Hai to Gensou no Grimgar

Volumen 7: El Arcoiris, En el Otro Lado

Capitulo 15: Porque Él Tiene Una Razón

 

 

Alluja había sido una vez una ciudad enorme. Incluso había teorías que decían que había sido próspera antes de que comenzara el conflicto entre Lumiaris y Skullhell.

Llevó un día entero cruzar las ruinas de Gran Alluja. Durante ese tiempo, tomaron una serie de descansos, y aquellos que pudieron tomar una siesta lo hicieron, pero incluso si podían dejar de lado su miedo a los logoks, tendrían miedo a los nivles.


Resultó que los nivles se alimentaban principalmente de logoks, pero los humanos eran mucho más apetecibles para ellos. Si vieran, oyeran o detectaran a un humano, realmente los perseguirían hasta los confines del mundo. No solo eso, no solo atacaban ciegamente; también eran desagradables por encontrar buenas oportunidades para hacerlo.

El Sr. Unjo dijo que tenían cuatro metros de largo, pero que variaban según el espécimen individual, y variaban desde tres metros de largo hasta cerca de cinco metros los más grandes. Los machos tenían cresta, mientras que las hembras no. Cuanto más grande y vistosa era su cresta, más violento era un macho, pero esos los atacarían de frente con confianza, haciéndolos más fáciles de manejar. Sorprendentemente, las hembras las que eran más apagadas en su apariencia eran las peligrosas. Las hembras eran calculadoras, y rapidas también. Haciéndolas adversarias temibles.

Haruhiro y los demás mataron siete nivles mientras cruzaban la ciudad en ruinas. Cuatro machos, tres hembras. Cada pelea había sido a muerte. Fueron afortunados de que los nivles no cazaran en grupos. Si hubieran tenido que enfrentar más de una de esas cosas al mismo tiempo, no habrían tenido oportunidad.

Las pieles de los nivles aparentemente se vendían por un buen precio, pero también eran voluminosas, por lo que no parecía que valiera la pena llevarlas. Intentaron cocinar y comer su carne, y no era desagradable ni nada.

Cuando llegaron al final de las ruinas, había una ladera cuesta abajo. La inclinación no era particularmente empinada, pero bajaba mucho. Era como si fuera todo el camino hacia las profundidades de la tierra. Caía tan lejos que, incluso durante el día, se puso tan oscuro que no podían ver lo que tenían delante.

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Si no hubieran tenido al Sr. Unjo ahí para guiarlos, nunca hubieran bajado. Fue un poco aterrador, después de todo.

“Um, ¿qué pasa aquí…?” Haruhiro se armó de valor para preguntar.

“Orcos,” respondió el Sr. Unjo, tan indiferente como siempre.

“¿Ogros?” Repitió Yume.

No, Yume, pensó Haruhiro, eso no es. ¿Por qué ogros? Bueno, no hemos visto ogros, sin embargo.

“Espera…” Mary comprobó con él, “Por orcos, ¿quieres decir…?”

“Son similares a ellos, al menos,” dijo el Sr. Unjo mientras descendía la pendiente un paso a la vez. “Además, también se llaman orcos aquí en Darunggar.”

“Guau!” Ranta se estremeció. “Maldita sea. Ahora tengo la piel de gallina. Es como, ya sabes. En nuestro mundo, los orcos son el enemigo, pero aquí, casi siento afinidad con ellos… Bueno, no, no del todo, pero aún así…”

El Sr. Unjo resopló. “Ellos son el enemigo aquí también.”

“Esos orcos,” dijo Shihoru en una voz tan silenciosa como el zumbido de un mosquito, “¿podrían haber venido de Grimgar…?”

“La entrada a la salida…” Kuzaku susurró para sí mismo.

El Sr. Unjo simplemente dijo: “¿Quién sabe?” Luego, después de un largo silencio, como si lo estuviese recordando por primera vez en mucho tiempo, dijo: “Esta podría haber sido su patria.”

