Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 7

Capitulo 59: El Regreso de Leatoria

Parte 1

 

 

“¡Me engañaron!”

Cierto día, mientras Pacto Carmesí se dirigía al Gremio en busca de trabajo, una pequeña joven se apresuró a ellas, con la cara roja y gritando.

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“Oh, Leatoria-san…”

De hecho, era la hija menor del barón Aura, Leatoria.

“Dijeron que serían mis amigas, ¿por qué no han venido a visitarme? ¡Además, escuché que podía registrarme como cazadora de rango D!”

“¡Oh no! ¡Ya se dio cuenta!”

“¡Me registré como cazadora! Soy la portadora mágica de una maza con púas, una Rango D, ¡Leatoria la Trituradora! ¡Más les vale recordar mi nombre!”

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Watashi Nouryoku Volumen 7 Capitulo 59 Parte 1 Novela Ligera

 

“¡¿¡¿Qué diablos es esooooooo?!?!”

Una maza. Era una barra de seis u ocho lados, originalmente hecha de una madera densa, pero luego cubierta con placas de metal o hecha completamente de metal.

Las versiones totalmente metálicas eran increíblemente pesadas y difíciles de manejar, incluso para un portador extremadamente fuerte, por lo que había límites en cuanto a su longitud o grosor.

Sin embargo, de alguna manera, lo que estaba en las manos de Leatoria estaba hecho completamente de metal, con una longitud y circunferencia que estaba completamente fuera de proporción con las manos de una niña pequeña, y con innumerables protuberancias de aspecto horrible que sobresalían de él.

Inconscientemente, Mile repentinamente comenzó a cantar, cuando recordó el opening de un animé en particular. “Pi-piru, pirupiru…

Detrás de Leatoria estaba Bundine, su cara parecía completamente dolorida, junto con una sirvienta que, por lo visto, era una persona completamente normal, con una armadura de cuero que no le quedaba nada bien y parecía como  si estuviera a punto llorar.

No, bueno, eso fue un poco eufemismo—en realidad estaba llorando. Bajo lo que parecía una armadura de cuero hecha a mano, seguía usando el uniforme de la casa Aura, una diadema con volantes, e incluso sostenía un báculo. Tal vez ella tenía alguna habilidad mágica y, por lo tanto, el barón la había reclutado para acompañar a su hija, como alguien que podría ocuparse de los asuntos diarios de Leatoria y, si se reducía a eso, servir como un escudo humano.

“¡¡¡Eso es terrible!!!” gritó Pacto Carmesí, siendo esto lo único que se les ocurrió.

Si en verdad el barón había ordenado a la criada acompañar a Leatoria, entonces era una clara violación de contrato. Sin embargo, ninguna de ellas podía imaginar al barón haciendo tal cosa, por lo que a lo mejor esta joven se había ofrecido a sí misma—aunque si había sido por voluntad propia o no tuvo otra opción seguía siendo incierto.

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Sin importar que tan buena persona pueda ser, un noble seguía siendo un noble.

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Era muy natural que valorara la vida de su propia hija sobre la de sus empleados.

“Si ese es el caso, ¡¡¡entonces, simplemente debió decírselo a su hija desde el principiooooooo!!!” gritó Reina a todo pulmón. Todos los que escucharon asintieron—incluyendo a Bundine, el mayordomo y a la sirvienta llorona.

“Leatoria-san,” dijo Mavis, con una seria expresión en su rostro, “hay algo que me encantaría preguntarte, ¿Te importa?”

“Claro, ¿Qué será?”

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El silencio cayó en el salón. La voz de Mavis se escuchó alta y clara.

“¿Cómo  fue  que  conseguiste  un  alias  justo  después  de  unirte  al  Gremio?

¡Dímelo, por favor!”

“¡¿¡¿¡¿¡¿Qué clase de pregunta estúpida fue eeessssaaaaaaaaaaaaaaa?!?!?!?!”

