Kimi to Boku no Saigo no Senjo, Aruiha Sekai ga Hajimaru Seisen

Volumen 7

Capítulo 1: La Noche De La Caza De Bruja I

Parte 1

 

 

El palacio Nebulis.

Hogar de los descendientes de la Fundadora, se enorgullecía de contar con una defensa inexpugnable que las fuerzas imperiales no habían logrado superar.





La Fortaleza Planetaria fue construida con poder astral cristalizado que había sido convocado mediante técnicas ancestrales. Enclavado en el negro cielo nocturno, se alzaba sobre la tierra como un luminoso arrecife de coral.

El castillo estaba en llamas.

Las brasas, que se agitaban bajo el viento, se asentaban en el césped y lo incendiaban. Las llamas que rozaban los muros exteriores del castillo eran cada vez más fuertes y no mostraban señales de que fueran a apagarse pronto.

―¡Rin! ¡Deprisa!

Y ahora… la Diadema de la Luna, el pasillo suspendido que conectaba las torres del palacio, explotó mientras Alice miraba desde la ventana del Cadillac Uno.


―…¿Cómo puede estar pasando esto?

Cientos de toneladas de escombros cayeron del cielo. Si hubiera estado el ejército astral en su trayectoria, las bajas sufridas habrían sido incalculables.

―Por favor, no se preocupe, Lady Alice. Sabíamos que eso pasaría

―respondió Rin, agarrando el volante desde su posición en el asiento del conductor―. El corredor aéreo fue diseñado para desprenderse de otras torres, un mecanismo para evitar que alguien llegara al Palacio de la Reina en caso de una incursión imperial. Las defensas del castillo funcionan correctamente. Son buenas noticias.

―……

Pero, Rin, ¿no es lo mismo que un lagarto se corte la cola para usarla como señuelo? cuestionó mentalmente Alice. Era el sacrificio por la supervivencia. ¿No Es lo mismo que señalar que las fuerzas imperiales tienen acorralados a los magos?

―Esas llamas son el verdadero problema. ¿Podrían las tropas imperiales haber abierto fuego contra los depósitos de combustible escondidos…? ―Rin apretó los dientes traseros.

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Un crujido. En ese momento, un pequeño agujero atravesó el parabrisas del Cadillac Uno.

¿Fue un francotirador? Si estaban disparando a este coche con balas especializadas, eso tenía que significar…

―¡Rin, sal!

Alice abrió la puerta del asiento trasero, lanzándose fuera del vehículo. Rin evacuó el asiento del conductor. Mientras rodaban por el oscuro césped, una bomba incendiaria impactó en el coche, que instantáneamente estalló en llamas.

―Lo sabía. Se están cubriendo por la noche para dispararnos.

―Lady Alice, yo iré primero. ¡No sabemos cuántos soldados imperiales hay en el lugar! Por favor, ¡cuidado con las balas perdidas!

Mientras el fuego infernal crepitaba a su alrededor, Rin corrió hacia el interior del recinto. Alice la siguió, dirigiéndose al Palacio de la Reina, la torre que albergaba a su madre, la Reina Nebulis IIX.

―¡Lady Alice! Está viva ―Los miembros del ejército astral se giraron para mirarla.

Iluminado por las llamas furiosas, el vestido real de Alicia -de color blanco puro- era tan hermoso que olvidaron momentáneamente que era su uniforme de batalla. También anunciaba su presencia. Creado exclusivamente para las descendientes directas de Nebulis, este traje fue confeccionado para que sus súbditos pudieran reconocerla de inmediato.

―Ponme al corriente de la situación ―ordenó Alice.

―¡Sí, señora! Nos hemos concentrado en proteger el Palacio de la Reina. Hemos ayudado a todos los civiles a evacuar las torres hacia los refugios subterráneos.

―¿Algún ataque a los búnkeres?

―Ninguno que destacar. El ejército astral apostado los está vigilando.

Según los informes, los mercenarios de Hydra han venido a servir de refuerzo.

―…Me aseguraré de agradecer a Lord Talisman.

Eso dejaba otras dos preocupaciones: garantizar la seguridad de la reina y contener el fuego que se extendía. Si no se atiende, las llamas podrían causar daños fuera de los terrenos del palacio.

―¡Por favor, apresúrese hacia Su Majestad, la reina! ―Varios miembros del ejército astral corrieron hacia ella, sin aliento―. Nos encargaremos de…

―¡Deténganse! ―Alice gritó.


