Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 7

Capitulo 60: ¡La Chica con Siete Rostros! 

Parte 2

 

 

Sin embargo, la doncella noble respondió, “¿Oh? ¿Pero no deberías ser capaz de lidiar con unos cuantos bandidos? Si contratamos un escolta, ¿No quedarías ridiculizada como una cobarde?”

¡¡¡De ninguna manera, de ninguna manera!!! respondieron todos dentro de sus corazones.

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La doncella se volvió hacia su sirvienta y dijo, “Además, Pauline, sé que has estado entrenando en el patio con los trapeadores y escobas durante tus descansos y los días de descanso. Era ‘Arte de Asesinato Estilo Sirvienta’, o como lo llames…”

¡¡¡De ninguna manera, de ninguna manera, de ninguna manera, de ninguna manera!!!

A lo que la chica se refería era probablemente a algún tipo de calistenia o juego. Internamente, los cazadores y los empleados rechazaron de inmediato la lógica de la joven doncella, aunque no podían expresar sus objeciones en voz alta. Por alguna razón, la sirvienta parecía bastante orgullosa de sí misma.

“¡¿De qué están hablando todas?!” preguntó la pelirroja de repente. “¡El señor de la casa me puso a cargo de este equipo, así que yo soy quien toma las decisiones sobre nuestro viaje!”

No había forma de que una chica de no más de doce años hubiera sido puesta a cargo en lugar de la espadachina de diecisiete o dieciocho años o la sirvienta de quince o dieciséis años.





La chica tenía que ser mucho mayor de lo que aparentaba pensaron los cazadores—tal vez era una elfo o una enana, probablemente.

La tabla que tenía de pecho lo confirmaba. En realidad, como no era baja y rechoncha como los enanos, era mucho más probable que fuera una elfo, o al menos alguien con sangre élfica.

En cualquier caso, parecía que la doncella noble había contratado a alguien con sentido común como su guía para esta expedición. Por lo que, todos pensaron, que se podría esperar que ella tuviera la sensatez de contratar un escolta también. Sin embargo…

“¡Como si fuera a desperdiciar nuestro dinero en un escolta! ¡Puedo conservar un tercio del dinero que ahorremos, y no lo vamos a tirar en algo así!”

¡¿¡¿Quéeeeeeeeeeeeeeeeee?!?!

Su líder valoraba sus propias ganancias sobre la seguridad del grupo—¡en una situación en la que su propia vida podría estar en juego! Los cazadores de todo el Gremio quedaron estupefactos.

“En fin. No parece que haya demasiada información buena aquí. Vayámonos…¡Oh!”

En medio de sacar al grupo, la pelirroja parecía haber tenido un cambio repentino de opinión.

“Nos estamos quedando sin dinero. ¡Milady, venga acá!”

Aunque se dirigió a la joven noble con un honorífico, no había un indicio de respeto en el tono de la pelirroja. Era claro ver dónde estaba el verdadero poder en este equipo…

El grupo de chicas se dirigió al mostrador de intercambio. “¡Sáquelo!” ordenó la pelirroja a la doncella.

Honestamente, cada vez era menos claro cuál de ellas era la señora y cuál la sirvienta.

“¡Ah, ah-ahorita!”

Sin embargo, la noble doncella cumplió sin quejarse, como si las cosas siempre fueran así entre ellas.

“¡Venga, orcos! ¡salid!”

¡Boom! 

De repente, los cuerpos de dos orcos aparecieron ante ella.

“¡¿¡¿¡¿Quéeeeeeeeeeeeee?!?!?” resonó un grito en todo el salón.

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“Ti-tiene magia de almacenamiento…. y de una gran capacidad…” gritó uno de los cazadores.

De hecho, el simple hecho de que esta chica pudiera almacenar no solo un orco, sino dos, la colocaba en los escalones superiores de los usuarios de magia de almacenamiento, un grupo bastante escaso para empezar.

Incluso si fuera una chica impotente, completamente inútil en lo demás, el hecho de que pudiera rivalizar con la capacidad de carga de una carreta cargada por sí misma compensaba cualquier otro defecto.

