Jinrou E No Tensei Maou no Fukukan (NL)

Volumen 1: El Nacimiento de una Ciudad Demoníaca

Capitulo 1: Hechos de Plata

Parte 15

Me tiré al brazo derecho de Luvarius mientras aún estaba levantado. Trató de noquearme con el escudo en su izquierda, pero un disco de metal endeble no era suficiente para detenerme. Salté, usé su escudo como un trampolín y agarré su brazo derecho con mis garras. Luego aterrice detrás de él, girando su brazo hacia atrás mientras avanzaba.

“¡¿Guoooh?!”

El hombro de Luvarius salió de su articulación y gritó de dolor. Y como ahora estaba a sus espaldas, su cuerpo servía de escudo contra las flechas enemigas.

Pero aparentemente el temple de los guardias de la puerta sur era mayor de lo que creía.

“¡Maldición!”

En lugar de rendirse, Luvarius intentó un lanzamiento por encima de la cabeza con su brazo inconexo. Si lo lograba, yo estaría tumbado boca arriba en las losas y un blanco fácil para sus ballesteros. Desafortunadamente para él, los hombres lobo eran mucho más fuertes que los humanos. Incluso con toda su fuerza, no pudo levantarme.

“¡Ngh! ¡Cretino!”

Solo ríndete, amigo. Al darse cuenta de que no podía tirarme, Luvarius cayó sobre mí. ¿Está tratando de aplastarme con su peso? Fue un movimiento bastante audaz y realmente bastante inteligente. Caer al suelo le dio la ventaja adicional de poder mover su brazo inconexo nuevamente.

Desafortunadamente, no servía de nada contra un hombre lobo. Por un lado, incluso en armadura, no pesaba lo suficiente. En total, probablemente había solo 100 kilos presionándome. Podría llevar eso en una mano.

“Arriba, vamos.”

Para demostrar mi punto, lo levanté con una mano y lo sostuve frente a mí. Intentó liberarse, pero la armadura restringió sus movimientos.

“Ríndete. Solo estás desperdiciando tu energía.”

“¡¿Qué están haciendo tontos?! ¡No me importa si me matan a mí también, dispárenle!

Me di cuenta por su tono que no estaba fanfarroneando. Después de un breve momento de vacilación, los soldados reforzaron su resolución y dispararon.

“¡Alto!”

Tiré a Luvarius al suelo y activé la magia de fortalecimiento que tenía reservada. Al mejorar mi visión cinética, pude ver los pernos en cámara lenta y derribarlos en el aire. Diablos, eso estuvo cerca. Hubiera sido más lento y Luvarius hubiera muerto.

“¿De verdad creían que sus insignificantes flechas podrían lastimarme?” Miré a los soldados que sostenían sus ballestas. En realidad, estaría en problemas si siguieran disparando. “Si continúan resistiéndose, mataré a cada persona en esta ciudad. Pero si se rinden, les perdonaré la vida.”

Ah, parece que no confían en mí. Aunque los soldados parecían agitados, ninguno de ellos estaba listo para darse por vencido. Supongo que necesito ser más amable con esto.

“En honor al valor que han demostrado, estoy dispuesto a mostrarles a ustedes y a la gente de esta ciudad misericordia. Se mantuvieron firmes contra el hombre que masacró a cuatrocientas tropas. Sería un desperdicio matarlos.”

Perfecto, ahora sonaba malvado y persuasivo. Pero en serio, por favor ríndanse. Para mi sorpresa, fue Luvarius quien capituló primero.

“Hombres… bajen sus armas.”

“¡¿Capitán?!”

Luvarius luchó por sentarse y dijo, “Si ese hombre lobo quisiera matarme, ya estaría muerto. De hecho, intencionalmente me tiró fuera del camino para evitar que me dispararan…”

Él se dio cuenta, ¿eh? Luvarius se puso en pie, se volvió hacia mí y se quitó el casco. Un rostro cicatrizado de mediana edad me miró. Debe haber pasado por muchas peleas para tener un rostro tan maltratado. Colocó el casco debajo de su brazo e hizo una reverencia.