La colina era rocosa, pero estaba cubierta de finos guijarros que eran como arena. Por eso, tenían que tener cuidado o se resbalarían.

La pendiente aparentemente estaba libre de nivles. Eso era probablemente porque los logoks que principalmente cazaban vivían en Alluja.

Aquí y allá, había agujeros de aproximadamente un metro de diámetro. El Sr. Unjo los evitó. Cuando se le preguntó por qué, dijo: “Porque hay gujis.”

Por lo que les contó, un guji era una criatura entre un mono y un oso, y luchaban hasta la muerte para defender sus guaridas. Si hurgabas en su guarida aunque fuera un poco, a veces saldrían más de diez gujis, y se convertiría en un gran problema. Si pudieras atraparlos, los gujis eran comestibles, pero eran musculosos y su carne era inusualmente dura, incluso cocinada. Si lo cocinabas hasta que se ablandara, se suponía que el caldo era bueno. No es que fueran a atrapar uno, ni a cocinarlo.

Eventualmente, comenzaron a ver luces rojas aquí y allá. La temperatura estaba subiendo, también. Hacía un poco de calor. Había vapor elevándose por todas partes. La palabra “cráter” brilló en la mente de Haruhiro. ¿Podrían las luces ser lava… tal vez?

Pasaron cerca de uno de ellos lo suficientemente pronto. Estaba burbujeante y humeante. No era broma, parecía que realmente era lava. Si resbalaran y cayeran, sería peor que solo quemarse.

También encontraron un río. Ni siquiera estaba a la altura de las rodillas, y el agua estaba algo más que tibia, estaba algo caliente. No demasiado caliente, sin embargo.

“¿Una fuente termal?” Mary cuestionó.

“¡Baño mixto!” Exclamó Ranta.

“¡De ninguna manera!” Yume golpeó a Ranta en la parte posterior de la cabeza.

“También es potable,” dijo el Sr. Unjo, haciendo un gesto hacia el río de aguas termales con la barbilla. “El sabor es extraño, pero no causará indigestión. Descansaremos aquí.”

El Party no fue a baños mixtos, obviamente, pero cavaron un agujero en el lado del río, y los chicos y chicas se turnaron para bañarse. El Sr. Unjo se ofreció para actuar como vigilante, afortunadamente.

“No sé qué decir…” dijo Kuzaku una vez que se había hundido hasta los hombros. “¿No te hace sentir feliz de estar vivo? ¿Solo yo? Como, podría morir satisfecho en este momento. Nah, no quiero morir, sin embargo. Se siente bien…”

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“Sé cómo te sientes…” Haruhiro recogió un poco del agua en sus manos, lavándose suavemente la cara. “Esto es bueno. Quiero decir, maldición, esto es lo mejor…”

“¿Qué quieres decir?” Ranta se cruzó de brazos. “¡Estoy decepcionado de ustedes dos! Podríamos convencerlas de que se metan con nosotros. Si ustedes dos hubieran estado de acuerdo conmigo, habrían dicho ‘Bueno, esta vez, supongo que tendremos que hacerlo.’ ¿Son idiotas? ¿Qué tan mierdas son ustedes?”

“…Tengo curiosidad de los motivos por los que crees que había alguna posibilidad de que lo hubieran aceptado,” preguntó Haruhiro.

“¿Eh? Se trata de sentimientos, hombre, sentimientos. Dicen que cuando viajas, debes dejar atrás tu sentido de la vergüenza, ¿verdad? Si todos hicieran eso, estarían de acuerdo para un baño mixto, ¿no crees? Quiero decir, las chicas no son estúpidas.”

“Bueno, Yume, Shihoru y Mary no son tan estúpidas como tú, así que no pensarían eso. ”

“¡Callate! ¡Quería hacer un baño mixto! ¡Quiero bañarme con algunas chicas! ¡Quierooooo!”

