86 [Eighty Six]

Volumen 7: Niebla

Capítulo 2: Niebla Azul

Parte 2

 

 

<<Que comience la operación.>>

<<Inicio del sistema, WHM XM2 Reginleif.>>

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<<Mk. 1 Armée Furieuse, activado. Comprobación del sistema.>>

<<Arnés de piernas, acoplamiento confirmado. Completo.>>

<<Manto de Frīja, operando con normalidad. Inicio de enlace.>>

<<Se confirma que el circuito principal funciona con normalidad.>>

<<Se confirma que el circuito secundario funciona con normalidad.>>

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El cierre de la subventana pretendía comunicar que el armamento adicional se había activado correctamente. Shin dejó escapar un único y agudo suspiro. Estaba sentado en su oscura y estrecha cabina, con la pantalla óptica ante sus ojos como única fuente de luz.

Se había dado la orden de salida. Las letras parpadeaban en la holo-ventana del armamento adicional, formando palabras.

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<<Trayectoria, despejada.>>

<<Manto de Frīja, desplegando.>>

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***

 

 

“Las Valkirias alzan el vuelo.”

El Operador sonrió débilmente al ver cómo se movía la máquina, agraciada con una nueva movilidad gracias al nuevo armamento apodado Manto de Frīja. Aquella forma fría y feroz del Feldreß de la República Federal de Giad, elaborada con el color del hueso pulido, mostraba un rendimiento adecuado a su homónimo: Reginleif, la valquiria que anuncia la muerte.

Pero aun así, los vencerían. Para este rebaño de grifos, este campo de batalla de montaña y piedra era su territorio, y no serían vencidos aquí.

“Ahora bien”. El Operador sonrió, sus débiles labios se curvaron con alegría. “Partamos, camaradas. Derriben nuestra fortaleza con la agilidad de una cabra montesa y la ferocidad de un águila en picado.”

***

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<<Operación: Fase Uno, completa.>>

<<Inicio de Fase Dos. Manto de Frīja, desconectado.>>

 

Tras ese mensaje, la subventana se apagó. Un perno explosivo se disparó, lanzando el armamento que no era visible desde la cabina.

Y al momento siguiente, una sacudida le zarandeó. “¡…!”

Un impacto mucho más fuerte de lo que Shin esperaba, más fuerte de lo que su unidad había experimentado en tan corto periodo de tiempo, hizo que Undertaker se tambalease. Mientras Shin apretaba los dientes por las vibraciones que casi le hacían morderse la lengua, una pregunta llenó su mente.

¿Fase Dos? 

En ese momento, un par de puntos que representaban a dos de los Juggernauts de su unidad se oscurecieron en su pantalla de estado. Pertenecían a…

“¡¿Shana?!”

 “¡¿Esos son hostiles?!”

Shin escaneó el bosque que les rodeaba con el sensor óptico de Undertaker, pero no había señales de ninguna unidad enemiga. Sin embargo, los radares y sensores ópticos de sus unidades consorte sí percibieron la presencia de una unidad enemiga, transmitiéndola al radar de Undertaker a través del enlace de datos.

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No estaba registrado en la base de datos. Una unidad no identificada.

Una unidad enemiga… No, una fuerza enemiga. 

Esta operación era una simple patrulla, que debía terminar en cuanto entraran en territorio enemigo. Según el informe previo a la misión, no se habían desplegado fuerzas enemigas en las cercanías y no se preveía ningún enfrentamiento.

Shin se devanó los sesos y luego sacudió la cabeza. La situación en el campo de batalla era dinámica, siempre cambiante. Especialmente en un terreno tan brumoso, donde la espesa niebla ofuscaba los movimientos del enemigo.

En el límite de su visión, vio una sombra instalarse entre los bosques. En el momento en que lo notó, esa sombra cambió su orientación y se puso a cubierto entre los árboles, pero Undertaker disparó tras ella.

Convirtiendo su velocidad de 1.600 metros por segundo en fuerza punzante, una lanza de tungsteno de 30 metros de diámetro se estrelló contra los árboles tras los que se cobijaba el enemigo, aplastando con un frío estruendo lo que se escondía detrás.

El impacto de la ojiva fue amortiguado por los árboles, pero aun así resonó en todos los que lo presenciaron.

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Probablemente la armadura del enemigo no era gruesa. Seguramente era similar a la del Juggernaut y la del Reginleif.