Junto a ellos estalló una masa de fuego demasiado grande para ver su magnitud. Envolvió al ejército astral. Los poderes de Alice se activaron automáticamente al sentir la explosión. Todo lo que pudo hacer fue una pared hecha de una fina película de hielo, de sólo una fracción de pulgada de espesor.

―¡Uh… Ack!

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―¡¿Están todos…?!

Atravesando el muro de hielo, el viento sopló a través del ejército astral. Ni siquiera sus uniformes resistentes al calor pudieron absorber el impacto. Alice no actuó lo suficientemente rápido para cubrirlos. Sus subordinados se desplomaron en el suelo, con la espalda gravemente quemada.

―Lady Alice, ¿está usted bien? ―Rin preguntó.

―¡No te preocupes por mí! Preocúpate por estos cuatro… ¡Necesitamos médicos! ¡¿Dónde están los médicos?! ¡Por aquí! ―Alice gritó.

Sin embargo, ella sabía la brutal verdad. Los médicos nunca iban a venir. Los miembros del ejército astral estaban derrumbados por todo el recinto del palacio.

―¡Rin! Crea un golem. Lleva a estos cuatro al refugio subterráneo de la Casa Lou. Los médicos deberían estar preparados allí. Yo esperaré aquí.

―¡¿Qué?! Pero, Lady Alice- ―tartamudeó Rin.

Su objetivo era dirigirse al Palacio de la Reina. Eso requeriría dejar a los soldados derrumbados.

―Estoy pensando con claridad… al menos lo intento ―Alice apretó los dientes, sacudiendo lentamente la cabeza―. Mi madre tiene sus propios guardias. El Palacio de la Reina tiene unas defensas perfectas, así que las peores bajas se producirán en los terrenos del palacio.

―…

―Vuelve dentro de quince minutos. Mientras tanto, trabajaré en la extinción de las llamas.

―Como desee ―Rin se inclinó. El suelo detrás de ella se levantó, dando vida a un gigantesco gólem que acunaba a los soldados heridos―. Tengo la intención de volver en quince minutos exactos, pero espero que haya soldados imperiales en mi camino. Si me retraso aunque sea un minuto, diríjase al Palacio de la Reina, Lady Alice.

Rin y su gólem corrieron hacia la noche, con las brasas arrastrándose tras ellos. Quince minutos.

Eso debería estar bien, se dijo Alice mientras exhalaba.

…Estará bien. Sé que esta es la decisión correcta.

…Ni siquiera un Discípulo Santo será capaz de llegar hasta el Palacio de la Reina en este lapso.

Ni siquiera Iska. Ni siquiera Sin Nombre. Alice sabía que los Discípulos Santos eran soldados de élite a los que había que temer, pero el palacio era un laberinto viviente creado por poderes astrales. Sin saber cómo está construida la torre, es imposible llegar al Espacio de la Reina.

―¡Ejército astral, escuchen con atención! ―Alice forzó la voz, tratando de hablar por encima del crepitante infierno―. Voy a contener el fuego aquí usando mi poder astral. Las cosas se van a poner peligrosas. Retírense detrás de mí inmediatamente.

Ella permanecería en el terreno y daría prioridad a la extinción de las llamas.

…En este momento, Alice no sabía que llegaría a arrepentirse de esa elección.

***

 

 

Soberanía de Nebulis. Estado central.

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El campo era pintoresco y boscoso. Fuera de la ciudad, los valles nevados se extienden hacia el lejano horizonte. Esta zona alberga una villa propiedad de la Reina Nebulis IIX de la Casa Lou. La mansión Lou Erz.

El castillo de marfil se alza en un terreno que se extiende hasta donde alcanza la vista. No se habían hecho reformas en su exterior, pero la puerta automática equipada con dispositivos de vigilancia era sólo una de las muchas tecnologías de vanguardia que habían sustituido el interior del edificio.

El castillo había empezado a desmoronarse.

El techo de la sala principal del primer piso se había derrumbado y sus cuatro paredes estaban agujereadas. El segundo piso se encuentra en un estado aún peor. Los disparos intermitentes resonaban por los pasillos.

―¡Nos han vuelto a encontrar…! Jefa. ¡Nene! ¡Por aquí! ―gritó Jhin, el francotirador de pelo plateado, entre disparos a los dos miembros de la Unidad 907. Estaba agarrado a la mano de la chica que se acurrucaba a su lado.

―¡Eeeek!

―Vamos a salir de aquí. ¿Dónde está nuestro próximo escondite?

