Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 7

Capitulo 60: ¡La Chica con Siete Rostros! 

Parte 3

 

 

Y entonces, Mavis gritó, “¡No te preocupes! ¡Solo te golpearé con la parte posterior de la espada!”

“¡Morirán!” gritó Mile asustada. “¡Mavis, los matará!”

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Una espada de estilo japonés era una cosa, pero girar una espada de estilo occidental, con un filo a ambos lados, no tenía sentido.

Aparentemente, incluso en su bruma de ira, Mavis todavía esperaba terminar la batalla sin una fatalidad. Había recordado una técnica mencionada a menudo en los cuentos populares japoneses de Mile—el golpe de la hoja inversa, que podría usarse para hacer caer a un enemigo sin matarlo.

Sin embargo, lo que había olvidado era que la katana utilizada en estas historias y la hoja de doble filo en sus propias manos no eran lo mismo.

Dicho esto, incluso una katana de un solo filo, utilizada en reversa, seguía siendo de metal, y ser golpeado con fuerza con un instrumento de este tipo podría provocar huesos rotos, lesiones internas y, si no se tenía cuidado, la muerte…

“¡Reina!” gritó Mile. “¡Por favor salva a esos bandidos!”

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“¡¿¡¿Qué diablos?!?!”

Reina se sorprendió por esta escandalosa instrucción, pero en realidad, ya había comprendido la situación. Estaba dispuesta a matar sin dudar si tenía que hacerlo, pero incluso ella sabía que una situación como esta, donde tenían mucho margen de maniobra, no era el momento para eso.


“Ugh, supongo que es lo mejor…” dijo quejándose, rápidamente y en silencio comenzó su encanto.

Los tres bandidos de la retaguardia, sin escuchar el encantamiento de Reina, y pensando en la conversación de Mavis y Mile simplemente como la de un par de señoritas fantasiosas, no les hicieron caso, hasta que…

“¡Firebomb!”

¡Ka-boom!

Cuando el hechizo de Reina se disparó, los tres hombres fueron lanzados hacia atrás. Ella había apuntado deliberadamente lejos de ellos, por lo que, si bien podrían terminar un poco chamuscados y un poco mallugados, no habría muertes.

Al ver que Mavis estaba disgustada por tales palabras, Reina asintió para sí misma. “Protegerlos atacándolos… Esto debe ser lo que Mile quiso decir cuando dijo una vez que ‘la mejor defensa es una ofensiva fuerte’…”

…No, Reina, ese no es el significado de esa frase. “¿Qu-qu-qué…?”

Los hombres habían supuesto que, aparte de la espadachina, las demás eran chicas completamente normales, pero repentinamente se había vuelto una batalla contra una maga—una bastante hábil.

El jefe se sintió aterrorizado al darse cuenta que tres de sus hombres fueron mandados a volar en un instante, pero cuando volvió sus ojos inquietos hacia la maga, vio que no miraba en su dirección, sino que caminaba lentamente hacia los tres que acababa de atacar.

Tal vez iba acabar con ellos, para no recibir un golpe al estar descuidada.

En cualquier caso, esto le daba la oportunidad perfecta para capturar a las otras tres mientras le daba la espalda y usarlas como rehenes. Si pudieran atraparlas a todas…

Había una doncella noble que podía usar magia de almacenamiento y una usuaria de magia de combate—y ambas eran jóvenes y guapas. Incluso la sirvienta bien dotada y la espadachina serían vendidas a un precio justo en el mercado negro.

Los hombres del frente se enfrentaron a la noble, la doncella y la espadachina, que ahora se habían vuelto hacia ellos. De las tres, dos parecían ser completamente aficionadas en combate. Estaban por enfrentarse contra rufianes. Capturar a las chicas sería como quitarle un dulce a un bebé. Primero, había que derribar a la espadachín…

¡Smack! ¡Clatter!

Después de ese sonido, ahora la espada se encontraba en el suelo… la espada del bandido.

“¿Eh…?”

Miró al suelo, atónito, luego a sus manos vacías, de pronto huyó abruptamente hacia la retaguardia.

“¡Cogedlas!”

Había cerrado la brecha y derribado su espada sin poder reaccionar—¡esta mujer es peligrosa! El líder repentinamente valoró más su seguridad que la posibilidad de capturar a Mavis. Después de todo, aún quedaban tres chicas más, y la espadachina probablemente iría a por un grupo pequeño, por lo que serían un daño colateral.

