Genjitsushugi Yuusha No Oukoku Saikenki

Volumen 10

Extra 1: Visita A La Familia Doma

Era el comienzo de la primavera, con mi coronación y mi matrimonio con Liscia y los demás acercándose gradualmente, y ahora estaba visitando una ciudad portuaria cerca de Ciudad Lagoon con Juna.

“Hacía tiempo que no montaba en un carruaje tradicional. Es un poco duro para el trasero, ¿no?” Comenté, presionando una mano en la parte baja de mi espalda.

Juna soltó una risita. “Los vagones de la capital y los trenes de los rinosaurios han sido diseñados para reducir los temblores, después de todo.”

Habíamos volado fuera de la capital con Naden, pero supuse que causaría un alboroto si un ryuu aterrizaba en un pueblito como este, así que le habíamos pedido que aterrizara en Ciudad Lagoon, y desde allí tomaríamos un carruaje de comerciantes.

Siendo nuestro negocio lo que era, Naden nos esperaba en Ciudad Lagoon.

“Mmm… Esto seguro que es exactamente lo que uno espera que sea una ciudad portuaria”. Bostecé, tomando una gran y profunda bocanada de la brisa marina.

“Es una ciudad como cualquier otra que puedas encontrar en la costa”, dijo Juna. “Si hay algo de lo que podemos enorgullecernos es de que siempre se puede comer pescado fresco.”

“Me encantan los pueblos así.”

“Je, je, gracias. Bienvenido al pueblo donde nací”. Juna me tendió la mano.

Tomé su mano en la mía y comencé a caminar con ella. De forma romántica, por supuesto. Mientras caminábamos, varias personas llamaron a Juna.

“Oh, Juna, ¿has vuelto?”, preguntó una señora.

“Ha pasado demasiado tiempo, señora”, dijo Juna. “Estoy aquí para visitar a mi familia por un tiempo.”

“Por la forma en que se toman de la mano, ¿podría ese hombre ser su…?”

“Hee hee, es un secreto.”

Parecía que, como se podía esperar de su ciudad natal, mucha gente la conocía aquí.

Bueno, aunque algunos parecían haberse enterado de quién era, nadie estaba husmeando demasiado. Eso probablemente demostraba lo mucho que todos en este pueblo querían a Juna.

Seguimos caminando hasta que nos paramos frente a una casa. Tenía un bonito tejado rojo que me hizo pensar en una casa de muñecas. Para alguien acostumbrado a los densos barrios del país de dónde venía, parecía razonablemente grande, pero para los estándares de este mundo, era de tamaño normal.

“Tu padre dirige la cafetería Lorelei, que tiene un gran número de sucursales, ¿no es así?” Pregunté. “Este lugar es… Bueno, es reconfortante para un antiguo campesino como yo.”

“Hee hee, es pequeño, ¿no?” Juna soltó una risita. “La sucursal principal está en Ciudad Lagoon, y esta casa es sólo para que viva nuestra familia, así que es lo suficientemente grande.”

“Supongo que tienes razón. Tener una casa demasiado grande puede ser un inconveniente.”

El castillo era tan grande que era muy difícil ir de un lado a otro. Por lo general, sólo estaba mi propia habitación y la oficina de asuntos gubernamentales entre la que iba, y cuando estaba ocupado, dormía en la oficina, así que se sentía menos como si viviera en una lujosa mansión y más como si fuera un trabajador interno en una empresa, o algo así. Pero, aun así.

“Me encantaría vivir en un pueblito junto al mar como éste”, le dije.

“¿Lo harías? Cuando el príncipe Cian haya crecido y puedas abdicar el trono en él, ¿por qué no vivimos aquí?”

“Ja, ja, ja, esa podría ser una buena idea.”

Si Liscia hubiera podido oírnos, me habría dicho enfadada que me estaba adelantando.

Llegamos a la entrada.

“Ahora, mi señor, por favor, entre”, me dijo Juna.

Cuando me hicieron pasar a la casa, la familia de Juna ya estaba esperando en el salón. Nos saludaron cordialmente, aunque parecían un poco tensos.

“¡P-Por qué, Su Majestad! Cómo es posible que haya venido a nuestra humilde casa”, dijo nervioso su padre.

“Oh, no, tenía que haber venido a presentar mis respetos lo antes posible”. Estreché la mano del padre de Juna mientras me disculpaba. “Lamento haber usado mis ocupaciones como excusa para no venir antes.”

Saludé a la madre de Juna y me senté en el sofá por invitación de su padre. Una vez sentado, incliné la cabeza profundamente una vez más.

“Lo siento de verdad. Me llevo a Juna… su hija… como novia, pero he tardado demasiado en venir a presentar mis respetos.”

En el tiempo transcurrido desde que me comprometí con Juna, había estado ocupado con el trabajo del gobierno, las visitas diplomáticas y el envío de refuerzos, así que no había conseguido encontrar tiempo para venir a conocer a sus padres. Estaba en contacto frecuente con la tutora de Juna, Excel, al menos, y me había mantenido en contacto con sus padres mediante el intercambio de cartas, pero hacía tiempo que quería venir a presentar mis respetos en persona, como cualquier hombre debería hacer.

Su padre se apresuró a negar con la cabeza. “¡No, no! El compromiso era algo que Juna quería para sí misma.”

“Pero… ¿no le preocupa que su hija se convierta en una reina secundaria?” pregunté.

“Lo estoy, pero Juna nunca ha sido de las que se echan atrás en algo una vez que se ha decidido, así que siempre supe que elegiría a su pareja por sí misma. Parece que la sangre de Excel corre más por sus venas que por las mías. No sé si llamarla devota, o terca…”

“¡Papá!” Juna sonaba inusualmente nerviosa. Como en una reunión de padres y profesores, que un pariente le hable a alguien de ti tiene que ser embarazoso.

Aun así, aunque su padre era tan bello como cabría esperar de alguien del linaje, parecía sorprendentemente normal.

“Ocurrió cuando Juna tenía unos diez años”, recordó el hombre. “Dijo que iba a alistarse en la Marina con mi madre. Y entonces, mientras era entrenada por mi madre, a quien le divertía la idea, se fue pareciendo cada vez más a ella…” Se interrumpió y se detuvo. “¿Seguro que estás bien? No te va a hacer polvo como mi madre, ¿verdad?”

“¡Nunca lo haría!” La cara de Juna estaba roja de vergüenza. “…Por favor, me estás avergonzando.”

Quería ver más expresiones raras de Juna, así que le dije a su padre: “No, cuenta más. Tenemos mucho tiempo, así que cuéntame todas tus viejas historias sobre Juna.”

“¡Tú también no, mi señor!” Juna me dio un codazo, pero realmente quería escuchar.

Después de eso, los padres de Juna y yo hablamos largo y tendido sobre ella. Por cierto, seguimos hablando incluso después de que Juna saliera de la habitación totalmente humillada, y tuve que esforzarme mucho para que volviera a estar de buen humor después.