―¡En la parte de atrás! ―Tomando su mano, Sisbell comenzó a avanzar.

Una chica con grandes ojos de ciervo y pelo rubio fresa brillante. Se veía linda con el tenue brillo en sus mejillas y labios, aunque parecía visiblemente nerviosa.

Debía de tener catorce o quizá quince años. Él no sabía su edad real. Como soldado imperial, Jhin no necesitaba esa información. Sólo se le había encomendado protegerla. Además, es una bruja. Si esto hubiera sido un campo de batalla, habría apuntado su arma contra ella…

Esta es una excepción. Hicieron un intercambio: protegerla a cambio de algo que los beneficiara.

―Acordamos llevarla al palacio a cambio de conseguir esos autoadhesivos para ocultar crestas astrales para la jefa… Sabía que sería arriesgado, pero no mortalmente arriesgado.

―¡¿Dijiste algo?!

―Nada. Mantén la cabeza agachada y corre. Si te da una de esas balas perdidas, te dolerá más de lo que crees ―dijo Jhin mientras Sisbell corría a su lado.

Sus enemigos eran el ejército astral de Hydra, que estaba disfrazado de soldados imperiales. Organizando en secreto un golpe de estado contra la reina, los Hydra intentaron silenciar a Sisbell antes de que pudiera revelar la verdad utilizando Illumination.

Los asaltantes atacaron la residencia, lo que llevó a la Unidad 907 a su actual situación.

―¡Oye! ¿No puedes hacer algo usando tu poder astral? ¿Como hacerlos desaparecer o lo que sea?

―¡No habría contratado guardias si pudiera!

―¿Entonces qué pasa con los sirvientes?

―Los cocineros y los jardineros realmente no pueden luchar. Los sirvientes podrían defenderse. ¡Si no se esconden, tendremos más bajas! ―Sisbell prácticamente gritó en respuesta.

Era evidente que estaban en desventaja en cuanto a potencia de fuego. Los enemigos que los perseguían por el pasillo eran magos astrales equipados con equipo para tropas imperiales. En cambio, Jhin y los demás sólo llevaban armas suficientes para defenderse.

―¡¿No tienes un arma?!

―Es para disparar como francotirador. No tengo tiempo de prepararla para un combate cuerpo a cuerpo en una mansión. Además, no tengo suficiente munición. No podré acabar con todos ellos.

Si iba a apuntar a alguien con su visor, sería al líder enemigo. En otras palabras, habría tenido que disparar a Talisman, el jefe de la Casa, pero Iska estaba reteniendo a ese hombre en el primer piso. En este momento, Jhin necesitaba concentrarse en la seguridad de su protegida, Sisbell.

―Supongo que vamos a jugar a las traes (al corre que te alcanza, a la mancha) durante un tiempo.

―Oh… si sólo vamos a correr, mi poder astral podría comprarnos algo de tiempo.

―¿De verdad?

―Sólo una vez. Es un farol, así que no habrá segundas oportunidades. Sisbell se llevó la mano al pecho y giró para mirar hacia atrás, dirigiéndose a los asaltantes que iban detrás de ellos. “Planeta, por favor, muéstrame tu pasado”.

La cresta de su pecho brilló con energía astral, su luz manifestó una elaborada ilusión tridimensional que bloqueó a los asesinos. El espejismo produjo una unidad imperial con más de una docena de soldados.

―¡¿Qué?!


Los asesinos se pusieron inmediatamente en posición de combate. Al instante, registraron la posibilidad de que otros soldados imperiales, además de la Unidad 907, hubieran estado al acecho en la mansión.

No se dieron cuenta de que estas tropas eran sus propios disfraces.

―¡Tsk! Pensé que el informe sólo mencionaba cuatro soldados imperiales…

―¡Así que había más escondidos!

Abrieron fuego. El torrente de balas atravesó el holograma. Justo cuando los asesinos se dieron cuenta de que esto era obra de Sisbell, Jhin y los demás se agacharon en las sombras de las escaleras.

―¡Eh, jefa! ¿Cómo están?

―Creo que estamos bien. Nos han perdido la pista… ―La comandante Mismis escuchó el sonido de los pasos.

A su lado, Sisbell se sentó en el suelo, jadeando.

―Haah… Haah… ¿Qué crees? Los engañé.

―¿Tu poder astral también puede crear alucinaciones?