“Eres como una especie de demonio de baños mixtos, ¿eh?” Kuzaku suspiró profundamente. “Hombre, esto se siente bien…”

Tal vez porque se había bañado bien o debido a la falta de sueño, Haruhiro durmió bien. Yume tuvo que sacudirlo para despertarlo, y sintió vergüenza por eso.

El Sr. Unjo les dijo que una vez había sobrevivido usando este Río Termal como su abrevadero. Eso fue aparentemente cuando también había comido carne de guji.

Una vez que cruzaron el Río Termal y continuaron hacia adelante, el terreno se niveló. En el momento en que se dieron cuenta, sin embargo, un acantilado se levantó en su camino. No era un callejón sin salida. Había fisuras en el acantilado.

Las fisuras serpenteaban hacia adentro, se estrechaban y se ensanchaban. Podían ver unos pocos metros más adelante, lo que les hizo sentirse increíblemente incómodos. ¿El Sr. Unjo había encontrado este camino y había llegado por sí mismo?

Si Haruhiro se hubiera encontrado en la posición del Sr. Unjo… no podría haberlo hecho. Él ni siquiera necesitaba pensar en eso. Hubiera sido imposible para él. Él no tenía la habilidad o el apego a la vida.

Cuando estaba haciendo algo por sus camaradas, Haruhiro podía intentarlo bastante duro. Pero cuando se trataba de sí mismo, era inútil. No podía soportar el dolor, el sufrimiento o incluso la falta de esperanza. Para bien o para mal, eso era exactamente lo que Haruhiro era como persona.

¿Qué hay de sus camaradas? Kuzaku, Yume, Shihoru y Mary probablemente eran muy cercanos a Haruhiro en ese sentido. Podría ser que el único que podría haber retenido ahí por su propio bien era Ranta.

Esa era probablemente una fortaleza del Party, y también una debilidad. Todos podían llevarse bien, con una excepción, y podían cooperar, pero mirándolo con más dureza, todos eran altamente codependientes y frágiles a la hora de hacerlo. Si incluso uno de ellos muriera, probablemente perderían la voluntad de pelear de manera adecuada. No era una situación en la que quisiera pensar, pero era algo en lo que tenía que pensar como líder. Este era territorio enemigo, después de todo.

“Guauu…” Ranta respiró.

Él sonaba como un idiota. Pero, bueno, era una vista increíble, se podría decir.

Al final del camino serpenteante de la fisura, una vista majestuosa apareció ante ellos.

Podían ver cientos, tal vez miles de corrientes de lava que subían y bajaban a medida que se extendían. Había colinas. Había montañas. Había peñascos. Había edificios, grandes y pequeños.

Sí.

La mayoría estaban tallados en peñascos, pero sin duda eran edificios. Estaban reforzados y decorados con puntales de hierro, y había un edificio que también parecía una especie de altar o templo. Había torres. Aunque no eran rascacielos, aquí también había algunos edificios de tamaño mediano.

Intercalado entre dos estrechos flujos de lava, ese camino, sí, realmente era un camino, el camino, las calles de la ciudad, extendidas de una a otra. Había grandes edificios que daban a las grandes calles y filas de pequeños edificios que daban a las pequeñas.

El cielo ya estaba oscuro. Era de noche. Pero gracias a la lava, esta era una ciudad sin noche.

Un pueblo.

Ese era un pueblo. O tal vez una ciudad.

“…De ninguna manera.” La voz de Kuzaku se quebró mientras hablaba.


“Es-” Haruhiro no pudo encontrar las palabras para hablar.

“Eso es…” Preguntó Shihoru en una voz diminuta. “¿La ciudad de los orcos? ¿Todo ello…?”

“Uf,” dijo Yume. “Claro que es una gran ciudad, ¿eh?”

Yume lo estaba tomando con calma. Demasiada calma, en todo caso.

“¿Esta es?” Mary hizo la pregunta que Haruhiro quería hacer. “¿La entrada a la salida?”