Incluso para un mercader o noble, los usos para esa chica eran infinitos: podía esconder documentos confidenciales o carga cuando de repente los inspectores de impuestos lo atacaran, podía contrabandear productos ilícitos…

Una vez más, todos llegaron a la misma conclusión:

El ganso de los huevos de oro…

“¿Es también posible que los no-cazadores puedan vender esto acá?”

Tergiversarse ante un empleado del Gremio era un delito castigable. Sin embargo, Reina no mentía—simplemente había hecho una pregunta, sin nunca dar a entender que ella no era una cazadora.

“S-sí, no hay problema.”

Normalmente, el encargado del mostrador de cambio era un viejo rudo, y esta rama del Gremio no era la excepción.

Si una mujer era puesta a cargo del mostrador de cambio, como en las demás ramas, comenzaría a conseguir idiotas que entraran tratando de intimidarla con un tipo de cambio más alto.

Por lo tanto, el trabajo generalmente se confiaba a un viejo tipo de aspecto rudo que se ha retirado de la caza por edad o lesiones.

Aun así, sin importar su edad o salud, tales hombres no tendrían problemas para poner un bravucón en su sitio con un poco de violencia—de hecho, este era un requisito previo para el puesto. Ningún cazador jamás se atrevería a oponerse o faltarle el respeto al jefe de intercambio.

Además, los cazadores nunca sabrían cuándo podrían ser víctimas de lesiones, y algún día, todos envejecerían. Incluso los rufianes más rudos harían su mejor acto de hablar dulcemente ante los empleados influyentes del Gremio, que algún día podrían ocuparse de ser su propio reemplazo.

Dicho eso…

“Oye, viejo, ¿cuánto puedes darnos por…? ¡Ngah!”

“Disculpe, ¿podríamos pedirle que evalúe esto?”

Incluso si era simplemente un acto, Mavis no podía soportar que Reina fuera tan grosera con el hombre y apresuradamente le tapó la boca con la mano.

“Oh, agradable señor, nos dará un buen precio por estos, ¿no?” Los halagos de Pauline eran descarados, pero si fuera por engordar su bolsillo, le daría una sonrisa falsa en un instante. Sin embargo…

“P-por favor, ¡señor!” dijo Mile, intentando guiñar un ojo, aunque como no estaba acostumbrada a tal gesto, terminó cerrando los dos ojos. De hecho, había hecho exactamente lo mismo al intentar su magia de relámpagos ‘Guiño  del Ángel’.

“No hay necesidad de exagerar,” dijo el viejo, haciendo una mueca. “Sin embargo, eres realmente asombrosa. Nunca antes había visto a alguien que pudiera almacenar tanto. Además, parece que les arrancaron la cabeza a estos orcos con un corte limpio, sin otros daños…”

“Ah, bueno, los compramos a bajo precio de un cazador que estaba en apuros. Había matado a tres de ellos, pero no podía llevarlos a todos,” explicó Mile rápidamente.

La mayor parte del precio que se obtenía de un orco provenía de la dificultad de transportarlo desde los terrenos de caza a la ciudad.

Ese hecho solo hizo que su argumento fuera persuasivo, y casi ridículo. La mayor parte de los cazadores que escucharon esto comenzaron a perderse en fantasías salvajes, imaginando cuáles serían sus propias ganancias si pudieran tener en sus manos a alguien como Mile.

Por supuesto, sería una cosa si ella fuera una cazadora novata, pero incluso siendo noble de bajo rango, seguía siendo una noble, por lo que las posibilidades de que ocurriera algo así eran más o menos imposibles. Aun así, era divertido disfrutar de las fantasías.

“Muy bien,” dijo el viejo, “el valor llega a esto. ¿Les parece bien a ustedes?”

Seguramente, las monedas que el viejo arrojó sobre el mostrador eran el pago estándar para dos orcos en buenas condiciones. Reina asintió y Mile puso sus manos sobre las monedas para guardarlas. Obviamente, tal gesto no era realmente necesario, pero ciertamente parecía atractivo. Había muchos presentes que nunca habían visto la magia de almacenamiento utilizada en persona, por lo que pensó que era agradable darles un poco de espectáculo.

