Kumo Desu Ga Nani Ka?

Volumen 12

Ira

No llamaré a esto penitencia.

E indudablemente no es justicia.

Es solo que no quiero que todas las vidas que he tomado sean en vano.

Eso es lo máximo que puedo hacer con estas manos ensangrentadas.

***

El campo de batalla es un revoltijo desordenado de humanos y demonios.

No hay formaciones tácticas o maniobras organizadas, solo caos.

Ninguna cantidad de estratagemas haría ninguna diferencia aquí; todo lo que pueden hacer los dos bandos es intentar derrotar al enemigo que tienen delante.

Y ciertamente no puedo dar órdenes en el campo de batalla.

Ya sea en esta vida o en la anterior, nunca he tenido ninguna experiencia liderando tropas a la batalla.

Desde que me pusieron a cargo del Octavo Ejército, he aprendido bastante, pero los miembros del personal que han estado con estas tropas mucho antes de que yo llegara pueden dar órdenes mucho más precisas que yo.

Honestamente, no estoy hecho para ser un comandante.

En términos de fuerza, estaría mejor luchando en primeras filas como un simple soldado.

Pero teniendo en cuenta el objetivo de esta batalla, es mejor que no vaya demasiado a lo loco por mi cuenta.

Si lo hiciera, sin duda habría muchas pérdidas en el bando de los humanos, pero no tantas en el bando de los demonios.

Lo que no estaría bien. Necesitamos que el bando humano y el demonio sufran las mismas bajas.

Así que no puedo liderar la carga en el frente, pero eso tampoco significa que pueda quedarme atrás y simplemente dar órdenes.

No soy bueno en eso, para empezar.

Y si los soldados del Octavo Ejército se dieran cuenta de eso, me perderían el respeto.

Por decirlo sin rodeos, el Octavo Ejército es una tripulación un tanto heterogénea.

Originalmente, el Octavo Ejército existía principalmente solo de nombre, con muy pocos soldados reales.

Pero el anterior Octavo Comandante renunció a este título vacío y actualmente se centra en la política.

El puñado de soldados que originalmente pertenecían al Octavo Ejército se fusionaron en otras unidades.

Entonces, ¿de dónde vinieron estos nuevos soldados? Bueno, los ejércitos privados de ciertos señores feudales demonio se disolvieron e improvisaron para formar una nueva fuerza.

El anterior Noveno Comandante Nereo… intentó asesinar a la Srta. Ariel, el Señor Demonio, y falló.

Antes de eso, también ayudó al ex Comandante del Séptimo Ejército Warkis a intentar iniciar una rebelión.

Después de que su complot fuera rebelado, el ejército privado de Nereo y aquellos nobles que estaban afiliados a Nereo se consolidaron y alistaron por la fuerza en sus respectivas regiones para formar el actual Octavo Ejército.

Como resultado, su moral en general no es lo que se diría alta.

Algunos de ellos son incluso francamente rebeldes.

Todo lo que estoy haciendo es obligarlos a mantenerse a raya.

Si empieza a creer que aunque sea solo por un segundo yo no tengo el control, se acabó.

Estoy seguro de que habría muchos desertores.

Algunos de ellos podrían incluso aprovechar esa oportunidad para atacarme.

Como me he propuesto mostrarles lo fuerte que soy, me gustaría pensar que eso no pasaría, pero si eso sucediera, probablemente terminaría teniendo que volver mi espada contra mis subordinados.

Supongo que, en última instancia, eso aumentaría la cantidad de muertes que necesitamos, pero preferiría evitarlo si fuera posible.

Por lo que al final, mi solución es simple y sencilla.

No soy bueno dando órdenes, simplemente no las daré.

En su lugar, haré que esta batalla sea tan caótica que las órdenes no tendrían sentido.

Y si también puedo asegurarme de que no haya desertores, sería perfecto.

Fácil de lograr con solo instalar algunas minas detrás de las filas del Octavo Ejército.

Eso dejó claro que no había vuelta atrás.

Y si lo intentan de todas formas, los mataré.

Cuando anuncié eso, estaban tan conmocionados que fue casi divertido.

Después de eso, solo había una cosa que me quedaba por hacer: empezar a destruir el fuerte.

Lanzando espadas mágicas desde una gran distancia para que no me vieran.

Eso significa que los humanos tendrías que salir corriendo del fuerte para escapar, por lo que no tendrían más remedio que enfrentarse a nosotros.

Mis ataques con las espadas mágicas pueden derribar sus defensas con facilidad.

No tenía sentido tratar de esconderse dentro. Eso solo causaría más daños.

Y yo sigo lanzando espadas para mantener la presión.

El ejército de los demonios no puede retirarse, y el ejército humano debe avanzar.

La única opción que queda es que se enfrenten entre sí.