“Sí.” Por alguna razón, hubo una ligera risa en la voz del Sr. Unjo. “Esa es la entrada a la salida. Vine por esa ciudad, Waluandin.”

“Son nuestros enemigos, ¿verdad?” Kuzaku se frotó la parte inferior de la espalda. “Los orcos…”

“Claramente,” declaró el Sr. Unjo. “Los orcos no dejan pasar a nadie más que a sus camaradas orcos. El ganado es un asunto aparte, sin embargo.”

“¿P-Piensas que deberíamos dejar que nos críen? Puede ser más fácil…” Ranta miró a los demás, luego se aclaró la garganta. “E-Estoy bromeando, obviamente. No hay forma de que yo lo diga en serio, ustedes, idiotas.”

“Puede que no sea una mala jugada.” El Sr. Unjo se acarició la barba. “Más realista que correr por ahí, al menos.”

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“L-L-L-Lo sé, ¿verdad? ¿De acuerdo? Jejejejejejejejejeh…”

“Está siendo sarcástico…” suspiró Haruhiro. “Figuras mucho por tu cuenta.”

“¡Cállate! ¡Lo sabía! ¡Solo estaba jugando, estúpido idiota!” Gritó Ranta.

“Entonces…” Yume hinchó las mejillas y señaló hacia la ciudad de Waluandin. “¿Ahora que? Ya estamos aquí, ¿sabes? Sería bueno intentar acercarse.”

“Yume-san tiene agallas…” Kuzaku parecía seriamente desilusionado por lo que estaba sugiriendo.

“Bueno, solo si no es peligroso, ¿sabes?” Dijo Yume. “Si fuera peligroso, Yume piensa que sería mejor que nos fuéramos también.”

“¡Obviamente sería peligroso!” Ranta pisoteó el suelo. “¡Deberías saber eso!”

“¡Si solo es un poco peligroso, podría estar bien!”

“Puede que no lo sea…” Shihoru parecía lista para colapsar en cualquier momento.

“¿Dónde…?” Haruhiro presionó su garganta. Él tenía que ser hombre. Él podría estar en estado de shock, pero había estado preparado para esto hasta cierto punto. Aunque, solo hasta cierto punto. “¿Por dónde pasaste? Unjo-san. Quiero decir, ¿en qué área?”

“No recuerdo. Estaba desesperado.” El Sr. Unjo dejó lentamente su mochila, agachándose junto a ella. “Lo único que sé con certeza es que dos de mis camaradas murieron en Waluandin. Iehata y Akina. Fueron asesinados por orcos, y escapé. Solo.”

Por lo que el Sr. Unjo les dijo escuetamente después de eso, su Party había encontrado dificultades en la frontera de los antiguos reinos de Nananka e Ishmal.

El territorio del antiguo Reino de Nananka fue invadido por orcos, y el antiguo Reino de Ishmal era territorio no-muerto. El Sr. Unjo y sus camaradas, cuando aún eran jóvenes y estaban llenos de vigor, habían asaltado audazmente la base principal del enemigo y lucharon de manera uniforme con poderosos no-muertos. Sin embargo, un día, fueron atrapados por un ataque sorpresa, y uno de sus camaradas, el ladrón, Katsumi, murió.

Mientras habían estado corriendo en territorio enemigo, habían vagado en una zona nublada y se habían perdido. Pasaron por una cueva y salieron a una zona montañosa oscura con ríos de lava, donde pensaron que estaban a salvo. Aunque, cuando vieron a los lagartos nadando en esos ríos, sintieron que algo estaba mal.

Afortunadamente, esos lagartos, que habían decidido que deberían llamarse salamandras, no los habían atacado, pero entonces un dragón aterrador se había comido las salamandras. El Party del Sr. Unjo había sido perseguido por ese dragón rojo oscuro, el dragón de fuego.