“Entonces, vamos a buscar una posada,” dijo Reina. “Mañana a la segunda campanada partiremos hacia el pueblo de Caldile.”

“Mu…. ¡Sí, señora!”

Las tres comenzaron su habitual bullicio para asentir, pero se corrigieron rápidamente a una forma de hablar más adecuada.

Acababan de anunciar alto y claro sus planes a todos, las cuatro dejaron el lugar en busca de una posada. Una vez que se habían retirado, un silencio cayó sobre el lugar. Entre las figuras calladas estaban aquellos que estaban desconcertados, aquellos que estaban inquietos… y aquellos que estaban muy preocupados.

“Entonces, ¿crees que eso funcionó?” preguntó Reina después. “Hm, me pregunto si exageramos un poco,” dijo Mavis.

“En realidad, creo que eso fue lo adecuado para ‘la hija idiota de un noble y su equipo’, ¿verdad? preguntó Pauline.

“¿Y a quién llamas una ‘hija idiota’?” dijo Mile enfurecida.

Las cuatro hablaron entre ellas mientras caminaban casualmente por la calle. “También es importante que elijamos la posada correcta,” dijo Reina. “Tienes razón,” respondió Mile.

Naturalmente, el Gremio no era el único lugar donde necesitaban filtrar información a propósito. Si alguien iba a por los viajeros, entonces los lugares que frecuentaban los viajeros, como posadas y restaurantes, serían los lugares más propensos de espionaje.

El nivel de peligro variaba poco por posada. No importa cuán clase alta sea el establecimiento, era imposible examinar a cada empleado y sus relaciones externas.

Entonces, ¿por qué las chicas se desvían para elegir una posada mediana al costado de una calle?

“Por favor, intenta elegir el lugar más barato posible,” imploró Pauline. De hecho, no era más que una cuestión de gastos.

“Me gustaría si pudiéramos encontrar otra con una chica gata…”

“¡Cierra el pico! Si comienzas a arrastrarte por alguna otra chica bestia, ¡le diré a Faleel! Le diré que tienes un gusto indiscriminado, y que mientras haya una chica bestia, cualquier posada es lo suficientemente buena para ti,” dijo Reina amenazando.

“¡Oh! ¡No te atreverías!” dijo Mile entrando en pánico.

El comportamiento infantil y codicioso que Mile mostró el día del rescate de Faleel de los secuestradores había comenzado a sembrar dudas en el corazón de la niña, pero cuando su madre y padre le explicaron a Faleel luego que Mile había sido indispensable en su rescate, la niña finalmente comenzó a entender.

Cuando, gracias a una explicación de Reina y los demás, Faleel se dio cuenta del gran papel que Mile había jugado, por lo que la abrazó con más fuerza.

Mile, suponiendo que la única razón por la que Faleel se había aferrado tanto a las Sirvientas de la Diosa era porque estaba contenta de verlas nuevamente después de tanto tiempo, comenzó a pasar más y más tiempo en compañía de Faleel.


Al engatusar a su padre, que no era un hombre de gran voluntad, al recordarle su papel en el rescate de su hija, se encontraba cada vez más con Faleel—la cosita más destacada de la joven vida de Mile.

Era como si intentara obligarse a olvidar que pronto se separarían. Por lo tanto, no podía soportar la idea de que Faleel pensara mal de ella de ninguna manera.

Además, no era como si un pequeño pueblo rural tuviera una posada con una chica de orejas de bestia, en primer lugar.

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Toda la pelea se fue de repente, Mile se puso de mal humor, dejando la elección de la posada por completo a las otras tres.

“Supongo que este es el lugar,” dijo Reina, mientras se encontraban ante su posada elegida.

Para empezar, no había muchas posadas en el pueblo, así que no es que hayan tenido muchas para elegir. Además, el confort no era su prioridad en esta ocasión.

Se hospedarían por una noche nada más, por lo que eligiendo el lugar más cuestionable que pudieran hallar era la mejor opción para el trabajo en que estaban.

“Sí, esta debería servir para la carnada,” asintió Mavis.