“Nos rendimos. Te lo ruego, ten piedad de los ciudadanos.”

“Como general del ejército demoníaco, juro que no les haré daño.”

Cuando dije eso, los otros soldados arrojaron sus arcos y espadas. Los kentauros ingresaron justo después, pero luego se detuvieron cuando vieron que la pelea ya había terminado. Me miraron estupefactos.

Al final, conquistar Thuvan tomó solo una tarde. Cuando oyeron que “Veight el Carnicero” había capturado la puerta sur, los ciudadanos y la milicia intentaron huir por la puerta norte. Pero fueron rápidamente rodeados por los Bone Spears que había dejado con Melaine y se rindieron.

La caballería que había salido para enfrentarse a los kentauros se vio abrumada por los feroces ataques de los kentauros y se rindió. Apenas tuve la oportunidad de luchar… Y así, el ejército de kentauros de Firnir pudo ocupar Thuvan con pérdidas mínimas.

“Eso fue mucho más fácil de lo que pensé que sería.”

Firnir, que una vez más se había vestido, caminó por las calles de la ciudad conmigo.

“La próxima vez que hagas algo así, al menos no te quites la ropa. Me sorprendiste.”

“¡¿Estabas sorprendido?! Yo soy la que debería estar sorprendida.”

Como acabábamos de capturar la ciudad, los dos estábamos custodiados por un escuadrón de kentauros. Aunque probablemente era innecesario. Gracias a mi aguda audición, podía escuchar lo que los ciudadanos estaban susurrando sobre mí.

“Así que él es el general hombre lobo que mató a cuatrocientos hombres por su cuenta…”

“Escuché que voló la puerta con un solo golpe.”

“Todos nuestros milicianos y ballesteros intentaron derribarlo, pero ni una sola flecha lo alcanzó.”

“Escuché que mató al famoso Capitán Luvarius de un solo golpe…”

Puedo oírlos, ¿saben? ¿No saben que los hombres lobo tienen buen oído? Además, sé que los rumores tienden a exagerarse, pero ¿no es esto demasiado?

“Por cierto, Vaito, ¿qué fue eso que usaste antes?”

Firnir claramente se estaba refiriendo al Aliento de Dragón. Desafortunadamente, ese era un secreto militar clasificado, así que no podía decírselo. Kurtz, quien también caminaba con nosotros, me miró silenciosamente. ‘No digas nada’, murmuró. Entonces, sin otra opción, respondí, “Una técnica secreta de los hombres lobo.”

“¡Asombroso!”

“Sí, supongo que lo es…”

Menos mal que ella es ingenua. De todos modos, ¿de dónde viene este olor a podrido?

Nos dirigimos a la plaza principal donde se suponía que estaba la mansión del virrey. Al llegar, encontramos algo bastante extraño. Una sección de la plaza había sido acordonada por una valla de hierro.

Una gran cruz descansaba dentro del área y un cadáver medio descompuesto estaba crucificado. Lo más probable es que la persona haya sido un criminal condenado a muerte. Las ejecuciones públicas de esta naturaleza no eran tan raras en este mundo. Incluso en Ryunheit había ejecuciones públicas para asesinos y similares cada pocos años. Lo que me llamó la atención, sin embargo, fue lo que sucedía por debajo de la cruz.

Un hombre estaba encadenado a la plataforma debajo de ella. Los espectadores le arrojaban comida podrida y barro, y él olía a letrina. Me detuve y mis guardias kentauros se detuvieron conmigo. Firnir se volvió y me miró con curiosidad.

“¿Qué pasa, Vaito?”

“Hay algo de lo que quiero asegurarme.”

Me dirigí a la cruz. El hombre encadenado era viejo y llevaba solo un vestido raído. Estaba cubierto de moretones; la gente debe haber estado lanzándole piedras antes. Gracias a las condiciones miserable en las que había sido encadenado, todas sus heridas estaban infectadas.