Dos de los camaradas del Sr. Unjo, el paladín Ukita y el mago Matsuro, aparentemente habían sido comidos por ese dragón de fuego. Mientras los devoraban, el cazador, Unjo, el Guerrero, Iehata y la sacerdotisa Akina, huyeron tan rápido como pudieron.

Y luego llegaron a Waluandin. Lo que les había esperado ahí era miles, decenas de miles de orcos.

Haruhiro trató de ordenar sus pensamientos.

En la actualidad, hay dos formas de salir de Darunggar.

La primera opción era tomar la ruta por la que habían llegado. Regresarían a Well Village, luego viajarían a través del viejo nido de gremlins para llegar al Reino del Atardecer. Sin embargo, el bosque del norte estaba infestado de polillas de niebla llamadas yegyorns. Bueno, estuvieron bien en el camino hasta aquí, por lo que probablemente podrían regresar… pero eso no era algo en lo que Haruhiro fuera lo suficientemente optimista para pensarlo. Fue un milagro que hubieran llegado a Well Village sin encontrarse con ningún yegyorns. No podía esperar que el milagro sucediera dos veces.

Si iban a contar con un milagro para llevarlos al Reino del Atardecer, esa era una gran apuesta. Incluso si funcionaba, ¿había alguna esperanza para ellos en el Reino del Atardecer? No podía decir que no había ninguna, pero tendrían que buscar esa semilla de esperanza mientras eran perseguidos por los cultistas, los gigantes blancos y las hidras. Eso no suena fácil. Sonaba realmente, increíblemente difícil.

La segunda opción era atravesar de alguna manera la Montaña del Dragón de Fuego que estaba al otro lado de Waluandin, y de alguna manera llegar al lugar neblinoso. Eso estaba en territorio enemigo peligroso, pero incluso dejando eso de lado por el momento, Waluandin iba a ser un problema. ¿No había forma de llegar a la Montaña del Dragón de Fuego sin pasar por Waluandin, que estaba llena de orcos? Incluso si había alguna buena forma de hacerlo, todavía estaba el dragón de fuego ahí.

Sí, no.

Él no podía ver ningún potencial ahí. Cero. Esas eran las probabilidades, o muy cerca de cero.





¿Entonces que?

Podría ser el momento de aceptar las cosas tal como eran. Se olvidarían de Grimgar por el momento, y vivirían aquí. Aquí en Darunggar. Si no surgiera nada especial, podrían vivir el resto de sus vidas en este lugar.

¿Qué tenían que hacer para administrar eso? Debían compartir sus conocimientos, trabajar juntos y construir una base estable para sus estilos de vida. Paso a paso. Podrían avanzar a su propio ritmo, sin apresurarse.

¿Podrían vivir en un mundo tan diferente sin ningún problema? Tenían al Sr. Unjo como un testamento viviente del hecho de que era posible. El Sr. Unjo estaba muy pálido, probablemente debido a la falta de sol, pero parecía lo suficientemente saludable. Podrían vivir por una década o dos.

Con la realidad puesta en la cara de Haruhiro, finalmente comenzó a establecerse.

Oye, podría funcionar, ¿verdad? Este lugar está bien a su manera. Quiero decir, Grimgar no era nuestra patria para empezar, estoy bastante seguro. Cuando llegamos, estábamos en Grimgar. Nos obligaron a vivir ahí. Eso es todo.

Este mundo estaba oscuro. Demasiado oscuro, honestamente, y lo dejaba sintiéndose triste. Él tampoco conocía bien el idioma. Además, básicamente no había humanos. Estaba lleno de peligro. Tenía muchas preocupaciones sobre el lugar, pero probablemente podrían superarse. Ellos se acostumbrarían eventualmente.

Además, a diferencia del Sr. Unjo, Haruhiro todavía tenía sus camaradas. Él no estaba solo. Sus circunstancias no eran tan malas como las del Sr. Unjo.

Incluso cuando se dio cuenta de que era él el que lo hacía, se atrevió a pensar alegre y optimistamente sobre el futuro.