“Parece barata y bastante sospechosa… Perfecta,” dijo Pauline.

“Realmente no importa de todos modos,” dijo Mile. “¡Suficientemente buena!” La decisión era unánime.

‘Sospechosa’ probablemente había sido un poco exagerado. Sí, el lugar estaba un poco sucio, pero no había delincuentes entrando y saliendo del vestíbulo. Nada más que el lugar era algo tosco en comparación con las opciones habituales de alojamiento del Pacto Carmesí, que eran posadas limpias, que parecían seguras para un grupo de chicas jóvenes y eran acogedoras, incluso si eran un poco caras. Esta posada era el tipo de lugar en el que cualquier grupo normal de viajeros se alojaría a bajo precio, por lo que realmente no había ningún problema con esta.

“¡Bienvenidas! ¿Pasarán solo la noche?”

En el mostrador estaba sentado un precioso niño de unos siete u ocho años. Los ojos de Mile brillaron, y ella se sintió inmediatamente atraída por él.


En su vida anterior, Mile siempre había querido un hermanito. También quería un hermano mayor, pero eso era una imposibilidad física. Bueno, técnicamente, si sus padres se hubieran separado, y uno de ellos se hubiera vuelto a casar con alguien que ya tenía hijos, entonces tal vez haya tenido una oportunidad, pero no había forma de que una pareja tan enamorada como esos dos se separaran alguna vez, y claramente nunca se los pediría, “Oigan, ¿podrían divorciarse para que yo pueda tener un hermano mayor?”

Por lo tanto, se había conformado con desear un hermano menor, pero cuando entró a la secundaria, también había renunciado a ese sueño.

De hecho, la verdadera debilidad de Mile no eran las niñas lindas sino los niños lindos. Al ver lo rápido que se animó, las otras tres miraron con cansancio…

“¡Joder, Mile!”

Cuando entraron a su habitación después, los comentarios exasperados comenzaron de inmediato.

“¡No puedes estar tan loca! ¡¿Acaso no tienes vergüenza?!”

“¡¿Qué pensará la gente de nosotras por estar contigo?!”

“Te das cuenta de que, con un niño tan joven, sería un crimen…” Incluso Pauline y Mavis entraron al ataque esta vez.

“¡¡¡Se equivocan!!! Me encanta acariciar a los niños pequeños…”

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“Yo… no puedo creerlo… Mile, realmente eres—”

“¡Una pervertida!”

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“Una pervertida…”

“¡¡¡Se equivocaaaaaaannnn!!!”

“Entonces, ¿cuánto tardarás en irte?” preguntó Reina. “¿A dónde?” Mile no entendió la indirecta de Reina.

“¡Joder! ¡Date prisa y ve a traer a ese niño aquí!” exigió la maga con impaciencia.

Mile miró a Mavis y Pauline para ver dos caras esperanzadoras más que la miraban.

“De veritas, ¡¿¡¿qué rayos les pasa a ustedeeeeeesssss?!?!”

De hecho, incluso más que Mile, Reina, que era hija única; Pauline, que sentía nostalgia por los días en que su hermano era pequeño; y Mavis, que era la más joven de su línea, estaban muertas de hambre por el afecto de un hermano menor impresionable.

“¿Y todas ustedes pensaron que tenían derecho a criticarme?”

Por supuesto, ni siquiera Mile tenía el coraje de llevar a un niño a su habitación. Fuera una cosa si era una niña, pero que cuatro chicas entraran a un niño a su habitación era malo, sin importar cómo lo viéramos…

En la cena, las cuatro continuaron hablando en voz alta sobre sus planes para lo siguiente día.

“Entonces, mañana a la segunda campanada de la mañana. Nos dirigiremos derechito a Caldile y reevaluaremos nuestro horario una vez lleguemos.”

La voz de Reina se transmitió fácilmente, por lo que los otros huéspedes y empleados de la posada escucharon claramente. Al transmitir su hora de salida y su destino de manera tan concisa, se convirtieron en presa fácil de cualquier bandido espía. Hacía que emboscarlas fuera más eficiente, lo que significaba menos tiempo perdido. Se servían en bandeja de plata a los bandidos.