Pero por otro lado, las señales de las unidades consorte de Shin se apagaban una tras otra. Más de diez habían perdido ya su señal.

Entrecerró los ojos cuando, para su sorpresa, hasta la señal del Cyclops de Shiden se apagó. Puede que se tratara de una emboscada, pero la fuerza del enemigo debía ser considerable para haber causado tanto daño.

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“… A todas las unidades.”

No podía oír los aullidos de esos enemigos. Así que habló mientras mantenía un ojo atento a la pantalla óptica.

“El enemigo se mueve a gran velocidad, pero su blindaje es fino. No se preocupes por su cobertura y disparen. Tampoco cuenten con mi exploración. Mantengan su formación y continúen la búsqueda…”

Una sombra cruzó los pies de Undertaker. No tenía la forma de una araña sin cabeza, como los Juggernauts. Era la de un gran animal cuadrúpedo, un tipo diferente de unidad.

“¡…!”

Un momento después de que Undertaker se alejara de un salto, un temblor recorrió el suelo. Una lanza de metal que parecía una estaca de acero se clavó en el lugar que Undertaker había ocupado hacía menos de un segundo, lanzando un chorro de tierra como si la zona hubiera sido pisoteada por un gigante.

Una lanza de alta frecuencia.

Al igual que los martinetes del Reginleif, estaba equipado con un mecanismo de detonación que lo hacía penetrar en el enemigo a corta distancia mediante explosivos.

“… ¡Ooh!” Una voz llenó la cabina de Undertaker.

Shin entrecerró los ojos. La voz pertenecía a la persona de la unidad enemiga. El Operador hablaba con su altavoz externo encendido, de forma intencionada para que Shin lo oyera. Era una voz hermosa, una contralto como el timbre de un instrumento musical.

La unidad enemiga aterrizó, con una forma marrón oscura como la de un lobo. En la base de datos seguía apareciendo como una unidad no identificada. Su exterior recordaba a un grifo. En su hombro derecho llevaba una lanza de alta frecuencia que brillaba como el colmillo de una bestia. Su carril de lanzamiento retrocedió y la lanza volvió a su punto de percusión con un fuerte golpe metálico.

Seguramente había bajado a saltos por los acantilados detrás de los árboles. Esta era una maniobra que el Reginleif no podía imitar.

El Reginleif era una unidad que priorizaba la alta movilidad, pero estaba diseñada para combatir en terreno llano, bosques y zonas urbanas. Esta unidad, en cambio, se enorgullecía de la movilidad vertical que poseía.

Sus dos sensores ópticos, como los ojos de un animal, brillaron burlonamente hacia Undertaker.

“¡Ooh, incluso has esquivado un ataque lanzado en ese momento! ¡Y eso que, según escuche, sólo puedes oír las voces de la Legión!”

Shin entrecerró los ojos. A diferencia de sus aliados, que apenas sabían nada de sus oponentes, al parecer, el enemigo estaba bien informado. Pero eso no significaba mucho.

“… ¿Pensaste que, sólo porque no puedo oírte, no sería capaz de leer tus patrones?”

Tal y como se le había ordenado durante su sesión informativa, Shin apagó sus comunicaciones por radio y permaneció conectado a los demás Procesadores sólo a través del Para-RAID. Así, lo que acababa de decir no llegó a los oídos del enemigo. No fue una respuesta; sólo murmuró para sí mismo.

“No me subestimes.”

Los Ochenta y Seis observaron el desarrollo de la batalla con asombro. En el campo de batalla verde y boscoso que se mostraba en sus pantallas ópticas, dos armas blindadas se enzarzaban en una batalla casi igualada.

Sí, estaban igualados.

Y eso fue lo que dejó a los Ochenta y Seis sin palabras. Todos eran Portadores de Nombre, pero Shin estaba por encima de todos ellos. A estas alturas, su Reaper era capaz de arrollar sin ayuda a un Dinosauria.

Y alguien le estaba igualando. En combate cuerpo a cuerpo, su área de experiencia, nada menos. Era la primera vez que veían algo así.

Y lo mismo ocurrió con los que estaban a bordo de las unidades enemigas. No podían creer que hubiera alguien capaz de igualar a su heroica princesa, Anna María, y su danza de lanzas.

Al igual que el Reginleif, el concepto de diseño de la unidad enemiga se basaba en el combate de alta movilidad. Luchaba con una agilidad equivalente a la del Reginleif, que ostentaba velocidades de combate que herirían a cualquier Operador inexperto.

