Imouto Sae Ireba Ii (NL)

Volumen 6

Capítulo 7: La Fiesta de Despedida de Miyako Shirakawa

Era finales de septiembre y también el último día de trabajo de Miyako Shirakawa a medio tiempo en GF Bunko. Después del trabajo, el equipo organizó una fiesta de despedida para ella poco después de las siete en un restaurante cercano—no el izakaya barato al que los editores de la oficina acudían habitualmente, sino un lugar más elegante, alabado por su pescado fresco y su voluminosa selección de sake. El presidente de Gift Publishing solía llevar a autores y clientes famosos a este lugar cuando debían hablar de trabajo.

Estaban presentes los ocho miembros del equipo editorial de GF Bunko, junto con la artista de manga Kaiko Mikuniyama (quien casualmente estaba en la oficina en ese momento) y Kohei Tokuyama, su editor en la revista Gifted.

“Shirakawa, nos has brindado dos meses de trabajo duro. Quiero que comas y bebas todo lo que quieras esta noche, sé que tienes un gran futuro por delante. ¡Gracias por todo!”.

Satoshi Godo, el editor en jefe con aspecto de yakuza, estaba sentado frente a Miyako, el resto del grupo le deseaba lo mejor mientras chocaban sus vasos con el de ella.

“¡Ja-ja! Muchísimas gracias”.

Miyako se sonrojó un poco mientras bebía su té oolong, seguido de un ligero sorbo de Betsu-atsurae de Kamoshibito Kuheiji, un sake junmai daiginjo de primera clase que Godo le había servido.

Su sabor era frutal, acompañado de una ligera acidez, casi como una gaseosa, y se sentía bien en su lengua. Combinaba muy bien con todos los aperitivos que habían servido en la mesa—besugo en gelatina, nata de soja, pulpo al escabeche, tartar de Jurel, y calamar salado. Cada uno de estos pequeños platos estaba elaborado de forma experta, lo que hizo que todos esperasen aún más los platos principales.

“Ahh… Esto sabe muy bien”.

“Veo  que  eres  una  bebedora  experta”,  dijo  Godo riendo.

Por lo general, los editores no acudían a una fiesta de despedida para alguien que se marchaba o trasladaba a otro lugar, mucho menos para una persona que trabajaba a medio tiempo (y que llevaba apenas dos meses trabajando allí, nada menos).

Pero Miyako había sobrepasado su deber, desde llevar los manuscritos de Nayuta Kani hasta ayudar con el anime Todo sobre mi hermanita.

Ella era una persona comprometida, muy exigente con los detalles; nunca llegó tarde ni faltó al trabajo, siempre estuvo en contacto, preguntaba si no entendía algo, era honesta y se disculpaba en lugar de encubrir sus errores… Ese nivel de dedicación a su trabajo era la mayor razón por la que todos en el departamento confiaban en ella.

Todo esto era algo normal para los adultos, pero mucha gente que trabajaba en la editorial no era capaz de hacerlo. (Por ejemplo, el señor ••guchi, quien solía trabajar en ••••). La sinceridad del desempeño de Miyako había tenido un efecto positivo en toda la empresa.

A su lado, Kaiko se giró e inclinó la cabeza, llenando su copa de sake.

“Si no fuera por ti, Myaa, nunca habría podido continuar mi carrera como artista de manga. Muchas, muchas gracias”.

“Oh, en realidad no hice nada”,  contestó  Miyako suavemente mientras hacía lo mismo con el vaso de Kaiko. “Al final fuiste tú quien hizo cambiar de opinión a tu padre. Sigue trabajando bien, ¿de acuerdo?”

Kaiko se bebió su vaso de un solo trago. “Myaa, ¿podrías seguir modelando para mí cuando dejes tu trabajo?”.

“Por supuesto. Llámame cuando me necesites”.

Ella sonrió dulcemente, con los ojos brillando ligeramente. “Aw, gracias, Myaa”.

Godo frunció un poco el ceño al ver cómo se desarrollaba todo esto. “Toda esa confianza que le tienen los escritores y artistas…”, reflexionó. “Voy a odiar mucho perder a esta chica”.

“¿Eh? ¿Qué significa eso?”.

“Oh, ¿has decidido qué es lo que harás después de graduarte, Shirakawa?”

“No, todavía no… Aunque tengo que empezar a investigar pronto. Sé que tengo que pensar al respecto…”.

“Entonces únete a nosotros”, él ofreció sin vacilar.

“A ustedes… ¿Al equipo editorial?”.

“Sí. Hemos contratado a personal de medio tiempo anteriormente. Podría arreglar eso con Recursos Humanos”.

