Watashi, Nouryoku Wa Heikinchi De Tte Itta Yo Ne! (NL)

Volumen 6

Interludio: La Vida Otaku de Kurihara Misato

“¿Dónde está mi hermana?” preguntó la hermanita de Misato, Keiko a su madre.

“En el mismo lugar de siempre,” respondió su madre. Cuando se trataba del paradero de Misato, los únicos lugares en los que se podía encontrar además de su habitación y el ‘lugar habitual’ que eran el baño y la bañera.

El mismo lugar de siempre. Este era el estudio de la familia Kurihara. Su padre pensaba que la habitación le pertenecía, pero en verdad, Misato era quien pasaba mucho más tiempo allí.

Cuando su padre, que no llegaba a casa del trabajo temprano o no estaba cerca, a Misato se le podía encontrar allí. Cuando no estaba en la escuela, por supuesto.

Verán, esta habitación contenía la colección de sus padres: una inmensa biblioteca de novelas, mangas, discos Blu-ray, DVD, CD-R, discos láser, cintas de video (tanto VHS como Betamax), U-matics y varios otros formatos de vídeos con los respectivos reproductores, así como todos los sistemas de juego a partir de la Famicom de primera generación y los juegos que lo acompañan (incluyendo todos los softwares que la mayoría no consideraría que valiera la pena tener). Todo estaba apretado sobre un conjunto de estantes.

De hecho, el peso de esta colección era tan inmenso que debía tenerse en cuenta en los planos de la casa, con innumerables pilas de hormigón que caían al lecho de roca debajo de ella cuando se construyó la casa. La compensación que habían tenido que ofrecer a los vecinos era aparentemente igual de inmensa. Después de todo, había causado bastante ruido y vibración.

Naturalmente, esta habitación también contenía grandes pantallas de televisión y proyectores para mostrar esas películas y juegos. Cuando Misato quería leer algo sola o mirar algo que no quería que su familia viera—o cuando su padre estaba en casa—veía cosas en su habitación.

Sin embargo, cuando ese no era el caso, era preferible ver programas y jugar en la pantalla grande, recostada en un sillón agradable y cómoda.

A veces, Keiko se unía a ella, e incluso hubo momentos en que Keiko deseaba ver las cosas de forma independiente, pero a diferencia de Misato, Keiko tenía poca fascinación por los trabajos antiguos y los juegos basura. Ella estaba más interesada en las producciones modernas, por lo que la mayoría de las veces, Misato se la pasaba completamente en sus propios dispositivos.

Después de un corto tiempo, Misato salió de su ‘lugar de siempre’. Llevaba unos pijamas de gato con capucha. Eran mucho más cómodas que la ropa normal, por lo que Misato generalmente las usaba en casa. Cuando había visita, solo se negaba a salir de su habitación—ni siquiera para ir al baño.

Misato también tenía pijamas con estampado de perro, oso y conejito. También tenía un conjunto con dibujos de pájaros, pero los brazos estaban bloqueados por las formas de las alas, y no podía usar sus manos mientras las usaba, lo cual era un problema cuando necesitaba pasar las páginas de un libro o usar un controlador. Por esa razón, esas permanecían empacadas.

“¿Qué estabas viendo hoy?” preguntó su madre.

“Rainbow Sentai Robin. Oh, desearía poder montar a Pegaso junto con Bell…” respondió Misato.

Por cierto, ‘Pegaso’ al que se refería no era un caballo alado sino a un robot transbordador propulsado por cohetes del mismo nombre. Bell era un robot con forma de gato a cargo del radar.

“¿No preferirías ir con Robin?”

“No hay suficiente espacio dentro de Pegasus para los dos. ¡Además, Robin debería estar con Lili!”

“Vaya, vaya… Aun así, al menos deberías ver algo a color en lugar de blanco y negro…

¿Cuántas veces has visto eso ya?”