El Phönix fue más rápido, pensó Shin a través de su sobria conciencia.

Ahora manejaba un Reginleif, pero durante la mayor parte de sus siete años de experiencia en combate, Shin pilotó un Juggernaut. Una unidad lenta y torpe con un rendimiento tan lamentable que los Ochenta y Seis la apodaban burlonamente un ataúd andante. Y Shin estaba acostumbrado a enfrentarse a la absurdamente ágil Legión en ese débil y lento aparato.

Así que ahora que utilizaba una unidad con un rendimiento igual al de su oponente, no le pillaría desprevenido.

En el momento en que la lanza de alta frecuencia fue disparada contra él, Shin cargó hacia delante desde una posición en cuclillas, lo que hizo que el arma sólo perforara el aire vacío.

Cuando se cruzó con la unidad enemiga, Undertaker blandió su hoja de alta frecuencia, cortando la lanza por la mitad. Sin detenerse, cambió el rumbo de la hoja y lanzó un tajo al torso de la unidad enemiga.

El grifo esquivó saltando, sólo para que Shin lo persiguiera y cerrara la brecha. El grifo volvió a dar una patada en el suelo, disparando un ancla de alambre y haciéndola retroceder para complementar su velocidad.

La torreta de 88mm de largo calibre del Juggernaut estaba rango de fuego, y los martinetes de sus patas hacían que el mero hecho de ser pisado por él fuera un ataque poderoso.

Y cuando los Feldreß aterrizaban, necesitaban un momento para que sus sistemas de amortiguación y sus articulaciones absorbieran el impacto. Por lo tanto, a pesar de ver la carga de Undertaker, el grifo no debería haber sido capaz de moverse de inmediato.

No debería haber sido capaz de moverse.

El grifo se mofó de Undertaker con fiereza. Mientras se alejaba de un salto, levantó una de sus patas traseras, que quedó atrapada en un cable tenso y extendido antes de que cayera cualquiera de las otras patas. Esto le hizo girar en su sitio, con esa pata como eje. El cable alcanzó a Undertaker y se enrolló alrededor de sus patas.

“¡¿…?!”

Undertaker fue arrastrado hacia delante, perdiendo el equilibrio. La otra unidad vio frenada su aceleración al tirar de Undertaker, y las dos unidades chocaron un poco antes de lo esperado. Antes de que Shin pudiera reaccionar, el enemigo pisó el lomo romo de su espada de alta frecuencia, deteniendo su movimiento.


Pero aun así, las dos patas delanteras de Undertaker se engancharon contra el bloque curvo de la cabina del enemigo, sus puntas apenas tocaban el blindaje.

Selección de armamento, interruptor. Disparador.

Los martinetes de las dos patas delanteras de Undertaker perforaron con precisión el bloque de la cabina del enemigo. Y al hacerlo, la torreta de cañón corto del enemigo, que estaba presionada contra el blindaje blanco de Undertaker, aulló.

***

 

 

<<Operación completada.>>

 

***

 

 

<<Unidad personal, seriamente dañada.>>

<<Unidades consorte supervivientes: 5.>>

<<Unidades enemigas restantes: 0.>>

 

Observando cómo se mostraba el resultado final ante él, Shin abrió la cubierta del simulador. No aparecía el resultado del último enemigo con el que había luchado, pero probablemente había terminado en una muerte mutua.

O, más bien, él se vio impulsado a llevar su enfrentamiento a una muerte mutua… O tal vez condujo al enemigo a ello.

En cualquier caso, salió del simulador diseñado según la cabina de un Reginleif y se apoyó en su chasis aerodinámico, dejando escapar una profunda respiración. Se trataba de un simulador de la Armée Furieuse, el armamento recién diseñado para el Reginleif.

Dejando a un lado la Fase Dos, el simulacro de batalla en el que estaban metidos, Shin pensó.

Va a ser un infierno hasta que me acostumbre a esto…

 No estaba acostumbrado a una aceleración tan intensa. Le hacía sentir como si toda la sangre y los órganos de su cuerpo fueran desviados, y era la primera vez que se exponía a este tipo de sensación en mucho tiempo.

Sus cinco sentidos estaban tan desequilibrados que ni siquiera podía saber en qué dirección estaba.