Estaba completamente agotado y yacía inmóvil sobre su costado. Su respiración se convirtió en jadeos irregulares y obviamente estaba a las puertas de la muerte.

“Vaito, ¿es alguien que conoces?”

“Yo… no lo creo.”

Por si acaso, le pregunté, “¿Eres tú, obispo Yuhit?”

El anciano herido lentamente abrió sus ojos. Aunque su apariencia había cambiado drásticamente, él era de hecho el mismo obispo de la Orden de Sonnenlicht que había desterrado.

“Vei…”

Sus labios agrietados temblaron mientras luchaba por hablar. Arranqué la reja de hierro y corrí hacia él.

“¡Yuhit!” Ignorando el hedor que invadía mis fosas nasales, levanté a Yuhit y rompí los grilletes que lo ataban a la cruz. “¡Resiste! ¡¿Qué te ha pasado?!”

Kurtz miró el letrero al lado del cuerpo de Yuhit y dijo, “Está escrito aquí: El rebelde Belit queda despojado de su posición como comandante de la guarnición y condenado a muerte. El traidor Yuhit será encadenado hasta que muera.”

“¡¿Traidor?!”

No podía entender que Yuhit fuera un traidor. Quiero decir, nos había traicionado, pero él nunca traicionaría a los humanos.

Supongo que lo obligaron a él y al comandante a asumir la responsabilidad del intento fallido de recuperar Ryunheit. Teniendo en cuenta el peso de la decisión y la ira de las personas cuyos amigos y familiares fueron asesinados, supuse que era una reacción natural. Después de todo, lo que Yuhit había hecho era técnicamente ilegal. Pero eso no era excusa para tratar a un anciano tan cruelmente.

“¡Escuchen, humanos!”

Rugí lo suficientemente fuerte como para que mi voz cruzara la plaza. Algunas de las personas que habían estado observando desde las sombras se encogieron de miedo. Sin embargo, ahora tenía la atención de todos.

“¡¿Así es como hacen las cosas?! ¡¿Encadenar a un anciano indefenso realmente les trae tanta satisfacción?!”

“Oye, Vaito…”

Firnir trató de detenerme, pero me la quité de encima.

“¡Si quieren que pague por sus crímenes, entonces solo deben matarlo! ¡¿Qué razón tienen para torturarlo así?!”

Gritar me tranquilizó un poco y de repente me di cuenta de lo extraño que era para alguien en mi posición decir esto. Había olvidado por completo que en ese momento yo era uno de los generales del Señor Demonio. Necesitaba convertir esto en algo demoníaco y rápido. Eh, un momento, lo tengo. Rápidamente organicé la historia en mi cabeza y me burlé.

“¡Debo decir que esto es patético! Incluso cuando el enemigo estaba delante de ustedes, perdieron el tiempo atormentando a un lamentable anciano. ¡Y gracias al hecho de que ejecutaron a su propio comandante, tomar su ciudad fue pan comido!”

Rompí la cruz con un buen puñetazo, liberando el cadáver de Belit. Mi sonrisa se hizo más amplia mientras veía las astillas de madera caer al suelo.

“¡Es porque son así que ya han perdido dos veces contra nosotros, los demonios! ¡Será mejor que digan sus oraciones, porque no les mostraré misericordia!”

Había una cosa más que necesitaba decir, como gobernador de Ryunheit.

“¡Este obispo fue enviado aquí como un enviado oficial del ejército demoníaco y es uno de los diplomáticos de la Virreina Airia! ¡Su trato con él es un insulto a mi ciudad y al ejército demoníaco!”

¿Qué sentido tenía trabajar arduamente para preservar el título de Yuhit si solo le iban a hacer esto? Su castigo era mi responsabilidad.