―Eso no fue una alucinación. Sólo reproduje su incursión, que ocurrió en esta residencia hace unos minutos ―Sisbell se secó las gotas de sudor―. Nadie de la Soberanía podría mantener la compostura si aparecieran ante ellos soldados imperiales armados, con equipo del Imperio, nada menos. Eso debió sobresaltarlos temporalmente.

―Ya veo. Eso explica por qué no puedes usar ese truco dos veces. No caerán en la trampa por segunda vez ―Jhin miró el rellano de la escalera. Estaban en el segundo piso del viejo castillo. El jefe de los Hydra estaba en el primer piso, bloqueado por Iska. La habitación de Sisbell estaba en el tercer piso, pero los asesinos la estarían esperando allí.

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―Si no salimos de aquí, nos van a rodear. ¿Tienes alguna idea de lugares desde los que podamos saltar en el segundo piso?

―Uh… Espera… espera…

―Oh. Sí, no hables. Ganaremos tiempo aquí hasta que nos encuentren.

Ella estaba en estado de shock. Después de todo, los habían perseguido a punta de pistola. Además, esta era su casa vacacional, y su enemigo era otro miembro de la familia real. Ella estaba tomando las cosas bien, considerando todas las cosas.

―Pero nunca me atraparás alabando a una bruja.

―¿Qué?

―Nada. Sólo mantente callada y escúchame. Mueve la cabeza cuando quieras decir que no.

―…

―Déjame confirmar la situación. Eres su objetivo, eso es obvio. Tus perseguidores son la Casa Hydra, que critica el linaje de la reina. Te persiguen por tu poder astral, ¿verdad?

Illumination puede reproducir el pasado en tres dimensiones, lo que significa que Sisbell puede exponer crímenes atroces recreando la escena. Su poder es ideal para analizar información y reunir pruebas de delitos.

Por eso se convirtió en su objetivo. La perseguían los autores intelectuales del complot para asesinar a la reina.





―Y el nombre del tipo sospechoso que lucha con Iska es… Talisman, ¿verdad? Básicamente ha reconocido que es él quien está detrás de todo el asunto.

“¡¿Lord Talismán?! ¡¿Fue realmente usted…?!”

“Esto era necesario. Requerimos el poder del Imperio para alcanzar el núcleo del planeta”.

El jefe de los Hydra, Talisman. El responsable del ataque a esta mansión se había tomado el interrogatorio de Jhin con una sonrisa. Si se hubiera descubierto su complicidad con el Imperio, no sólo lo habrían tachado de traidor, sino que seguramente lo habrían echado de la familia. Debía haber una razón por la que se mostraba tan imperturbable.

―El éxito de su plan depende de una cosa: sacarte de la escena para impedir que la verdad sobre el asesinato salga a la luz. Necesita convencer a la gente de que los soldados imperiales fueron los responsables de atacar esta mansión y secuestrarte. Y nadie dudaría de él; después de todo, las fuerzas imperiales reales están asaltando el palacio real mientras hablamos.

Así es. Un ataque orquestado por los Hydra había comenzado en el palacio, que se encontraba lejos de esta villa.

―Y hay otra persona en este cuadro: tu hermana Elletear. Sólo tenemos pruebas circunstanciales sobre su participación, así que trataremos de probarlo más tarde. De cualquier manera, ella no está en la mansión en este momento.

―…Correcto.

―Voy a decir esto para que quede claro: Somos súbditos imperiales. Es completamente normal que ataquemos a un país enemigo -después de todo, hemos estado en guerra durante cien años-, así que nos importa un bledo lo que le ocurra a tu palacio.

―…Lo entiendo.

―Pero te protegeremos ―le dijo a la muchacha, cuyos grandes ojos se movían de un lado a otro, inquietos.

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En silencio, Jhin le indicó que se pusiera en pie.

―No me importa si nuestros soldados están atacando o si eres una bruja enemiga. Te vamos a escoltar hasta el palacio, así que deja de poner esa cara alicaída.

―¿A quién crees que estás llamando “alicaída”? ―Sisbell se puso de pie―. ¡Y tú mismo eres un maleducado!

―Si tienes suficiente cerebro para replicar, tienes que poner la cabeza en orden. Lo más importante es salir de aquí. No soy exigente. Así que dime: ¿Por qué ventana del segundo piso podemos saltar?

La red se estaba cerrando lentamente alrededor de ellos. Su única forma de escapar era el exterior. No llamarían la atención si saltaban a los jardines bajo el velo de la noche. Si llegaban a la ciudad, los asesinos no podrían atraparlos.

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