En la sala de entrenamiento virtual adyacente al simulador, una cápsula que Shin creía vacía abrió su cubierta, y otro Operador salió de su interior.

Tal vez para aumentar la operatividad de sus unidades, los Feldreß de la Alianza contaban con sistemas de control aumentados al estar directamente vinculados a los sistemas nerviosos de los Operadores.

Las cuerdas conectadas a lo largo de la columna vertebral del Operador y hasta su cuello se desenchufaron, sus bordes serpenteantes se retorcieron como serpientes mientras caían sin fuerzas en el interior de la cabina. Como si siguiera su ejemplo, el Operador se despeino el cabello, dejando que sus largos mechones negros fluyeran hasta su cintura. “… He oído que eras hábil, pero…”

“La reina está tan callada como siempre, pero parece que traerlo a su encuentro tuvo algún efecto.”

Miraron la sala de formación virtual a través de las paredes de cristal de la sala de reuniones situada encima. La anciana que estaba junto a Grethe habló. Su largo cabello estaba teñido de rojo y tenía los ojos azules de una Sapphira. Su postura era robusta, como si estuviera hecha de acero hasta la médula.

Teniente General Bel Aegis. Comandante Supremo de las fuerzas defensivas del norte de la Alianza. Era la mujer que había asistido al consejo de subyugación del Morpho como representante de la Alianza.

“Las imágenes del interrogatorio de ayer han sido analizadas, y los resultados muestran que se movió ligeramente después de que el Capitán Nouzen la llamara. Tal vez podamos ver cómo reacciona a él.”

Desde que se formó la Alianza, ésta practicaba el reclutamiento universal. Nunca había basado su ejército estrictamente en los hombres y, por ello, había relativamente poca diferencia entre los modales de los hombres y las mujeres de la Alianza.

Los soldados, en particular, optaban por utilizar una redacción breve y concisa, para no complicar en exceso la entrega de órdenes. Por ello, era difícil distinguir a un soldado masculino de uno femenino sólo por su forma de hablar.

“… Es un objetivo valioso para la Legión. Puede que por eso haya reaccionado.”

“No te estoy diciendo que le ordenes que se ponga delante.”

“Y no pienso ordenarle que lo haga… Pero si se ofrece como voluntario, no veo ninguna razón para impedírselo.”

Por un momento, un hilo de tensión, tan tenso que podría romperse con un solo roce, pendió entre las dos oficiales.

“Teniente General Aegis… Respecto a ese asunto… lo encuentro problemático. Ella es mi subordinada, así que le pido que me informe antes de organizar cualquier reunión.”

Ellos sólo vinieron a la Alianza porque ustedes, los oficiales de la Federación, insisten en decirlo… La Alianza es una nación neutral. No apoyamos a ningún bando.”

La única excepción era cuando se trataba de luchar contra la Legión, un enemigo común para toda la humanidad. Pero eso no quería decir que no tuvieran sus propias opiniones. Mirando a los Ochenta y Seis, la Teniente General Aegis habló sin siquiera mirar a Grethe. Su expresión era como la de una abuela estricta que mira a sus nietos jugando en el patio.

“Coronel, ahora mismo sólo hablo para mí, pero… Hace unos días, usted confirmó la supervivencia de algunos pequeños países al oeste de la República, ¿no?”

La fuerza expedicionaria de ayuda de la Federación seguía estacionada en la República, luchando por recuperar sus regiones del norte. La del Reino Unido estaba igualmente estacionada en el oeste de la República. Ambos se comunicaban con éxito con esos países y mantenían un intercambio de información constante.

“Ese país es verdaderamente vil. Pero si los tratamos con demasiada frialdad, podrían ceder a ese país loco del lejano oeste.”

… Así que ese es tu ángulo.

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 “Le agradecemos su simpatía, Teniente General Aegis.”

Una persona se acercó, con sus botas militares chocando contra el suelo. Mientras caminaba, se deshizo suavemente la cinta del cabello con un movimiento practicado, dejando que su cabello fluyera por la espalda como una oscura cascada.

“No me imaginaba que lo máximo que podía hacer era llevar esta batalla a una muerte mutua… Eres todo un personaje.”

Su voz justa, como de contralto, tenía algo de eco, quizá por el material del que estaban hechas las paredes. Una voz clara y encantadora, acostumbrada a dar órdenes

. El aroma de las rosas de junio salía de su uniforme de la Alianza, de color otoñal, que hacía juego con su rostro andrógino.

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