Por orden del líder, dos de los cuatro restantes fueron a por Mavis, mientras que los otros dos fueron a por Mile y Pauline, respectivamente. Incluso si Mavis era una espadachina, seguía siendo una mujer joven.

Dos deberían ser más que suficientes para mantenerla bajo control. Y, mientras ella estuviera ocupada, todo lo que tendrían que hacer era presionar sus espadas a la noble que la empleaba a ella y a la sirvienta, y la lucha terminaría, todo antes de que la maga pudiera volver.

¡Smack! ¡Smack! ¡Thwump! ¡Thwump!

De hecho, la pelea terminó en un instante. Mavis golpeó a cada uno de los dos hombres con la punta de su espada, en lo que quizás podría llamarse un estilo de ‘golpe lateral’, derribándoles por completo. Aparentemente, se había calmado un poco desde su estallido de ira inicial, por lo que Mile dio un paso atrás y la dejó. Mavis, en su sano juicio, nunca mataría a nadie sin sentido.

Sin embargo, en ese mismo momento, los otros dos restantes seguían atacando a ‘la noble y a la sirvienta’.

Eres mía, pensó el líder, cuando de repente, la cabeza del que estaba frente a la sirvienta se prendió fuego de repente.

“¡¡¡Gaaaaaaaaah!!!!!!”

El hombre gritó, dejando caer su espada y retorciéndose, con sus manos agarrando su cabeza. El otro hombre, sin embargo, había agarrado a la noble por la cintura, y ahora tenía una espada en la garganta.

¡Muy bien, es todo!

El líder se sorprendió un poco al ver que, algo improbable, la sirvienta también era una maga, pero no todas eran capaces de usar suficiente magia. Ahora que tenían a la doncella noble como rehén, no representaba mucho peligro.

Con una sonrisa de satisfacción en su rostro, el líder comenzó a emitir un decreto de rendición a las chicas.

“¡Muy bien, bastardas! Si quieren ver a su preciosa y pequeña señorita salir con vida de esto, entonces…”

Justo en ese momento, la doncella capturada agarró la hoja de su garganta con el pulgar y el índice de su mano izquierda y la dobló casualmente. Crack. La cuchilla se rompió con un suave estallido, a unas pocas pulgadas del atacante.

“¡¿Eh?!”

El bandido se movió apresuradamente para sacar su daga de respaldo, pero Mile apretó con fuerza la muñeca de su mano derecha.

“¡Owwwwwwww! ¡Para! ¡Suéltame! ¡¡La vas a rompeerrrrr!!”

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Después de mover el brazo que la envolvía lejos de su cuerpo, casualmente le dio un golpe en el estómago y el hombre cayó al suelo, incapaz de respirar.

Mientras tanto, la maga había estado ocupada golpeando a los otros tres con su báculo, incapacitándolos con poder físico en lugar de magia. Luego, comenzó a caminar hacia del jefe.

La sirvienta tenía una sonrisa amplia y peligrosa en su rostro.

La noble doncella sostenía su espada en su mano derecha, el pulgar y el índice de su mano izquierda se abrían y cerraban como una garra de cangrejo.

Y la espadachina de cabello dorado, que aún parecía insatisfecha,  giró  su espada con una mano.

“¡Me rindo! ¡¡Me rindooooooooooo!!” gritó el líder. “Aw…” las cuatro chicas suspiraron.

“¡¿¡¿Po-por qué suenan tan decepcionadaaaaaassssss?!?!”

***

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“Entonces, ¿Dices que esta es la segunda vez que atacan a alguien?”

“¡S-sí! ¡Lo juro por la diosa!”

No había dioses o diosas en este mundo, en realidad, pero su influencia se mantenía fuerte en las mentes de las personas que no sabían esto.

En consecuencia, la mayoría de los soldados, cazadores, bandidos y cualquier otra persona cuyas vidas dependían de los caprichos de la diosa de la fortuna—en contraste directo con su discurso y modales—eran realmente devotos.

Por lo menos, rezarle a lo divino les daba tranquilidad de forma gratuita, por lo que no había ningún daño en su creencia—ni siquiera necesitarían donar a ninguna iglesia.


“¿Qué piensan?” preguntó Mavis.

“Hmm,” pensó Reina. “Todas sus víctimas anteriores fueron asesinadas o vendidas en otros lugares, por lo que no tenemos forma de confirmarlo. Pero, bueno, un bandido es un bandido, y de todos modos serán enviados a las minas. Entonces, ¿por qué no decimos que fueron estos tipos?”

