Haken no Kouki Altina (NL)

Volumen 14

Capitulo 3: Nieve y Carros

Parte 1

 

 

El Fuerte Bassetti fue incautado, pero no podía servir de base.

Debido a que la Armada de Hispania permanecía ilesa, sus cañones navales podrían reducir el fuerte al polvo.

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El ejército belgariano asaltó el fuerte al amparo de la noche, matando y tomando muchos prisioneros enemigos.

Y luego se retiró antes del amanecer.

Sería un problema si el enemigo fortificara este lugar nuevamente, por lo que los muros fueron derribados con dinamitas.

***

 

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Al día siguiente—

Algo blanco cayó del cielo.

Estaban en mitad de una marcha, y Regis miró el cielo a través de la ventana del carruaje. “… ¿Está nevando?”

“Pero esto es el sur.”

Clarice, sentada frente a él, dijo sorprendida. Ella parecía bien informada.

“… Por lo que sé, no había nevado en el Imperio de Hispania en seis años.”

“Todavía es invierno después de todo.”

“… No parece que nevaría demasiado.”

“No hace tanto frío después de todo.”

“Así es, si los comparamos con los inviernos en el norte de Belgaria.”

“Porque estamos en un carruaje.”

Clarice sonrió.

Regis se encogió de hombros y dijo:

“… Tienes razón. Las tropas guardarían rencor si me sentaba aquí y les ordenaba.”

Regis no podía montar a caballo, así que tenía que sentarse en el carruaje. Si obligaba a los soldados a marchar en un clima terrible, las tropas tendrían un rencor.

El comandante de las fuerzas era Altina, pero el que hacía los planes de movimiento era el estratega, un hecho que todos ya sabían.

Regis miró el mapa, comprobando si este lugar era peligroso.

El terreno donde el enemigo podría disparar flechas desde una posición ventajosa; un camino largo y estrecho que dificultaba la protección del cuartel general; y los lugares donde la búsqueda de enemigo por enemigo era difícil mientras que el enemigo podía rodearlos fácilmente y lanzar ataques furtivos, el cual se conocía como “tierra desesperada.”

Y no solo tácticas normales, tenía que considerar la posibilidad de un ataque desde el río o lago, o que incendiaran el bosque.

Y por supuesto, cruzar tales áreas a veces era inevitable.

Sin embargo, si no hubiera demasiados de esos lugares, podría simplemente ubicar guardias y exploradores allí.

Regis dejó el mapa después de decidir un lugar. Abrió la ventana.

“¡Su Alteza!”


Una chica montada junto al carruaje en su caballo favorito se acercó. Los dos se miraron cara a cara.

Regis se sonrojó.

Se rumoreaba que Altina fue expulsada del palacio por celos hacia su belleza. La gente ya creía tales rumores cuando ella tenía 14 años.

Y ahora, se parecía a las diosas retratadas en pinturas religiosas. Ella frunció:

“¿Qué ocurre, Regis? ¿Algo urgente?”

“¡Ah! Oh cierto, es hora de tomar un descanso.” Bien, Altina asintió.

“Quería hablarte sobre esto también.” Ellos miraron hacia el cielo.

Finalmente entendieron por qué las estrellas y la luna no eran visibles anoche, el cielo estaba cubierto de gruesas nubes grises.

La nieve se hacía más pesada.

Había soldados a su alrededor, así que Regis usó el discurso formal:

“… Me he decidido por el lugar. Frente a nosotros hay un lugar donde el camino se encuentra con el río, acampemos allí. Puede que haya una aldea allí.”

“Una aldea, eh.”

Altina murmuró en voz baja.

“… De acuerdo con los informes de los exploradores, no debería haber ningún soldado guarnecido allí.”

Debería haber guardias para mantener el orden, pero no se atreverían a atacar al ejército de 40.000 del Imperio de Belgaria.

Habían pasado por muchas aldeas hispanas, y todos fueron capturadas sin derramamiento de sangre.

La mayoría de los ciudadanos corrieron incluso antes de que llegara el ejército belgariano.

Los que quedaron tenían razones por las que no corrieron. Como enfermedad, lesiones o vejez.

Altina asintió.

“Desde que Regis lo decidió, está bien.”

Se convocó a un mensajero para que transmitiera la orden a los distintos comandantes de la unidad.

El Imperio de Belgaria se dirigió hacia una pequeña aldea que ni siquiera estaba marcada en el mapa.

Regis convocó a otro mensajero y le dio instrucciones detalladas.

“Envía exploradores a la parte posterior y delantera de la carretera, y un equipo de patrulla en el bosque. Dejen botes en el lago… Ah, hablando de eso… ¿podemos comprarlos en la ciudad?”