***

 

 

Varios minutos después, Leatoria, Bundine, la joven sirvienta, y las chicas del Pacto Carmesí, se encontraban en una esquina del salón del Gremio. Los asientos alrededor de ellos estaban inusualmente llenos, y todos escuchaban atentamente a lo que decían dejando de lado sus propias conversaciones.

“De cualquier forma, si no quieres que esta sirvienta se resienta con Leatoria, te sugiero que la envíes de vuelta a casa,” dijo Reina.

Bundine asintió y dio una señal a la sirvienta con su barbilla. Ella se levantó e inclinó respetuosamente su cabeza a Reina y luego salió del lugar como alma que sigue el diablo. Aparentemente, Bundine pensó que su presencia era innecesaria.

“Entonces, ¿Qué es lo que harás…?”

Esto había llegado más lejos de lo planeado.

“Bueno, es obvio,” dijo Leatoria, “¡voy a volverme parte del Pacto Carmesí y trabajar muy duro para ser una cazadora fuerte!”

“Ah, era de esperar…”

Las cuatro chicas del Pacto Carmesí estaban al borde de su ingenio. Si contamos a Bundine, eso hacía que cinco personas que estaban en esta posición, y si agregamos a todos los de la Casa Aura, serían muchos más.

Y bueno, si consideramos el problema que causaría enviar a la hija menor de un noble directamente a su muerte, el número se amplía para incluir a cada empleado del Gremio, desde el maestro del Gremio hasta los demás trabajadores del Gremio.

Sin embargo, toda la debacle realmente no tenía nada que ver con los cazadores normales. A diferencia de Mile, ninguno de ellos pensaría siquiera en poner una mano sobre la hija de un noble. Si alguno de ellos se atreviera, muchas cabezas rodarían. Y por supuesto, en este mundo, tales expresiones no eran figurativas sino bastante literales.

En realidad, si la hija de un noble se uniera al Pacto Carmesí, sería mucho más difícil para cualquiera abrirse paso con el resto del grupo. Ese era otro aspecto irritante de la situación.

“Pero,” dijo Mile, “somos un grupo de otro país en medio de un viaje de superación personal a través de otras tierras. Bueno, existe la posibilidad de que abandonemos esta ciudad—de hecho, incluso salir este país—muy pronto… Quiero decir, estoy segura de que el barón nunca lo permitirá, ¿verdad?”

Leatoria sonrió satisfactoriamente.

“Mi padre no tiene control sobre mí. ¡Nunca podrá hacerle frente a mi técnica secreta!”

Mile miró reflexivamente a Bundine, quien asintió, con el ceño arrugado y una expresión sombría en su rostro. Por ‘técnica secreta’, seguramente se refería a eso—la sorpresiva arma definitiva, que Mavis había usado en la batalla contra su hermano mayor. No había duda de que debía de haber algo entre líneas.

Las chicas del Pacto Carmesí comenzaron a reflexionar sobre otras excusas. Por un lado, estaba el hecho de que eran un grupo bastante excepcional. Ninguna persona normal sería capaz de seguirles el ritmo… pero además Leatoria no era ‘normal’, ¿verdad? Así que ahí va otro argumento a la basura.

“Bueno, quiero decir, lo que estamos diciendo es que técnicamente estamos instaladas en el Reino de Tils, y pronto tendremos que regresar allí. Tienes una casa y una familia aquí, ¿no…?” preguntó Mavis.

Leatoria parecía impasible. “Tengo hermanos y hermanas mayores, así que de todos modos podría casarme con alguien en otro país. Y siendo conocidas de ti y de Mile me acercaría a casarme en una casa noble, y ¡eso es motivo de celebración! De lo contrario, la tercera hija de un barón que ya tiene hijos para heredar su título no es más que una plebeya. Sería un paso al frente solo para abrirme paso en los brazos de algún mercader influyente, burócrata o algún oficial militar de alto rango. Eso es lo más lejos que me llevará mi lugar actual.”