“¡Aguarda! ¡¡Aguardaaaaaaaa!!” El líder interrumpió frenéticamente su intercambio.

El castigo mencionado no era, ‘todos iguales’.

Si un hombre había sido un bandido durante toda su vida, entonces probablemente había cometido el acto unas treinta veces en su vida antes de la sentencia.

Como resultado, probablemente sería sentenciado a trabajos forzados, en los entornos más severos posibles, por el resto de su vida. Por supuesto, para bien o para mal, esa vida no sería muy larga…

Sin embargo, si había cometido el acto solo una vez antes, y las víctimas no fueron asesinadas, sino que fueron vendidas, seguían vivas y eran capaces de ser rescatadas—y si el hombre pudiera filtrar información sobre el tráfico ilícito de esclavos, entonces sería asignado a trabajos con menos dificultades con un término potencial de solo treinta o cuarenta años.

“¡Es verdad! Últimamente ha habido tantos ataques de bandidos que pensamos que, si lo hiciéramos una o dos veces, ¡todo sería culpa de esos tipos! ¡Pero no puedes poner todos los crímenes de esos bastardos sobre nuestras espaldas! ¡Se los suplico!”

Mavis estaba desconcertada ante la excusa del hombre. “No puedo evitar preguntarme si los otros tipos estarían pensando lo mismo…”

“¡No, pero en serio! ¡Tenemos una coartada! ¡La mayoría de los otros ataques ocurrieron mientras estábamos trabajando o bebiendo en la taberna! Incluso si nos entregan, será obvio que todavía hay muchos otros bandidos por ahí. Además, incluso después de ser capturados, los ataques no se detendrán, ¡así que la gente se dará cuenta muy rápido!”

“Ya-ya veo. Supongo que tienes razón…”

Ahora no tenían más remedio que aceptar su explicación. Si tuvieran que terminar el trabajo aquí, y los ataques continuaran después, estarían en un aprieto.

Por supuesto, podrían decir con sinceridad que habían capturado a algunos bandidos, por lo que el trabajo se consideraría completado, pero ese no era un resultado con el que las chicas del Pacto Carmesí pudieran estar satisfechas.

“¡Continuemos!” dijo Mile, asintiendo.

***

 

 

“Creo que esto debería ser suficiente,” declaró Mile.

Las otros tres retrocedieron ligeramente, pero asintieron.

Ante ellas estaban ocho bandidos enterrados hasta el cuello en la tierra. Como de costumbre, los habían atado por completo con un hilo de pescar y luego enterrados en el suelo, la tierra los envolvió mágicamente. Luego fueron amordazados y con los ojos vendados, y sus orejas estaban cubiertas.

Afortunadamente, Mile al menos tuvo la previsión de dejarles un poco de espacio alrededor del pecho para que pudieran respirar.

Antes de cubrir sus orejas, Mile les había advertido con firmeza que, si gritaban demasiado fuerte, sus gargantas se secarían y morirían de sed antes de que ellas volvieran a por ellos. Además, si hacían demasiado ruido, las bestias o los monstruos podrían escucharlos y atacarlos.

Además, como ella había colocado un letrero de madera detrás de ellos, etiquetándolos como bandidos, podrían ser asesinados por cualquier viajero que los encontrara…

Y así, advirtió que, era mejor que se mantuvieran callados y que esperaran hasta que Pacto Carmesí regresara.

Todos los hombres asintieron, con sus rostros pálidos; ya que sus bocas estaban cerradas con las mordazas, no pudieron responder verbalmente.

Por si acaso, también había cortado algunas ramas frondosas de los árboles, que colocó sobre sus cabezas, y puso una barrera.

Sus voces y olores estarían aislados, pero el aire aún podría pasar. De hecho, tan pronto como Mile se fuera, la barrera se disiparía, pero al menos le ofreció una momentánea tranquilidad.

“Bueno, entonces, ¿nos vamos, Ojou-sama?”

“De hecho, ¡procedamos!”

“… ¿Todavía haremos eso?”

“Tú eres quien dijo que deberíamos…”

Y así continuó el viaje de la noble doncella y sus sirvientas.

***

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“¡Fin del camino, chicas!”

“¡¡¡Aquí vamos!!!” dijeron al unísono las chicas.

(Como de costumbre, la línea de pensamiento de Mile era completamente insegura, ya que de repente se recordó de un viejo comercial de una marca de chocolate).

Esta vez, cuatro hombres habían aparecido frente a ellas. Miraron hacia atrás, pero no había nadie detrás de ellas.