Después de volver a su habitación, Mile se lanzó a su cama abrazando su almohada, ignorando las miradas persistentes que venían de las demás, quienes imploraban en silencio, ‘¿Estás segura de que no irás a buscarlo?’ El resto del grupo, sin el coraje de hacer algo al respecto, abandonaron la aventura y también se metieron a la cama.

Tenían que prepararse para otro viaje de cuatro días, después de todo, y esta vez llevaban su propio equipo, por lo que el descanso era aún más necesario. Y así, los sonidos de los ronquidos pacíficos llegaron rápidamente después de eso.

***

 

 

“¡Vale, es hora de partir!”

“¡¡¡Muy bien!!!”

Aparentemente, Pacto Carmesí ya había renunciado a todo el asunto de ‘Sí, señora’. Cuando los niños fingían hablar como cazadores, los adultos solían seguirles la corriente. Pensando que su comportamiento sería interpretado de esta manera, los miembros del Pacto Carmesí optaron por seguir con su respuesta habitual en lugar de un giro de frase más familiar y poco conocido.

“Caminemos a un ritmo normal hoy,” sugirió Reina, ganándose la atención de las otras tres.

Esta vez, no se sabía cuándo podrían ser atacadas por asaltantes ocultos, por lo que a excepción de Mile, que interpretaba el papel de la joven noble, todas estaban equipadas con sus báculos y espadas.

Además de algunas pequeñas cantimploras, el resto de su equipo estaba guardado en el almacenamiento de Mile. Ahora que habían revelado su habilidad públicamente, sería más extraño que no la estén utilizando.

Por lo tanto, podrían moverse con mayor facilidad que los cazadores normales. Sin embargo, eso podría suponer un obstáculo en los planes de cualquier atacante. Tenían que proceder al ritmo de cualquier grupo normal de mujeres, y no como cazadoras con una niña a cuestas, tal como lo esperarían los atacantes.

Por supuesto, también existía la posibilidad de que, en lugar de ser emboscadas, fueran perseguidas. Todo sería discutible si dejaran a sus perseguidores comiendo polvo.

“Deberíamos encontrarlos pronto,” dijo Reina, mientras el sol tarde comenzaba a caer.

Las únicas personas que fueron atacadas al salir de Zarbef fueron viajeros, y no gente del pueblo. Esto implicaba que los bandidos estaban al acecho dentro de Zarbef, o al menos, que tenían informantes que vivían en el pueblo. Para que puedan transmitir información de un lado a otro rápidamente, su fortaleza no podría estar tan lejos—particularmente si no fueran residentes de la ciudad.

Además, las bajas ocurridas hasta ahora habían sucedido en lugares a uno o dos días a pie de la ciudad. Si atacaban demasiado cerca de la ciudad, sería fácil atrapar a los bandidos, por lo que esa distancia en particular también se había tenido en cuenta.

Bueno, hablando del diablo. Seguramente, no mucho después de que Reina hablara, cinco hombres aparecieron delante de ellas desde detrás de una formación rocosa al costado de la calle. Todos parecían tener entre treinta y cuarenta años, con un cabello y prendas de vestir decentes.

“Dudo que hayan establecido una tienda allí mismo. Probablemente van y vienen del pueblo.”

“Así parece…”

Probablemente era justo como Reina y Pauline dijeron. Si vivieran tan lejos, su cabello, barbas y ropa estarían más como de ‘bandidos’. No parecía que hubiera un lugar donde los hombres pudieran lavarse por aquí, después de todo.

“También hay tres detrás de nosotras,” anunció Mavis. “Práctica estándar.”

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De hecho, otro trío apareció repentinamente por la retaguardia, acercándose con sonrisas malvadas en sus rostros.

“¡Alto ahí!” declaró Mavis a los hombres. “¡Si se acercan más, serán considerados como bandoleros y yo, como guardia de esta hija de una familia noble, me encargaré de ustedes en consecuencia! En caso de que sea así, no me hago responsable si resultan heridos o muertos. ¡Y, si sobreviven, serán arrestados y llevados a las autoridades, donde serán entregados a la guardia de la ciudad como delincuentes a través del Gremio de Cazadores!”