“¡¡Hablen sobre algo que pueda entendeeeeeer!!” dijo Keiko quejándose, mientras Misato y su madre hablaban. El padre de las chicas habría podido entender la conversación perfectamente, pero todas las referencias no tenían sentido para Keiko.

“Bueno, es por eso que sigo diciendo que deberías mirarlo…” dijo Misato.

“¡¿Crees que tengo tiempo para eso?!” gritó Keiko. “¡Tengo que estudiar dos veces más duro que tu solo para obtener las mismas notas, hermana! ¡Me comparan contigo todo el tiempo! ¡Solo intenta ponerte en mi lugar!”

“Entonces, ¿debería bajar mis notas?”

“¡¡¡No me hagas sentir más patéticaaaaaaaaaa!!!”

Aunque estaba gritando enojada, esta conversación era normal, un poco práctica de ellas. Si bien no obtenía puntajes superiores en los exámenes nacionales como Misato, Keiko estaba en la parte superior de su clase en la escuela, una legítima estudiante de honor.

Además, a diferencia de Misato, que se quedaba increíblemente corta en áreas fuera de sus calificaciones excepcionales, Keiko, que estaba llena de sentido común y era del tipo concienzudo de representante de clase, era popular—tanto entre los chicos como entre las chicas.

Sin embargo, cada vez que Misato señalaba esto, Keiko hacía una mueca y cambiaba de tema…

***

Al día siguiente.

“Pañoleta, pañuelos, celular, billetera, almuerzo. ¿Tienes todo? ¡Ahh! ¡Tu cabello no está peinado! ¡Ven, inclínate un poco!”

Como hacía todas las mañanas, Keiko estaba ocupada con el chequeo preescolar de Misato. Para aquellos fuera de su familia, Misato parecía la chica perfecta, pero todo era una farsa.

En verdad, ella era en gran medida dependiente, fuera de sus capacidades académicas y físicas. Tal vez porque siempre estaba soñando despierta, era increíblemente distraída cuando se trataba de su entorno, constantemente se perdía o dejaba caer cosas.

Además, ella era indiferente cuando se trataba de su apariencia personal. Su higiene personal estaba bien, pero no le interesaba el cabello, maquillaje y todas las otras cosas que las chicas solían hacer para tratar de ‘mejorar’ su apariencia.

Esto había estado bien mientras estuvo en la primaria, pero era inaceptable una vez que llegó a la secundaria e instituto, por lo que finalmente Keiko terminó por hacerse cargo de sus atuendos y su rutina de belleza en general.

“Muy bien, vamos… Espera, ¡¿¡¿dónde está tu mochila?!?!”

“Oh…”

“¡Cielos, hermana! ¡Sería mejor inventar un bolsillo de cuarta dimensión y guardar todas tus cosas en eso! Así, al menos, estaría contigo dondequiera que vayas…”

Incluso el celular que Misato usaba era lo que llamarías un ‘celular con funciones básicas’—no había forma de que ella pudiera tener un smartphone. ¿Por qué, preguntan? No tenía idea de cómo usar uno, aunque podía usar una computadora perfectamente bien. De todos modos, los únicos números que había guardado en su celular eran los de su familia.

“Muy bien, me voy. Quiero que te dirijas directamente a tu salón de clases. Si alguien que no es uno de tus compañeros de clase comienza a hablar contigo o alguien que no conozcas, entonces trata con ellos de manera normal. ¡No necesitamos que aceptes algo extraño o que te vayas con un extraño como la última vez!”

“E-está bien…” Misato partió a un ritmo pausado mientras Keiko corría hacia el edificio que albergaba su salón de clase.

Aunque caminaba muy despreocupada mientras estaba con Keiko, en el momento en que estaba sola, Misato rápidamente ponía una cara seria. No era que su comportamiento hasta ahora haya sido un acto—era simplemente que estaba sola, y su precaución había alcanzado niveles máximos como siempre.

Dada la tendencia leve de distraerse de Misato, hubo muchas situaciones en las que alguien con quien Misato estaba hablando sabía quién era ella, pero ella no los conocía.