“¿Otro fracaso?” preguntó Reina. “Así parece…” dijo Mile.

De hecho, parecía otro fracaso. Por todo lo que habían visto, era difícil creer que solo cuatro bandidos pudieran haber sido responsables de todos los ataques que habían sucedido hasta ahora. Era igualmente difícil creer que un grupo más grande no las hubiera rodeado por detrás. En otras palabras…

“Muy bien, muchachitas, ¡entreguen toda la pasta!” dijeron los bandidos, sonriendo.

¿Hm…?

Pacto Carmesí encontró esto peculiar. Normalmente, el procedimiento estándar aquí sería capturar a las chicas y arrastrarlas de regreso a su base y luego robar todas sus posesiones a gusto de los bandidos.

No había forma de que dejaran que un grupo de muchachas preciosas, por las que otros pagarían un buen precio, se escaparan debajo de sus narices, y si tenían la intención de llevárselas, entonces no había razón para hacer algo tan inútil como robarles. Aunque los bandidos no eran los más brillantes del grupo, los hombres que ahora estaban ante ellas parecían ser profesionales, por lo que tenían que saber al menos eso.

Además, todo lo que estaban haciendo ahora era pararse frente a las chicas. No se acercaban y habían dejado una gran brecha. Claramente ocurría algo muy sospechoso.

“Venga,” dijo uno de los hombres, “ríndanse y hagan lo que digamos.”

Sin embargo, no hizo ningún movimiento. Era casi como si… “¿Están atascados?” preguntó Mile en voz baja.

“Joder,” dijo Reina, “¿por qué tu cabeza solo funciona en momentos como estos?”

“Típico de Mile,” dijo Mavis.

“Sería bueno si pudieras hacerlo todo el tiempo,” dijo Pauline. Aparentemente, las tres habían llegado a la misma conclusión que Mile.

El enfrentamiento se había prolongado durante unos diez segundos más, cuando de repente, hubo una voz extraña desde atrás.

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“¡Esperen! ¡Esperen ahí, bandidos!”

Pacto Carmesí se volvió para mirar y vieron a cuatro hombres más que se acercaban rápidamente por detrás de ellos. Estos hombres parecían ser cazadores.

“Parece que tenemos problemas,” dijo Reina.

“Si dejamos que roben nuestra presa, las cosas se complicarán más. ¡Mile, Mavis, manejen esto!”

“¡Vale!” asintieron las dos.

Se precipitaron, derribando a los bandidos en un instante. Naturalmente, golpearon a los hombres con las puntas de sus espadas, tal como lo habían hecho con los bandidos de antes. Si los mataran, no podrían venderlos por una recompensa—y, además, causaría todo otro tipo de problema… Ejem, bueno, lo hicieron porque era algo humano. Probablemente.

“¡Malvados bandidos! Nosotros, los Altísimos Dragones Gemelos, vamos a…

¿Eh?”

Cuando los cazadores finalmente llegaron a la escena, encontraron a cuatro chicas indiferentes de pie y cuatro bandidos retorciéndose en el suelo.

“¿Qué…?”

Debería haber sido obvio lo que sucedió, pero nadie dijo nada, parecía que los cazadores ahora congelados nunca podrían volver a moverse. Por lo que Reina ofreció una explicación a los hombres atónitos.

“Tengo la impresión de que ustedes, caballeros, intentaban salvarnos. Por eso, tienen mi agradecimiento. Sin embargo, este tipo de cosas apenas es notable para nosotras. Estaremos bien, así que, por favor, siéntanse libre de seguir su camino.”





Los cuatro hombres estaban atónitos en silencio, con una expresión de preocupación en sus rostros.

“¡N-no, no podríamos hacer eso! ¡Podrían intentar lanzar un contraataque! ¡Escoltaremos a los bandidos desde aquí!”

“¡¿Estás tratando de robar nuestras presas?!” gritó Pauline. “¿O van a tratar de extorsionarnos con una tarifa de escolta? Acaban de ver que somos más que capaces  de encargarnos de estos hombres, ¡así que no necesitamos su ayuda!

¡Transportaremos a estos hombres y los entregaremos al Gremio!”

No podía perdonar a nadie que intentara aprovecharse de sus ganancias. No había nadie que pudiera doblegar la voluntad de hierro de la aspirante a mercader cuando se trataba de tales asuntos.

“Ngh… B-bueno en ese caso, para eliminar el peligro, ¡deberíamos matar a los bandidos donde están! ¡Vamos!”