Grimgar fue el primer capítulo de su historia. Ahora, el segundo capítulo había comenzado en Darunggar. Probablemente habría un tercer y cuarto capítulo por venir. Esperaba que continuara, al menos.

La próxima etapa podría estar aquí en Darunggar, o tal vez en otro lado. Nunca antes había sido capaz de predecir hacia dónde se dirigiría. Esto era igual. Todo era un gran interrogante. Las cosas no siempre pueden ser buenas, pero tampoco siempre deberían ser malas. Si había problemas, también había que haber alegrías. Incluso en el tenebroso Darunggar, no todo era oscuridad. También había luz.

“Bueno.” El Sr. Unjo se puso de pie y se echó al hombro su mochila. “Creo que lo entienden ahora. Que no hay regreso a Grimgar. Ya ves las razones. Regresaré a Herbesit. Hagan lo que quieran.”

Haruhiro cerró los ojos y asintió. No podía soportar que se quedaran atrás aquí. Ellos regresarían también. No sería correcto imponer demasiado sobre la bondad del Sr. Unjo, pero quería mantener una buena relación con el hombre. Después de todo, eran humanos y soldados voluntarios, no, ex soldados voluntarios. El Sr. Unjo era su superior en ese sentido. Haruhiro quería poder contar con su consejo y tutela en el futuro.

Por ahora, pensó Haruhiro, sigamos al Sr. Unjo, haciendo nuestro mejor esfuerzo para no ser una carga excesiva, y para no molestarlo. Vamos a hacer eso.

“Vamos-” comenzó a decir Haruhiro, pero luego sus ojos se abrieron de par en par. “… ¿En serio?”

Metió la mano en la camisa y sacó esa cosa.

¿En un momento como este? ¿Es en serio?

Era un objeto negro, plano, parecido a una piedra. Pero no era una piedra. Vibraba, y el extremo inferior brillaba en verde.

“El receptor…” susurró Shihoru.

“¿Qué es eso?” El Sr. Unjo se levantó el ala de su sombrero trenzado, sus ojos brillando. “¿Es un objeto de otro mundo?”

“Haruhiro,” salió la voz del receptor.

“…Soma-san.” Las manos de Haruhiro, y su voz, temblando y temblando aún más fuerte que el receptor.

Sus camaradas se reunieron alrededor, desesperados por escuchar lo que él diría.

“¿Estás escuchando?” Dijo la voz de Soma. “Haruhiro. ¿Cuántas veces te he llamado hasta ahora? Estamos en Grimgar. Akira y Tokimune y sus grupos también están bien.”

“Oh, hombre…” Ranta estaba medio destrozado. “Sí, por supuesto… Por supuesto que lo estarían. Maldita sea, están bien. Hombre, yo solo… estoy muy feliz. Sí. Estamos en un mal lugar, pero estoy feliz…”

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“Haruhiro. Ranta. Yume. Shihoru. Mary. Kuzaku,” dijo la voz de Soma. “Sé que están en algún lugar, escuchando esto. Creo en ustedes.”

“…Maldición.” Kuzaku sostuvo su cabeza. “Soma-san me llamó por mi nombre…”

“¿Cuántas veces…?” Mary bajó la cabeza.

¿Cuántas veces ha llamado? Era probablemente lo que quería decir.

“Esperamos verlos nuevamente,” dijo Soma. “No soy solo yo. Todos dicen eso.”

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“Vaya…” Yume cayó sentada.

“Kemuri,” agregó la voz de Soma.

“Hmm,” dijo la voz de Kemuri. “¿Cómo les va?”

“Shima.”

“Sí,” dijo la voz de Shima. “… Haruhiro. ¿Recuerdas lo que dije? Hablemos de eso la próxima vez.”

“¿Hm? ¿De qué se trata eso?” Preguntó Soma.

“Oh, ¿te interesa, Soma?”

“Sí. Lo hace. Bueno, supongo que está bien. Aquí, Lilia.”

