río.

“Entonces, por favor explíquenmelo todo a los demás”. Rio asintió profundamente en respuesta a Francois, luego se volvió hacia Miharu, Celia, Satsuki y Charlotte a su lado para confiar en ellos para el resto.

“Sí… Ten cuidado”.

“Asegúrate de regresar sano y salvo”.

“Por favor, cuida de Liselotte, Haruto”.

Celia, Miharu y Satsuki miraron a Rio con preocupación.

“Esperaré su regreso, Sir Haruto”. Charlotte pellizcó el dobladillo de su vestido y vio a Rio alejarse resueltamente.

“Déjamelo a mí. Definitivamente la traeré de vuelta”. Rio sonrió para tranquilizarlos a los cuatro, luego comenzó a caminar fuera de la habitación para ir tras el santo.

“Espera.”

“¿Qué es?”

Justo antes de salir de la habitación, Francois le pidió que se detuviera. Rio se detuvo ante la puerta.

“Básicamente, nos han entregado una clara declaración de guerra. Lady Satsuki también ha dado su sello de aprobación. Ya no importa si nuestro oponente es un héroe o una santa. Si lo persiguen después del rescate, puede actuar con su propia discreción. Saca todas tus fuerzas si es necesario”.

Haz que se arrepientan de haber peleado con nosotros: Francois le dio permiso a Rio para que cruzara espadas con el santo como si dijera exactamente eso. El hecho de que procediera del propio rey también tenía enormes implicaciones.

“Comprendido.” Rio inclinó la cabeza profundamente y salió de la habitación.

“Si me permite, haga una solicitud que no sea digna de mi posición”. La voz de una mujer resonó en la sala de reuniones.