Aparentemente, aún no tenía idea de su verdadero valor. Era la preciosa hija de un noble, y además puede usar magia de combate. Por cómo era ahora, fácilmente podría atrapar el interés de un Conde o Marqués.

“………”

Leatoria era formidable. Y por decirlo de una manera, ella ya había tomado una decisión más o menos. ¿Por qué estaba tan decidida en unirse al Pacto Carmesí?

Si ella fuera una chica normal, sería imposible. Nunca sería capaz de mantenerse al ritmo con su velocidad de viaje, capacidad de combate, nivel de confidencialidad Realmente había un millón de problemas.

Sin embargo, Leatoria tenía una habilidad mágica decente y aparentemente podía usar muchas variedades diferentes de hechizos.


Además, por alguna razón, desde que se recuperó de su enfermedad, su fuerza física y su resistencia había aumentado drásticamente, y si empuñaba un arma que requería poca delicadeza—como algo del tipo contundente—podría ser una contendiente formidable en combate a corta distancia.

También era cierto que ella nunca rompería la confianza del Pacto Carmesí. Le habían salvado la vida, y siendo tan joven y pura, su orgullo como noble nunca permitiría tal traición.

Sin embargo, las chicas del Pacto Carmesí no la dejarían entrar así por así. Pacto  Carmesí era un grupo de cuatro íntimas compañeras, unidas al alma—

Mile, Reina, Mavis y Pauline. Era algo que nada ni nadie y nunca les podría quitar…

Las cuatro se destrozaban desesperadamente sus mentes.

Ka-cling.

En ese momento, sonó el timbre y otro grupo bastante singular entró. “¡Oh, pero si es Pacto Carmesí! ¿Cómo les ha estado yendo?”

“Bueno… ya saben cómo va todo…,” respondieron casualmente las chicas del Pacto Carmesí.

Aparentemente, parte  del lenguaje de  las  extrañas  historias  de  Mile  estaba empezando a ser contagioso.

“¿Qué tipo de fraseo es ese?” Las Siervas parecían bastante desconcertadas.

¡¡¡¡Eso es!!!!

De repente, todas a la vez, las cuatro chicas del Pacto Carmesí llegaron a la misma conclusión—una bastante malvada.

“Hey chicas, tengo una propuesta que hacerles…” dijo Mile, levantándose de su asiento y corriendo hacia las Sirvientas, arrastrándolas luego a un lugar a poca distancia de la esquina del salón.

“¡H-hey! ¡No me hales tanto! ¡Ya voy contigo!”

“¿Le  gustaría  acompañarme  un  momento?”  preguntó  Mavis,  tirando  de  la manga de Bundine.


“¿Eh? ¿Qué…? ¿Qué suced—?”

Reina y Pauline dieron un paso al frente también, distrayendo a Leatoria con una charla. Era un blanco fácil. Los ojos de Leatoria brillaban mientras las tres tenían una animada conversación sobre consejos y trucos para nuevos cazadores.

“¿Qué ocurre?” preguntó Telyusia con sospecha.

“Creo que será una propuesta bien recibida por ustedes. La única maga que tienen es Lacelina, ¿verdad? Por lo que su retaguardia es un poco débil, ¿no?”

“Bu-bueno, supongo que tienes razón…” respondió Telyusia, un poco vacilante, mirando furtivamente hacia Lacelina.

En su grupo de cinco, solo tenían una maga. Como ya sabemos, hay muchos grupos que no tienen magos entre sus líneas, por lo que quejarse de tener un solo mago no era algo grato.

Pacto Carmesí, un grupo donde tres de las cuatro chicas eran magas, era una anomalía. De hecho, su línea frontal, era muy carente, por lo que no estaría desequilibrada—o al menos, si fueran un grupo normal.

En cualquier caso, Lacelina, que todavía era un rango D, no era tan fuerte.

Como se dijo anteriormente, ella era lo que educadamente podría llamarse una maga ‘para todo uso’, pero carecía por completo de poderosas habilidades de combate. Incluso si solo apoyaba a las demás en un nivel de utilidad, el peligro de que ella usara un exceso de su magia y se quedara sin ella era demasiado alto.