“No tengo nada que decir a un grupo de niños inmaduros,” dijo Lilia. “Solo… traten de tener cuidado. Crer en ustedes mismos y en sus camaradas. Siempre deben mirar y escuchar lo que es importante, y volver su corazón a la luz, no a la oscuridad. Si nunca dejan de caminar, eventualmente encontrarán un camino. Ahora, escuchen aquí. Si se rinden, nunca los perdonaré. ¡E-Eso es todo!”

“¡Por no tener nada que decir, está segura de que habla mucho, ¿eh?!” Ranta sollozó. “¡Ohhh, Lilia-san es tan lindaaaa! Quiero verla de nuevo…”

“¿Pingo?” Dijo Soma.

“Caigan muertos. Ujejejeh… yo chicos. Oye, Soma… Puedes intentar hacer hablar a Zenmai, pero no funcionará. Idiota… Ujejejeh…”

“Oh, ya veo,” dijo Soma. “Bueno, no somos solo nosotros. Akira-san, Miho-san, Gogh-san, Kayo-san, Branken y Taro, también, todos están preocupados por ustedes. Luego están Rock, Kajita, Moyugi, Kuro, Sakanami, Tsuga, Io, Katazu, Tasukete, Jam, Tonbe y Gomi. No los has conocido todavía, supongo. Les dije todo sobre ustedes, chicos. Todos están interesados en ustedes.”

“¡Las tropas y el escuadrón de Io-sama!” Ranta se retorció un poco. “Y espera, ¿qué clase de nombres son Tasukete y Gomi? ¡Es como llamarse Ayúdame y Basura! Bueno, lo que sea, escuché que Io-sama es una bombón total. Maldición, quiero verla…”

“Nunca cambia…” dijo Shihoru con frialdad. “Pero-”

“Haruhiro.” Soma volvió a llamar a cada uno de sus nombres, como si los estuviera esculpiendo. “Ranta. Yume. Shihoru. Mary. Kuzaku. Los estaremos esperando. Nos vemos.”

El receptor dejó de vibrar y la luz en el extremo inferior desapareció.

Haruhiro todavía sostenía el receptor, incapaz de respirar adecuadamente.

“¿Akira, dijo?” El Sr. Unjo de repente soltó una carcajada. “¿Y Gogh? Absurdo. Es imposible. De ninguna manera…”

“…¿Los conoces?” Preguntó vacilante Kuzaku.

“Los conozco…” El Sr. Unjo se detuvo y dejó escapar un suspiro. “No son necesariamente las mismas personas. Son personas diferentes con los mismos nombres. Lo más probable…”

Akira y Gogh tenían la misma edad y ambos habían sido soldados voluntarios durante veinte años. Haruhiro no sabía su edad exacta, pero pensó que probablemente tenían más de cuarenta años. El Sr. Unjo también tenía que estar por ahí. No sería extraño si él los conociera.

Haruhiro respiró profundamente. Su mente todavía estaba entumecida hasta el centro. “Creo que deben ser Akira-san y Gogh-san.”

“Soman estaba diciendo que llamó un bunchas veces,” dijo Yume con voz suave y medio adormilada. “Entonces, ¿por qué nunca lo escuchamos antes?”

“Espera, Soman-” Haruhiro comenzó a corregirla, pero decidió no hacerlo.

El apodo está bien, supongo, pensó. No, ¿tal vez no lo es? Me pregunto. Realmente ya no sé.

“Tal vez…” Mary miró más allá de Waluandin. “…¿Es porque estamos cerca?”

“¡Eso es!” Ranta señaló a Mary. “¡Mary niña, eres inteligente! ¡Bueno, yo también lo había descubierto, y estaba a punto de decirlo!”

“¿Niña? ¿Eh? ¿Qué?” Preguntó Mary. “¿Supongo que nunca querrás curarte de nuevo?”