Los botes construidos para los cruces de ríos fueron destruidos en la batalla de la noche anterior.

Más de la mitad de los soldados que salieron al mar regresaron, pero los botes fueron quemados o cubiertos de petróleo.

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También gastaron mucha comida y municiones.

Casi es hora de reunirse con la unidad de suministro, pensó Regis mientras apretaba sus dedos.

***

 

 

“… ¿No se rendirá?” Regis inclinó la cabeza.

Casi habían llegado a la ciudad.

Un hombre vestido como un granjero que ni siquiera era un soldado del Imperio de Hispania entró en el cuartel general de las fuerzas de Belgaria.

Detuvieron al ejército y lo recibieron como enviado. “Soy el jefe de la aldea de Lokays, Damia Ortho Posada.” Parecía joven, pero ya era el jefe de la ciudad.

La infantería pesada rodeaba a Damia. Altina respondió:

“Soy la Généralissime del Imperio de Belgaria, Marie Quatre Argentina de Belgaria.” Regis no dijo su nombre, y se quedó tranquilamente a su lado.

“……”

Damia dijo audazmente:

“Lokays no se someterá a los paganos. Estamos de acuerdo con que pasen, pero no se les permite entrar a la aldea.”

Los oficiales del personal mantuvieron la cara seria, pero algunas de las tropas aún se reían en voz alta.

Ya se les había advertido que no mostraran tanta insolencia… pero no se puede evitar, pensó Regis.

Lokays era una aldea demasiado pequeña para ser marcada en el mapa, y los exploradores informaron que no había ningún soldado allí guarnecido.

Había alrededor de 3.000 personas en la ciudad. Es decir, estaba completamente indefensa.

A pesar de eso, todavía desafiaba al Imperio de Belgaria. Altina descansó su mejilla en su mano.

“También ocupamos muchas aldeas hispanas, pero no cometimos ninguna atrocidad. Así que tampoco les haremos eso a ustedes.”

Damia negó con la cabeza.

“Este no es un problema de nuestro tratamiento. Los belgarianos pertenecen a la secta norte. No reconoceremos sus enseñanzas religiosas.”

“¿Religión…?”

Altina miró hacia Regis.

Regis no planeaba subir al escenario, pero no tenía otra opción:

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“… La mayoría de las naciones en este continente tienen la misma religión. Algunos de ellos, como Etruria Theocracy, tienen diferentes creencias.”

“¿Belgaria e Hispania tienen la misma religión?” Cuando escuchó lo que dijo Altina, Damia dijo enojado:

“¡No! ¡La secta del Norte ha vendido sus almas al diablo! Nosotros somos los que seguimos la verdadera voluntad de Dios.”

*(Haa… y eso que soy creyente, pero puta que me desagrada cuando dicen esa mierda de “nosotros somos los verdaderos” y más mierdas así… simplemente crean lo que quieran y listo, dejen de querer pasar por encima del otro sintiéndose superiores, cuando posiblemente no lo sean.)

“¿Ehh? No sé la diferencia entre las sectas…” Al ver lo confundida que estaba, Regis explicó:

“… En el Imperio de Hispania, la High Sect (Alta Secta) es el pilar principal. La mayoría de las personas de esta secta no reconocen otras sectas.”

“¿Entonces cuáles son las diferencias?”

“… Cosas como la forma en que se hacen los rituales, sus costumbres, hay algunas diferencias.


“Oh.”

“… Por ejemplo, durante el día conmemorativo del Santo, el Imperio de Belgaria canta himnos y celebra un festival, ¿verdad?“

“¡Sí, tenemos un festival!”

“… Sin embargo, la Alta Secta ayuna ese día y no canta himnos.”

“¿¡Huh!?”

Damia frunció el ceño:

“Eso es natural. Este es el día en que el santo ayuna en soledad para hablar con nuestro Dios. ¿Por qué ustedes están rompiendo el tabú y festejando? ¡Ustedes herejes!

Altina se rascó la cabeza: “¿Por qué hicimos eso?”

Los gobernantes utilizaron la historia del santo como una razón para celebrar un festival, para que los ciudadanos descansaran — Aunque Regis dijera eso, solo agitaría innecesariamente al fanático joven de la Secta.

Regis cambió el tema:

“… Bueno, terminemos la discusión religiosa aquí. No podemos dejar que los soldados esperen en la nieve durante demasiado tiempo.”

“¡Así es!”

“De todos modos, no nos quedaremos mucho tiempo, por lo que no exigiremos ningún edificio o entraremos innecesariamente a la aldea.”

“¿Entonces no habrá ningún problema?”

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“… Mientras se sometan al Imperio de Belgaria.” Sí, Altina asintio.