Si son básicamente obligados a combatir, no tiene mucho sentido tratar de elaborar estrategias o dar órdenes en este alboroto de campo de batalla.
Mientras reina el caos, sigo lanzando espadas mágicas desde la retaguardia de mi ejército y solo mato a los humanos que vienen directamente hacia mí.

Incluso con mis espadas mágicas, intento mantener el daño al mínimo.

Si destruyo demasiado del ejército humano, no habrá tantas víctimas demonio.

Ellos son mis aliados, me guste o no, así que teóricamente, debería estar tratando de minimizar sus pérdidas, pero lo que estoy haciendo es lo contrario.

Soy un comandante cruel.

Estos hombres tienen una terrible mala suerte de estar atrapados conmigo como líder.

Me siento mal por ellos, pero no tengo otra opción.

Porque eso es lo que juré que haría.

Mientras sigo lanzando espadas mágicas y derribando a los humanos que vienen hacia mí, escucho un bramido extrañamente fuerte que atraviesa el loco alboroto del campo de batalla.

“¡YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!”

Continúa durante tanto tiempo que estoy impresionado por su gran capacidad pulmonar.

El grito proviene de un caballero, balanceando su espada mientras carga hacia mí.

A través de los huecos de su casco, puedo ver que es un anciano completamente arrugado.

Me parece bastante mayor, pero está luchando con más fervor que cualquier otra persona de aquí.

Y me resulta familiar, o al menos su estilo con la espada me lo parece.

Es el mismo viejo caballero que me atacó hace tiempo cuando todavía era solo un ogro.

“¡Ejeeem! ¡Qué aura tan temible! ¡Podría decir que debes ser el líder de este ejército demonio! ¡Me llaman Nyudoz! ¡Tengamos una pelea justa y honesta!”

Uff, este tipo es intensito…

Una vez que se acerca a mí, el viejo caballero Nyudoz empieza a gritar acerca del combate singular, sin hacer casi del caos que se arremolina a nuestro alrededor.

Parece un poco fuera de tono, para ser honesto.

En este punto ya hemos pasado por bastante lo de la batalla uno contra uno “justa y honesta”.

¿Qué clase de idiota intentaría desafiar a alguien a un duelo en mitad de un caótico campo de batalla?

Esta clase, aparentemente.

Pero su estupidez es casi… refrescante.

Es un idiota, es cierto, pero claramente está dedicado al camino que ha elegido.

El tipo esta viviendo una ferviente vida, manteniéndose fiel a sus creencias y valores.

Estoy un poco… bueno, más que un poco celoso, en realidad.

Está muy lejos de alguien como yo, que he sido inseguro e indeciso toda mi vida.

“Bien. Acepto.”

Solo salí de mi camino para responderle por un arrebato.

Tenía la necesidad de tener una “pelea justa” con esta persona, eso es todo.

El Sr. Nyudoz no parece recordar que ya luchamos una vez, hace mucho tiempo.

Para ser justos, era un ogro en aquel entonces, y ahora me veo bastante diferente.

Pero no me voy a molestar en decirle eso.

A un tipo como este probablemente no le importe el pasado de todas formas.

Para mí, sin embargo, supongo que esta es la oportunidad para una revancha.

Eso me hace sentir un poco extraño, pero no cambia lo que tengo que hacer.

“¡Empecemos!”

El Sr. Nyudoz se lanza hacia delante con brusquedad.

Es difícil creer que sea un anciano, y mucho menos que lleva puesta una armadura pesada, por la velocidad de sus movimientos.

Los humanos se supone que tienen estadísticas más bajas que los demonios, pero él tiene mejor juego de pies que un demonio promedio con toda seguridad.

¿Cuántos de los soldados del Octavo Ejército se pueden mover así?

“¡¿?!”

Aun así, no obstante, no puede seguirme el ritmo.

Me he vuelto mucho más fuerte desde que era un ogro.

Mi espada mágica corta limpiamente su espada.

Probablemente era una espada bastante buena, pero entre mis estadísticas y mis espadas mágicas hechas a mano, un solo corte la separa en dos partes.

A continuación, mi espada destella hacia el cuello del Sr. Nyudoz.

Antes ni siquiera que él pueda intentar defenderse, su cabeza rueda por el suelo.

De esta manera, al menos, me imagino que moriría en paz sin sentir ningún dolor.

Puede sonar presuntuoso el que piense sobre eso, pero es lo mejor que puedo ofrecerle.

Parece que el Sr. Nyudoz era bastante importante para el ejército humano. Los soldados que presenciaron s u muerte retroceden horrorizados, obviamente conmocionados.

Tan pronto como esa piedra angular se desmorona, el resto de los soldados enemigos caen como si fueran fichas de dominó.

Y así, el Octavo Ejército se ha asegurado la victoria.