Siguiendo las instrucciones del hombre que parecía ser el líder, los cuatro cazadores desenvainaron sus espadas y caminaron hacia los bandidos. Luego fueron a por los hombres aún tirados en el suelo.

¡Ka-clang! ¡Clang, clang!

“¿Eh…?”

Los cuatro hombres estaban sin palabras. Aunque no se podía esperar que ningún cazador normal llegara a tiempo, dos de las chicas desviaron las espadas de los hombres, dejándolos, una vez más asombrados.

“¿Qué demonios creen que están haciendo poniendo una mano sobre nuestra presa de esa manera?” dijo Pauline enfurecida. “¡Si los matan, su precio bajará!

“………”

Como Pauline ya había gritado, las otras tres no tenían nada que agregar, aunque pensaban cuán peculiar era que estos cazadores se apresuraran a atacar la presa de otros.

Esto es sospechoso…

De hecho, era demasiado sospechoso.

Estos cazadores eran matones maliciosos si interferían con la presa de otro cazador sin previo aviso. Si el Gremio se da cuenta de algo así, podría ser una ruina para su reputación—podrían perder sus calificaciones como cazadores o, en el peor de los casos, ser sentenciado a trabajos forzados de varios años además de eso.

Normalmente, el único tipo de personas que se veían impulsadas a tales actos eran viejos al final de su camino, no chicos de unos veinteañeros como este grupo que todavía tenían una larga vida por delante. Esto se sumaba al comportamiento sospechoso de los bandidos de antes…

Reina dio la espalda a los hombres y les dio una rápida mirada a las demás, moviendo solo sus ojos. Era una de las señales que el grupo había establecido previamente. Esto significaba, pueden ser enemigos. Manténgase atentas.

Al ver esto, las otras tres movieron su vista rápidamente hacia abajo tan furtivamente como lo había hecho Reina. Entendido, era su respuesta silenciosa. Era lo suficientemente sutil como para evitar hacer sonar las alarmas en la mente de un enemigo.

“¿Qué están mirando? Dense prisa y lárguense,” dijo Reina, pero los hombres no mostraban signos de movimiento, Mile y Mavis permanecían entre los cazadores y los bandidos caídos. Era una postura natural, ya que los hombres todavía tenían sus espadas desenvainadas en la mano.

Cuando los hombres se dieron cuenta de que los ojos de las dos chicas todavía estaban sobre sus espadas, dudaron brevemente. Entonces uno de ellos guardó su espada y, siguiendo su ejemplo, los otros tres también enfundaron sus armas.

Es en serio, ¿por qué estaban dudando? pensaron las cuatro chicas.

Todos los bandidos fueron derrotados y estaban inconscientes, por lo que no era necesario que estos cazadores estuvieran alertas, con las armas blandidas. Siempre podían desenvainar sus espadas si había alguna señal de que los enemigos recuperaran la conciencia.

No había forma de que alguien pudiera lanzar un ataque inmediato desde una posición propensa en el suelo. Y, sin embargo, allí estaban, con las espadas en mano.

Parece que estaban tratando de decidir si atacarnos…

El tren de pensamiento de Reina no era infundado. Sin embargo, aunque parecía que lo que habían intentado inicialmente no había funcionado, los hombres no parecían preparados para continuar forzando el asunto.

Por supuesto, hacerlo los revelaría como bandidos en lugar de los cazadores que se habían presentado desde que llegaron a la escena.

“D-de todos modos, seguiremos y transportaremos a esos bandidos. Es un largo camino hacia Caldile, y cuatro novatas transportando bandidos nunca llegarían tan lejos…”

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“¿Oh? Aún sigues con eso, ¿no? Muy grosero de su parte… Eran, los Altísimos Dragones Gemelos, ¿no? ¡Si van a seguir amenazando con interferir con nuestra caza, informaremos de esto al Gremio!”

“Er…”

Eso sería bastante inconveniente para estos tipos. Sería una cosa si hubieran participado en la batalla, pero aparecer después e intentar entrometerse… Si fueran cazadores, enfrentarían el castigo por el delito de caza furtiva, pero los civiles serían tratados como simples viejos bandidos.

“Además, ¿por qué demonios llevarían a esos hombres hasta Caldile? Como ya sabrán, está a varios días. No hay nada más que pequeños poblados entre aquí y allá, sin ningún lugar donde entregarlos. ¿No tendría más sentido llevarlos de regreso a Zarbef, que es solo un día de viaje desde aquí?”

“Er…”

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