Keiko la había reprendido en múltiples ocasiones por la cantidad de veces que casi simpatizaba con los acosadores, ya que su rostro era bien conocido tanto en la escuela como en la ciudad. Si alguien le hablara de repente, no tenía idea de si era un conocido o un completo desconocido. Por lo tanto, ahora estaba constantemente nerviosa cada vez que estaba sola.

Al ver cuán alerta estaba, otros la miraban y pensaban, “¡Qué joven tan espléndida!

¡Mira qué seria y guapa es!” Sin embargo, en verdad, Misato nunca hubiera pensado tal cosa.

“¡Buen día!”

Cuando Misato entró al aula, fue recibida por la representante de la clase. Por alguna razón, ‘Gokigenyo’, o en español, ‘Buen día o Ten un buen día’—una frase que suena mejor cuando te despides de alguien, —se había vuelto popular como el saludo principal para las chicas de esta escuela. Cuando la usaban para despedirse, lo decían mientras agitaban suavemente las manos al nivel de la cintura. Solamente la muñeca.

Hablando del saludo…

Había un programa de televisión llamado Raion no Gokigenyo, o ‘El saludo del león’. En el programa, la actriz fue a África, y fue atacada por un león y resultó brutalmente herida, según los informes de prensa. Poco después, el presidente fue citado diciendo, “¡Supongo que fue un saludo del león!”

Si era verdad o una leyenda urbana, Misato no tenía idea, pero de repente recordó esa frase, quería desesperadamente decirla, tanto que podía estallar, pero se contuvo.

“Buen día…”

Al menos Misato podía distinguir entre sus compañeros de clase. Misato estaba especialmente agradecida con la representante de la clase, quien estaba más preocupada por la solitaria Misato.

“Um…”

“¿Qué sucede?”

“No es nada.”

Misato se contuvo de decir lo que quería antes de que pudiera abrir la boca, con una expresión ligeramente oscura en su rostro.

¡Esa es nuestra Kurihara-san! Ella siempre mantiene sus preocupaciones para  sí misma con una expresión fría. ¡Qué manera tan elegante! Ella es tan madura…

Mientras observaban el intercambio entre las dos, los pensamientos de los compañeros de clase de Misato se volvían locos.

El tema que había cruzado repentinamente por la mente de Misato—que estaba a punto de mencionar—fue, ‘la primera chica mágica verdadera fue Megu-chan, ¿verdad?’ Esa era la pregunta que deseaba formular, sin ninguna expresión.

Incluso si lo hubiera dicho, ella probablemente no lo entendería…

La idea era triste y solitaria.

Incluso durante sus lecciones, siempre había muchas miradas dirigidas a Misato— especialmente de los chicos. Sin embargo, cuando llegaba el momento del descanso, nadie se atrevía a hablar con ella.

Era una flor brillante que florecía fuera de su alcance, con la que nadie podía hablar.

Además, incluso si alguien tuviera el coraje de decirle algo, habría una turba esperándolo después, listo para volver a poner al presuntuoso tipo en su lugar.

Misato era el sueño de todos, un premio inaccesible. En otras palabras, era propiedad comunal.

Además, incluso si trataran de hablar con ella…

“U-um, Kurihara-san, ¿cuáles son tus actores e intérpretes favoritos?”

“Vic Morrow y Kurizuka Asahi.”

“¿Y tú programa de televisión favorito…?”

“I Dream of Jeannie. (Sueño con Jeannie.)”

“¿Ves animé o cosas así? ¿Cuáles son tus favoritos—?”

“Kimba el león blanco y la princesa caballero.”

“¿Viste el evento de AKB ayer?”

“¿Pasó algo en la antigua Rusia soviética?”

“No, estoy hablando de AKB48…”

“¿Es eso una mejora para el modelo AK-47? ¿Tiene un calibre de 5,45mm?” Sus conversaciones no se alineaban en lo más mínimo.

