Isekai Mahou wa Okureteru (NL)

Volumen 1

Prologo: El Mago Yakagi Suimei

Felmenia Stingray fue una de las orgullosas magas de la corte del Reino de Astel. Nacida como la segunda hija de Earl Stingray, era una niña de linaje noble que se crio sin saber nunca la necesidad o las dificultades.

Después de descubrir su alta capacidad de maná cuando era niña, se dedicó a estudiar magia con un anciano conocido como el sabio. Incluso cuando era niña, se la consideraba un genio que escudriñaba el abismo de los caminos de la magia.

Pasaron diez años mientras estudiaba magia con el sabio. Bajo su tutela, Felmenia sondeó las profundidades de la magia que normalmente se decía que tomaba treinta años como mínimo para comprender.

“A partir de este momento, no hay nada más que pueda enseñarte. Usando tu ingenio, descubre tu propia forma de hacer magia”, le había dicho en ese momento.

Y después de eso, la vida de Felmenia se volvió bastante ocupada en comparación con el tiempo que pasó estudiando con el sabio.

Por el calibre de su investigación mágica, fue nombrada la iniciada más joven de los magos de la corte. La cantidad de trabajo regular que se le había confiado ni siquiera podía compararse con las invitaciones a fiestas nocturnas, trabajos desconocidos y fiestas de té con damas nobles que recibió.

Desde que dejó la cueva del sabio, donde su tiempo se dedicó exclusivamente al estudio de la magia, su vida no había sido más que una serie de nuevas experiencias de aprendizaje.

Su ajetreada vida la dejaba con poco tiempo para dormir y le traía dificultades como nunca antes las había conocido, pero era tan satisfactorio que apenas le importaba.

Ella ya sentía una gran sensación de logro. Ella se sintió viva. Ya no era una niñita noble atrapada dentro de una jaula como un pájaro; sentía que estaba marcando una diferencia como pieza vital de su país.

Y así continuó con su estilo de vida ocupado pero gratificante. Varios años después de separarse del sabio, Felmenia hizo un gran descubrimiento. En medio de uno de sus trabajos como maga de la corte, donde se le había encomendado la tarea de subyugar una gran amenaza de monstruos y demonios, se encontró con la verdad de la llama que el hombre desconocía.

Sí, a la tierna edad de quince años, Felmenia llegó a la verdad. La verdadera llama que todo fuego deseaba ser. Descubrió aquello que podía convertir todas las cosas en cenizas: la llama blanca. Después de temblar de alegría por un momento, Felmenia informó esto a su maestro y a Su Majestad el Rey. Incluso recibió palabras de gran elogio de ambos por su gran logro.

Pero no era solo la llama blanca que había descubierto. Ese fue el momento en que ella también descubrió el valor en sí misma. Esto era lo que realmente deseaba. Era la validación y la autoestima que había estado persiguiendo desde el principio. La estimuló a seguir adelante y se decidió a seguir abriendo camino por el camino de la magia.

A partir de ese momento, Felmenia continuó con su trabajo mágico, acumulando una gran cantidad de logros por su servicio al reino.

Desde derrotar demonios en el norte, hasta exterminar a un enorme monstruo consagrado en el desierto, reformar la erudición mágica dentro del país, hasta su nombramiento dentro del Gremio de Magos, que sirvió como plataforma para un cambio aún más académico… Por casi todo lo que hizo, fue colmada de admiración por parte de todos.

La gratitud de la gente, la envidia de sus colegas y las palabras de expectación que pendían sobre ella de su padre  y su madre fueron los mayores honores que pudo imaginar.

Así había vivido Felmenia hasta ahora. Su prodigiosa vida de logros finalmente le valió el reconocimiento de ser la maga más importante del reino, hecho aún más notable por su corta edad.

Pero incluso Felmenia, que se enorgullecía de ser la maga más fuerte del reino, no pudo levantar un solo dedo contra el joven que estaba frente a ella ahora.

La luna llena brillaba desde un cielo oscuro decorado por el brillo de las estrellas en el patio favorito del rey del Castillo Real de Camelia. Se iluminó al joven vestido de negro, quien procedió a burlarse de ella en tono de regaño.

“Dios mío… Seguramente es de mal gusto acechar a alguien así. Ese es un comportamiento digno de las lamentables y necias ovejas descarriadas que no saben nada de la verdad y la providencia del mundo, ¿sabes?”

Este joven que le hablaba en términos desconocidos era uno de los buenos amigos de Reiji, el héroe convocado. Pero a diferencia de la joven que también llegó con ellos y consintió en participar en la subyugación del Señor Demonio junto con el héroe, este joven completamente sencillo había rechazado groseramente la petición del rey y exigió ser devuelto a su propio mundo.

Con una cara perfectamente seria, había afirmado ser una persona normal. Dijo que no tenía poderes especiales dignos de mención y, por esa razón, se negó a luchar contra monstruos, demonios o el mal.

Y sobre todo despreció la idea de ser enviado tras el Señor Demonio. Insistiendo en que no pelearía, exigió que lo regresaran a casa con todo tipo de lenguaje colorido. Eso fue hace unos días, después de lo cual procedió a encerrarse en la habitación que le habían otorgado.

Superando la confusión y el miedo que amenazaban con aplastarla después de ser convocada repentinamente a este mundo, su amiga había anunciado en voz alta que acompañaría al héroe en su búsqueda. Pero no este joven. Continuó insistiendo en que lo dejaran solo y lo enviaran a casa.

Que era una broma. Fue un cobarde. Y egoísta. ¿Cómo podía siquiera llamarse a sí mismo un hombre? No solo los funcionarios de alto rango del castillo como ministros y generales, sino todo el personal del castillo, hasta la doncella y el soldado más humildes, lo ridiculizaron sin piedad a sus espaldas.

Pero… ¿cuál era la verdad del asunto?

Felmenia apostó su orgullo por su llama blanca, la perfección de la magia del fuego. Pero fue lamentablemente insuficiente para vencer a este joven, que lo había disipado con un simple chasquido de dedos. Y ahora estaba de pie sobre ella, rebosante de un maná tranquilo que era tan abrumador que parecía que podría convertirla en hielo.

“Ahora bien, pequeña señorita maga. ¿Ya es mi turno?”

Fue en ese momento que Felmenia Stingray se enteró de lo que realmente significaba su autoestima.

Este joven era fuerte e inteligente. Su simple apariencia era una mentira. Un disfraz. Era tan astuto que las personas que lo miraban con lástima y desprecio eran los verdaderos tontos. No debía ser subestimado.

No, este joven era un monstruo que residía mucho más profundamente en el abismo de los caminos de la magia que el sabio que le enseñó. Poseía muchas artes secretas dentro de él que ella no podía igualar como ahora. Tenía una habilidad y un conocimiento tan absurdos que parecía que podía eliminar incluso al héroe que había recibido protección divina en el ritual de invocación, todo con facilidad y una risa desdeñosa.

No había duda de ello. Era un mago en la cima de su oficio. “… ¿Quién eres tú?”

Felmenia le preguntó eso con voz temblorosa. El joven jugueteó con algo encima de su mano con una expresión aburrida y le respondió rotundamente.

“El mago Yakagi Suimei”.

Esa sería la primera vez que se presentaba correctamente