Aunque solía ser un ser humano, no pude anticipar que esta sería su respuesta. Después de amenazar a los ciudadanos por un rato más, me volví hacia Firnir y le dije, “Muy bien, me he erigido como el malo, así que ahora tienes que demostrar que eres una buena gobernante demoníaca. Están aterrorizados de mí, así que, si dices algunas cosas bonitas, se aferrarán a ti.”

“O-Oh… Ya veo.” Firnir asintió en comprensión y gritó en voz alta, “¡Eh, no se preocupen, todos! ¡Voy a ser la gobernante de esta ciudad, así que no permitiré que ese temible hombre lobo les haga daño!”

Ella mantuvo su voz tranquilizadora, pero no se olvidó de agregar, “¡Siempre y cuando no me desafíen, al menos!”

Sí, de esa manera. Los rumores de ese incidente se extendieron rápidamente, ya que los rumores eran propensos a hacerlo, y en medio día todos en la ciudad habían oído hablar de eso.

Por supuesto, habían sido exagerados bastante. Al final del día, aparentemente yo estaba furioso porque la gente de Thuvan tuvo el descaro de encadenar a uno de mis mensajeros y yo estaba buscando asesinar a cada uno de ellos. Aunque en este caso, era mejor no aclarar las cosas.

En la confusión que siguió a raíz de la ocupación, saqué a hurtadillas a Yuhit de la plaza y lo llevé a la mansión del virrey.

Mientras me instalaba en la habitación de la que me había apropiado, Firnir asomó la cabeza y preguntó, “¿Qué vas a hacer con ese viejo?”

“Desde que lo hice un mensajero del ejército demoníaco, tengo la obligación de protegerlo.”

“¿En serio?”

No, en realidad. Era normal tratar a tus mensajeros como peones desechables en este mundo. Incidentes como en el que Thuvan había matado al mensajero desarmado de Firnir eran algo común. Ser un mensajero del ejército era una profesión peligrosa.

Los sirvientes del virrey habían limpiado y vendado las heridas de Yuhit, pero estaba tan demacrado que no tenía fuerzas para levantarse de la cama. Probablemente no ayudó que tuviera fiebre debido a los cortes infectados. La solución más simple sería dejarlo morir. Sin embargo, poseía el poder para salvarlo. Debería al menos intentar curarlo.

No era muy hábil en la magia de curación, pero tenía el conocimiento científico para saber cómo desinfectar las heridas, lo que me dio una ventaja.

Dado que su infección era probablemente bacteriana, la magia de desintoxicación, que tenía propiedades desinfectantes, funcionaría bien aquí.

Además, podría reforzar su sistema inmunológico usando magia fortalecedora. Después de eso, solo tenía que darle un suministro constante de mana y fluidos y esperar que se recuperara por completo. Sin embargo, si eso funcionaría o no, era cosa de su dios. Kurtz vino conmigo para ver cómo trataba al viejo.

“Eres un hombre amable, sir Veight”, murmuró.

“Es mi culpa que haya sufrido. Siento que le debo a él el salvarlo esta vez.”

“¿No te preocupa que pueda traicionarte de nuevo después de que se haya recuperado?”

“Si lo hace, lo mataré yo mismo esta vez.”

Afortunadamente, pareció que mi magia curativa funcionó. Esa noche, su condición se estabilizó. Con el tiempo, sanaría. Cuando fui a verlo, lo encontré despierto y lúcido. Todavía estaba débil, pero tenía suficiente fuerza para hablar.

“Sir Veight… ¿Por qué estás aquí? Espera, ¿significa esto que Thuvan ha caído?”

“Correcto.” Suspiré y continué, “Una vez que hayas sanado, volveremos. Asegúrate de que estés listo para irte.”

Yuhit arqueó las cejas sorprendido. Luchó por sentarse y susurró, “¿Quieres decir…?”

“Eres el obispo de la Orden de Sonnenlicht de Ryunheit, ¿verdad? ¿O preferirías retirarte y pasar los días que te quedan en Thuvan?”