“…¡Ah! Lo siento, yo… me hice un poco demasiado amistoso ahí. Necesito ser más cortés, milady. Mi error. No, en serio, en serio. No volverá a suceder. ¡Entonces, perdóname! ¡Pow favor!”

“Ese pow favor fue exasperante…” murmuró Shihoru.

Haruhiro estuvo de acuerdo.

Pero dejando eso de lado por ahora…

“Estamos cerca, ¿eh?” Haruhiro miró hacia el receptor. “Ya veo. Entonces estamos cerca. Estamos cerca de Grimgar.”

Yume sostuvo su mano fuertemente contra el centro de su pecho. “Yume, ella quiere ir a casa. Yume quiere ver al Maestro también. Si ella no pudiera verlo nunca más, bueno, a Yume no le gustaría eso.”

“Sí…” Kuzaku miró hacia el cielo oscuro. “Tengo que estar de acuerdo.”

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Detente, pensó Haruhiro. Por favor, solo detente. No me digan la verdad así.

Porque incluso si así es como realmente se sienten, simplemente no es posible. Si me preguntan si quiero irme a casa o no, sí, quiero irme a casa. Quiero decir, ni siquiera bromeaba sobre querer quedarme aquí para siempre. ¿Qué opción tenemos, sin embargo? Si tratamos de regresar, estamos seguros de que estamos arriesgando nuestras vidas. Si las arriesgamos, no hay garantía de que valdrá la pena, y no puedo imaginar que lo haga.

No puedo ser aventurero de esa manera. No puedo dejar que lo sean tampoco. No quiero perder a nadie. No quiero dejar los morir. Vamos a vivir. Todos nosotros. Esa es la mejor opción.

“Si se rinden, nunca los perdonaré,” había dicho Lilia. ¿Qué se supone que significa eso? ¿Que no deberían darse por vencidos y deberían luchar y sobrevivir? O…

“Estaremos esperando, “ había dicho Soma también.

“Nos vemos,” había dicho.

“No podemos tomar riesgos,” dijo Haruhiro claramente. “No riesgos que sean tan grandes, de ninguna manera. Pero lo que podemos hacer es asegurar nuestra seguridad, mientras tomamos nuestro tiempo para buscar una forma.”

“¿Eh?” Ranta se cruzó de brazos y ladeó la cabeza hacia un lado. “¿Qué significa eso, básicamente?”

“…¿Eh?” Preguntó Kuzaku. “¿Eres estúpido?”

“¡Kuzacky! ¡Te estás burlando de tu súper superior! ¡Te lanzaré una mierda, idiota!”

“¡Eso es sucio! ¡Dios!” Yume frunció el ceño. “Básicamente, significa eso. Significa eso, ¿verdad? Entonces… es eso, ¿verdad? ¿Bien…?”

“¡No lo entiendes tampoco!” Gritó Ranta.

“Haremos nuestro mejor esfuerzo para no ponernos en peligro, y nos mantendremos atentos,” dijo enfáticamente Shihoru. “Continuamente avanzamos con nuestra investigación, y si algún día alcanzamos nuestro objetivo…”

“…Podremos regresar,” Mary terminó por ella. Ella se mordió el labio. “A Grimgar.”

“Eso es lo que significa, ¿verdad?” Dijo Ranta, hinchando su pecho arrogantemente. “Lo sé, idiotas.”


Con su mochila boca arriba, el Sr. Unjo se dio vuelta para irse. “Hagan lo que quieran.”

Incluso si pudiera regresar, el Sr. Unjo no lo haría. Puede que no sea por una simple razón como: tengo a Rubicia, pero él todavía elegiría quedarse en Darunggar. Eso fue lo que se sintió.

Bueno, diferentes golpes para diferentes personas.

Haruhiro inclinó la cabeza profundamente. “Umm… muchas gracias, Unjo-san. Por todo. ¡De verdad!”

El Sr. Unjo se detuvo. Él no regresó. “…No mueran, mis menores.”

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