Sin embargo, sin la ayuda de Lacelina, la fuerza combinada de las Sirvientas de la Diosa, que no eran particularmente fuertes como individuos, disminuiría enormemente. Todas eran conscientes de esta particular debilidad.

Sin embargo, no importa cuán consciente fuera de este hecho, Telyusia mantuvo sus palabras sin compromiso, no queriendo decir nada que implicara que Lacelina era menos que capaz…

“¿Qué pasaría si les dijera que hay una encantadora maga de 14 años que acaba de convertirse en cazadora, pero se le permitió saltar al rango D? Y, de hecho, dado que es competente en varios tipos de magia de combate, su habilidad está más a la par de un cazador de rango C. También tiene un poco de fuerza física para ser una maga, por lo que puede servir como base y contribuir al combate a corta distancia. Ella tiene una casa en esta ciudad, y su familia ya ha reconocido su deseo de ser una cazadora… ¿Podría serles útil una chica así?”

La respuesta de las cinco fue enfática y fuerte:

“¡¡¡¡¡La aceptaremooooooooosssss!!!!!”

Mientras tanto, Mavis le daba un resumen sobre las Sirvientas a Bundine.

Eran un grupo de solo mujeres que habían iniciado su travesía desde el Rango E, nunca habían, tenido a una de ellas con heridas, abandonada o incluso muerta en su largo trayecto.

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Tienen una maga de rango D que es casi de la misma edad que Leatoria y las demás no eran tan mayores, por lo que encajaría muy bien.

A diferencia del Pacto Carmesí, las Sirvientas eran un grupo más confiable y ortodoxo, por lo que viajar con ellas sería más seguro—y más beneficioso para el desarrollo de Leatoria—que viajar con Pacto Carmesí. Y, sobre todo, era un grupo que estaba firmemente arraigado y establecido en la capital…

Bundine ya pensaba muy bien en las habilidades del Pacto Carmesí, pero nadie fuera del Gremio aún sabía de los incidentes con los demonios y los secuestradores y demás.

Además, aún no había presenciado su fuerza de combate con sus propios ojos. Por lo tanto, aunque descubrió que su conocimiento, ingenio y sentido de la justicia eran increíblemente admirables, no tenía forma de saber cómo ese conocimiento tan particular se traducía en su habilidad de batalla.

Además, aunque si él supiera lo fuertes que realmente eran, Bundine aún pensaba en Leatoria como una joven doncella débil y enfermiza, y le preocupaba que, si ella terminaba rodeada de individuos mucho más fuertes que ella, sería aplastada por si misma ante la impotencia.


Comparemos esto con la perspectiva de un grupo de solo mujeres con mucha experiencia, quienes siempre protegen a sus aliadas, tienen una maga al mismo nivel que Leatoria y, además, están establecidas aquí en la ciudad. En lo que respecta a Bundine—es decir, a toda la familia Aura—la elección era obvia.

La idea de que Leatoria se uniera a un grupo que incluyera hombres y dormir a la intemperie, en un ambiente mixto, era algo que el Barón no podría soportar.

Como resultado, tanto él como Bundine habían pensado que sería preferible que saliera en compañía de las confiables chicas del Pacto Carmesí—sin embargo, considerando cuánto viajaba Pacto Carmesí, las Sirvientas de la Diosa eran por mucho la mejor opción. Si cada chica del Pacto daba su respaldo a las Sirvientas, entonces seguramente deben ser igualmente confiables.

“Son un buen grupo,” explicaba Mavis. “Tomaron el trabajo de rescatar a una niña por solo una moneda de plata como recompensa, y su líder puso su vida en juego para proteger a nuestra Reina de un ataque mágico.”

Bundine estaba impactado. Eso no era ser amable o bondadoso—era prácticamente estúpido. Pero, aun así, nadie fue asesinada o gravemente herida.

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