Naturalmente, tal amenaza no era suficiente para convencer a los bandidos de que se retiraran. Esto no era más que un procedimiento estándar para crear una situación en la que Mavis pudiera luchar contra ellos sin contenerse.

De esta manera, los hombres no pudieran retroceder después y decir que fue un ‘malentendido’ o que sus intenciones habían sido mal interpretadas.

“He he he,” uno de ellos se rio entre dientes, “será mejor que te relajes, jovenzuela. Somos ocho y, por lo que parece, solo una de ustedes dará un poco de pelea. Puedes pelear contra todos nosotros, pero saldrás herida.”

“Muy bien,” respondió ella, “¡lo tomaré como una confesión de que son bandidos, con la intención de hacer daño y como una amenaza oficial! ¡Que comience la batalla de la autodefensa justificable!”

“¿Qué?”

De repente, el jefe de los bandidos estaba bastante perplejo. No temblaba para nada, sino que la joven estaba balbuceando todo tipo de frases de las que nunca había oído hablar, toda fresca y serena.

Pacto Carmesí se movió rápidamente a su formación. Contra los cinco bandidos en el frente estaban Mile y Pauline. Contra los tres de atrás estaban Mavis y Reina. Pauline y Reina estaban de espaldas una contra la otra.

“¿Oh? No sé a qué juegan, pero dime, ¿qué exactamente hará una señorita desarmada como vos contra nosotros?” preguntó el líder con una sonrisa burlona.

“¿Hm?” dijo Mile. “¿Desarmada? ¿De qué estás hablando?”

“¿¿¿Eh???”

Los bandidos en frente echaron otro vistazo. Efectivamente, esta  doncella noble, que había estado con las manos vacías hasta hace unos momentos, ahora sostenía una espada en su mano derecha.

“Cu-cu-cuándo…. ¡Cierto! ¡Magia de almacenamiento!”

Eso lo confirmó: estaban aliados con alguien del Gremio.

No habían tenido la oportunidad de hablar sobre la magia de almacenamiento de Mile en la posada, y claramente no habría sido natural hacer todo lo posible para mencionarlo.

Hubiera sido increíblemente apresurado por parte de los bandidos llegar a la conclusión de que una señorita noble tendría magia de almacenamiento, algo muy raro. Por lo general, pensaríamos, ‘¡Debe haber estado escondiendo esa espada en alguna parte!’ o algo por el estilo.

“¡Eh! ¡Si las niñatas como vos comienzan a jugar con espadas, lo único que harán será lastimarse!”

Las palabras del líder se dirigieron a Mile, que estaba frente a él, pero detrás de ella, Mavis, que estaba frente al grupo trasero, se estremeció de repente.

“Las niñatas como vos pueden practicar con una espada todo lo que quieran—

¡no significa nada! ¿Por qué molestarse? ¡Si te quedaras en casa jugando a la princesa como deberían hacerlo las niñas buenas, no terminarías en situaciones como esta! ¡Gyah, ha!”

¡Crack!

“¿Qué dijiste? ¿Qué acabas de decir, bastardo de mierda…?” se escuchó una voz baja.

“¡Se cabreó!” dijeron las otras tres.

En efecto, Mavis se había enojado de verdad. “Heheh. Eheheh. Eheheheheheheh…”

“¡Oh, Santo cielo!”

Mavis se estaba riendo. Las otras tres comenzaron a temblar. Era Mavis, la misma que siempre era cortés y amable, considerada en no fallar. Su voluntad era tan fuerte que nadie podía imaginar lo que posiblemente podría hacer.

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Pero, por supuesto, Mavis se enojaba a veces, como cualquier otra persona. Y lo que la enfurecía más era un insulto personal, como un ataque contra su familia, su honor, o su búsqueda incansable de sus propios sueños.

Ka-chk.

Reina y Pauline no podían verlo, pero Mile, con su dinámico campo de visión, notó que Mavis giraba la empuñadura de su espada en la mano.

¿Qué está haciendo?

La maniobra completamente sin sentido dejó a Mile perpleja.

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