“Oh, eso estaría bien”, dijo uno de los otros editores. “Sí. Es decir, Miyako  es más útil que muchas de nuestras personas que son contratadas a tiempo completo”.

“¿Yo, una editora…?”.

Miyako  no  estaba  segura  de  cómo  tomar  esta inesperada oferta. El trabajo a medio tiempo en GF Bunko la satisfizo. Tener una visión interna del mundo de Itsuki y Nayuta la emocionó.

Tal vez, ella ya había pensado que este tipo de trabajo era adecuado para ella. Pero lo que le convenía no era necesariamente lo que ella deseaba ser. ¿Ella realmente quería ser editora?

Mientras reflexionaba sobre esto, el rostro aterrador de Godo se suavizó en una sonrisa muy leve. “Bueno, no hace falta que me respondas ahora mismo”.

“Oh, bien”. Miyako suspiró aliviada. “Sí, si me deja pensarlo…”

“Shirakawa”, Yamagata intervino desde un lado. “Vamos a necesitar más ayudantes temporales para la entrega de premios, la Comiket y demás. ¿Podrías venir a colaborar en eso?”

“¡Oh, por supuesto! Me encantaría”.

Los bordes de los imponentes labios de Godo se curvaron un poco hacia arriba. “Mmm. Siéntete libre de pensar en ello mientras trabajas”.

“Me pondré en contacto contigo más tarde”, dijo Yamagata mientras empezaba a comer. Por lo visto, Miyako no iba a cortar lazos con GF Bunko todavía.

“¡Ge-je-je! ¡Eso es genial, Myaaaa!”.

De repente, Kaiko la estrujó con fuerza con un abrazo desde un costado. Su cara ya estaba roja y sus ojos tenían problemas para enfocarse.

“Kaiko, ¿estás borracha…?”

“¡No estoy taaaan borracha!”

“Claramente lo estás…”

“¡Je-jee-jee!  Myaaaa,  ¿qué  tipo  de  panties  tienes puestas ahora miiismoooo?”

“¡¿Qué eres? ¿Alguna clase de cuarentón pervertido?!”

Cuando Miyako logró escapar de su agarre, Kaiko simplemente dirigió su atención a Godo.

“Editorrrr en jefe, señor, ¿qué tipo de ropa interior

tiene puesta ahora miiiismoo?”

“…He sido interrogado por la policía más veces de las que puedo contar, pero nunca en mi vida me han preguntado por mi ropa interior”. Godo parecía un poco nervioso, aunque su sonrisa perversa indicaba que se estaba divirtiendo a pesar de todo. “¡Bueno, tú has preguntado y yo voy a responder…! ¡Llevo un par de boxers dorados…!”

No era una afirmación que hiciera bien a nadie. Ciertamente no lo fue para Miyako. El rostro de ella se puso tenso.

Kaiko, por su parte, estaba encantada.

“¡Ee-jee-jee-jee! ¡Eeeewseee es mi editorrr en jefe! ¡Tienes que ser súper duro y seguro de ti mismo, un verdadero hombre, para llevar puesto ese tipo de cosas!”

“Je-je-je… ¡Bueno, puede que sí!”

Kaiko repitió la pregunta a los demás editores reunidos.

“Yamagata, vi los tuyos en el baño hace un momentooo… Señor. Toki, ¿qué hay de usteeeed?”

“¡¡Unos  boxers  ajustados  rojos,  madam!!”,  fue  la respuesta del borracho.

“¡Oooooh, que sexyyy! ¿Qué hay de usted el de alliií?”

“Oh, um, sólo un par de boxers simples…”

“¡Hoo-joo-joo! Tu ropa interior lo refleja todo sobre ti como persona, sssabess. ¡Eres como un simple par de boxers! ¿Qué hay de usted?”

“¡Calzoncillos blancos!”

“Ahh, el símbolo de un alma pura y no contaminada…¡Debes tener un hermoso corazón dentro de tiii!”

“¡Mikuniyama-sensei, yo llevo puesta ropa interior con

estampado de leopardo!”

“¡Yo tengo un patrón de dragón en los míos!”

Y entonces ocurrió. Uno de los editores tuvo que quitarse los pantalones para mostrarlos. El resto siguió rápidamente su ejemplo.

“¡Hyah-ja-ja!”, exclamó Godo, sin mover un dedo para detenerlos. “¡Bien, háganlo! Veamos esa ropa interior de la que están tan orgullosos”.

“Ughhh…”

Yamagata y Miyako se miraron con pena. Pero ya no había forma de detener la fiesta. Se estaba desarrollando como si fuera aquel izakaya barato. Más tarde,  los empleados de Gift Publishing (y Kaiko) serían expulsados del restaurante y Godo recibiría una queja del presidente de la empresa, pero esa es otra historia.