La colección de medios de sus padres no contenía muchas ofertas recientes. Y como Misato no tenía interés en las producciones recientes y no veía nada en tiempo real, solo había visto las obras más antiguas de dicha colección. Era lo mismo si se trataba de películas o dramas, animé o juegos.

Además, Misato nunca había adquirido el arte de alto nivel de dirigir sus propios temas de conversación para que coincidan con los de sus compañeros. Como resultado, era raro que alguien le hablara, e incluso cuando ocasionalmente lo hacían, la interacción rara vez era un éxito.

De todos modos, cualquiera que intentara hablar con ella fuera de la escuela era casanovas, un cazatalentos sospechoso, un acosador o algún otro miembro de la rama de los pícaros.

A decir verdad, probablemente había algunos estudiantes serios mezclados entre los ‘coqueteos’, pero en lo que respecta a Misato, todos eran sujetos desconocidos entre los cuales no podía hacer distinciones.

“No te encontraste con nadie extraño hoy, ¿verdad, hermana?”

“No. Solo hubo un estudiante universitario y un hombre de cuarenta años que tenía un buen puesto en una empresa u otro que intentaba hablar conmigo.”

“¿Y no crees que eso califica como ‘extraño’?”

Si tan solo todos supieran como era Misato en casa. Quizás podrían haberla visto más accesible y pensar en ella como una chica normal de instituto, como ellos.

Bueno no. Si eso hubiera sucedido, simplemente habría tenido aún más chicas y chicos a su alrededor, y la existencia pacífica de Misato durante su tiempo en el instituto habría desaparecido.

Quizás fue por esto que Keiko sintió esto que nunca debía compartir la verdad sobre Misato con otros…

“Ah, mamá dijo que llegaría tarde esta noche.”

“Oh, ¿debería hacer la cena, entonces?”

Cocinar era otro de los talentos de Misato. Seguir una receta al pie de la letra era como aplicar una fórmula matemática o un experimento de física o química. Si sigues los pasos correctamente, obtendrás el resultado correcto. Con esos principios y razonamientos, así como un poco de reflexión, podía resolver cualquier enigma, por lo que generalmente podía cocinar una comida sin dificultades ni contratiempos.

Dicho eso, cuando trató de recrear los platos peculiares que vio en los mangas o animé, su tasa de éxito era de solo un 50-50.

“E-entonces, ¿cuál es nuestro menú para esta noche?” preguntó Keiko con cautela. Misato, que había estado hurgando en el refrigerador, se giró y declaró con una sonrisa,

“¡Hanada Kousaku, el famoso Curry Negro del General Curry!”

“¡¡¡Gaaaaaaaah!!!”

***

Y luego, ella se despertó en otro mundo.

Después de su despertar como Misato, la conciencia de Adele era una mezcla de los recuerdos de Misato junto con los diez años de vida que había vivido cuando fue una joven noble, ambos se entrelazaban en un estofado de recuerdos.

Por lo tanto, cuando se trataba de los puntos débiles de Misato—su incapacidad para tratar de manera competente con los demás—la parte de ella que era Adele, la niña de diez años, y no la parte de ella que era

Misato—tomaba la iniciativa. Esta chica era mucho mejor que Misato cuando se trataba de esas cosas, después de todo…

Y si Misato, influenciada por el espíritu de Adele, hiciera cosas que haría una niña de diez años, a nadie le parecería extraño. El cuerpo en el que estaba actualmente era el de una niña de diez años, de todos modos.

Adele, que se comportaba como una niña de diez años cuando se trataba de conversaciones con otros, mezclada con sus compañeros de clase en la academia… Bueno, en realidad, ella todavía era un poco joven para su edad, pero los demás lo  sentían, tratándola como una hermanita. De hecho, no había una sola persona allí que pensara que Adele era más seria o madura que el resto.

Y, por supuesto, Misato, que había llevado una vida escolar solitaria, muy solitaria la primera vez, disfrutó esta vez al máximo.

Tal como Dios le había deseado con sus últimas palabras: “Por favor, ten una buena vida…”