Ore ga Heroine o Tasukegite

Volumen 12

Prologo 1-1: Chirika Shinomiya

En algún lugar de la oscura ladera de una montaña, una sombra corrió por un sendero de animales, pateando ruidosamente las hojas a su paso.

“¡Maldito seas, Gold Yaksha!”

La sombra, Chirika Shinomiya, chasqueó la lengua y maldijo.

Llevaba un haori de batalla con familiaridad, un sombrero cónico atado alrededor de su cuello y llevaba sus pertenencias envueltas en tela.

De la cintura de su hakama colgaba una sola katana. Tampoco se trataba de una vieja espada en mal estado recogido del campo de batalla, sino de una espada debidamente mantenida que representaba su condición de mujer samurái rara en este período de tiempo emergente del guerrero.

El hecho de que estuviera usando su visión nocturna entrenada para atravesar la montaña en esta noche lluviosa y sin luna sin ninguna dificultad era testimonio del hecho de que su atuendo no era solo para mostrar. Ella era una espadachina natural de cierta escuela sin nombre.

Y en cuanto a la razón por la que Chirika corría por las montañas en la oscuridad de la noche… Hace tres días, su maestra, la princesa Izuko, fue secuestrada por un yokai que se hacía llamar Gold Yaksha.

“Si quieres que la princesa regrese… entonces trae todo el oro del castillo… a la Montaña Oculta”.

Gold Yaksha había desaparecido en la noche con esa nota de rescate susurrada, la princesa colgada sobre un hombro.

La Montaña Oculta también recibió el nombre de la Montaña Desaparecida, infame por las leyendas de personas que la pisaron solo para desaparecer y regresar varios años o incluso décadas después. Y aparentemente, el Gold Yaksha lo estaba usando como su guarida.

¡Esta situación es el resultado de mi fracaso como guardaespaldas personal de la princesa! ¡Debo recuperarla de las manos de ese sucio yokai de una vez, pase lo que pase!

Chirika había salido corriendo del castillo con ese pensamiento, decidida a perseguir al Gold Yaksha hasta la Montaña Desaparecida. Finalmente lo alcanzó en la cima, donde crecía un cedro japonés solitario.

“¿Trajiste… el oro?”

El rostro de Gold Yaksha era tan aterrador como uno esperaría de un ser llamado demonio. Era suficiente para hacer llorar a los bebés, las mujeres se desmayan y los ancianos caen muertos en el acto. Pero Chirika no era una chica normal.

“¡Prepárate!”

Sacó su katana de su funda sin un momento de demora y cargó contra el Gold Yaksha. La imponente figura del yokai tenía aproximadamente ocho shaku (aproximadamente 2,4 metros) de altura, pero evitó rápidamente la espada de Chirika con la destreza de un mono.

“¡Demasiado lento!”

Pero Chirika podía leer sus movimientos, y su espada la siguió. Sin embargo…

¡Clink!

“¡Tch!”

El brazo de Gold Yaksha era tan duro como el bronce, y la hoja de hierro de la katana rebotó de inmediato. Chirika chasqueó la lengua y puso algo de distancia entre ella y el yokai, preparándose y apuntando a sus ojos.

No veo a la princesa. ¿Estaba escondida en algún lugar…?

Chirika agonizaba por la situación en su corazón, preocupada por el bienestar de la princesa. La princesa Izuko fue quien la recogió cuando estaba al borde de la muerte después de perder a sus padres. Ella le había salvado la vida y no había palabras para expresar la gratitud que Chirika sentía por eso. Estaría en deuda con la princesa mientras viviera.

Luego, Chirika había perfeccionado sus habilidades con una espada y se regocijó cuando fue ascendida al papel de guardaespaldas. Chirika no nació samurái, pero tenía la disposición natural para el trabajo. Ella juró lealtad absoluta a su maestro y felizmente daría su vida luchando. Ese maestro, su única maestra de Chirika, era la princesa Izuko.

“¡Mrugh!”

Evitando el fuerte movimiento del brazo del Gold Yaksha, Chirika puso algo de distancia entre ellos nuevamente. Su oponente tenía la ventaja en agilidad y fuerza, pero Chirika tenía técnicas que había arriesgado su vida por pulir.

Su cuerpo todavía estaba rebosante de vitalidad después de correr durante tres días y tres noches gracias al chi que circulaba en sus extremidades también. Con todo, se emparejaron uniformemente.

“¡Grrrgh!”

Pero Chirika se negó a aceptar estar al mismo nivel que el Gold Yaksha. Era una excelente samurái, pero tenía la tendencia a ser un poco impulsiva.

“¡Demonio! ¡A juzgar por esa cara tuya, una vez fuiste un humano, ¿no es así?! ¡Uno que estaba tan consumido por la codicia que te convertiste en un demonio, ¿no?!” Chirika gritó, apuntando con el extremo de su espada a la cabeza del yokai.

De hecho, el rostro del Gold Yaksha estaba incondicionalmente harapiento, pero tenía cierto parecido con el de un hombre humano. No era extraño que la gente se convirtiera en yokai. Y para que este exigiera oro… Chirika pensó que debía haber sido un hombre en algún momento de su miserable vida.

“¡Un humilde tonto que se ha desviado del camino de la humanidad nunca me superará! ¡Te haré pagar por el terrible crimen de secuestrar a mi princesa ahora mismo!”

Reuniéndose con esas palabras, el chi de Chirika creció aún más mientras se preparaba para saltar a Gold Yaksha una vez más… cuando de repente, un destello de luz cayó del cielo y golpeó directamente el cedro japonés solitario en la cima.

“?!”

Chirika fue tragada por un torrente de luz como nada que hubiera visto antes.