Entonces ella le dijo a Damia:

“Si la aldea de Lokays se somete al Imperio de Belgaria, puedo garantizar la seguridad de las propiedades y la vida de los residentes. Porque ustedes serán nuestros ciudadanos entonces.”

Dijo obstinadamente:

“El Imperio de Belgaria pertenece a la secta Norte.”

“Qué está mal con eso. Tenemos muchas religiones.”

El Imperio expandió sus fronteras conquistando el territorio de otras naciones, por lo que les era difícil refutar cualquier religión.

La corriente religiosa principal era la secta del Norte, pero no obligaban a otros a cambiar su fe.

Sin embargo, Damia no podía aceptar eso.

“No me someteré a un emperador de la secta del Norte. Somos los únicos que transmitimos la verdadera voz de Dios. El emperador hispano es el legítimo emperador.”

*(Con los fanáticos no se puede hablar, si están cegados por su fanatismo…)

Altina parecía desconcertada.

Nunca esperó que un ciudadano la desafiara tan obstinadamente. Regis suspiró:

“… Los ciudadanos del norte de Hispania comercian en secreto con otras naciones y reciben viajeros. Son de mente muy abierta.”

Muchos de ellos también vivían en el extranjero.

Así que si el Imperio de Belgaria realmente los invadiera, se rendirían.

Después de todo, el ejército invasor liderado por Altina no cometería asesinatos y pillajes injustificados.

Regis continuó:

“… Sin embargo, cuanto más te acerques al centro del Imperio de Hispania, más gente habrá que solo reconocerá a la Alta Secta.”

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*(Puros imbéciles fanáticos…)

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Porque el emperador del Imperio de Belgaria pertenecía a la secta norte.

Así que no nos rendiremos— las personas así también aparecerían. Damia concluyó:

“La secta Norte es el diablo que torció el evangelio de Dios. ¡Nunca nos someteremos!” Altina preguntó:

“¿Qué hará tu gente si mis soldados se acercan a la aldea?”

“¡Vamos a la guerra! ¡La justicia de Dios está con nosotros!” Los soldados empezaron a ponerse ruidosos.

Los soldados de Belgaria eran fuertes. Dada su confianza y orgullo en su fuerza, era natural que algunos se sintieran menospreciados y pensaran “¿Crees que puedes vencernos?”

Uno de los oficiales del personal que observaba esta conversación, el comandante de la unidad de infantería pesada, el oficial de combate de segundo grado Balasko, dio un paso adelante.

“Como dijiste ‘guerra’, las mujeres y los niños también serán tratados como combatientes. Por favor, deje que nuestra unidad se encargue de esto.”

“Hmm…”

Altina cayó en un pensamiento profundo.

Los residentes de la ciudad eran definitivamente civiles. Y no soldados.

Pero se negaban a rendirse a Belgaria, e incluso declararon su intención de luchar. Si fuera la antigua Altina, pediría la opinión de Regis de inmediato.

Sin embargo, ella estaba pensando mucho en eso ahora. Y así, Regis solo podía esperar en silencio por ella.

Damia, el joven inflexible en su negativa rechinó los dientes. Estaba nevando, pero estaba sudando profusamente.

Después de todo, acababa de declarar la guerra al comandante de un ejército invasor.

Altina estaba preocupada por sus ideales pacifistas que priorizaban el bienestar de la gente. Cualquier otro general en el Imperio de Belgaria habría delegado este asunto a Balasko.

Una batalla con un pueblo de 3.000 personas terminaría rápidamente, incluso antes de que las fuerzas principales llegaran allí.

¿Qué hay de mostrar misericordia a las personas que se rebelan contra el Imperio de Belgaria?

El asunto podría resolverse pacíficamente, pero esa no era una respuesta calificada para el comandante de un ejército invasor.

Si los ciudadanos en la capital de hispana dijeran lo mismo, entonces ella no tendría más remedio que retirarse sin luchar.

Las órdenes de Altina era traer a los ciudadanos con diferentes ideales y pensamientos bajo el gobierno de Belgaria.

Ella tomó su decisión:

“No atacaremos la aldea, les pediremos que abandonen la aldea o presenten un tributo. Les puedo prometer todo eso. Sin embargo, estaremos acampando cerca de la aldea antes de que el clima se aclare. Si dañas a mis soldados, nunca los perdonaré.


“……”

Fue el turno de Damia de estar preocupado. Sin embargo, su estado no era igual.

No le dieron tiempo para meditar una respuesta. Altina ordenó:

“Puedes irte. Transmítele mis palabras a la gente de la aldea.”

Los soldados de infantería pesada lo sacaron afuera sin esperar respuesta.

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